miércoles, 12 de agosto de 2009

Autoritarismo, imposición y fanatismo

No transcurrieron ni siquiera 24 horas de que Spectator publicó el 29 de agosto del 2009 en “Las Crónicas de Spectator” su entrada titulada Un presidente sitiado, denunciando el dedazo con el cual se planeaba elevar desde la Presidencia de la República a uno de los principales miembros de la ultraderecha mexicana a la máxima dirigencia del hoy partido oficial, el Partido Acción Nacional, para que desde San José, Costa Rica, el mismísimo Presidente Felipe Calderón se quejara ante los medios afirmando que no había tal cosa, diciendo: “Están equivocados y son injustos aquellos que consideran que por la amistad que tengo con personalidades del PAN se infiera que haya una imposición para renovar la dirigencia del Partido Acción Nacional”.

Puesto que Felipe Calderón parece tener tan buenos oídos, en esta ocasión Spectator se dirigirá a través de este medio directamente al Presidente de México, se dirigirá al mismo Felipe Calderón. Sí, a usted en persona, Sr. Felipe Calderón.

En primer lugar, y antes de continuar adelante, es necesario que dejemos algunas cosas en claro, Sr. Felipe Calderón.

Usted sabe perfectamente qué es la Organización Nacional del Yunque, usted sabe perfectamente cuál es el tipo de ideología que nutre a este tipo de organizaciones extremistas. En este asunto, por favor no quiera fingir demencia ni ignorancia, porque eso no le queda a su investidura presidencial.

El que usted, desde que tomó posesión de su cargo en unas elecciones que pusieron en jaque ante el mundo entero la credibilidad de la endeble democracia mexicana, no haya pronunciado en ninguno de sus discursos públicos la palabra Yunque no quiere decir que usted ignore lo que significa dicha palabra en el contexto histórico-político actual de México. ¡Y vaya que usted se ha abstenido cuidadosamente de mencionar dicha palabra en todos sus discursos públicos! Esto lo puede afirmar Spectator categóricamente y sin lugar a dudas porque Spectator tiene en sus manos todo lo que usted ha pronunciado en todos sus discursos públicos desde que usted tomó posesión de la Presidencia ahora a su cargo. Spectator ha estado siguiendo de cerca sus pasos mucho mejor de lo que usted se imagina. Sin embargo, en esto último usted no tiene nada que temer, porque a fin de cuentas Spectator no es su enemigo, nunca lo fué. Usted sabe perfectamente bien quiénes son en estos momentos los verdaderos enemigos de México, los que desde las sombras nutriendo el fanatismo y alimentando su ambición con alianzas y pactos secretos forjados en las tinieblas y en organizaciones clandestinas que operan al igual que cualquier mafia han estado nutriendo y siguen nutriendo sus sueños megalómanos arrastrando consigo a mucha gente inocente que ingenuamente ha caído y sigue cayendo en las garras de estas organizaciones de desquiciados.

Usted ya sabe también quiénes son los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Y no nos estamos refiriendo aquí al estudiantado común y corriente de dicha universidad, como tampoco nos estamos refiriendo a los integrantes del equipo de futbol. Nos estamos refiriendo a los agentes de la organización clandestina neo-fascista más poderosa del continente americano, cuya influencia se está extendiendo por todo el territorio nacional más allá de los confines de dicho campus universitario.

Pero no sólo sabe usted quiénes son los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara y la Organización Nacional del Yunque. Usted sabe también acerca de la afiliación del ultraderechista César Nava Vázquez, juramentado dentro de estas organizaciones secretas de inspiración neo-Nazi cristera cuya conspiración en contra de México sigue adelante sin que nadie los pueda detener en seco.

Esta es la clase de gente ante la que usted ha claudicado, Sr. Felipe Calderón. Sí, usted, Sr. Felipe Calderón.

¿Y todavía cree usted en su cada vez más deteriorado cerebro -culpemos de ésto último a los estragos del poder- que usted va a ser el hombre que salvará a México de esta grave amenaza?

¡Por favor!

