domingo, 18 de octubre de 2009

USA: la ultraderecha Republicana contraataca

La derecha ultraconservadora norteamericana, hoy apoderada en buena parte de la plataforma del Partido Republicano en dicho país y con la cual la ultraderecha mexicana de corte neo-Nazi antisemita tiene muchos puntos en común, no ha cesado en su andanada de ataques despiadados en contra del Presidente norteamericano Barack Obama. Uno de los más recientes pretextos para atacarlo sin misericordia alguna fue el que el Presidente Obama haya decidido trasladarse personalmente hasta Europa para promocionar a la ciudad de Chicago, su ciudad, la ciudad en la cual creció, vivió y se formó, para tratar de convertirla en la sede de los próximos Juegos Olímpicos de Verano del 2016.

Como ya es sabido, la sede le fue dada no a los Estados Unidos sino a Brasil, en un anuncio hecho por el Comité Olímpico Internacional el 2 de octubre del 2009 en Copenhague, Dinamarca. En Dinamarca el Presidente Obama no fue el único jefe de Estado que estuvo promocionando a su país para ser la sede de los juegos olímpicos. También estuvo allí el rey Juan Carlos de España haciendo sus mejores esfuerzos, y al cual no le bastaron su diplomacia, personalidad e inteligencia para arrebatarle a Brasil la sede de los juegos olímpicos.

El famoso ultraconservador de derecha Karl Rove (del cual se rumora insistentemente que estuvo detrás de muchas de las ideas y sugerencias para impedir que el candidato izquierdista presidencial de México Andrés Manuel López Obrador pudiera ganar la Presidencia en el 2006) estaba que brincaba de gusto por el hecho de que el Comité Olímpico Internacional hubiera preferido a Brasil por encima de los Estados Unidos para ser la sede de los Juegos Olímpicos del 2016 en la reunión celebrada en Dinamarca.

Veamos la siguiente nota:

La maquinaria de odio contra Obama
J. Jaime Hernández
EL UNIVERSAL
5 de octubre del 2009

Los líderes del Partido Republicano de EU insisten en que las recientes revueltas de los ciudadanos contra los planes de reforma sanitaria del presidente Barack Obama no son actos de odio racista, sino “actos espontáneos” contra el temor a que el gobierno termine por controlarlo todo.

Sin embargo, los actos de protesta salpicados de odio racial que persiguen estos días al mandatario estadounidense no tienen nada de espontáneo y sí mucho de orquestado.

Detrás de una feroz campaña que ha obligado a la Casa Blanca a lanzar una intensa contraofensiva, están algunas de las más poderosas organizaciones vinculadas a las corporaciones farmacéuticas, aseguradoras, petroleras y del tabaco que se han reagrupado en torno a grupos como American For Prosperity y Freedom Works para derrotar a las más importantes iniciativas de Obama en materia de salud, protección al medio ambiente, inmigración, regulación financiera e independencia energética.

Es una poderosa maquinaria de odio y mentiras que ha encontrado en el Partido Republicano (y entre algunos miembros del Partido Demócrata) a sus aliados naturales para convertir a Obama en objetivo de sus ataques y evitar que el primer presidente negro de EU consiga llevar adelante su agenda del cambio. (¿Alcanza a ver el lector el parecido entre esta maquinaria de odio y mentiras y el Partido Acción Nacional que apoyado por intereses tan poderosos como TELEVISA y varias empresas supra-capitalistas de México, luchó denodadamente para impedir a toda costa que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador pudiera llevar adelante su propuesta para un nuevo proyecto de nación?)

A pesar de que la mentira y la insidia nunca han sido ajenas a la política, la naturaleza de los ataques que estos días persiguen al presidente tiene la firma de algunos de los más conspicuos operadores del Partido Republicano, como Karl Rove, el genio político que llevó a George W. Bush a la Presidencia.

El propio Rove se convirtió en uno de los primeros en festejar el pasado viernes la derrota de Obama en Copenhague, a manos del presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva. La decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de elegir como sede para el 2016 a Río de Janeiro por encima de Chicago —defendido por Obama, en lo que marcó la primera vez que un presidente de EU decide apoyar una candidatura— no ha sido desaprovechada por la maquinaria republicana, que ha vinculado el fracaso a la “irresponsabilidad” de Obama.

