martes, 30 de noviembre de 2010

Felipe Calderón y Wikileaks

En los tiempos en los que el PRI todavía gobernaba al país, se llevó a cabo un arresto que conmocionó al mundo entero y ciertamente a las autoridades norteamericanas, el arresto del General José de Jesús Gutiérrez Rebollo (cualquier parecido con el archivillano Lex Luthor enemigo del héroe clásico Superman es una mera coincidencia):







nada menos que el Zar Antidrogas encargado del combate al narcotráfico, por su colusión con el entonces poderosísimo Cártel de Juárez al cual le estuvo brindando protección en vez de combatirlo como era su obligación suprema no sólo como funcionario público sino como soldado de México. Este infeliz traidor a la Patria en grado sumo fue el Comandante de la Quinta Zona Militar precisamente en el Estado de Jalisco en donde opera en forma encubierta la organización ultraderechista criminal Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, y su involucramiento en actividades sospechosas era conocido en varios círculos sociales de la ciudad de Guadalajara, y pese a ello los Tecos de la UAG que estuvieron obteniendo bastante información acerca de Gutiérrez Rebollo jamás dieron ningún aviso a nadie de tales actividades ilícitas ni dentro ni fuera de México. Ya se ha documentado aquí como los Tecos pueden convivir cómodamente y muy bien en zonas residenciales lujosas justo al lado de los peores enemigos de México dedicados al narcotráfico sin que ello les incomode en lo más mínimo, mientras no se metan con los Tecos.

El arresto del Generalote de pacotilla y vergüenza nacional José de Jesús Gutiérrez Rebollo se llevó a cabo no por iniciativa de un Partido Acción Nacional infiltrado hasta la médula en sus estratos superiores por la Organización Nacional del Yunque y sus creadores los Tecos de la UAG, porque en ese entonces el PAN aún no llegaba al poder federal ni gobernaba a México, sino bajo el gobierno del Presidente Ernesto Zedillo emanado del PRI, lo cual ocurrió en 1997. De cualquier modo, los panistas-Yunquistas no desaprovecharon la ocasión para gritar a viva voz a los cuatro vientos sus denuncias y reclamos en contra de los funcionarios emanados del PRI a los que estuvieron acusando de corruptos y de estar coludidos todos ellos con el narcotráfico (lo mismo ha estado haciendo Felipe Calderón cada vez que puede), advirtiendo que en cuanto llegaran al poder acabarían de tajo con la corrupción y meterían a la cárcel a todos los funcionarios priistas que tuvieran algo que ver con enriquecimientos desmedidos derivados de actividades relacionadas con el narcotráfico.

Pues bien, desde que en el año 2000 llegó el PAN al poder y junto con él llegaron también el Yunque y los Tecos, el ex-Presidente Carlos Salinas de Gortari cuyos nexos con el narcotráfico a través de su hermano Raúl están plenamente documentados de mil maneras se ha estado paseando libremente por todo México dando conferencias de prensa y exhibiéndose sin ningún recato ni pudor ante la mirada de consentimiento paternal que le han estado dando la derecha y la ultraderecha desde el poder respetando en todo momento a este despreciable ex-Presidente sin tocarle un pelo. Si alguien va a meter a la cárcel algún día a Carlos Salinas de Gortari, ciertamente no será jamás un Presidente emanado del PAN-Gobierno.

A raíz de una serie de divulgaciones sumamente incómodas que han estado siendo realizadas por el portal de Wikileaks, un sitio de información libre por completo de cualquier tipo de censura y cuyos administradores no tienen intención alguna en seguirle los pasos a organizaciones desinformadoras como TELEVISA y sus vocingleros como Joaquín López-Dóriga tan afectos a ocultar muchas noticias importantes (le han estado ocultando a sus televidentes la estrecha asociación de la ultraderechista Organización Nacional del Yunque con el partido en el gobierno, el PAN), ha trascendido una noticia que ha puesto en entredicho lo poco que le quedaba a Felipe Calderón de honorabilidad y prestigio en su guerra de legitimación en contra del narcotráfico, como puede verse en la siguiente nota:

Documentó WikiLeaks cuentas bancarias de general mexicano
Alberto Ponce de León
EL DIARIO
30 de noviembre del 2010

El escándalo político mundial por las filtraciones de la página web WikiLeaks, alcanza también a las actividades relacionadas con el narcotráfico en México, tanto en la actual ‘narcoguerra’ que libra la administración de Felipe Calderón, como en registros que documentan lavado de dinero y otras actividades ilícitas.

Entre los datos filtrados de WikiLeaks se desprenden reportes de presunto lavado de dinero por parte del general mexicano

Mario Arturo Acosta Chaparro, quien luego de estar casi siete años en la cárcel, acusado de proteger al Cártel de Juárez, recobrara su libertad y sus grados a mediados del 2007.

Según los informes, revelados en el 2009 a WikiLeaks, publicados en partes apenas el mes pasado por “informantes globales”, el general controlaba junto con su esposa “Silvia, varios millones de dólares” de una cuenta del banco suizo Julius Baer’s en Islas Caimán.

Los documentos fueron revelados bajo la liga:

http://wikileaks.org/wiki/Bank_Julius_Baer_millions_of
_USD_in_trust_for_Mexican_mass_murderer_and_drug
_trafficker_Arturo_Acosta_Chapparo,_1998.

“WikiLeaks se preguntaba si las autoridades mexicanas querían saber si tantos millones de dólares tenían algo qué ver con las acusaciones de que el señor Chaparro, ex jefe de policía estatal de Guerrero, había parado de combatir a los narcotraficantes de su localidad y se había envuelto en sus negocios”, publicó el mes pasado el sitio electrónico Antifascist Calling.

Acosta Chaparro, señalado por organizaciones sociales de México como uno de los militares responsables de la detención ilegal, tortura y desaparición de disidentes durante las décadas de los años 70 y 80, recobró su libertad, sus garantías individuales y su grado de general el 29 de junio del 2007.

De acuerdo a los informes de hemeroteca, la autoridad militar no pudo acreditar su responsabilidad en delitos contra la salud ni tampoco en el asesinato de 22 campesinos durante la llamada guerra sucia. (¿?)

El general logró ser exonerado de los cargos que le imputaba la justicia castrense, por los cuales pasó seis años y 10 meses en una prisión del Campo Militar Número Uno.

Junto con el general mexicano Humberto Quirós Hermosillo (finado), Acosta Chaparro fue aprehendido el 30 de agosto del 2000 por sus supuestos nexos con Amado Carrillo Fuentes, entonces líder del cártel de Juárez.

Según los datos publicados al respecto en los medios de comunicación, en un inicio a Mario Arturo Acosta se le sentenció a 15 años de prisión, mientras que al coacusado, el Francisco Quirós Hermosillo, recibió una pena de 16 años.

A finales de 2002, Acosta Chaparro y Quirós Hermosillo fueron procesados penalmente por el delito de homicidio calificado en contra de 143 presuntos guerrilleros, quienes habrían sido ejecutados y arrojados al mar desde un avión Arava IAI-201, en las costas de Oaxaca, en los años de la guerra sucia.

El sitio WikiLeaks o Wikifiltraciones en español es, en estos momentos, uno de los más controversiales a nivel mundial.

La página electrónica, lanzada en el 2006, publica informes y documentos filtrados con contenido sensible en materia religiosa, corporativa o gubernamental, preservando el anonimato de sus fuentes.

En una plática por Chat, el director del periódico El País de España, Javier Moreno, reveló que entre las filtraciones de WikiLeaks, “se encuentra entre otros temas uno fundamental, ahora mismo en México: la guerra contra el narcotráfico”.

Sobre los documentos que se refieren a México y sin dar mayores detalles, el periodista no señaló cuándo se publicará esa información, que sólo fue compartida a cinco periódicos en el mundo: El País, el francés Le Monde, el estadounidense The New York Times, el británico The Guardian y el alemán Der Spiegel.

Suponiendo cierta la información acerca de las cuentas bancarias del General Acosta Chaparro en las Islas Caimán (y hay todas las razones del mundo para suponer que la información es verídica), esto sitúa directamente al PAN-Gobierno, y específicamente a Felipe Calderón, en el banquillo de los acusados. Porque fue Felipe Calderón el cual, en su calidad de Comandante en Jefe del Ejército Mexicano, autorizó y dió el visto bueno para que al General Acosta Chaparro se le restituyera incondicionalmente su grado de General el 29 de junio del 2007. Felipe Calderón podría tratar de argumentar hoy en su defensa el mismo pretexto banal que fue utilizado inútilmente por muchos militares alemanes para lavarse las manos y desligarse del asunto de los Holocaustos llevados a cabo en los campos de concentración: “es que yo no sabía lo que estaba ocurriendo”. ¿El Presidente de México, el hombre mejor informado de México, no sabía lo que estaba ocurriendo? ¡Por favor!

Un estudio de las fechas cronológicas involucradas en este asunto es aquí de la mayor importancia, porque revelan que las acciones penales en contra del General Mario Arturo Acosta Chaparro no iniciaron gracias al arribo del PAN a la silla presidencial en diciembre del año 2000, sino en agosto del 2000 cuando Vicente Fox aún no asumía la Presidencia. Para que este Generalote de pacotilla émulo del General Gutiérrez Rebollo pudiera salir libre de prisión, exonerado e inclusive restituído en su cargo con todos sus grados militares, fue necesario que primero la dupla derecha-ultraderecha llegara al poder, fue necesario que se instalara firmemente en la silla presidencial el PAN-Gobierno.

En otros tiempos, en otros países, a cualquier oficial del Ejército al que se le encontrase inmiscuído en actividades relacionadas con el narcotráfico se le efectuaba un juicio sumario y se le despachaba de inmediato al paredón de fusilamiento bajo el muy justificable cargo de traición a la Patria. En los tiempos de la Unión Soviética y todavía hoy en la China comunista, un oficial del Ejército que se quiera pasar de listo y se quiera poner del lado de la delincuencia organizada tiene garantizada una cita con el destino en el paredón de fusilamiento sin misericordia alguna de por medio a su alta traición. Afortunadamente para tipos como Carlos Salinas de Gortari y su hermano Raúl, el General de opereta Mario Arturo Acosta Chaparro, y muchos otros como ellos, la ultraderecha en México detesta al comunismo y sus métodos fulminantes para combatir al narcotráfico, y todos estos super-delincuentes en vez de ser enviados por el resto de sus vidas a la cárcel terminan siendo puestos en libertad y hasta con sus grados militares plenamente restituídos.

