lunes, 7 de octubre de 2013

USA: La pinza fascista del Tea Party

Se ha hablado ya aquí sobre cómo la nueva extrema derecha norteamericana (cuyos miembros se cuidan mucho de que se les relacione o se identifique con cualquier cosa que pueda oler a antisemitismo), la cual se ha apoderado del Partido Republicano en los Estados Unidos al igual que las sociedades secretas ultraderechistas del Yunque y Los Tecos y otras menores infiltraron y se apoderaron del Partido Acción Nacional, con el apoyo de algunos de los poderes fácticos de Estados Unidos (también allá los hay) ha estado ejercitando su músculo de varias maneras para doblegar al gobierno del primer Presidente afro-americano de esa nación saboteando los deseos del electorado que lo volvió a reelegir por segunda ocasión en el 2012.

El siguiente articulista nos dá una confirmación de esto:

CHANTAJEANDO A OBAMA
Raúl Benoit
LaPrensa.com.ni
5 de octubre del 2013

La política, según Maquiavelo, es la forma en que los gobernantes mantienen el poder a cualquier precio, incluso matando, persiguiendo y atropellando al pueblo.

El maquiavelismo mina el espíritu de ciertos dirigentes de los Estados Unidos, en donde presumimos de ser una democracia ejemplar y un país libre; sin embargo, tenemos que admitir que no lo somos tanto, porque la democracia ante todo es justicia social y la política tiene que amparar al pueblo y defender el derecho de una sociedad a vivir equitativamente con seguridad, educación y salud.

La ultraderecha de los Estados Unidos es un grupo poderoso y perverso encubierto en una agrupación con tintes fascistas que se hace llamar Tea Party, los “patriotas”. Desde sus cuarteles reservados solo para privilegiados, favorecen intereses económicos de grupos precisos.

Lo que ha ocurrido en los últimos días al obligar el cierre del gobierno federal, no es más que otro chantaje contra el presidente Barack Obama, quien ha dicho la verdad al acusar a los republicanos de mantener al país como rehén por cuestiones ideológicas.

El Partido Republicano (tras bambalinas el Tea Party) lidera una maliciosa estrategia para ir allanando el camino con el fin de retomar el poder en el 2016 y favorecer los intereses de grandes corporaciones que aportan mucho dinero en las campañas de ellos.

El caballito de batalla es el plan conocido como ObamaCare, el cual extiende la cobertura del Medicaid, (programa de salud para personas de bajos recursos), a la gente que carece de un sistema que la proteja completamente.

El ObamaCare prohíbe a las compañías aseguradoras rechazar usuarios por condiciones preexistentes y por género. Le dará acceso al seguro médico a precios asequibles a más de 30 millones de ciudadanos que ahora no tienen ese privilegio.

Manda a todos a tener un seguro médico para 2014 y quienes ganen por debajo del cuádruple de la línea de pobreza recibirán subsidios para el pago de ese seguro de salud. Obliga a los negocios con más de 50 empleados a cubrir esa protección básica. Permite a los jóvenes adultos, hasta los 26 años, a utilizar el seguro de sus padres.

Pero la maldad y la codicia son las madres de la tergiversación. Le han metido el cuento a la gente que el Plan de Salud de Obama es socialista y que lo pagaremos quienes ganamos más. ¿Por qué el egoísmo de quienes viven mejor, de no sacrificar un poco para ayudar a los necesitados? Otros dicen que esto favorecerá solo a los hispanos y a las comunidades afroamericanas a quienes acusan de exprimir al gobierno y ser improductivas. Eso es una falacia.

Lo que está ocurriendo en el Congreso estadounidense es una demostración de hasta dónde son capaces de llegar los poderosos y multimillonarios para cuidar sus intereses y ganancias, léase, entre otros, las farmacéuticas y las aseguradoras, que operan como auténticas mafias.

Estos individuos harán hasta lo imposible para seguir desacreditando y acorralando al gobierno y usarán nuevas estrategias maquiavélicas con el fin de destruir la imagen de Obama, quien tendrá que colocarse la armadura para enfrentar los chantajes de estos bandidos medievales.