“Se lo tiene bien merecido”, aseguró con un inocultable aire de satisfacción Karl Rove. “El presidente cometió el error de personalizar la lucha por las olimpiadas cuando debió concentrar toda su atención en los problemas que tiene el país en Afganistán. o en el ámbito sanitario”, consideró el otrora asesor. (Aquí lo menos que demuestra el ultraderechista Karl Rove es que es un cínico en toda la extensión de la palabra, ya que la guerra en Afganistán no la empezó el Presidente Obama, la empezó la administración del Republicano George Bush). La derrota de Obama en Copenhague ha ofrecido munición al partido conservador y a la extrema derecha para atacar una vez más al presidente y reducirlo políticamente. El objetivo es evitar a toda costa que Obama pueda sacar adelante su agenda política para conseguir así una estrepitosa derrota de los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre de 2010 y frustrar al mismo tiempo las aspiraciones a la reelección del presidente Barack Obama.

Detrás de este gran objetivo están las corporaciones farmacéuticas, las compañías aseguradoras, la industria petrolera y la del tabaco, que se han convertido en la más importante fuente de financiamiento para toda una constelación de organizaciones de extrema derecha y del Partido Republicano.

Pero también son fuente de aquellos demócratas que reciben jugosas ayudas para sus campañas políticas, a cambio de su voto en contra de cualquier iniciativa de ley que permita la competencia del gobierno en sectores de la economía que han sido un coto privado para las grandes corporaciones industriales y financieras.

“Las compañías aseguradoras están detrás de toda esta campaña sucia”, aseguró Wendell Potter, quien hace apenas un año renunció a la dirección de comunicaciones del gigante de la industria aseguradora CIGNA.

“Yo sé cómo operan estas compañías. Mientras le prometen al presidente que estarán a su lado para alcanzar un acuerdo benéfico para el país, al mismo tiempo se alían con los enemigos del mandatario para evitar a toda costa cualquier cambio que afecte sus intereses”, añadió este ex alto funcionario, quien hace unos días compareció ante un comité senatorial y ha hecho su aparición en medios de comunicación para romper el silencio y denunciar las sucias tácticas de las corporaciones que se han convertido en la poderosa maquinaria de odio y mentiras contra Obama.

“Decidí hablar porque me di cuenta de que la industria está echando mano de las mistas tácticas sucias que ha utilizado durante años, particularmente en la década pasada, cuando consiguió derrotar la iniciativa de reforma sanitaria del entonces presidente Bill Clinton”, dijo Wendell Potter, quien se ha convertido en un inesperado aliado de la administración, en medio de una feroz campaña de las corporaciones para derrotar una iniciativa de ley que decidirá la Presidencia y el futuro político de Obama.

Pero mientras los ultraderechistas norteamericanos apoyados por los ex-Ku Klux Klanes y los miembros de las poderosas empresas que se oponen a cualquier tipo de cambio que afecte a sus intereses celebraban el que el Presidente Obama no hubiera podido convencer al Comité Olímpico Internacional de llevar a cabo las olimpiadas en Chicago -lo cual más que una derrota para el Presidente Obama es una pérdida para el pueblo norteamericano incluyendo a quienes festinan la selección de otro país como sede de las olimpiadas, la Academia de Suecia que evalúa a los candidatos al Premio Nóbel les vino a aguar la fiesta al anunciar que el Presidente Obama se había hecho merecedor del Premio Nóbel.

Lo que para un país entero debería ser un motivo de orgullo y de alegría, el que su Presidente por méritos propios sea condecorado con un Premio Nóbel, algo digno de festejarse, en Estados Unidos produjo el efecto inverso en los núcleos identificados con la derecha ultraconservadora, los cuales de inmediato lanzaron aullidos propios de una bestia herida, lanzando aullidos tan feroces que los medios de comunicación aún siguen temblando con el llanto de estos neo-fascistas american style. Y es que cuando la derecha ultraconservadora está decidida a atacar y a criticar duramente todo lo que no le guste o con lo que no esté de acuero, un defecto que parece ser ya suyo por naturaleza, lo hará sin importar de qué se trate. Si alguien que no les cae bien y a quien detestan hace algo que no les gusta, lo atacarán sin piedad. Y si no lo hace, de cualquier modo también lo atacarán sin misericordia alguna, que al fin y al cabo lo importante es denostar y demeritar, por no decir difamar y calumniar.