No todos los mexicanos estuvieron muy felices con la liberación y exoneración incondicional de Mario Arturo Acosta Chaparro y mucho menos con su restitución en activo como General del Ejército mexicano:

Rosario Ibarra: “Una ofensa, la liberación de Acosta Chaparro”
MILENIO
16 de noviembre del 2008

Al apadrinar ayer la generación Lucio Cabañas Barrientos de la normal rural de Ayotzinapa, la senadora Rosario Ibarra de Piedra dijo que la liberación de Mario Arturo Acosta Chaparro es una amenaza para la juventud, “así lo vemos las madres de los desaparecidos” y demandó a los egresados y estudiantes que estén pendientes de lo que pueda pasar en Guerrero.

“Estoy profundamente ofendida” de que se haya puesto en libertad el día del aniversario de la matanza de Aguas Blancas al “torturador y asesino de este pueblo generoso de Guerrero, Mario Arturo Acosta Chaparro, y me da mucha tristeza, por eso los llamo a luchar, a organizarse, a tener la mirada fija en lo que pueda pasar con este pueblo”, dijo.

La senadora perredista explicó que la liberación del militar significa una amenaza porque se trata de “un miembro de un cártel de narcotraficantes”.

“Creo que esto no es más que una amenaza, porque también lo liberan sin haberlo castigado por lo que hizo en este estado, eso significa una amenaza para la juventud, así lo vemos las madres de los desaparecidos”.

Estas expresiones de repudio han sido bastante generalizadas, pero estas no llegan nunca a los oídos de Felipe Calderón, y si le llegan le entran por un oído y le salen por el otro, es como hablarle a una piedra.

Sobre todo lo anterior, vale la pena leer y releer el siguiente editorial:

Acosta Chaparro, heraldo de Fecal para pactar con los narcos
Agencia APRO
19 de septiembre del 2010

Mario Arturo Acosta Chaparro, el militar que reprimió de manera inmisericorde a la guerrilla en los años sesenta y setenta, recibió del gobierno de Felipe Calderón una encomienda: pactar con integrantes del cártel de La Familia michoacana la entrega de los “responsables” del atentado con granadas perpetrado el 15 de septiembre de 2008 en Morelia. Una fuente cercana al militar en retiro consultada por Proceso afirma lo anterior y asegura que “el general estaba construyendo puentes entre el gobierno” y varias organizaciones delictivas, “incluidos líderes de Los Zetas y del cártel de Sinaloa”.

El gobierno de Felipe Calderón echó mano del general retirado Mario Arturo Acosta Chaparro, para negociar con los jefes del cártel michoacano de La Familia la detención de los tres presuntos responsables del ataque con granadas perpetrado en Morelia el 15 de septiembre de 2008.

La noche del atentado –el primero del narco contra la población civil y que dejó ocho muertos– Acosta Chaparro realizó el primero de dos viajes a Michoacán en su condición de asesor del secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, y con la anuencia del entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.

Una fuente cercana al general retirado, reveló que en esa ocasión el militar tuvo contacto con miembros de la delincuencia organizada con el conocimiento del gobierno de Calderón. Ahora Acosta convalece de un atentado que sufrió el 18 de mayo pasado, cuando investigaba el secuestro de Diego Fernández de Cevallos.

“El general estaba construyendo puentes entre el gobierno y varios de esos grupos, incluidos líderes de Los Zetas y del cártel de Sinaloa”, comenta la fuente, que conoció la maniobra de La Familia para entregar a los supuestos responsables de los granadazos.

Según un informe de organismos de seguridad obtenido por Proceso en Morelia, las dos granadas de fragmentación utilizadas en 2008 son del tipo M67, que se fabricaban en Canadá y Estados Unidos. La última vez que se usaron en un conflicto bélico fue por parte de la Marina argentina en la guerra de Las Malvinas. Las investigaciones de la Procuraduría General de Justicia Militar y de la Procuraduría General de la República (PGR) citadas en el informe precisan que el Ejército no usa ese tipo de granadas.

Especialista en subversión

Compañero de generación de Guillermo Galván Galván en el Colegio Militar, Acosta Chaparro regresó a las operaciones encubiertas luego de que el secretario de la Defensa lo volviera asesor en dos asuntos de interés para el gobierno federal: narcotráfico y grupos subversivos.

La reincorporación del militar –el principal perseguidor de la guerrilla en México durante el periodo de la guerra sucia– comenzó cuando lo exculparon de los delitos de lesa humanidad que pesaban en su contra y tras ser puesto en libertad en 2007, luego de pasar siete años en la cárcel por cargos de narcotráfico. En abril de 2008 fue condecorado en una ceremonia de retiro encabezada por Galván.

Según la fuente cercana al general retirado, Acosta Chaparro fue a Morelia en compañía de un hombre apellidado Estrella, excomandante de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el organismo que entre los sesenta y principios de los ochenta persiguió a la disidencia armada y que se disolvió en 1985, infiltrado por el narcotráfico.

En Morelia, Acosta Chaparro se encontró con dos de los líderes de La Familia: Jesús Méndez Vargas, El Chango o El Chamula, y Nazario Moreno, El Chayo o El Más Loco.

Para entrar en contacto con ellos fue necesario que un soldado se dirigiera hacia un lugar estratégico llevando en la mano un ejemplar de Pensamientos, publicación de adoctrinamiento para los integrantes del cártel michoacano y cuyos textos están firmados por El Más Loco.

Acosta Chaparro se hizo cargo del operativo en Michoacán hasta poner en manos de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) a Juan Carlos Castro Galeana, Julio César Mondragón Mendoza y Alfredo Rosas Elicea.

Estos tres hombres fueron secuestrados entre el 18 y el 21 de septiembre en el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, y sometidos a tortura para obligarlos a identificarse como zetas e inculparse de los dos granadazos de Morelia.

Acción encubierta

La noche del 15 de septiembre de 2008, mientras el gobernador Leonel Godoy encabezaba la ceremonia de El Grito, una granada estalló entre la multitud reunida en la Plaza Melchor Ocampo; otra fue detonada a dos calles de ahí, en la esquina de Madero y Quintana Roo, en el centro de la capital michoacana (Proceso 1664).

Los días 17 y 18 de septiembre La Familia envió mensajes electrónicos a funcionarios y periodistas estatales, además de desplegar mantas en Morelia para anunciar que haría su propia investigación y daría con los responsables, que desde ese momento identificó como integrantes de Los Zetas. Diez días después del ataque, en un segundo viaje a Michoacán, Acosta Chaparro llamó a Mouriño para decirle que ya tenía a los detenidos.

“Lo acompañó el fiscal (José) Ricardo Cabrera Gutiérrez (entonces encargado) de la Unidad Especializada en Investigación de Terrorismo, Acopio y Tráfico de Armas (UEITA) de la SIEDO”, cuenta la fuente, cuyo testimonio coincide con las declaraciones ministeriales de los pilotos de la PGR que identificaron a Cabrera Gutiérrez cuando fueron a Michoacán por los supuestos responsables.

Y agrega: “Fue una operación encubierta en la que en todo momento estuvo al frente Acosta Chaparro”; también refiere que el general en retiro se sorprendió al ver que para el operativo Cabrera Gutiérrez “vestía un elegante traje, camisa de seda, corbata, mancuernillas y un costoso juego de plumas”.

“¿A dónde cree que va?”, le espetó Acosta Chaparro, quien ya había seleccionado para la operación un avión de transporte viejo y sin asientos.

El funcionario de la PGR llegó al aeropuerto de la Ciudad de México sin saber cuál era su destino. Le preguntó al militar a dónde iban y éste le contestó que a San Luis Potosí. Sólo Acosta sabía la naturaleza y objetivo de la operación.

Los pilotos de la PGR coinciden con esa versión. En un interrogatorio ministerial al que fue sometida por Fernando Espinosa de los Monteros, abogado de Rosas Elicea, la tripulación del avión Casa 229 matrícula XB-BIC, usado para el traslado de los detenidos, explicó que además del piloto, el copiloto y el mecánico iban Cabrera Gutiérrez y otra persona a la que no conocían, pero que no identificarían por tratarse de “información reservada por ser de seguridad nacional”.

En su declaración indicaron que el 25 de septiembre de hace dos años, la tripulación salió del aeropuerto de Toluca a la Ciudad de México con la orden de volar luego a San Luis Potosí. En el aeropuerto de México se subieron Cabrera Gutiérrez y el otro pasajero, cuyo nombre no citaron, quien les ordenó volar no a San Luis Potosí sino a Morelia.

De la capital michoacana, donde estuvieron alrededor de tres horas, volaron a Apatzingán, y ahí esperaron más de cinco horas hasta que llegaron tres integrantes de la entonces Agencia Federal de Investigación (AFI) con los supuestos responsables, a quienes trasladaron al Distrito Federal.

La fuente cercana al operativo cuenta que de Apatzingán, Acosta Chaparro y Cabrera Gutiérrez se fueron en un taxi hacia Antúnez, en el municipio de Parácuaro, en la región de Tierra Caliente, una de las zonas controladas por La Familia.

En una casa abandonada de esa población, la organización criminal les entregó a los ahora procesados. Asegura que “ya en el avión, antes de despegar, Acosta Chaparro se comunicó con Mouriño: ‘Señor, objetivo cumplido’”.

Según esa versión, Cabrera, que había sido del todo ajeno al operativo, en el vuelo de regreso al DF se envalentonó y amenazó a los supuestos culpables, quienes llevaban días sin comer y estaban heridos por la tortura: “Ahora sí, hijos de la chingada. Cuando llegue a mi oficina declaran lo que dijeron o de una vez los echo para abajo”.

El abogado Espinosa de los Monteros confirma que en el vuelo de regreso Castro Galeana, Mondragón Mendoza y Rosas Elicea recibieron más amenazas de que matarían a sus familias si no declaraban lo que les habían dicho para responsabilizarse del atentado.

En la SIEDO siguieron las amenazas: “No crean que ya la libraron. También estamos acá adentro”. Los detenidos aún tenían los ojos vendados. Su abogado dice que identificaron las mismas voces tanto en Antúnez como en la Procuraduría. Aunque había un defensor de oficio con ellos, no les quitaron la venda hasta el momento de firmar su declaración.

Los “cuatro” responsables

La versión de la PGR sobre la captura es que el día 24 se recibió una llamada anónima cuyo origen no pudo rastrearse porque el identificador decía “externo”. Según la titular de la SIEDO, Marisela Morales, el denunciante les dio las referencias del lugar de Antúnez donde se encontraban amarrados cuatro zetas que habían reconocido ser los autores de los granadazos (Proceso 1670).

La averiguación previa PGR/SIEDO/UEITA/110/2008 que se consignó ante el juez Sexto de Distrito en Materia Penal del tercer Circuito con sede en el penal de Puente Grande, Jalisco– los agentes José Martín Zarza Escamilla, Ignacio Moreno Aguilar y Armando Javier Rojo Olivar fueron por los acusados.

En su parte informativo los agentes entonces adscritos a la SIEDO sólo mencionan tres y no cuatro detenidos. Aseguran que éstos confesaron ser zetas y que miembros del propio grupo delictivo los habían detenido y golpeado porque después del atentado pensaron que desertarían de la organización y pondrían en riesgo la identidad de varios de sus integrantes.

La defensa ha intentado echar abajo la versión de la PGR pero se ha topado con el juez sexto de Distrito, Arturo Fonseca Mendoza, quien a decir de Espinosa de los Monteros “está a favor de todo lo que le pide la PGR” y “más que un juez ha sido un fiscal”.

Proceso viciado

Con el informe de los agentes como principal elemento de la consignación de la SIEDO y a pesar de la tortura a la que fueron sometidos –denunciada casi un año después del atentado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (Proceso 1712 y 1715)–, el juez dictó auto de formal prisión a los tres acusados por terrorismo, homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado, posesión de granadas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y lesiones calificadas.

El juez mantuvo las acusaciones pese a que la PGR nunca aclaró la detención de los acusados y bloqueó la comparecencia de los agentes. El juez ni siquiera tramitó las multas impuestas a los agentes por no presentarse a declarar.

“Nunca se han presentado. Y ahora resulta que dos de ellos están procesados en el penal de máxima seguridad de Tepic por su presunta relación con El Mayo Zambada (uno de los líderes del cártel de Sinaloa). Pero no sabemos si están libres o presos”, dice Espinosa de los Monteros.

Indica que la información sobre su situación jurídica la obtuvo en el Consejo de la Judicatura Federal porque la PGR ha evitado informar si están detenidos o enfrentan el proceso en libertad. Cuando fueron llamados a comparecer, el personal del juzgado dijo que no les había podido notificar que se presentaran a declarar porque no los encontraron en el domicilio que dio la PGR.

En el caso del tercer agente, en el Juzgado Sexto se ha asegurado que tampoco está en el domicilio proporcionado por la PGR. Según la SIEDO, cuya titular supo de la intervención de Acosta Chaparro, aparentemente se fue a Estados Unidos.

Cabrera Gutiérrez tampoco ha comparecido. “Cuando los pilotos lo mencionaron en su declaración ministerial y lo señalan como el comandante de los agentes, pedimos que lo citaran. El juez mandó un exhorto a un juzgado del Distrito Federal y resultó que tampoco lo encontraron en el domicilio que dio la PGR”, asegura Espinosa de los Monteros.

El juzgado dio vista a la defensa de los acusados sin que ésta hiciera ninguna actuación, porque de acuerdo con el artículo 20 de la Constitución el juzgado tiene que auxiliar para presentar a los testigos. “Pero el juez Fonseca Mendoza nos dio por desistidos de la prueba”, añade el abogado.

Peor todavía, dice el litigante, Cabrera Gutiérrez no aparece ni en las actuaciones ni en la consignación ante el juez, por lo que no firma nada, a pesar de haber sido identificado por los propios pilotos de la PGR como el comandante de los agentes que fueron por los detenidos. El abogado precisa que quienes firman los escritos de la procuraduría son los agentes ahora desaparecidos. En las actuaciones tampoco se menciona quién realmente iba al frente de la operación.

La defensa insiste en la presentación de Cabrera. Mario Patricio Solano, abogado de Castro Galeana y Mondragón Mendoza, la solicitó nuevamente al juez el pasado 30 de agosto y pidió que la diligencia se practique en el Distrito Federal.

No ha sido la única actuación que lleva a Espinosa de los Monteros a acusar al juez de estar “muy cargado a favor de la PGR o que quizá tenga línea de su jefe”, el máximo representante del Poder Judicial, el ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, “para impedir que los acusados salgan de prisión mientras Felipe Calderón esté en la Presidencia”.

El acto más reciente del que se quejan los abogados es que el juez Fonseca prácticamente desconoció un amparo que había beneficiado a los acusados, por lo que la defensa promoverá una queja ante el Consejo de la Judicatura Federal.

El 17 de agosto pasado el juez Octavo de Distrito en Materia Penal de Jalisco, Sergio Darío Maldonado, concedió el amparo a Mondragón Mendoza, Castro Galeana y Rosas Elicea para dejar insubsistentes casi todos los cargos. Sólo dejó vigentes los de homicidio y lesiones.

Pero 10 días después, al decretar el nuevo auto de formal prisión a partir de ese amparo, Fonseca agregó el delito de portación de granada y de delincuencia organizada en su modalidad de delitos contra la salud.

Sorprendido por su determinación, Espinosa de los Monteros le pidió una explicación al juez. “Si hay homicidio, por fuerza hay portación de granada y el delito de delincuencia organizada en su modalidad de narcotráfico es porque son zetas y éstos se dedican al tráfico de drogas”, dice el abogado que respondió Fonseca Mendoza.

“Hubo un exceso en el cumplimiento del amparo, como lo ha hecho durante todo el proceso y en el que ha dictado tres autos de formal prisión contra los acusados”, afirma.

Explica que en el primero, el juez acató en todos sus términos la solicitud de orden de aprehensión que le hizo el Ministerio Público federal y con base en los delitos señalados por la SIEDO dictó el primer auto de formal prisión.

“Nos fuimos al amparo para que fundamentara y motivara y valorara todas las pruebas. Dictó entonces un segundo auto, pero sin variar nada”, añade.

Solano precisa que antes de emitirlo, “el juez nos había dicho a los abogados y a los familiares que no recibía ninguna presión ni de la PGR ni de nadie; es más, que no veía suficientes elementos en las acusaciones del Ministerio Público federal”.

Pero el juzgador reiteró la formal prisión. “Ante ello, solicitamos el amparo que ganamos, pero en el tercer auto el juez sexto fue más allá de lo señalado por el juez octavo”, añade.

El pasado 31 de agosto, la defensa apeló el tercer auto de formal prisión, que será revisado por un tribunal unitario.

Además, la defensa promoverá una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, porque el juez dio trámite a una confesión obtenida bajo tortura en un operativo que la PGR no ha aclarado durante el juicio.

Como si las acusaciones en contra del General Mario Arturo Acosta Chaparro:





el cual tiene cierto parecido con el ultraderechista General genocida chileno Augusto Pinochet no fueran suficientes para poner en entredicho su honorabilidad e integridad como militar al servicio de México, pesan además en su contra otros cargos por genocidio encubierto que documentan a plenitud artículos como el siguiente:

Una historia oculta de la guerra sucia
Víctor Ronquillo
MILENIO
10 de marzo del 2009

En México la guerra sucia de los años setenta del siglo pasado ha guardado en sus sótanos muchas historias que apenas hoy salen a la luz. Algunas de ellas, sin embargo, debido a la marginación y al trato discriminatorio que sus víctimas recibían aún antes de esos años, estaban doblemente condenados al silencio. Ése es el caso del pueblo Gitano, que en México vivió el maltrato y la persecución de militares como el hoy procesado general Mario Arturo Acosta Chaparro.

La época: mediados de los años setenta [del siglo pasado]; el lugar… cualquier brecha de camino a un poblado en las montañas de Guerrero. Un grupo de hombres armados asalta a una caravana de Gitanos. Siembran el terror, amenazan. “Queremos el dinero, todo el dinero”. Violaciones, tortura… un arma colocada en la cabeza de un niño. “¿Cuánto vale la vida de tu hijo?”.

Nadie sabe cuántos Gitanos murieron, cuántas familias enteras desaparecieron en esos años. El pueblo Gitano guarda memoria del dolor sufrido entonces, pero nunca hubo denuncia formal de lo ocurrido. Los viejos todavía se preguntan ante quién hubieran podido denunciar, si los autores de los crímenes tenían el respaldo de las autoridades, por decirlo así, usaban placa.

Ésta es una historia de impunidad que ha permanecido por más de treinta años como un secreto en el Pueblo Gitano de México. Una historia que jamás llegará a fiscalía especial sobre delitos de desapariciones forzada alguna, que tampoco forma parte de los informes presentados por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Una historia del México de los años de la guerra sucia.

Pablo Rafael Luvinoff, patriarca de los Gitanos, denuncia la persecución sufrida por su pueblo en la época cuando la estrategia para combatir grupos armados justificó y ocultó muchos crímenes.

“En la década de los años setenta [del siglo XX] hubo una persecución atroz en contra del pueblo Gitano. Había una gavilla formada y apoyada por el general Arturo Acosta Chaparro”.

Uno de los principales ejecutores de la estrategia de guerra realizada en la década de los setenta fue el general Arturo Acosta Chaparro. Hoy el general permanece recluido en el Campo Militar Número Uno, bajo el cargo de fomento al narcotráfico. Distintas voces lo señalan directamente como torturador y responsable de una serie de crímenes perpetrados en los años setenta.

Pablo Rafael Luvinoff responde con un dejo de amargura cuando se le pregunta el porqué de la persecución en contra de su pueblo.

“Por dinero, sabían que los Gitanos llevaban consigo dinero, que viajaban con él siempre”.

El miedo, siempre el miedo

A los viejos Gitanos les cuesta trabajo hablar sobre aquella ola de violencia. Persiste el dolor. También el miedo. Familias enteras se quedaron en el camino. Se cuentan tristes anécdotas de lo ocurrido en los asaltos. Las peores amenazas siempre se cumplieron. Hay quien recuerda el episodio del inválido aquel que arrojaron desde lo alto de un camión de redilas para demostrarle a su familia que estaban dispuestos a todo. Era cierto aquello del dinero o la vida.

Los Gitanos conservan su historia a través de la palabra, de los recuerdos que se transforman en relatos. Les gusta decir que su tierra es el mundo. Después de llegar a México, de desembarcar en Veracruz, a principio del siglo pasado, se hicieron al camino. Con los años encontraron de qué vivir. Llevaron el cine mexicano a los lugares más apartados, las caravanas entraban a los pueblos cargadas de los sueños del cine, las adivinaciones de las cartas y los presagios encontrados en la palma de la mano. A veces se perdían las gallinas, pero la estancia de los Gitanos en las rancherías y caseríos era una fiesta.

El padre de Pablo Rafael Luvinoff cargaba en su camión un viejo proyector de treinta y cinco milímetros y una dotación de viejas películas mexicanas, de aventuras y rancheras donde siempre había un final feliz.

“Nuestro pueblo --afirma Luvinoff-- llevó el cine por todo el país, de rancho en rancho en la sierra, llegando a lugares donde ni siquiera conocían la energía eléctrica, donde era un verdadero acontecimiento ver entrar el camión y la caravana. La gente se emocionaba al escuchar el anuncio de que esa tarde habría función. Instalábamos una planta de luz, se montaba una carpa y la pantalla frente al sillerío”.

La entrada costaba un peso y todo el pueblo pagaba por la emoción de vivir cándidas aventuras campiranas. Las caravanas de cine ambulante recorrieron carreteras y brechas de todo el país. Los Gitanos tenían muy arraigada la costumbre de llevar su dinero con ellos.

Sobre cuándo y dónde ocurrió el primer asalto hay distintas versiones, pero fue en algún lugar apartado de Guerrero. Llegaron hombres armados, gritaban que eran del ejército, de la policía. Pudo haber muchos pretextos, buscaban a ladrones de gallinas, a Gitanos que engañaban a las personas, lo que fuera, querían el dinero. “Decían que el general Acosta Chaparro lo necesitaba”, recuerda Luvinoff, quien por entonces era muy joven.

Una vieja vendetta

¿Cómo se enteró el general Acosta Chaparro de que las caravanas de Gitanos recorrían caminos y carreteras llevando dinero, de que serían presa fácil viajando en camiones y sin ninguna protección?

Pablo Rabel Luvinoff es pastor en la Iglesia de los Gitanos de la colonia Del Valle de la ciudad de México. Cada domingo celebra un culto singular y sincrético, animado por la alegre música de su tradición.

Con el resentimiento de quien sufrió en carne propia el abuso, la vejación, responde a la pregunta: “Siempre hay un Judas”.

Los Gitanos no olvidan. “En la década de los años cuarenta se desató una vendetta --recuerda uno de los viejos de la comunidad, que prefiere que su nombre no sea mencionado-- gente muy mala tuvo que irse del país, vivieron en Guatemala y en Honduras. Cuando volvieron se relacionaron con Acosta Chaparro. Uno de esos Gitanos era su cuñado. No tenemos la certeza, pero se sabe que se casó con una de sus hermanas. El general protegió a ese hombre y a los suyos siempre. Esa gente fue de confianza para el general, eran sus ejecutores”.

Allá en el Rincón de las Parotas, en la sierra de Atoyac, en Guerrero, donde en los años setenta se vivieron crudas historias de represión cuando la llamada guerra sucia, donde las familias de cientos de desaparecidos todavía reclaman a los suyos, hay quien recuerda muy bien a “los cuñados” del general Acosta Chaparro.

Repudiado por los suyos, alejado de su pueblo, vive en una pequeña casa de madera, perdida en el monte, el testigo denominado T-24 en el Informe Especial Sobre Desapariciones Forzadas de la CNDH, dado a conocer a finales del año pasado [2001]. Su nombre verdadero es Zacarías Barrientos.

A Zacarías el ejército lo detuvo el 26 de septiembre de 1976. La única opción que tuvo para salvar su vida fue convertirse en delator. Sirvió ale ejército por tres años. Barrientos conoció las cárceles clandestinas, como la del cuartel militar en Atoyac y el famoso “Ferrocarril”, en Acapulco, según diversos testimonios situada frente a las instalaciones de la policía municipal de ese puerto.

“Los cuñados de Acosta Chaparro, los Tarines, eran los encargados de matar. Mataron a mucha gente. Eran de la confianza del general”, recuerda Zacarías Barrientos.

En el mencionado informe de la CNDH, este testigo, involucrado en la captura y la desaparición de Anastasio Barrientos Flores y otras personas en el poblado de Rincón de las Parotas, el 1 de septiembre de 1974, declara: “(…) había una versión de que ellos murieron en subterráneos que tenía la policía en Acapulco (…) eran enterrados en forma clandestina y quienes los ejecutaron eran los cuñados de Acosta Chaparro, de nombre: hermanos Tavires (sic)”.

Luvinoff no tiene ninguna duda: “Son los mismos, el cuñado de Acosta Chaparro y su gente. Eran hombres de toda su confianza, sus “madrinas”. Son los culpables de muchos ultrajes sufridos por nosotros”.

El hombre fuerte en las policías

La geografía de la persecución sufrida por las caravanas de Gitanos abarca los estados de Guerrero y Veracruz, donde operó el general Acosta Chaparro y después fue el hombre fuerte de las policías en distintas épocas.

“Fue en algún lugar apartado del estado de Veracruz, a finales de 1982 --recuerda Luvinoff--llegaron al campamento. Como siempre venían armados. Subieron a las mujeres a un camión y en otro pusieron a os hombres. Se los llevaban a algún lugar para hacer de las suyas. En eso llegó un hombre que estaba fuera del campamento y se percató de qué era lo que estaba ocurriendo. Siguió a los camiones para ver a dónde levaban a todas esas familias. En el camino se encontraron con una patrulla de la Federal de Caminos, que venía en sentido contrario y lo único que pudo hacer fue echarle el carro encima. Automáticamente la patrulla lo interceptó y él le explicó lo que estaba pasando. La patrulla detuvo los camiones y logró que dejaran en paz a la gente, pero los asaltantes se fueron, enseñaron credenciales de l policía como salvoconducto”.

Los Gitanos nunca denunciaron esos asaltos. “¿Qué valía más, la palabra de un general o la de un Gitano mugroso que vaga por le campo y los caminos?”.

A la lista de quién sabe cuántos desaparecidos en el pueblo Gitano habrá que sumar la de tres Gitanos que a principios de 1981 viajaron a Sinaloa con le dinero suficiente para comprar automóviles. Desaparecieron del hotel sin dejar rastro. Algo similar aconteció ese mismo años en Veracruz, donde seis Gitanos fueron secuestrados y meses después sus cuerpos encontrados en despoblado.

Lo peor es que como sólo pasa en las películas hollywoodenses de terror (y en nuestra realidad) el monstruo que se pensó había desapareado regresa y gruñe amenazante. Los Gitanos saben que cualquier día, esos hombres, las viejas huestes de Acosta Chaparro, pueden volver a atacar.

“Todavía hoy sigue habiendo amenazas a nuestro pueblo, injurias; sigue habiendo lo que podríamos llamar terrorismo antigitano. Son gente allegada al general, sus sobrinos, sus parientes”, denuncia Pablo Rafael Luvinoff, patriarca de los Gitanos en México.

Este es precisamente el tipo de personas que agradaban a los Nazis (los cuales enviaron a los hornos crematorios a todos los gitanos que pudieron en lo que es conocido hoy en Europa como el Holocausto Gitano), corruptos, genocidas, despiadados, justo lo que quería Hitler entre sus huestes para poder ganar la guerra, y es el tipo de militares que tanto el Yunque como los Tecos quisieran ver “al servicio de México”, o mejor dicho, al servicio de la ultraderecha neofascista en el poder. Dado lo mucho que Mario Arturo Acosta Chaparro tiene en común con los militares alemanes Nazis, su odio intenso en contra de los gitanos, su obediencia y plena disposición castrense en la conducción de guerras sucias en las que al igual que en los tiempos del Nazismo no había juicios de ningún tipo en contra de los afectados, ni siquiera juicios sumarios, su odio acérrimo en contra de todo lo que huela a izquierda y su proclividad hacia la corrupción y su cinismo comprobados, no es nada remota la posibilidad de que Mario Arturo Acosta Chaparro haya sido juramentado ya dentro de la poderosa y clandestina Organización Nacional del Yunque o dentro de alguna de las muchas otras sociedades secretas de ultraderecha moldeadas y creadas a la imagen y semejanza de los Tecos de la Autónoma de Guadalajara y sus grupos paramilitares, lo cual explicaría las razones para haberlo rehabilitado ayudándole, a través la extensa red tejida por estas organizaciones como parte del gobierno paralelo secreto que están montando en México, a recuperar sus libertades, sus plenas garantías individuales, y su grado de General poniéndolo nuevamente “en circulación”. ¿Es Mario Arturo Acosta Chaparro uno de los Generales del Ejército Mexicano a los que se estaba refiriendo Felipe Calderón (cada vez más comprometido con la ultraderecha que lo ayudó a llegar al poder) cuando presuntamente dijo: “Yo no seré el Zedillo del 2012. Prefiero entregar el poder a los generales antes que al PRI”? Esto último apareció publicado en el siguiente editorial principal:

Macabro rumor recorre el país
Editorial
Revista Siempre!
30 de octubre del 2010

A la frase: “Yo no seré el Zedillo del 2012”, que algunos trascendidos atribuyen al presidente Felipe Calderón, le falta lo más importante: “Prefiero entregar el poder a los generales antes que al PRI”.

¿A qué generales se podría haber referido Calderón cuando hoy el verdadero mando de la fuerza y de las armas del país no está en el Ejército sino en la Secretaría de Seguridad Pública y cuando el único “general” a la vista, al que se le entregan desde Los Pinos millonarios recursos, espacios mediáticos, privilegios personales y políticos de todo tipo, es el titular de esa dependencia, el ingeniero Genaro García Luna?

¿Ese es el “general” al que se le va a entregar el poder? La mera idea induce a la subversión. Sería menos grave un golpe de Estado, por parte de los verdaderos generales, que la imposición en la Presidencia de un personaje que se ha beneficiado económica y políticamente del combate al crimen organizado, que ha tenido un desempeño oscuro, plagado de dudas, de engaños, de montajes mediáticos, y cuyo único saldo es una montaña cada vez más elevada de cadáveres.

García Luna —y no el Ejército mexicano— serviría para imponer en el país un gobierno represivo, policiaco, brutal. De eso no hay duda. La duda no está en la naturaleza mesiánica y autoritaria del personaje, sino en el amasijo de ideas que trae Calderón en la cabeza y que como serpientes traspasan, con frecuencia, las puertas y ventanas de Los Pinos para añadir veneno a un ambiente político de por sí confuso e incierto.

¿De verdad considera el Presidente de México que García Luna sería la mejor herencia que podría dejarle al país? Lo menos que puede decirse es que eso es un escupitajo a la cara de los mexicanos. ¿Por qué odia Calderón a un pueblo necesitado de esperanza? ¿Qué le ha hecho una sociedad cuyo único pecado, en tal caso, fue colocarlo en la posición más honrosa a la que pueda aspirar un hombre o una mujer?

Lamentablemente, lo que parece ser un mero rumor tiene asidero en la realidad. La iniciativa sobre el mando policial único es un proyecto más inspirado en la ambición desmedida de un hombre —que se mira en el espejo como un Hermann Göring, jefe de la Gestapo— que en la racionalidad visionaria de Estado, desde la que se busca una respuesta integral para combatir de raíz el narcotráfico.

Con un agencia policial con jurisdicción nacional, García Luna podría hacer realidad el sueño de todo tirano: desestabilizar, tirar o disolver por la fuerza a todo gobernador, alcalde o congreso local rebelde. En otro contexto y con otro tipo de funcionario, conocido y reconocido por su probidad, una policía nacional tendría otro significado. Pero, no ahora, cuando la guerra contra los cárteles se politiza cada vez más y cuando la violencia criminal podría ser utilizada como un pretexto para romper —en el 2012— el orden constitucional.