La principal diferencia entre la derecha ultraconservadora norteamericana y la ultraderecha mexicana es que la primera no se proclama antisemita mientras que la segunda sí lo hace (a través de sus escritos aunque sus adherentes aglutinados en torno a sociedades secretas no lo hacen públicamente reservando su furia antisemita para dejarla salir a flote en sus aquelarres clandestinos en los cuales se identifican mediante seudónimos). Sin embargo, no sería remota la posibilidad de que entre algunos de los más endurecidos adherentes del Tea Party se estén haciendo circular propaganda neofascista idéntica en todos respectos a la que se maneja en México, en cuyo caso ambas cosas serían exactamente lo mismo excepto por el idioma y el color de la piel. Ambos son reales, y es fácil determinar su presencia por los efectos que sus acciones producen.

En esencia, lo que está tratando de hacer el Tea Party, manipulando como marionetas a los Congresistas afiliados al Partido Republicano, es chantajear al Presidente Obama para que a cambio de que se autorice la liberación de fondos para mantener trabajando al gobierno federal se elimine también con ello un programa de asistencia médica que ya había sido autorizado por el Congreso y por el Senado y convertido en Ley por el Presidente Obama el 23 de marzo del 2010. Se trata de algo que ya estaba aprobado por ambas Cámaras del Poder Legislativo. Al no ceder el Presidente Obama a los chantajes, y al no haber fondos para seguirle pagando a muchos empleados del gobierno federal, se les ha echado a la calle a muchos de ellos sin goce de sueldo, pegándoles duro y trastocándoles su forma de vida. Pero nada de esto le importa a los derechistas ultraconservadores incrustados dentro del Partido Republicano.

Los derechistas radicales enquistados en el Congreso norteamericano saben que si se somete a votación la aprobación presupuestaria eliminando el chantaje que le están tratando de hacer al Presidente Obama, pese a que el Partido Republicano tiene una mayoría de votos en la Cámara de Representantes no todos los Congresistas están de acuerdo con tales tácticas de chantaje, y en caso de someterse a una votación el Tea Party (y por ende, el Partido Republicano) sufrirían una derrota. ¿Entonces cómo están deteniéndolo todo? Pues con una medida muy sencilla que resulta absurda por completo en un país que presume de ser una democracia: el líder de la mayoría Demócrata en la Cámara de Representantes John Boehner, al servicio incondicional del Tea Party, simple y sencillamente no lo entrega para ser sometido a una votación en la Cámara de Representantes. Un solo hombre decide en la Cámara de Representantes qué se vota y qué no se vota. De este modo, si algo cuenta con los votos suficientes para ser aprobado, pero ese solo hombre no quiere que tal cosa sea aprobada, simple y sencillamente no la somete a votación. ¿Es eso democracia?

Esta es una nota periodística en la cual el Presidente Obama culpa directamente al Republicano Boehner de no llamar a una votación en la Cámara de Representantes:

Obama culpa a Boehner de no llamar a una votación que reabra el gobierno
CNN
5 de octubre del 2013

El presidente Barack Obama dijo que la responsabilidad del cierre parcial del gobierno de Estados Unidos recae en el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner.

Podemos votar la reapertura del gobierno hoy”, dijo Obama en una larga entrevista exclusiva con la agencia Associated Press (AP), publicada este sábado. “Sabemos que hay suficientes miembros de la Cámara de Representantes —demócratas y republicanos— que están dispuestos a votar la reapertura del gobierno hoy. Lo único que detiene que eso suceda es Boehner, quien ha tomado la decisión de resistirse para ver si puede obtener concesiones adicionales por parte de nosotros”.

Una parte significativa del gobierno se ha cerrado, con más de 800 mil trabajadores parados, parques nacionales cerrados, programas para los programas de cuidado de niños y la exploración espacial cerrados durante cinco días. Y es probable que se mantenga así durante varios días o semanas más, consideraron los republicanos.

A pesar de la presión pública para llegar a una solución —y las declaraciones de políticos que lo desean— la maquinaria política de Washington se ha paralizado.

Y hay pocos indicios de que habrá algún avance, por lo menos hasta mediados de octubre, cuando la próxima crisis económica surgirá sobre si el Congreso le dará al gobierno federal permiso para aumentar la deuda pública o si se pagan los créditos.

Obama reconoció que no esperaba que esto se produzca.

Estoy dispuesto a apostar que hay suficientes votos en la Cámara de Representantes en este momento para asegurarse de que Estados Unidos no termine siendo moroso. La única cosa que impide que eso suceda es que Boehner no llame a votación”, indicó.

Boehner, en declaraciones a la prensa este viernes, trató de aumentar la presión sobre Obama para poner fin a la crisis si se adhiere a la demanda de negociar cambios al plan de salud llamado Obamacare como parte de cualquier acuerdo.

Echando humo de un informe del diario The Wall Street Journal que citó un funcionario de la administración Obama no identificada diciendo que “estamos ganando”, Boehner dijo: “¡Esto no es un maldito juego!”.

Cuestionado sobre si los miembros del ala más conservadora republicana del Tea Party son buenos o malos para el país, Obama dijo a la AP que estaba más preocupado por sus tácticas que sobre sus posiciones.

“Es la idea de que si no reciben el 100% de sus peticiones, van a cerrar el gobierno, o que van a amenazar con un caos económico”, dijo. “Eso tiene que finalizar”.

A los derechistas ultraconservadores que desde el Partido Republicano quieren imponer su voluntad sobre el pueblo norteamericano no les importa ni siquiera que su comportamiento antipatriótico pueda tener repercusiones mundiales (al igual que al dictador ultraderechista alemán Hitler no le importó en lo absoluto que su invasión de Polonia en 1939 y su posterior invasión a Rusia pudieran tener consecuencias graves no solo para Alemania sino para los demás países de Europa dejando una estela de millones de muertos):

La parálisis legislativa en EU degenera en crisis económica
Fenómeno con repercusiones mundiales
Alfredo Ríos Camarena
Revista Siempre!
5 de octubre del 2013

A las cero horas del martes 1 de octubre, se inició en Estados Unidos lo que han llamado “el cierre del gobierno”, que no es otra cosa que la falta de acuerdo parlamentario para aprobar el presupuesto nacional.

Ésta es la vez número 18 que sucede lo mismo en ese país por la falta de acuerdos que tienen como motivación aspectos políticos, como en el caso del presidente Clinton, que tuvo finalmente como resultado que éste obtuviera la reelección; le salió el tiro por la culata a los republicanos. En esta ocasión, el tema corresponde a aspectos sociales, se trata de frenar las leyes de salud y de asistencia denominadas Medi-Care, popularmente llamadas Obama Care, pues es increíble que en los Estados Unidos no se cuente con un régimen de seguridad social; la tozudez de los republicanos impulsados por el Ku Klux Klan Parlamentario llamado Tea Party es verdaderamente antihistórica y seguramente al mediano plazo repercutirá una vez más en su contra.

El presidente Obama declaró: “Una parte importante de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible entrará en vigor mañana (martes), no importa lo que el Congreso decida hacer hoy”; para la mayoría de los estadounidenses (46%) este cierre parcial de oficinas es responsabilidad de los republicanos; mientras que el 36% culpa al gobierno, otro 13% piensa que los dos partidos son los culpables.

Lo grave del asunto es que este fenómeno repercute en la economía mundial donde han caído las bolsas, y también en forma muy directa en la economía mexicana, dada nuestra profunda vinculación comercial y económica con nuestros vecinos; el costo de esta crisis la última vez que se dio fue de más de mil 500 millones de dólares.

La realidad es que la humanidad vive una severa crisis que nos ha conducido a la pobreza, a la enfermedad y a la desesperanza, pues el fracaso del modelo monetarista y globalizador ha tenido estos efectos dramáticos que desde luego se reflejan en nuestro país, pues el avance del hambre y de la miseria en los últimos 25 años es el efecto de un sistema en plena descomposición.

Al igual que allá, en México a través de la comentocracia televisiva y de la prensa nacional, se ha desatado una campaña contra la reforma fiscal, cuyo verdadero objetivo es que no se aplique el tema propuesto por el presidente respecto de la consolidación fiscal; esos mismos que lo halagan y lo abrazan son los que por la espalda defienden sus injustos y mezquinos privilegios.

Vivimos un mundo de grave crisis económica que sólo puede remediarse con un mayor apoyo a las clases sociales terriblemente marginadas y esto sólo se puede realizar con presupuestos públicos que afronten este tema. La crisis parlamentaria que desemboca en descomposición económica es un fenómeno que tenemos que prever en el corto plazo, pues en el país, mientras el presidente gana el liderazgo por su trabajo social, las condiciones de su economía cada día se ven más complicadas y difíciles. Sólo con una política contracíclica donde el Estado recupere a plenitud la conducción y rectoría de la economía, podemos enfrentar hacia el futuro inmediato esta grave crisis .

Estados Unidos seguramente superará esta parálisis legislativa y no incurrirá, como algunos prevén, en moratoria; sin embargo, los efectos que ya se dieron con este cierre temporal son nefastos para el crecimiento y desarrollo económicos.