Veamos ahora el siguiente extracto de otro análisis elaborado para la revista Siempre! por un conocido editorialista:

Nobel a Obama y odio racial en EU
Bernardo González Solano
Revista Siempre!
18 de octubre del 2009

Pero, Obama no sólo recibió las críticas previsibles, ya apareció, sin ocultamientos, la extrema derecha estadounidense. Por ejemplo, el columnista del sitio digital Newsmax —foro de encuentro de los extremistas en la Internet—, escribe: “Cada día gana más peso la posibilidad de que los militares tengan que intervenir como último recurso para solucionar el problema Obama”. El asunto va más lejos: una encuesta colocada en Facebook en la que se consultaba a los internautas si Obama “debía ser asesinado”. El FBI tomó cartas en el asunto y fue retirada del aire, lo que dejó en suspenso la respuesta. El republicano Newt Gingrich, tan cercano al ex presidente George W. Bush, declaró: “El presidente Obama falló en traernos las Olimpiadas, mientras el desempleo ha subido el 9.8 por ciento. Estados Unidos necesita centrar su liderazgo”.

El canal conservador Fox News se preguntó: “Si Obama no pudo convencer para traer los Juegos Olímpicos, ¿cómo va a presionar a los iraníes con su programa nuclear, asegurar el apoyo de los aliados en las dos guerras o reconstituir la imagen de Estados Unidos en Oriente Medio?

El famoso suplemento The New York Review of Books de hace tres domingos tituló su reportaje principal: “La campaña de odio contra Obama” en el que se comenta que están en pie de guerra los locutores radiofónicos, presentadores de televisión e internautas más vitriólicos de la más extrema derecha de Estados Unidos. Personajes como Rush Limbaugh (nacido en Infierno, según consta en su biografía) o Glen Beck desde los estudios de la Fox News prácticamente convocan a la rebelión. En un programa radiofónico, Glen Beck arengaba a sus radioescuchas: “Nos están robando América y quizás sea ya muy tarde para salvarla”. (¿?) Y el fundamentalista Rush Limbaugh dijo: “En los Estados Unidos de Obama, los chicos blancos son golpeados y los negritos aplauden”, en alusión a lo que ha llamado racismo invertido. Como ejemplo para acabar con la administración demócrata de Obama cuenta un incidente en el que dos estudiantes negros golpearon a un joven blanco en un autobús. Y los llama “autobuses segregados”. Por su parte, Glen Beck difunde la tesis de que Obama es un racista que profesa “un odio profundamente asentado a los blancos o a la cultura blanca”. (¿?)

La corresponsal española Yolanda Monge acota en un reportaje que “en la historia moderna de Estados Unidos, nunca antes se había visto un movimiento de protesta de la extrema derecha como el vivido, que incluso llegó a tomar las calles que rodean el Congreso de Washington el mes pasado”.

Es indudable que algo está sucediendo en los grupos extremistas de Estados Unidos. Parece ser que todo se vale para caricaturizar al presidente Obama, faltarle el respeto al grado de llamarlo mentiroso durante una sesión del Congreso aunque después el agresor presentó disculpas; o insinuar que Obama no nació en territorio norteamericano lo que le convertiría en una ciudad sin derecho a ser presidente.

Por esto, no sorprende que un comentarista tan reputado como Thomas Friedman publique en The New York Times que en su país se vive una situación semejante a los meses anteriores a que asesinaran a Isaac Rabin en Israel en 1995. “Ese paralelismo me revuelve el estómago. No tengo ningún problema con las críticas razonables, vengan de la derecha o de la izquierda. Pero la extrema derecha ha comenzado a volcarse en deslegitimar el poder y crear el mismo clima que existió en Israel antes del asesinato de Rabin”.

Dos Kennedy y un Martin Luther King asesinados son más que suficientes.

El porqué del galardón

Como contrapartida a los propósitos de los republicanos y los portavoces de la extrema derecha estadounidense, el 9 de octubre el Storting (Parlamento) de Noruega, con una comisión de cinco diputados que anualmente concede el Premio Nobel de la Paz, se lo otorgó al presidente Obama por sus “grandes esfuerzos para el mantenimiento de la paz en el mundo”. La reacción a tal distinción fue universal. La mayoría apoyando al presidente estadounidense y otros lo criticaron porque “no había tenido tiempo de hacer lo suficiente para merecer esa distinción”.