El empoderamiento de la Secretaría de Seguridad Pública contrasta cada vez más con una campaña de desprestigio constante y sistemática en contra del Ejército mexicano. Guerra sucia que tiene su origen lo mismo en Washington —que presiona desde la Corte Interamericana de Derechos Humanos para eliminar el fuero militar— que en el mismo gabinete de seguridad del gobierno mexicano. Se trata de reducir a la mínima expresión a una institución que por su origen popular, formación constitucionalista y principios nacionales, estorba al modelo de policía política que se pretende implantar.

Calderón debería volver a ver el caso de Ecuador, donde una policía crecida, ensoberbecida estuvo a punto de dar un golpe de Estado y de asesinar al gobierno de Rafael Correa.

Cada presidente tiene sus tentaciones sucesorias. Vicente Fox quería heredarle el cargo —como en cualquier monarquía— a su esposa Marta Sahagún; Ernesto Zedillo se prestó —así lo dio a entender Calderón— a ser el traidor del 2000 a su partido, y Calderón quiere, al parecer, no sólo ignorar al PAN sino dejarle al país un policía. Macabro rumor que no es grato escuchar ni en el Día de Muertos.

Suponiendo cierta la frase: “Yo no seré el Zedillo del 2012. Prefiero entregar el poder a los generales antes que al PRI” atribuída a Felipe Calderón, éste último puede hacer algo que vaya más allá que dejarle el país a un policía, y esto es dejárselo a un militar genocida al estilo de Augusto Pinochet, apoyado por la extrema derecha de México que garantice la permanencia de la dupla derecha-ultraderecha en el poder no por cinco, diez o veinte sexenios más sino para siempre. Y en esto Felipe Calderón ha sido bastante claro, su obstinada terquedad de que después de su gris sexenio el PAN-Gobierno continúe gobernando al país por muchos años más hundiéndolo en el depredador neo-liberalismo económico legado por Carlos Salinas de Gortari que sólo ha servido para hacer a los ricos de México mucho más ricos y a los pobres de México mucho más pobres.

Mario Arturo Acosta Chaparro dista mucho de ser el único oficial o funcionario de alto rango sobreprotegido por el PAN-Gobierno. Hay otros tales como Arturo Chávez Chávez y Francisco Molina Ruiz , unos verdaderos pájaros de cuenta que están plenamente documentados y a los cuales Felipe Calderón usando y abusando de su poder como Presidente de México ha sostenido pese a las numerosas acusaciones que han estado cayendo sobre estas lacras a las cuales de lo menos que se les acusa es de competencia e ineptitud.

Por lo pronto, Felipe Calderón, el Comandante en Jefe del Ejército mexicano, tiene un serio problema con las filtraciones de Wikileaks. Porque si resulta ser cierto eso de las cuentas bancarias de Mario Arturo Acosta Chaparro en las islas Caimán, le debe una explicación (o una disculpa) al pueblo de México sobre el asunto de la exoneración, reivindicación y restitución del grado de General de este individuo. Aunque posiblemente opte por hacer lo que ha hecho en situaciones similares: seguir dándole su apoyo al émulo de Pinochet tapándose los oídos ante las acusaciones y reclamos con los que está siendo bombardeado el Presidente Calderón tanto dentro como fuera de México.

jueves, 25 de noviembre de 2010

La legalización de la mariguana

Érase una vez que había un tipo cansado de la vida que se quería suicidar, y estaba muy atareado preparando la soga para colgarse de un árbol ante la vista de los que pasaban frente a él. Y justo cuando estaba por consumar su decisión, uno de los que pasaban lo sujetó de los pies y cortó la soga que lo hubiera ahorcado, ya que lo importante era preservar a toda costa la vida del que se quería suicidar, impedirle a como dé lugar matarse a sí mismo. Enojado por no haber logrado cumplir con su propósito, tomó su espada y mató al que lo había salvado, para volver a intentar de nueva cuenta con su propósito sin importarle en lo absoluto que hubiera muerto uno por haber tratado de salvarlo. Al saltar de nuevo con una soga recién hecha puesta al cuello, otro que pasaba por allí hizo lo mismo que el salvador anterior, le impidió suicidarse. Y de nueva cuenta, el tipo furibundo por no haber logrado consumar sus deseos mató a su segundo salvador, y volvió a intentar consumar su acto. Esto se fue repitiendo hasta que había ya 10 muertos que habían perecido tratando de salvar al que intentaba ahorcarse. Y fue cuando los demás que habían estado en calidad de meros observadores empezaron a preguntarse: ¿cuántos más tienen que morir en el heroico intento para impedirle a un hombre suicidarse? ¿Cuántas vidas se tienen que perder para salvar una sola vida que a fin de cuentas no quiere ser salvada? Y al tomar conciencia de esto, en el onceavo intento no hubo ya quien tratase de salvar al suicida; simplemente lo dejaron morir haciendo lo que quería hacer a fin de cuentas. E inclusive le aplaudieron. Y no hubo ya más muertos.

En una entrada previa, Spectator ya documentó como la locura que significó la prohibición de la producción y el consumo del alcohol en los Estados Unidos no trajo a dicho país mas que efectos negativos y desastrosos que todos excepto la minoría de conservadores ultra-puritanos que impulsaron tal prohibición a través del Congreso podían ver y palpar. Algo similar ocurre ahora con el caso de la mariguana.

Aplicando la anécdota anterior a lo que sucede en México, ¿cuántos mexicanos tienen que morir en la guerra de legitimación emprendida por Felipe Calderón en contra de la delincuencia organizada para impedirle a los drogadictos mexicanos el poder consumir el producto con el cual están enviciados y que no quieren dejar de consumir? ¿Mil? ¿Cinco mil? ¿Diez mil? ¿28 mil? ¿Treinta mil? ¿Los que sean?

Lo absurdo de la obstinación de la guerra sangrienta que Felipe Calderón está llevando a cabo haciendo caso omiso de gente mucho más cuerda que él sale a relucir en el caso de la mariguana, vista como no como un producto adictivo como la heroína y la cocaína sino como un producto de consumo recreativo ocasional que inclusive algunos ex Presidentes norteamericanos admiten haber probado alguna vez en sus vidas. En el 2008, según una tabla del INEGI sobre causas de mortalidad, murieron en México 75 mil 572 personas por diabetes mellitus, siendo esa la principal causa de muerte en México, seguida por las enfermedades isquémicas del corazón y las cerebrovasculares. La cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado, muchas de las cuales están relacionadas con el consumo de alcohol, fueron la cuarta causa de muerte con 28 mil 422 fallecimientos. Las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, vinculadas usualmente con el consumo de tabaco, ocuparon el quinto puesto con 20 mil 565 muertes. Los accidentes de vehículos de motor dejaron 16 mil 882 muertes, mientras que los homicidios, la décima causa de muerte en México, alcanzaron en 2008 la cifra de 13 mil 900. No existe en la tabla del INEGI el número de muertes ocasionadas por la mariguana o por enfermedades relacionadas con su consumo. Ni esta sustancia ni ninguna enfermedad relacionada se encuentran entre las 20 principales causas de muerte en México. Por otra parte, la página de internet drugfacts.com ofrece una lista de las principales causas de muerte en Estados Unidos. Dicha tabla está elaborada, de forma distinta a la del INEGI, ya que agrupa las muertes según las sustancias o actividades que las producen. El tabaco se encuentra a la cabeza en esta tabla pues se le atribuyen 435 mil muertes anuales en la Unión Americana. La mala nutrición y falta de actividad física son, sorprendentemente, la segunda causa de muerte, con 365 mil al año. El alcohol es la tercera con 85 mil. Las muertes como consecuencia de medicamentos legales se elevan a 32 mil. Los accidentes con armas de fuego ocasionan 29 mil muertes al año, mientras que los accidentes vehiculares producen 26 mil muertes. No hay en esta lista ninguna muerte para la mariguana, aunque sí las hay para drogas duras, particularmente para la heroína. La página cita un informe de 1988 del Departamento de Justicia de la Unión Americana que apunta: “No hay registros en la extensa literatura médica que describa una muerte probada y documentada producida por Cannabis.” Según el estudio, un usuario tendría que consumir entre 20 mil y 40 mil cigarrillos de mariguana, o unos 680 kilos, en 15 minutos “para inducir una respuesta letal”. La guerra de legitimación de Felipe Calderón en contra del narco, en cambio, sí ha dejado un gran número de muertos en México. Tan solo en el 2010, hasta el pasado 5 de noviembre del 2010, el Ejecutómetro del periódico Reforma registraba 10 mil 095 “ejecuciones” del crimen organizado. La cifra para el sexenio del presidente Caderón rebasa las 25 mil, y cifras más cercanas a la realidad parecen situar dicha cifra en 28 mil cadáveres más las viudas y huérfanos que quedan detrás de tales cifras. Para la gran mayoría de los mexicanos, la tragedia no es el consumo de mariguana, que representa alrededor del 80 por ciento de la droga que se usa en México y Estados Unidos, sino la violencia generada por el mercado negro. Felipe Calderón no quiere darse cuenta de que la legalización de la mariguana en México no eliminaría de golpe la violencia pero sí disminuiría uno de los principales incentivos para ella, que son los precios inflados que surgen de un mercado negro. Es posible que esta medida pudiera generar un incremento en el uso de la droga, pero la experiencia internacional, en países como Holanda y Portugal, sugiere que éste sería temporal y no demasiado elevado. De cualquier manera, la mariguana parece ser bastante menos peligrosa que sustancias como el tabaco, el alcohol y muchos medicamentos que son legales en la mayoría de las naciones del mundo. Para los parientes de las víctimas mexicanas, sin embargo, debe ser una paradoja que se pelee una guerra tan sangrienta para impedir que la gente utilice una sustancia que no afecta a nadie más que al usuario pero que además es mucho menos peligrosa que otras sustancias que sí son legales.

Si de salvar vidas se trata, si se trata de evitar muertes de mexicanos a causa del consumo de productos nocivos para la salud, por simple congruencia Felipe Calderón debería haber emprendido una cruzada “santa” para criminalizar también el consumo del alcohol (como lo hicieron los norteamericanos a principios del siglo XX, con resultados tan desastrosos que, a diferencia del vanidoso y soberbio Felipe Calderón, sí tuvieron el valor para dar marcha atrás en el fallido experimento). También debería criminalizar el consumo del tabaco, que al fin y al cabo las muertes por fumar tabaco superan por mucho las muertes que pudiera causar el fumar la mariguana con fines recreativos. En la siguiente foto tenemos una muestra de un pulmón sano y el pulmón de un fumador de tabaco:




Y debería criminalizar también el consumo de toda la comida chatarra como las papitas fritas Sabritas, los bubulubus y las galletas saladitas Gamesa cargadas de aceites y sal cuyo consumo genera obesidad y problemas cardiovasculares graves a largo plazo. Todo esto en nombre de la congruencia, porque si algo les urge a las derechas y a las ultraderechas de México es demostrarle al país entero que pueden ser congruentes si quieren serlo. Pero al igual que en los tiempos del Nazismo alemán, todo lo que hoy se hace desde las entrañas del gobierno federal es con el pretexto de que se trata de evitar que los mexicanos se puedan hacer daño a si mismos, que al fin y al cabo para eso está un Estado paternalista, sobreprotector e inclusive autoritario si tal cosa se requiere, más que dispuesto a tratar a sus gobernados como los eternos menores de edad. La soberbia de un Estado en adjudicarse el tutelaje total de sus gobernados inclusive sin el consentimiento de los ciudadanos queda exhibida plenamente si consideramos el caso lo que ocurre en el mundo musulmán. Si bien es cierto que en el libro sagrado de los musulmanes, el Corán, está estrictamente prohibido el consumo del alcohol, no hay nada dentro de este texto religioso que le prohiba a los musulmanes el ponerse eufóricos con el Hachís, el equivalente psicoactivo de la mariguana. En su defensa del consumo del hachís, los musulmanes argumentan -correctamente- de que a diferencia de lo que ocurre con el alcohol no sólo no existen casos documentados en los que se demuestre que el ingerir hachís pueda provocar la muerte o un daño físico permanente, ni siquiera existe constancia alguna de que produzca dependencia física. Entonces, ya que el Corán lo permite, y en los países musulmanes se permite, los practicantes de la religión musulmana en México podrían muy bien argumentar que para prohibirles el consumo de la mariguana no sólo no existen razones de peso por cuestiones médicas, ¡ni siquiera existen motivos de caracter religioso para imponerles tal prohibición! Pero el Estado paternalista y sobreprotector de México, hoy en manos de las derechas y ultraderechas conservadoras que no entienden razones ni argumentaciones de carácter médico ni de carácter religioso, toma en sus manos las atribuciones para prohibir lo que le dé la gana prohibir, incluso si la terquedad en hacer cumplir sus dictados pueda provocar la proliferación de las bandas del crimen organizado y el aumento exponencial en el número de muertes relacionadas con la prohibición. El PAN-Gobierno ya decidió que, para impedir que alguien se cuelgue a sí mismo de la horca que le significa el consumo de la mariguana, está mas que justificada la pérdida no de diez, cien, o mil mexicanos sino inclusive 28 mil o más, ¡todas las muertes que se requieran!

Si quiere evaluarse con números el éxito que el PAN-Gobierno encabezado por Felipe Calderón está reclamando para sí en su guerra en contra del narcotráfico, dejemos en paz el asunto de la mariguana y vayamos al asunto de una droga dura, la cocaína y sus derivados como el “crack”. Para esto, necesitamos dos cifras. La primera cifra es el consumo anual estimado de cocaína en los Estados Unidos, el mayor consumidor de cocaína en el mundo entero y el principal destinatario de la cocaína exportada por Colombia y que pasa por México en su ruta hacia los Estados Unidos. De acuerdo a varios estudios, esta cifra es situada aproximadamente en unas 300 toneladas métricas. La otra cifra es el promedio anual de cocaína que ha sido interceptada por el gobierno federal de México (la cocaína interceptada por los servicios norteamericanos de aduanas en su frontera con México no cuenta en lo absoluto para la evaluación de esta cifra). Si se divide esta cifra entre la primera, se obtiene el porcentaje de cocaína que está siendo interceptada como parte de la “guerra” que fue declarada por Felipe Calderón. ¿Y qué porcentaje de la cocaína colombiana que pasa por México es interceptada antes de llegar a los Estados Unidos? ¡Ni siquiera el uno por ciento!. Esto significa que al drogadicto norteamericano le preocupa mucho más que le falte dinero para satisfacer su vicio que la posibilidad de que pueda haber un desabasto, máxime que el suministro de cocaína enviada desde Colombia parece estar plenamente garantizado. Esto significa que han muerto muchos más mexicanos en la intentona del gobierno calderonista de dizque acabar con el narcotráfico que los que han muerto en los mismos Estados Unidos por consumir dicha droga. Pero en las matemáticas del PAN-Gobierno, vale la pena que mueran diez personas por impedir que una sola se cuelge de una horca. Y nadie los va a convencer de lo contrario.

Uno a uno, los mitos construídos por los gobiernos conservadores en contra de la legalización de la mariguana han ido cayendo al no estar sustentados sobre bases científicas, incluso ni siquiera sobre bases religiosas (no sólo el Corán no prohibe el consumo de mariguana, tampoco la misma Biblia, ¡no hay una sola referencia en toda la Biblia en contra del uso de la mariguana, ni siquiera en el libro del Levítico considerado como el depósito de algunos de los preceptos morales más estrictos que puedan haber en la cultura judeo-cristiana!), a grado tal que a los ultraconservadores les ha quedado un sólo argumento que data desde la era en la que el defenestrado y mal recordado Presidente norteamericano Richard Nixon proclamó el 17 de junio de 1971 su propia “guerra” contra las drogas, el argumento de que la mariguana es la puerta de entrada hacia otras drogas más duras como la heroína y la cocaína. Sin embargo, este argumento también se está derrumbando, ya que el ex-Presidente norteamericano Bill Clinton y el actual Presidente norteamericano Barack Obama han admitido haber probado la mariguana cuando eran jóvenes (Clinton lo hizo cuando era un estudiante de intercambio en Oxford, Inglaterra, y lo reconoció el domingo 29 de marzo de 1992 durante una entrevista por televisión a través de la cadena WCBS-TV, mientras que Obama lo hizo rutinariamente hasta que la dejó al pasarle la novedad), sin que ello los haya inducido en lo absoluto a experimentar posteriormente con otro tipo de drogas fuertemente adictivas y dañinas como la heroína y la cocaína, y sin que la mayoría de los electores hayan visto en tales antecedentes un obstáculo cuestionable e imperdonable para poder aspirar al máximo cargo al que se pueda aspirar en la Unión Americana.

La imagen estereotipada que frecuentemente se muestra del fumador ocasional de mariguana es la de un individuo con los ojos vidriosos inyectados de sangre casi saliéndose por completo de las órbitas oculares, tartamudenado en una forma totalmente incoherente y con casi todas sus neuronas cerebrales atrofiadas permanentemente. En realidad, y esto nos lo comprobueba la Historia, hace mucho más daño al cerebro el consumo habitual de la propaganda chatarra elaborada por los pseudo-historiadores revisionistas de la ultraderecha fascista (Hitler pudo enloquecer a casi toda una nación con esa basura) que el consumo habitual de la mariguana. Pero convencer de esto a Felipe Calderón será más difícil que tratar de sacarle sangre a una piedra.


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POST SCRIPTUM:


Relevantemente, al clamor de la despenalización de la mariguana en México se sumó un ex-mandatario que sabe perfectamente de lo que está hablando. Se trata ni más ni menos que un ex-Presidente de Colombia, César Gaviria, al cual le consta el enorme precio que se ha tenido que pagar a cambio de absolutamente nada que haya valido la pena, como lo deja en claro la siguiente nota:

Gaviria recomienda legalizar mariguana en México
Agencia EFE
11 de febrero del 2011

El ex presidente colombiano César Gaviria recomendó hoy a los gobiernos de su país y de México que entren en el camino de la legalización de la mariguana con usos medicinales y remarcó que la política prohibicionista de las drogas ha sido un "absoluto fracaso en los últimos cien años" .

Colombia y México "deben empezar a aplicar políticas de reducción de daño" del consumo de drogas, consideró Gaviria durante un foro conmemorativo del centenario del diario bogotano El Tiempo.

Gaviria, que gobernó Colombia de 1990 a 1994, intervino junto al ex canciller mexicano Jorge Castañeda y el periodista también mexicano Sergio Muñoz en un debate sobre hacia dónde va la lucha contra las drogas en el mundo.

Para el ex mandatario, el fin de las drogas "es una simple utopía que no tiene resultados que mostrar y que está implicando un gasto enorme de recursos" y la guerra contra las drogas lanzada por Estados Unidos también ha fracasado.

El consumo tampoco se ha reducido y no ha dado resultados el control de la oferta, mientras que en EU crece la producción de mariguana y tres Estados de ese país permiten el uso medicinal de este alucinógeno, observó Gaviria.

"Colombia debería hacer eso (legalizar de manera parcial la marihuana), y México igual" , insistió, tras opinar que los países interesados en el asunto deben pasar a una nueva política a partir de la premisa de que el de las drogas no es un problema criminal, sino de salud pública.

En este sentido, advirtió de que "la despenalización o descriminalización no son la solución, sino parte de la solución" .

Además de avanzar en la reducción de daño, continuó, los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de México, Felipe Calderón, tienen la autoridad moral para decirles al Gobierno y al Congreso estadounidense que tienen una política antidroga ineficaz y han sido incapaces de reducir el consumo.

A pesar de sus propuestas, Gaviria aclaró que no está en contra de la interdicción en la lucha contra el narcotráfico, con una política eficaz, por cuando si los cárteles no se persiguen, toman un poder que amenaza a las instituciones.

Pero no sólo el ex Presidente de Colombia recomienda que se abandone la inútil estrategia calderonista en contra de los narcotraficantes que tanta muerte y tanto dolor le ha costado al pueblo de México. En los mismos Estados Unidos, analistas serios que han estado evaluando las estadísticas día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, han llegado también a la misma conclusión de que los únicos que han salido beneficiados con la guerra contra las drogas han sido los mismo narcotraficantes. Y están haciendo la misma propuesta para ser aplicada en los Estados Unidos de implementar una legalización de las drogas. No sólo de la mariguana, sino de todas las drogas:

EU debe legalizar droga para asfixiar financieramente a cárteles mexicanos: expertos
Excélsior
20 de noviembre del 2011

El Instituto Cato plantea enfrentar a los cárteles mexicanos castigando sus ingresos; advierten que de mantener la actual táctica contra el tráfico de estupefacientes, continuará la violencia en México

Estados Unidos debe legalizar el consumo de las drogas en su territorio, si en verdad quiere asfixiar financieramente a los cárteles mexicanos, según uno de los think tanks más influyentes de la Unión Americana.

De acuerdo con el Instituto Cato, de Washington, a 40 años de la guerra antidrogas, los resultados demuestran que no es posible desafiar a las leyes del mercado, que dan a un producto prohibido —los estupefacientes— un sobreprecio de 90% o más.

La propuesta, firmada por el investigador Ted Galen Carpenter, considera que la actual estrategia de EU “es fatalmente fallida, y la insistencia de continuar con ella está causando graves problemas de corrupción y de violencia a una fuente clave de suministros de droga como es México”.

El narco obtiene ganancias, cada año, que rondan los 320 mil millones de dólares y, en nuestro país, ha dejado alrededor de 42 mil muertos tan sólo en lo que va de este sexenio.

En el documento Poniendo punto final a la guerra global contra las drogas, se afirma que los cárteles mexicanos ya están tomando el control en el África Subsahariana, Oriente Medio y Europa.

La legalización ha sido defendida por diversas voces, en México y otros países. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, acaba de avalar la idea.

Ven fracaso en lucha antidrogas

La única estrategia duradera para enfrentar a los peligrosos cárteles mexicanos de la droga es castigando sus ingresos derivados de una industria criminal que cada año genera 320 mil millones de dólares y legalizando el consumo de la droga en Estados Unidos, el mercado más grande del mundo para los estupefacientes ilegales.

Ésa fue la propuesta que dio a conocer Ted Galen Carpenter, especialista en temas de defensa y política exterior del Cato Institute, un reconocido centro de estudios privado con sede en Washington, a través de un análisis suyo y de la conferencia titulada “Poniendo punto final a la guerra global contra las drogas (Ending the Global War on Drugs)”.

El documento destaca que a 40 años de la guerra contra las drogas los resultados demuestran, una y otra vez, que no es posible desafiar a las leyes del mercado que dan a una mercancía prohibida, como las drogas, un sobreprecio de 90 por ciento o incluso más.

Es una estrategia fatalmente fallida, y la insistencia de Washington de continuar con ella está causando graves problemas de corrupción y de violencia a una fuente clave de suministros de droga y de tránsito de droga como es México”, escribió Carpenter.

De hecho, comienza su análisis afirmando que desde que el presidente Felipe Calderón lanzó, en diciembre de 2006, su ofensiva militar contra los poderosos cárteles mexicanos, unas 42 mil personas han perdido la vida.

“Las víctimas de la cada vez más caótica y violenta guerra contra las drogas de México, pertenecen a todos los estratos sociales”, dice.

Y da cuenta del aumento del consumo de la cocaína reconocido por Naciones Unidas (Report of the International Narcotics Board for 2007) en Europa del Este, Asia Central, los ex países soviéticos, y menciona que los cárteles mexicanos ya están tomando el control de las rutas del tráfico y ganando acceso a mercados potenciales en porciones del África Subsahariana, Oriente Medio y de Europa.

“Las organizaciones de la droga poseen y ejercen el supremo instrumento de corrupción: el dinero. Porque el comercio de la droga da acceso a cantidades casi inimaginables de recursos. Además, no existe insumo tan ampliamente disponible, tan barato de producir y tan fácilmente renovable como las drogas ilegales que brindan deslumbrantes márgenes de ganancia y dan a los criminales ingresos ilícitos de tal magnitud que no tienen precedente histórico”, agrega.

Violencia

Una realidad tan brutal, dice, donde la prohibición mueve el comercio de un producto clandestino, crea un enorme potencial de utilidades en el mercado negro y atrae a elementos criminales propensos a la violencia.

“Las bandas de la droga se han vuelto lo suficientemente atrevidas como para convertir en blanco de ataques a los líderes políticos más prominentes como Rodolfo Torre Cantú”, que era el gran favorito del PRI para ganar la gubernatura de Tamaulipas. O para perpetrar el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, a quien definió como un personaje de la importancia de un Al Gore dentro de la escena política mexicana.

Sobre la peligrosidad y transcendencia de los cárteles mexicanos, Carpenter puso el énfasis en el poderío de sus altos ingresos para corromper a funcionarios estadunidenses, intentar infiltrar al Ejército de ese país, perpetrar ejecuciones, incluso, dentro de territorio norteamericano o para ofrecer un millón de dólares por la cabeza del sheriff de Arizona, Joe Arpaio.

Carpenter destaca también el desencanto de la guerra contra las drogas que ya llegó hasta la élite política de México.

“La tarea que enfrentan el gobierno de Calderón y sus aliados en Washington no es únicamente derrotar a dos cárteles (Cali y Medellín) como sucedió con el desafío de Colombia, sino derrotar a múltiples organizaciones poderosas”, expone.

Colombia apoyará la legalización de cocaína

Legalizar ciertas drogas, incluso la cocaína, fue la propuesta que el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, hizo recientemente a la opinión pública mundial a través del periódico británico The Guardian.

El primer llamado de un mandatario en funciones, que además es originario del primer país productor de cocaína en el mundo, puso énfasis en la necesidad de “eliminar las violentas utilidades del tráfico de la droga… y si eso significa legalizarla, y el mundo considera que ésa es la solución, yo le doy la bienvenida. No me opongo”, dijo Santos a Jamie Doward del rotativo inglés.

“Si la guerra contra las drogas ha fracasado, ha fracasado de la manera más abyecta en América Latina, porque allí es donde están enterrados los cuerpos.

“O no tan enterrados, porque las bandas mexicanas prefieren ensuciar los caminos con sus víctimas en los pueblos fronterizos con Estados Unidos, o colgarlas de los puentes para que sirvan de advertencia”, declaró Santos también al dominical inglés The Observer.

Los ex presidentes de México, Ernesto Zedillo; de Colombia, César Gaviria; de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, y este año el ex presidente mexicano Vicente Fox han recomendado también la legalización de algunas drogas.

Pero el artículo de Doward precisó que Santos subrayó que la iniciativa podría funcionar únicamente si es coordinada internacionalmente y que luego enfatizó “el papel vital que Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Europea tendrían para dar forma al debate”.

Pues el mandatario colombiano destacó las contradicciones que hay en mercados como el estadunidense, donde California ya legalizó la mariguana para usos medicinales, mientras que el estado de Idaho sigue criminalizando el consumo de cocaína.

Desafortunadamente, todos estos consejos y recomendaciones caen en saco roto en México cuando el receptor en México es un Presidente soberbio y ególatra incapaz de reconocer y admitir sus errores, y menos cuando dichos errores ya para finales del 2011 le habían costado al país cerca de 50 mil cadáveres sumados a las viudas y huérfanos detrás de tales cadáveres consecuencia de la guerra idiota con la cual Felipe Calderón quiso obtener la legitimidad que no obtuvo en las urnas cuando tomó las riendas del poder de una manera más que forzada, embarcando a México en una aventura calamitosa de la cual no se ve solución inmediata ni a mediano plazo ni a largo plazo.

Ultimadamente, y lejos de las altas esferas del poder, a continuación se tienen dos ejemplos elocuentes del por qué la droga va a seguir llegando a los Estados Unidos puntualmente porque tiene que llegar a los Estados Unidos porque no hay de otra:





Y hay millones de ejemplos más como estos. Todos ellos con muchos dólares en sus bolsillos y cuentas bancarias para poder seguir comprando su “medicina”, sin que les importe en lo más mínimo la enorme corrupción que su vicio y la proscripción legal aunque no factual de su suminstro de “medicina” genera, corrompiendo policías en ambos lados de la frontera, corrompiendo funcionarios aduanales, corrompiendo jueces, corrompiendo políticos, corrompiéndolo todo. Y esta enorme clientela de viciosos va a seguir allí tiempo después de que Felipe Calderón haya abandonado la silla presidencial.


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POST SCRIPTUM:


En relación a las últimas fotografías mostradas, veamos lo que nos tiene que decir un analista conocido:

Por una nariz
Sergio Sarmiento
3 de marzo del 2011

“En esta guerra unos ponen la nariz y otros
ponen los muertos, unos declaran la guerra
y otros reciben los tiros.”
Eduardo Galeano

Nueva York.- Es muy injusto, por supuesto. Lo dijo con elocuencia el escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor del clásico Las venas abiertas de América Latina, al recibir la Medalla 1808 que otorga el gobierno de la ciudad de México.

La injusticia brota a cada paso. Si un agente del servicio de inmigración de aduanas de los Estados Unidos es victimado, como ocurrió con Jaime Zapata en San Luis Potosí, el Ejército y la Procuraduría General de la República en México se mueven con rapidez espectacular y capturan en unos días a los presuntos responsables. En Estados Unidos las agencias federales también actúan con extraordinaria celeridad y capturan a cientos de mexicanos o mexicano-estadounidenses involucrados con el narcotráfico. Nadie responde a la pregunta incómoda de si Washington tenía ya identificados a los criminales de tiempo atrás.

Incluso una de las armas utilizadas en el ataque es rastreada con celeridad y resulta que su origen es el estado de Texas, el mismo del que procede el agente muerto. Vender y comprar armas es legal en los Estados Unidos, aunque no lo es el exportar estos instrumentos de la muerte hacia México, donde se convierten en uno de los principales combustibles de la guerra que se libra en territorio mexicano para supuesto beneficio de los consumidores de drogas estadounidenses.

El interés de las autoridades por resolver los demás casos, el de las demás víctimas de la guerra contra el narco en territorio nacional, es bastante menor. El grado de impunidad ante estos crímenes es enorme. Son gente de a pie, que no recibirá un funeral de héroe como el que tuvo Zapata en su natal Brownsville.

Sólo en México, y en el actual gobierno panista, esta guerra ha dejado un saldo de 35 mil muertos. Muchos de ellos, nos dicen, son sicarios que participan en el negocio de la droga. Los otros, bueno, son simple daño colateral. Toda guerra deja un rastro de sangre inocente que es una parte inevitable del costo de la victoria. Lo curioso del caso es que no hay en los registros de salud pública en México o en Estados Unidos una sola muerte registrada como consecuencia de la marihuana, que representa un 80 por ciento del consumo de drogas ilegales. Este contraste obliga a preguntarse si la medicina es más costosa que la enfermedad.

Mientras en México se libra esta guerra que busca fundamentalmente detener el tráfico de drogas a Estados Unidos, desde la Unión Americana se emiten constantes advertencias a sus ciudadanos. El gobierno pide a sus ciudadanos que no vayan a México. Las universidades aconsejan a sus estudiantes que mejor no arriesguen su vida para pasar el spring-break en México cuando pueden gastar sus dólares en su propio país.

Este 3 de marzo el presidente Barack Obama recibirá en Washington al mandatario mexicano Felipe Calderón. Esta reunión se anunció apenas el pasado 23 de febrero y parece haber sido impulsada por el homicidio del agente Zapata. La guerra contra el narco y la violencia que ésta ha generado serán los temas de la reunión.

Pero no hay nada bueno que pueda salir de ella. México ha estado dispuesto durante décadas a someter los intereses y las vidas de los mexicanos a la decisión de Washington de pelear una guerra en territorio extranjero. No podemos esperar que haya un cambio sustancial hoy en Washington. A lo mucho se le dará más dinero al gobierno mexicano para profundizar la guerra. Y mientras tanto, los estadounidenses seguirán poniendo la nariz y los mexicanos los muertos.

El jueves 6 de diciembre del 2012, decenas de consumidores de mariguana se reunieron bajo la emblemática torre Space Needle de Seattle, en la capital del Estado de Washington, para celebrar su legalización fumando esta droga. Y muchos celebraron el fin de la prohibición fumando mariguana dentro de los límites permitidos por la nueva ley que legalizó la posesión y el consumo de la mariguana. A partir de tal fecha, las estadísticas de la policía no reportaron ningún aumento en los índices de criminalidad y, por el contrario, los índices de criminalidad disminuyeron al dejar de ser considerado el consumo de la mariguana como un acto criminal, considerado en cambio como un asunto de salud que debe ser atendido por los médicos y no por las policías. Los investigadores y policías que antes gastaban miles de horas cazando y arrestando a los consumidores tuvieron tiempo para dedicarse a otros asuntos mucho más serios tales como los casos de homicidio, secuestro y violaciones. No ocurrió el apocalipsis vaticinado por la derecha ultraconservadora, ni aumentó el consumo de la mariguana al quitarle el atractivo de ser algo “prohibido” (por el contrario, al dejar de ser algo prohibido perdió gran parte de su mística que la hacía tan apetecible como el fruto prohibido en el Jardín del Paraíso). No aumentó el  número de fumadores de mariguana, lo que sucedió es que quienes antes lo hacían a las sombras salieron a la luz. Tampoco hubo un aumento en las emergencias médicas en los hospitales a causa del consumo legal de la mariguana, confirmando el hecho de que la mariguana no es algo mortal a diferencia del tabaco cuyas víctimas ascienden anualmente a los cientos de miles alrededor del planeta (en todo caso, es el tabaco el que debería de haber sido prohibido y no la mariguana, atendiendo a las estadísticas recopiladas por los sectores de salud). El sector oficial, por su parte, se preparaba para una nueva noticia: la generación de nuevos ingresos a las arcas públicas a causa de los gravámenes aplicados a la producción, distribución y venta comercial de la mariguana en el Estado de Washington. En realidad, los más afectados están resultando ser las mafias y los cárteles de las drogas que obtenían y siguen obteniendo ganancias multimillonarias con la producción, distribución y venta clandestina de la mariguana en los lugares en donde está legalmente prohibida por un Estado paternalista y sobreprotector. ¡Se les acaba el negocio!, al igual que se les acabó el negocio a las mafias de Chicago como la del peligroso gángster Al Capone con la legalización de la producció, venta y consumo de bebidas alcohólicas. A ellos, quizá más que a nadie, era a quienes más les interesaba que se mantuviera la prohibición legal de la mariguana, lo que ha despertado ya las sospechas de que una buena parte de los legisladores norteamericanos que desde el Congreso norteamericano se empeñan en mantener en la ilegalidad todo lo que tenga que ver con la mariguana en realidad estaban y siguen estando bajo la nómina de las mafias y los cárteles de la droga, porque ¿de qué otro modo se puede explicar su terca obstinación en dejar de lado lo que no ha funcionado (la prohibición)?

El movimiento en pro de la legalización de la mariguana en los Estados Unidos, impulsado por muchos ciudadanos no-fumadores de mariguana que creen en cada vez mayores números que los recursos públicos deberían de adjudicarse a otras tareas mucho más urgentes y desatendidas, le da también una lección durísima a la derecha ultraconservadora de México, porque con la mariguana legalizada en los Estados Unidos:

¿Cómo se justifican las cerca de 80 mil muertes (además de las miles de viudas y respectivos huérfanos) ocasionadas por la guerra del Presidente panista Felipe Calderón en contra de los cárteles de la droga, sacando al Ejército mexicano fuera de los cuarteles para tales efectos?

¿Significa todo esto que esas 80 mil personas murieron en vano, a causa de la obstinación y terquedad de quien resultó ser un Presidente de derecha conservador y reaccionario que le hizo mucho daño a México?

Al mismo tiempo que se legalizaba en los Estados Unidos el consumo de la mariguana, el gobierno del Presidente entrante Enrique Peña Nieto se preparaba para desmantelar esa super-estructura conocida como Plataforma México. No todos parecían muy contentos con el desmantelamiento de esa organización, entre ellos un conocido analista:

Adiós Plataforma México
Raymundo Riva Palacio
Columna Estrictamente Personal
7 de diciembre del 2012

El presidente Enrique Peña Nieto va en una ruta polémica y que muy probablemente le causará su primer conflicto con el gobierno de Estados Unidos. El subsecretario de Seguridad Pública -que una vez que se apruebe la reforma administrativa se convertirá en subsecretario del Interior en Gobernación- Manuel Mondragón y Kalb, ya programó la destrucción de la obra máxima de tecnología e inteligencia policial en América Latina, Plataforma México, y el desmantelamiento de las unidades operativas de la Policía Federal. Una obra de 600 millones de pesos, la joya de la corona de la Iniciativa Mérida, será sepultada, y las unidades que operaban tácticamente contra los criminales a partir de su inteligencia, difuminadas.

Nada indicaba que el presidente Enrique Peña Nieto tenía pensado destruir esa herramienta tecnológica que ha sido visitada por funcionarios de todo el mundo, a llegar incluso a presionar para que se utilizara en el combate a los criminales en Centroamérica, por parte de la secretaria estadunidense de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, y los jefes de la DEA y el FBI. Mondragón y Kalb, revelaron funcionarios que conocen sus planes, tiene calendarizada la salida de los altos mandos que manejaban Plataforma México. Los primeros en salir serán el subsecretario Francisco Niembro, bajo cuya responsabilidad se encontraba la herramienta, y todos sus segundos, que manejaban el área de la policía cibernética, un edificio con tecnología de punta para la criminalística forense, para combatir los ataques terroristas en internet y redes sociales, y donde se construían bases de datos de todo tipo de huellas no humanas -las dactilares se encontraban en otra área-, como zapatos y herramientas.

Los funcionarios indicaron que destituirán a los responsables de la conducción y ejecución de absolutamente todos los sistemas de Plataforma México, capacitados desde hace casi seis años en Estados Unidos e Israel. “Lo que hacen es bajar el switch de los sistemas”, dijo en forma metafórica uno de los funcionarios que conocen la programación de Mondragón, quien, agregó, incorporará personal que, sospechan, no tiene los conocimientos técnicos para que funcione Plataforma México o procesen su información.

Un ejemplo de ese temor es que una semana antes del cambio de gobierno, los expertos realizaron el primer vuelo de un avión no tripulado enviado por Estados Unidos, idéntico al que utilizaron los comandos de la operación donde murió Osama bin Laden, y que no fueron utilizados para labores de inteligencia previo a la toma de posesión de Peña Nieto donde se desató una fuerte ola de violencia. Esos le sirven al gobierno para vuelos de reconocimiento y recopilación de inteligencia, y fueron utilizados para conocer el tamaño de fuerzas que iba a enfrentar la Policía Federal cuando intervino en Cananea o cuando ocuparon el SME durante la toma de la Compañía de Luz y Fuerza.

Plataforma México es un monstruo en infraestructura que operaban oficiales que habían sido sometidos al control de confianza, por el tipo de información secreta y estratégica que se maneja. En la planificación de Mondragón, no aparece como requisito el control de confianza, que será otro de los problemas en potencia con Estados Unidos cuando se enteren de lo que está sucediendo con la plataforma. Igualmente, este desmantelamiento se acompaña con la desaparición de las unidades operativas de la Policía Federal -tácticas y de inteligencia-, donde se planea reubicar a sus miembros en distintas tareas, con lo cual una de las áreas de los cuerpos de élite de las fuerzas de seguridad está en vías de extinción.

La decisión de Peña Nieto -no se podría explicar el plan de Mondragón si no tiene su autorización- es sorprendente ante la lógica que habían expresado sus colaboradores durante la transición que no pensaban destruir lo construido, sino profundizar el avance tecnológico, y establecer la coordinación entre secretarías para aprovechar al máximo la información de Plataforma México. Todo indica que las órdenes cambiaron. Ahora sólo falta que expliquen cuál es la racional de ese giro radical que justifica el fin de la herramienta y que se indiquen cuáles serán las metas que, con otro método de investigación, se quieren alcanzar para, como prometió el presidente, pacificar a la nación.

Sin embargo, es un hecho confirmado por las estadísticas que la oferta de drogas en Estados Unidos importadas a través de México no sólo no disminuyó en el nefasto sexenio calderonista, sino incluso aumentó y hasta disminuyeron los precios de las drogas ilícitas en su venta clandestina en dicho país, y ello pese al despilfarro colosal que representó la inútil Plataforma México. Nunca antes los cárteles de la droga mexicanos se volvieron tan poderosos extendiendo sus tentáculos hacia el resto del mundo como en el sexenio calderonista con Plataforma México funcionando a todo vapor, lo cual pide a gritos una respuesta a la siguiente pregunta:

¿Cómo es posible que alguien trate de justificar la existencia continuada de un elefante blanco como Plataforma México, pese a su manifiesto rotundo fracaso en hacer mella alguna a los cárteles de la droga mexicanos?

Si la oferta de drogas ilícitas en los Estados Unidos hubiera disminuído por lo menos a la mitad, entonces Plataforma México se habría podido adjudicar algo del mérito. Pero habiendo aumentado la oferta de drogas en lugar de disminuír, lo único cuerdo que quedaba era terminar con lo inútil desligando de paso a México de una guerra que nunca fue suya hasta que la derecha ultraconservadora y reaccionaria de México llegó al poder. De hecho, fue mucho mayor el golpe dado a los cárteles de la droga mexicanos con la legalización de la mariguana en los Estados de Washington y Colorado que cualquier cosa que haya hecho la inútil Plataforma México.

Todas estas cosas ya se anticipaban, y con mucho tiempo de anticipación muchos experimentados analistas le habían advertido a Felipe Calderón sobre la necesidad imperiosa de dar un cambio de timón y enfocar recursos y energías hacia otra parte, pero Felipe Calderón permaneció terco y obstinado, aferrado fanáticamente a sus creencias y convicciones, al igual que todos aquellos que militan en las filas de la derecha ultraconservadora de México y para los cuales no hay argumentos que los hagan entrar en razón.

COROLARIO: Hasta el día en el que estuvo gobernando el PAN a México junto con sus aliados de la Organización Nacional del Yunque, México ha estado poniendo los muertos, los narcos y las drogas; mientras que Estados Unidos pone los consumidores, las armas y los dólares. Como quien diría, un matrimonio “hecho en el infierno”. Este estigma histórico ya no se lo podrá quitar de encima nunca jamás la derecha ultraconservadora y reaccionaria de México.