El Congreso mexicano debe observar con cuidado este fenómeno político externo para no caer en situaciones similares, pues la reforma política la apoyan el PAN y el PRD con distintas ópticas, pero como moneda de cambio para la reforma hacendaria. Mientras que la reforma constitucional energética, también con ópticas diferentes, la apoyan el PRI y el PAN.

El avance reformista del país tiene que conducirse con sumo cuidado, pues de nada nos sirven reformas legislativas o constitucionales, si no son viables de operar y de ejecutar en la normalidad social de la nación

Nada de esto debe causar asombro ya que la derecha ultraconservadora, en cualquier país del mundo, trátese de Alemania Nazi, la España fascista de Francisco Franco, Argentina en los tiempos de la dictadura militar, Chile en los tiempos del ultraderechista General Augusto Pinochet, o inclusive en el Estados Unidos de hoy en día, siempre ha sido enemiga de la democracia. Por ello les resulta fácil apoyar la implantación de monarquías y dictaduras fascistas. Y hoy lo vemos en acción en la economía que sigue siendo la más grande del planeta.

En virtud de que las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana como el Yunque y Los Tecos tienen tantas cosas en común con los derechistas más radicales del Tea Party, podrían establecer contactos permanentes intercambiando “cónsules” y propaganda de corte ultraconservador, eso sería lo lógico y lo más natural, excepto que hay razones para suponer que entre los miembros más destacados del Tea Party hay individuos xenófobos, racistas hasta la médula, a quienes les debe causar repugnancia en grado extremo el establecer relaciones con “prietos” y morenazis de un país que les ha enviado una cantidad millonaria de indocumentados desempleados, a los cuales también detestan y en contra de los cuales varios de los más prominentes miembros del Tea Party han manifestado su oposición abierta a una reforma migratoria que legalizaría la situación de 11 millones de indocumentados en Estados Unidos. Además de que por otro lado las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana ya no son tan secretas como lo eran antes y están cada vez más desprestigiadas, con su antisemitismo furibundo desenmascarado y exhibido a la luz pública, y lo que menos quieren los cabecillas del Tea Party es que se les identifique como un grupo neo-Nazi encubierto. De cualquier modo, tienen mucho en común, sobre todo el hecho de que ambas cosas son verdaderas lacras sociales a las cuales no les importa las consecuencias devastadoras de imponer sus voluntades sobre una mayoría de sus conciudadanos.


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POST SCRIPTUM:

El esfuerzo del movimiento ultraderechista Tea Party para propinarles al Presidente Obama y a su Partido Demócrata una derrota y humillarlos en relación a su programa de salud pública conocido como Obama Care en parte tiene que ver con un movimiento revanchista en desquite porque no les fue posible a los ultraconservadores norteamericanos tomar un control completo del Congreso norteamericano en las elecciones celebradas el 2 de noviembre del 2010, de las cuales como antecedente se tiene el siguiente editorial:

El movimiento ultraderechista Tea Party, abiertamente racista, teocrático y xenófobo, puede ser la clave en las elecciones del martes 2
Fran Ruiz
Cronica.com.mx
30 de octubre del 2010

El próximo martes sabremos quiénes han ganado la guerra del Capitolio, si los demócratas, muy debilitados tras dos años de gobierno en plena crisis económica, o los discípulos del Tea Party, la secta político-religiosa que amenaza con fagocitarse al Great Old Party (los republicanos conservadores de toda la vida) y que ha subido en el último año como la espuma gracias a su discurso populista y extremadamente agresivo con el presidente Barack Obama, al que acusa de querer llevar al país al “socialismo”.

Pero antes de ese desenlace final hay batallas que ganar, como la convocada hoy en Washington para neutralizar semejante mentira, repetida una y otra vez por los miembros del Tea Party para que los demócratas pierdan la mayoría en las dos cámaras del Congreso.

Curiosamente, la marcha de hoy no está impulsada por los candidatos demócratas sino por un humorista, Jon Stewart, que tiene una particularidad, la de haber sido aclamado, por votación popular, como la persona más influyente de EU, honor que ya quisiera para sí Obama, con el que simpatiza, o el locutor de la extrema derecha Glenn Beck, auténtica “bestia negra” del presidente demócrata e impulsor de otra multitudinaria marcha que convocó en Washington el mes de agosto pasado para repudiar la “deriva socialista” de los demócratas.

“Restaurar la cordura”. En respuesta a Beck, Stewart replicó que la “marcha” de hoy pretende “restaurar la cordura”, perdida por ese cúmulo de falsedades que proclaman los candidatos del Tea Party, como que Obama sea musulmán (para los miembros del Tea Party, sinónimo de terrorista) o que sea el mejor amigo de los inmigrantes (para muchos de estos extremistas sinónimo de ilegal e incluso narcotraficante).

¿Hacia una teocracia? Esta última batalla encabezada por el humorista, parece, sin embargo, perdida, a tenor de lo que anuncian las encuestas, que dan una ventaja de seis puntos a los republicanos por delante de los demócratas (46 a 40). Habrá que esperar, sin embargo, a los resultados y a la disección del voto para intentar averiguar cuánto hay de voto de castigo y cuánto de apuesta por un modelo de país que para muchos simpatizantes del Tea Party debería ser teocrático, basado en la Biblia y en un individualismo exacerbado, alejado de la burocracia estatal de Washington.

La pregunta, por tanto, que se hace Stewart y muchos millones de preocupados estadunidenses es: ¿Hasta dónde va llegar esta locura, quién podrá frenar al Tea Party? La respuesta es simple: ellos mismos con sus votos.

La intransigencia de los activistas ultraconservadores del Tea Party, posesionados del Partido Republicano en los Estados Unidos de un modo no muy diferente a como lo ha logrado la Organización Nacional del Yunque de México con el Partido Acción Nacional (la única diferencia es que el Tea Party opera públicamente y sus miembros no manifiestan un antisemitismo abierto mientras que la Organización Nacional del Yunque se cohesiona mediante filiales de sociedades secretas y es rabiosamente antisemita) ha sacado a flote los grandes pecados del capitalismo por el cual lucharon tan denodadamente los anticomunistas del siglo pasado. De esto nos tiene algo que decir la siguiente académica:

La parálisis en EU revela la crisis estructural del capitalismo
Defender las ganancias empresariales
Magdalena Galindo
Revista Siempre!
12 de octubre del 2013

Por supuesto que el cierre o shutdown del gobierno de Estados Unidos  obedece a la intransigencia y notoria irresponsabilidad de los congresistas republicanos que se ubican en la ultraderecha agrupada en el Tea Party. Sin embargo, el fenómeno tiene raíces más profundas que se vinculan con la crisis estructural del capitalismo y con la estrategia del gran capital para enfrentarla.

Para decirlo rápidamente, la causa última de esta crisis estructural que ya dura más de cuarenta años, es la caída de la tasa de ganancia, debido a que los mecanismos que se habían venido utilizando durante los cincuentas y los sesentas perdieron eficacia para seguir impulsando la tasa de ganancia. Entre estos mecanismos que dejaron de servir o, más exactamente, intensificaron otros problemas como la inflación, están precisamente el gasto gubernamental y la utilización del crédito para impulsar la economía y en particular la tasa de ganancia y la acumulación de capital.

No obstante, paradójicamente, al estallar la crisis, la gran burguesía internacional no puede abandonar estos mecanismos y, al contrario, lo que hace es poner el acelerador tanto en el gasto público, como en la expansión del crédito. Así se llega a las crisis de la deuda, por ejemplo la de América Latina en los años ochenta, y a las crisis financieras que se reiteran a lo largo de las últimas décadas.

Lejos de ser la excepción, Estados Unidos es el país que más ha recurrido a estos mecanismos, de modo que su déficit presupuestal ha sido enorme y creciente durante los últimos cuarenta años, y del mismo modo, la deuda de ese país es la mayor del mundo. En cuanto al gasto público, es sabido que constituye la palanca más importante para impulsar la economía y ésa es la función general que ha cumplido en estas décadas, pero además, se han utilizado gigantescos montos para el salvamento de las grandes corporaciones en peligro de quiebra, como las del sector financiero a partir de la crisis de 2008. Desde luego que la ultraderecha –que allá como aquí se desvive por los empresarios- nunca protestó por los cientos de miles de millones dedicados a apoyar a los capitalistas, pero en cambio ha llegado hasta provocar el cierre parcial del gobierno, porque se opone al gasto dedicado a la salud que serviría para poner en funciones la ley propuesta por Obama, aprobada por el Congreso y ratificada por la Suprema Corte de ese país, desde 2010.

Para financiar el gasto público, y con él apoyar la tasa de ganancia de los capitalistas, allá, como en casi todo el mundo, se ha recurrido a los créditos. Y ahí, como le pasa a todo deudor, y con mayor razón cuando la deuda alcanza los estratosféricos montos de la estadounidense, llega un momento en que, para no declararse en cese de pagos, hay que solicitar nuevos créditos a fin de poder cumplir con los intereses y las amortizaciones de los anteriores. A este mecanismo se le ha llamado la huída hacia adelante. Pero ahora, los republicanos están utilizando este problema como arma de presión contra Obama, pues el Congreso tiene que aprobar la ampliación del “techo” del nuevo endeudamiento, y por si fuera poco el cierre parcial del gobierno, ahora amenazan con no aprobar la ampliación de los nuevos créditos, con lo cual Estados Unidos tendría que declararse en cesación de pagos por primera vez en su historia, lo cual no sólo afectaría a los propios Estados Unidos, sino al mundo en su conjunto. La derecha, en verdad, no tiene límites cuando se trata de defender los intereses de la burguesía.

Todo movimiento tiene por lo menos un rostro visible (además de los rostros invisibles de aquellos a los cuales les gusta mover las manos detrás del telón manipulando a sus marionetas). En el caso del ultraderechista Tea Party, ese hombre es el texano Ted Cruz (el Estado de Texas pese a su numerosa población hispana tiene una bien ganada fama como uno de los estados más conservadores de la Unión Americana) el cual tiene como misión el ser vocero y dar la cara por otros elementos mucho más radicales del movimiento que ha infiltrado a su partido. Pero además de los rostros visibles, hay otros a los que les gusta manipular como marionetas a tipos como Ted Cruz, los cuales en otras partes se ocultan dentro de sociedades secretas como ocurre en México con la Organización Nacional del Yunque. En los Estados Unidos, uno de los titireteros visibles de Ted Cruz es Michael Needham, el cual hace la parte que le corresponde encabezando al grupo ultraconservador Heritage Action for America. El periódico The Wall Street Journal lo llamó “el estratega detrás del cierre”. En un reportaje titulado “One man's anti-ObamaCare strategy led U.S. to the brink” radiado el 16 de octubre del 2013 por la cadena noticiosa televisiva CBS News, se reveló al público norteamericano cómo Michael Needham fue quien se estuvo moviendo de mil maneras para chantajear a la administración del Presidente Obama para eliminar por completo el programa de seguridad social médico ObamaCare amenazando al Presidente Obama e inclusive a la nación entera no sólo con un cierre indefinido de las dependencias federales sino con una cesación de pagos en los compromisos del gobierno federal con sus acreedores internos y extranjeros mediante el recurso de la negación de la elevación del tope de la deuda, lo cual en forma casi segura habría detonado una crisis económica mundial severa reminiscente de la Gran Depresión de 1929 o quizá peor. El suicidio de la Unión Americana pudo ser evitado faltando unas cuantas horas para el plazo fijado únicamente cuando algunos Congresistas Republicanos al darse cuenta de que el Presidente Obama no cedería a sus chantajes y extorsiones políticas decidieron dar marcha atrás autorizando una elevación del techo de la deuda válida hasta el fin del 2013 así como la reapertura de las oficinas y servicios gubernamentales que habían permanecido cerradas por falta de presupuesto, aunque de cualquier modo los extremistas radicales del Tea Party proclamaron una victoria.

El hecho palpable de que tanto al Congresista texano Ted Cruz como a su compinche Michael Needham no les importó en lo absoluto llevar a toda la nación al borde del colapso económico total como pretendían hacerlo (y lo habrían logrado si a última hora no se les hubieran echado atrás varios Congresistas Republicanos proporcionando a la minoría Demócrata en la Cámara de Representantes los votos necesarios para evitar una catástrofe económica mundial sin precedentes justo cuando la economía norteamericana estaba dando ya signos de recuperación) demuestra algo que históricamente es ya un hecho comprobado en cualquier parte del mundo: a las minorías que aglutinan a las derechas ultraconservadoras y a las ultraderechas no les importa llevar a sus países a una debacle económica sin precedentes o inclusive a una gran guerra mundial con consecuencias macabras si con ello creen que sus convicciones ideológicas extremas son satisfechas. Esta clase de gente miente en forma vil (al igual que sus propagandistas como Salvador Borrego y Joaquín Bochaca) cuando afirma que su amor “es por la gente y por el bienestar de la gente”. Hoy, como ayer, lo único que les importa a estos patanes extremistas es la prevalencia de sus convicciones bizarras cueste lo que cueste aunque tengan que arrastrar al precipicio a la misma gente por la cual dicen “luchar por su bienestar”.