Obama, que fue enterado por su hija menor, Sasha, de que había ganado el Nobel de la Paz, manifestó que el galardón no era debido a él, sino al liderazgo de Estados Unidos en todo el mundo. Hasta el momento, sólo dos presidentes de la Unión Americana han recibido el Nobel de la Paz, Thomas Woodrow Wilson en 1919 después de la Primera Guerra Mundial. Wilson fue el presidente número 29. Y en 2002 el mandatario 39 de Estados Unidos, Jimmy Carter.

En fin, otro personaje negro estadounidense que obtuvo el Premio Nobel de la Paz fue Martin Luther King en 1964:





Cuatro años más tarde, el líder de los derechos de los negros en Estados Unidos fue asesinado.

Desde cualquier ángulo que se le mire, la administración Republicana del Presidente George Bush (cuyo padre siendo también Presidente de los Estados Unidos tuvo en encuentro amistoso con nadie menos que con uno de los principales fundadores y cerebros de la ultraderechista Universidad Autónoma de Guadalajara que bajo el disfraz de la lucha anticomunista ha estado impulsando una terrible conspiración para afianzar con mano de hierro a la derecha ultraconservadora en el poder en México) resultó funesta no sólo para los Estados Unidos sino también para el resto del mundo. No sólo destruyó el superávit y la bonanza económica legada por el Presidente Demócrata Bill Clinton a su sucesor el Republicano George Bush, el cual para poder ser Presidente recurrió a chicanas legales para poder arrebatarle sus posibilidades de triunfo al Demócrata Al Gore -Premio Nóbel- como lo hiciera el panista Felipe Calderón en México. También metió a Estados Unidos en dos guerras terribles y costosas que contribuyeron a arrojar a los Estados Unidos a su peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929. Y al negarse a ratificar el Protocolo de Kyoto contra el calentamiento global argumentando que se trataba de “meras especulaciones científicas”, el principal país productor de dióxido de carbono terminó siendo culpable de que se perdiera una dédada valiosa pese a que el planeta entero se estaba encaminando a la emergencia planetaria que estamos viviendo hoy a consecuencia del ese cambio climático que al decir de George Bush eran “meras especulaciones científicas”. Y en lo que a México toca, el Presidente Bush incumplió la promesa que le hiciera personalmente a Felipe Calderón en el encuentro que tuvieron en Yucatán de que el gobierno norteamericano a su cargo resolvería la cuestión migratoria que afecta a millones de indocumentados mexicanos que laboran en los Estados Unidos. Muy tarde se dieron cuenta entre los habitantes de la comunidad hispana en dicho país de que cualquier esperanza que pudiera haber para una reforma migratoria para legalizar la situación de esos millones de indocumentados que tanto han contribuído a la economía norteamericana estaba no en el Partido Republicano sino en el Partido Demócrata. ¡Pero pese a todo esto, para los ultraconservadores que han encontrado acogida en el Partido Republicano (emulando la infiltración de ultraderechistas que terminaron apoderándose del Partido Acción Nacional en México), Obama es “todo un peligro para los Estados Unidos”! Naturalmente, con este tipo de gente no puede haber ningún tipo de acuerdo ni de diálogo porque es gente de cabeza dura que no entiende razones, al igual que los Nazis de Alemania, los falangistas de España, y los militantes de organizaciones ultraderechistas secreteras de México omo la Organización Nacional del Yunque.

Los hechos arriba destacados dán firme sustento a la observación hecha previamente de que no sólo en México la ultraderecha conservadora está en auge a través de las sociedades secretas de corte neo-Nazi que la sustentan desde centros de diseminación como la Universidad Autónoma de Guadalajara, el paraíso del neo-Nazismo latinoamericano. También en los Estados Unidos padecen estas lacras terribles, que subsisten pese a que el comunismo marxista-leninista ha dejado de existir convirtiéndose en un cada vez más distante recuerdo. Gracias a esta peste moderna, a México no le ha ido nada bien últimamente. Y por lo que se ve que está ocurriendo allá, a los norteamericanos que forman la mayor parte del pueblo tampoco. Y posiblemente lo peor esté aún por venir, a menos de que se les pare el carro a los talibanes de la extrema derecha, los cuales a como van no están muy lejos de intentar cometer un magnicidio en contra del Presidente Obama, porque son capaces de esto y mucho más. Como un anticipo, tenemos a continuación una de muchas mofas que los ultraconservadores norteamericanos simpatizantes del ultraderechismo que está siendo nutrido entre las filas de los Republicanos están haciendo circular por Internet en desprecio hacia quien, les guste o no les guste, es el Presidente por el cual votó en mayoría el pueblo norteamericano: