domingo, 13 de septiembre de 2009

Los parientes consanguíneos de Hitler

Es poco conocido, y es algo que los fantasiosos literatos de la ultraderecha neo-Nazi contemporánea intentan minimizar o inclusive ignorar por completo, el hecho de que uno de los sobrinos de Hitler, William Patrick Hitler, tomó las armas durante la Segunda Guerra Mundial en contra de su propio tío y en contra de la funesta ideología extremista que pregonaba, respaldando incluso la publicación de un libro en el cual denunciaba la terrible verdad acerca de su tío que la maquinaria propagandística de la Alemania Nazi:





Pero William Patrick Hitler (redescubierto por David Gardner en su libro The Last of the Hitlers, del cual se hizo un videodocumental) no es el único emparentado con el dictador ultraderechista alemán. La búsqueda a través de los años de la parentela de Hitler, sobre todo la que ha estado escondida en el anonimato eludiendo detección, ha continuado su curso. La ascendencia genética del dictador alemán Adolfo Hitler había permanecido como uno de los más profundos misterios históricos que parecían impenetrables, hasta que se ha ido dando a conocer a través de noticias como la siguiente:

Logran descifrar el ADN de Hitler
News.Yahoo.com
13 de septiembre del 2009

Un funcionario de aduanas y un periodista lograron descifrar en Bélgica el ADN de Adolf Hitler, un dato no revelado hasta el momento que permite identificar genéticamente a familiares del Führer alemán.

En su versión digital, el diario español El Mundo cuenta que mediante distintas pruebas, que incluyen colillas de cigarro olvidadas, servilletas de papel o sellos de cartas desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders dieron con el paradero de 39 parientes de Hitler.

“Tres bisnietos del padre de Hitler, Alois, aún se esconden en Long Island (Nueva York, EEUU) bajo el apellido falso Stuart-Houston. Louis y Brian comparten una casita de madera en East Patchogue, donde trabajan como jardineros, mientras que Alexander es un psicólogo retirado que ayudaba a los veteranos de otra guerra, la de Vietnam, y vive en East Northport, a pocos kilómetros. Howard, el cuarto hermano, era agente de la policía de Nueva York y murió en 1989, estando de servicio. No se conocen más fotos de ellos que las que se hicieron en los años 70 para la orla del instituto, no se relacionan con nadie, ni siquiera los vecinos los conocen. No responden si alguien llama a la puerta y evitan cualquier confrontación con su pasado”, describe el artículo.

Se han puesto de acuerdo en no tener hijos para extinguir la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo, pero han prometido publicar un libro antes de morir”, relata Mulders, de 41 años.

El reportero del periódico belga Het Laatste Nieuws y de la revista Knack consiguió robar a los Stuart-Houston una muestra de ADN. Lo hizo con la ayuda de Marc Vermeeren, 51 años, historiador y genealogista ´amateur´ obsesionado con Hitler, quien amontona en su estudio más de 500 biografías del dictador y 20.000 documentos, entre ellos su partida de nacimiento.

El código genético del dictador y todas las muestras de ADN de sus familiares descansan guardados en un banco.

La nota original es la siguiente:

Crónica - Investigación en Bélgica La familia viva de Hitler
Albert Segura, Bruselas
EL MUNDO.ES
13 de septiembre del 2009

Un funcionario de aduanas y un periodista han logrado descifrar en Bélgica el ADN de Adolf Hitler, un secreto nunca antes revelado que ahora permite identificar genéticamente a cualquier familiar del dictador alemán.

Desenmarañando su árbol genealógico, analizando colillas de cigarro olvidadas en un pueblecito de la Baja Austria, una servilleta de papel usada en un fast food de Nueva York o los sellos de cartas enviadas hace más de 30 años desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders ya han dado con 39 parientes del Führer vivos.

Tres bisnietos del padre de Hitler, Alois, aún se esconden en Long Island (Nueva York, EEUU) bajo el apellido falso Stuart-Houston. Louis y Brian comparten una casita de madera en East Patchogue, donde trabajan como jardineros, mientras que Alexander es un psicólogo retirado que ayudaba a los veteranos de otra guerra, la de Vietnam, y vive en East Northport, a pocos kilómetros. Howard, el cuarto hermano, era agente de la policía de Nueva York y murió en 1989, estando de servicio. No se conocen más fotos de ellos que las que se hicieron en los años 70 para la orla del instituto, no se relacionan con nadie, ni siquiera los vecinos los conocen. No responden si alguien llama a la puerta y evitan cualquier confrontación con su pasado.

“Se han puesto de acuerdo en no tener hijos para extinguir la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo, pero han prometido publicar un libro antes de morir”, relata Mulders, de 41 años. Este reportero del periódico belga 'Het Laatste Nieuws' y de la revista Knack ha conseguido robar a los Stuart-Houston una muestra de ADN. Lo hizo con la ayuda de Marc Vermeeren:





, 51 años, historiador y genealogista 'amateur' obsesionado con Hitler, quien amontona en su estudio más de 500 biografías del dictador y 20.000 documentos, entre ellos su partida de nacimiento.

Recogieron el ADN en una servilleta

Los dos 'cazahitlers' tuvieron que esperar siete días y siete noches bajo una tormenta de nieve y la mirada amenazante de los vecinos, hartos de ver a curiosos merodeando por el barrio, para que el hermano mayor, de 60 años, abandonara por fin su escondite, hambriento. Alexander A. Stuart-Houston (“¿A. de Adolf?”, se pregunta Mulders) condujo hasta un restaurante 'drive in', de esos donde se come sin salir del coche. Pidió unas alitas de pollo y las ingirió al volante. Se limpió con una servilleta de papel y la arrojó a la carretera. “Y allí estábamos nosotros, con unos guantes de látex, unas pinzas y una bolsa de plástico, recogiendo la servilleta asquerosa, con sus labios marcados en grasa de pollo”.

Ahora, el código genético del sanguinario dictador y todas las muestras de ADN de sus familiares vivos están en la cámara acorazada de un banco, así que Hitler, de alguna forma, ha regresado al búnker.

En la Baja Austria, en cambio, los Hitler no se han complicado tanto y han intentado borrar su pasado maquillando sólo un par de letras de su nombre, hasta llamarse Hüttler y quedar décadas camuflados entre los centenares de Hietlers, Hiedlers, Hütlers o Hüetlers que llenan los listines telefónicos.

Pero Vermeeren lleva años peregrinando a las granjas de la familia del Führer en Spital y Walterschlag y se sabe de memoria todos los archivos parroquiales sin que se le escape ninguna partida de nacimiento ni acta de defunción. Incluso tiene un documento del año 1457 que ya sitúa en la zona a los entonces Hytler.

“Todos los Hüttler que viven en la región del Waldviertel son descendientes lejanos de Hitler, aunque muchos ni siquiera lo saben. Los hombres comparten su mismo cromosoma Y. No importa que hayan pasado cien o mil años, nunca se pierde”, advierte. La clave de su investigación es seguir el rastro genético de dicho cromosoma, el único que los varones heredan sólo por vía paterna, así se puede saber con precisión si dos hombres pertenecen a un mismo linaje.

En un trabajo trascendental diseminado en Internet por la Alianza Estudiantil Prometeo de la Universidad Iberoamericana, se documentó la posibilidad del hecho de que Hitler haya sido descendiente no de Alois Hitler sino de un judío banquero francés de la casa Rothschild, y que su odio exacerbado en contra de los judíos haya tenido que ver con su amargura y su rencor de no habérsele reconocido como descendiente de los Rothschild con todos los derechos que habría tenido a compartir con ellos su inmensa fortuna familiar.

¿Resuelve lo anterior el enigma de la presunta ascendencia judía de Hitler?

Desafortunadamente, no.

Para hacer un análisis genético definitivo, se tendría que tener a la mano al menos el cadáver de Hitler para extraerle muestras de su ADN y elaborar el código genético completo a partir de la muestra. Pero Hitler tuvo la ocurrencia de que después de su suicidio se incinerara completamente su cuerpo reduciéndolo a cenizas, volviendo imposible la toma de tal muestra extraída de su cadáver.

De cualquier manera, aunque Hitler haya crecido resentido por haberse creído el descendiente ilegítimo de una familia de acaudalados judíos que nunca quisieron reconocerlo como parte de la familia, a fin de cuentas no es esto lo que le botó el cerebro. Lo que desquició a la mente de Hitler además del neo-Darwinismo social basado en las teorías de la superioridad biológica racial pregonado por tipos como Alexis Carrell fue la asimilación total del fraude literario ruso conocido como “Los Protocolos de los Sabios de Sión” reforzado con el libelo ultraderechista “El Judío Internacional” de Henry Ford (inspirado a su vez en los mismos fraudulentos Protocolos), misma literatura que desquició a toda una generación de alemanes, misma literatura que ha desquiciado a los impulsores y seguidores de la terrible sociedad secreta Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara con la cual recurriendo al espantajo fantasioso de “la gran conspiración judía masónica comunista” se han estado presentando ante sus enceguecidos seguidores clandestinos como los “salvadores” de México, una “salvación” de la cual México ya ha tenido nueve años de experimentación a partir del año 2000.