Habiendo dejado lo anterior en claro, veamos ahora su faramalla de que la acusación de que la virtual imposición desde la Presidencia de la República del ultraderechista César Nava en la presidencia del Partido Acción Nacional era obra -entre otros- de un Spectator equivocado e injusto. Veamos las circunstancias en las cuales se llevó a cabo la instauración de la ultraderecha nacional nuevamente a la cabeza del Partido Acción Nacional en la persona de César Nava. Veamos lo que se consumó aquél sábado 8 de agosto del 2009, confirmando lo que ya había advertido Spectator desde tiempo atrás.

A puerta cerrada, bajo la mirada severa y siempre vigilante del mismo Presidente de México que estuvo allí en persona (algo que nunca ocurrió en los tiempos de la hegemonía del PRI) para poder identificar personalmente con sus propios ojos a quienes se atrevieran a oponerse a la imposición presidencial del candidato único registrado para contender por la presidencia nacional del Partido Acción Nacional, en una elección “democrática” -tan democrática como esas que se llevaban a cabo en la Unión Soviética y como las que se siguen llevando a cabo en Cuba con candidato único “oficial” registrado, algo que la derecha y ultraderecha panistas siempre atacaron y criticaron despiadadamente en sus discursos en otros tiempos cuando veían casi imposible el llegar a las riendas del poder-, dentro del PAN se consumó no sólo uno de los “dedazos” presidenciales más descarados que haya vivido instituo político alguno en México tras el ascenso del PAN al poder, sino se festejó también el regreso de la ultraderecha de México a la cúpula máxima del que hoy es el partido oficial, el partido en el gobierno; porque César Nava, el hombre impuesto directamente por obra y voluntad del hombre que detenta el poder en Los Pinos, es precisamente uno de los más prominentes miembros de las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana aglutinadas en torno a la lúgubre y maquiavélica Organización Nacional del Yunque.

Mal haría Spectator en estar citando únicamente a Spectator para sustentar pedantemente sus señalamientos en contra de tan viciado y antidemocrático proceso que se tradujo en uno de los más importantes triunfos políticos recientes de la ultraderecha mexicana encubierta. Veamos lo que otros tienen que decir acerca de lo ocurrido.

Se consuma la imposición: Nava, nuevo presidente del PAN
Álvaro Delgado
Revista PROCESO

8 de agosto del 2009

En lo que fue el trámite final de la imposición de César Nava como su nuevo presidente, el Partido Acción Nacional (PAN) exhibió hoy su peor rostro: El de la censura y la opacidad.

El desahogo del trámite de elección por parte del Consejo Nacional se realizó a puerta cerrada, pero se decidió transmitir por circuito cerrado de televisión el discurso de despedida de Germán Martínez, quien lanzó una serie de descalificaciones contra quienes no identificó, aunque --eso sí-- ratificó sus loas a Calderón. “Este es y seguirá siendo su partido”, le dijo.

Nadie entendía por qué Martínez negó “categóricamente” que se presente al PAN como subordinado a intereses externos: “Niego categóricamente que este partido está al servicio de los intereses de la televisión”.

Y enseguida acusó, sin mencionar nombres: “Estamos esperando todavía de algunos de los que hablaron explicación de esas concesiones de la televisión”.

Uno “de los que hablaron” fue Santiago Creel, exsecretario de Gobernación con Vicente Fox -quien no asistió, como Diego Fernández de Cevallos- y otro fue Javier Corral, ambos críticos de los pactos de Calderón con las televisoras, pero eso no lo sabía nadie, salvo los panistas que estaban encerrados en el salón Manuel Gómez Morin.

Los periodistas, aunque tenían conocimiento de que ellos habían sido dos de los diez oradores que hicieron uso de la palabra antes de Martínez, jamás pudieron oir ni ver los discursos porque la jerarquía panista impuso la censura.
De los 24 panistas que solicitaron el uso de la palabra, sólo se le permitió hacerlo a diez, y al resto se le impidió hablar, entre ellos a Manuel Espino, el expresidente del PAN que ayer comió con Nava, a quien mandó “olímpicamente al carajo” por haberse filtrado a los medios ese encuentro.

El circuito cerrado de televisión del PAN sólo transmitió el discurso de Martínez, quien dijo que renunció al cargo “porque no quiero ni debo ni seré nunca motivo de discordia entre panistas”, y se dio paso a los periodistas al de María Elena Alvarez de Vicencio y al de Nava.

Corral, al concluir la unción de Nava --que obtuvo 290 de 371 votos de los consejeros, 39 decidieron anular su voto y 19 se lo llevaron a su casa--, advirtió del intento de manipulación de los jerarcas del PAN y propuso a los reporteros solicitar la grabación de las intervenciones de los consejeros críticos, cuya descalificación de Martínez sí fue transmitida.

Pero todos se lavaron las manos: Héctor Villarreal, vocero de Martínez, dijo que él había dejado de tener responsabilidad en el PAN, y Nava, nuevo presidente del PAN, también se negó a proporcionar la grabación de las intervenciones de Creel, Corral, Fernando Canales y Juan José Rodríguez Prats, quienes criticaron también la pérdida de principios de su partido.

En su primera conferencia de prensa, y para fundar su decisión a favor de la opacidad, Nava recomendó a los interesados solicitar al PAN la información con base en la Ley Federal de Acceso a la Información.

Por su parte, Creel lamentó que Martínez no haya reconocido ni corregido sus errores como él, aseguró, lo ha hecho: “Una situación de esa naturaleza, en donde la camaradería castrense que acostumbramos en el PAN no se vio, y sobre todo el error por parte de él no está corregido, de mi parte sí. Ahí está la reforma electoral, muchas acciones e iniciativas que he dado. Aquí nunca se corrigió el poder que tuvieron las televisoras en la gestión de Germán Martínez.”

Al final, pese a que obtuvo 39 votos en contra, otros 19 votos de consejeros que no se depositaron en la urna y 33 ausentes, Nava dijo estar feliz porque el 88% de los consejeros le dio su apoyo.

En su discurso planteó unidad entre los panistas y el rescate de los principios del PAN, y expuso: “Les pido, compañeros consejeros nacionales, que no me instruyan ganar a costa de lo que sea. Se los pido porque no aceptaría ganar esa encomienda, ni la pido ni la aceptaría, vamos a ganar elecciones sobre la base de los que somos.”

También ofreció revisar la relación con el gobierno: “La relación partido-gobierno debe estar construidas sobre bases claras: autonomía en la coordinación y apoyo sin subordinación, ni un partido de Estado, ni un partido del Estado". (¿?)

Por su parte, y ya cuando se iba, Calderón celebró la unción de Nava, su exsecretario particular: “Me siento contento por este relevo institucional en la vida orgánica del PAN (y) le deseo a César Nava éxito en una gestión que será compleja, difícil, retadora, pero que a la vez es esperanzadora para la vida del partido-¿Prevaleció el dedazo? –preguntó un reportero.

Calderón se dio la vuelta y se fue.

Veamos ahora lo que nos dice otro conocido editorialista:

Por la puerta de atrás
Yazmín Alessandrini
Revista Siempre!
16 de agosto del 2009

Mientras los calderonistas trabajan a marchas forzadas para dejar atrás el trago amargo del domingo 5 de julio, los panistas fueron llamados a convención extraordinaria por la renuncia de varios integrantes del Comité Nacional de su Partido. Reclamando un supuesto derecho de privacidad los organizadores convirtieron la convención en un verdadero cónclave; en el que las letras que nos rigen a todos pudieron ser dejadas a un lado, para guiarse y decidir sólo por la voluntad de un ser superior; nadie me lo contó, de ello dio fe el notario 18.

Pero no es la primera vez que los calderonistas estiran, lo estirable; para lograr sus objetivos. Nuevamente llegaban cuestionados a un proceso de transición, pero en esta ocasión eran los de casa los que estaban inconformes por lo que estaba sucediendo en el país.

Las verdaderas inconformidades poco tenían que ver con la juventud de los jóvenes dirigentes que intercambiarían el mando; por fin se habían dado cuenta los consejeros que venían de todo el país; militantes de todas las corrientes, de todos los momentos posibles del presente y pasado inmediato del PAN, que el mundo de caramelo sólo era una canción y que debían cerrar foxilandia para abrir una escuela que les enseñe a gobernar. Una convención privada que tuvo su más álgido momento antes de presentar al nuevo príncipe.

El punto cinco del orden del día circulado, que parecía de trámite se convirtió en juicio abierto matizado de reflexión, que alargó la sesión algo así como 120 minutos; 120 minutos en que los panistas se permitieron ser, no funcionarios públicos, no graduados de escuelas de negocios o empresarios de “éxito”, del norte o del sur, doctrinarios o liberales; por 120 minutos dejaron a un lado sus apellidos y su linaje para ser simplemente lo que somos nosotros, mexicanos comunes y corrientes, víctimas de un sistema en agonía. Muchos dijeron recio y quedito, afuera y adentro que después de lo que pasó el 5 de julio, lo menos que merecían era una explicación.

Los calderonistas sabían que las explicaciones no debía darlas el que acabó pagando por los platos rotos, pero en un país en el que el sistema político se mantiene cohesionado por el ejercicio férreo del poder, el jerarca tendría que presenciar en silencio, no podían permitirse más desfiguros. Por ello las piezas discursivas que fueron emitidas, y que pretenden se pierdan en la memoria de los asistentes, les hicieron sentir a todos aquellos que se atreven a dudar o cuestionar lo que vive todos los días el compañero que debe cuidar de la silla que no habla. Después, las últimas palabras de quién sería sacrificado para que los calderonistas obtuvieran una segunda oportunidad: “Algún día seré todas las cosas que amo”.

Todo pareciera que la intención fue convertir su salida en la lápida que entierre en el olvido los errores cometidos y que llevaron al PAN en el poder, a esta situación tan comprometida; sus últimas palabras fueron honradas con un arreglo floral tan magnificente como los que se envían en un último adiós.

Lo sucedido en esta primera etapa del cónclave sabatino, pronto se olvidará, hay “gente” que se está encargando de ello, creen que la memoria de los asistentes es corta y que están suficientemente calificados en el manejo de las situaciones y las circunstancias del poder.

La Convención continuó, se abrieron las puertas brevemente para presentar frente a los medios de comunicación al futuro nuevo príncipe, ejercicio que pareció más una maniobra para bajar la presión de lo antes sucedido, después concluirían el cónclave con “religiosa” privacidad. La mirada del jerarca no dejó de ser la de un hombre solo, que requiere ayuda, no señalamientos o cuestionamientos; su mirada parecía la de un entrenador buscando nuevos talentos. En esta forzada visita por su casa poco cambió su semblante; solamente cuando en los breves encuentros de pasillo se topaba con compañeros que simplemente son lo que un día él fue, un mexicano de a pie, se detenía para brindarles una sonrisa y una breve palmada. Su actitud, dejó ver que trabaja con lo que tiene y hace lo que puede.

De los organizadores y los asistentes al cónclave, es más que obvio que están aprendiendo; nada que deba extrañarle a nadie, pues su familia política es joven en las artes del ejercicio del poder público. Pero alguien debe recordarles que hay tareas que no permiten ningún error. Pues esto también quedó en evidencia este sábado, no lo vio el que no quiso y lo que podría ser peor, tampoco lo vieron los que tienen la obligación de verlo.

Esta falta de preparación, sumada a las circunstancias, mantiene en una zona de riesgo al país y aunque pocos lo quieren decir hay indicios suficientes para afirmar que continúa comprometida la integridad física de quienes ejercen el poder político de alto nivel. Habrá muchos integrantes de la corte del jerarca que piensen que con lo del sábado “haiga sido como haiga sido”, dejan atrás los errores cometidos.

Seguramente reanudarán sus actividades creyendo que pronto todo quedará en el olvido y que su lugar en el organigrama formal o en el informal está garantizado, inclusive habrá quienes pretendan aspirar en otras posiciones.

Pero como dicen por ahí: lo que no descubre el agua, lo descubre el tiempo; por el bien de todos ojalá que todavía lo tengamos.

La siguiente nota periodística dá la razón a Spectator cuando afirma la relevancia que tuvo para la ultraderecha mexicana basada en el neo-Nazismo antisemita del nuevo milenio la ayuda que recibió César Nava apoyado por el dedazo presidencial por un lado y por sus cófrades del Yunque por el otro.

Ratifica el calderonismo su poder sobre el PAN; lo ayudó El Yunque
Georgina Saldierna y Enrique Méndez
LA JORNADA
9 de agosto del 2009

En alianza con la ultraderecha, los calderonistas ratificaron ayer su dominio sobre el Partido Acción Nacional (PAN), una vez que César Nava Vázquez fue electo –con 290 votos a favor, 39 anulados y 19 abstenciones– presidente interino del partido, para concluir el periodo de Germán Martínez Cázares que termina en diciembre de 2010.

El presidente Felipe Calderón felicitó a su paisano y le deseó éxito en una gestión que, consideró, será compleja, difícil y retadora, pero, al mismo tiempo, esperanzadora para la vida del blanquiazul. En breve entrevista, señaló que su antiguo secretario particular representa una nueva generación de políticos en Acción Nacional: con talento, juventud y liderazgo sabrá conducir al partido al cumplimiento de sus metas y objetivos, subrayó.

Al solicitar el apoyo de los consejeros nacionales reunidos en sesión extraordinaria, César Nava ofreció cuidar la unidad del PAN como “un tesoro invaluable” y construir un partido con identidad, distinguible y capaz de transformar la realidad concreta del país, con lo que aludió a las críticas de que el panismo cada día se parece más al Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Demandó a sus correligionarios que no lo instruyan a ganar elecciones a costa de lo que sea, porque dijo que no lo aceptará. “Vamos a ganar siendo fieles a lo que somos y a nuestra identidad”, puntualizó el nuevo dirigente, lo que arrancó aplausos entre la militancia.

Conocedor de las divergencias que suscitó su cercanía con el jefe del Ejecutivo federal, definió que partido y gobierno son distintos por su esencia y sus fines, pero no distantes, porque están llamados a la colaboración para la consecución de bienes comunes y el acceso democrático al poder.

En este marco, añadió, “la relación partido-gobierno debe estar construida sobre bases claras: autonomía en la coordinación y apoyo sin subordinación. Ni un partido de Estado ni un partido del Estado”, ofreció ante 348 consejeros de un total de 371.

Ante Calderón Hinojosa y su esposa Margarita Zavala, César Nava hilvanó un discurso en el que trató de dar respuesta a las críticas que se hicieron al proceso de sucesión, entre las que destacan la denunciada intromisión gubernamental en la elección; la concreción de un segundo “dedazo” por el mandatario y la consecuente subordinación del partido al gobierno; la puesta en marcha de acciones similares a las del tricolor, y la falta de un proceso de reflexión sobre las causas que originaron la debacle electoral del PAN.

Sin embargo las explicaciones del dirigente y la actuación de calderonistas y yunquistas no convencieron del todo a los liderazgos inconformes, quienes salieron de la sede nacional panista manteniendo sus críticas y en el mejor de los casos, dando el beneficio de la duda a la nueva dirigencia, a la que de cualquier manera, se comprometieron a apoyar.

La intervención de Nava en el consejo fue precedida por la de Elena Álvarez, quien presentó su candidatura, y por la de Germán Martínez, presidente saliente del PAN, quien por su lado, explicó que renunció a ese cargo tras la derrota electoral, porque no quiere ser motivo de discordia entre la militancia.

Con ausencias como las del ex mandatario Vicente Fox y de liderazgos como el de Diego Fernández de Cevallos, consideró que los magros resultados del 5 de julio se originaron en la crisis económica, la dinámica interna del PAN, y el manejo “parcial, faccioso y embustero de muchos gobernadores priístas que conducen sus estados como haciendas personales”. Por ejemplo, dijo que parte de la derrota panista en el estado de México “se encuentra en el dinero sin control de ese gobernador –Enrique Peña Nieto, del PRI– que tiene una idea del país del tamaño de un anuncio de televisión”.

También resaltó que la legitimidad del PAN para construir un Comité Nacional o sustituir a un presidente sólo está en el Consejo Nacional; no está en otra parte, ni nadie la busca en otra parte, puntualizó. Esto último ante las denuncias presentadas previamente sobre la intromisión gubernamental en el proceso de elección del dirigente del instituto político.

Germán Martínez terminó su discurso al borde de las lágrimas. Su esposa, Margarita Garmendia, subió al templete para abrazarlo y momentos después, bajó con un gran ramo de flores blancas que Margarita Zavala le entregó.

Una vez registrado el debate sobre la elección interna y el fracaso electoral, forzado por los opositores que habían amenazado con no participar en la reunión si no se hablaba sobre esos puntos, César Nava ratificó su propuesta de crear una comisión de reflexión y análisis de los comicios de 2009, integrada por José Luis Coindreau, Elena Álvarez, Humberto Aguilar, Marko Antonio Cortés, José Espina, Arturo García Portillo, Mariela Pérez de Tejada, Gabriela Ruiz del Rincón, Fernando Torres Graciano, Alejandro Vázquez y Javier Corral. Este último declinó participar en dicha instancia.

“Que quepan todos”

De igual manera prometió que no habrá espacios para la lógica del todo o nada, que divide entre ganadores y vencidos; entre hegemónicos y excluidos, entre los unos y los otros. Pidió de esa manera, “construir un partido en el que quepan todos”.

Luego de la votación, en la que obtuvo más de 66 por ciento de los sufragios –cantidad necesaria para convertirse en dirigente del panismo–, pero también de manera inédita, 39 votos anulados, el nuevo presidente del PAN inició sus actividades incluyendo en el Consejo Nacional a Ernesto Ruffo, y en el Comité Ejecutivo (CEN) a Héctor Larios Córdova, coordinador de los diputados federales salientes, y a los senadores Ricardo García Cervantes y Humberto Aguilar. Estos dos habían renunciado a dicha instancia para protestar porque no se aprobó la renovación de todo el CEN.

Veamos ahora las observaciones hechas por otro destacado analista con respecto al recurso de la aplanadora presidencial para imponerle al partido oficial su dirigente máximo:

De “jolopo” a Nava
Ricardo Alemán
Itinerario Político
EL UNIVERSAL
9 de agosto del 2009

En tiempos de la hegemonía del PRI, la designación del candidato presidencial del partido oficial era igual a designar al que sería el nuevo presidente.

Que expliquen la metamorfosis del PAN

Dormir demócratas y despertar como PRI

En tiempos de la hegemonía del PRI, la designación del candidato presidencial del partido oficial era igual a designar al que sería el nuevo presidente. Se vivía el florecimiento del grosero autoritarismo y la nula democracia intramuros del PRI.

Es decir, que durante todas esas décadas el presidente en turno era no sólo el dueño del partido tricolor, sino que una de sus facultades autócratas era la designación de su sucesor. Por eso, en buena parte de esas décadas, los partidos opositores no eran más que invitados de palo. Es decir, convidados testimoniales.

El asunto llegó al extremo de la farsa de democracia que se vivía en los años 50, 60, 70 y 80 del siglo pasado, que durante la elección presidencial de 1976 el saliente presidente Luis Echeverría, no sólo designó candidato presidencial a su amigo José López Portillo, sino que “jolopo” compitió sin ningún contrincante formal. Es decir, el PAN —que en esos años era sólo testigo del reparto del poder ya que su vocación era un apostolado democrático antes que una competencia—, vivió en ese 1976 su más grave crisis política. Debido a pugnas internas, el PAN no postuló candidato presidencial.

Pero también durante todos esos años el crítico más severo de la simulación democrática del PRI era el PAN, partido que centraba sus baterías precisamente en la simulación democrática de los tricolores, en la falta de reglas claras para seleccionar a los jefes del partido y, por supuesto, a los aspirantes a puestos de elección popular. El PAN presumía de sus reglas y su cultura democrática. Los azules eran ejemplo en la lucha por dirigir al partido y por seleccionar a sus mejores hombres en los puestos de elección popular.

¿Apostolado o poder?

Viene a cuento el ejercicio memorioso porque a más de tres décadas de la extraordinaria simulación democrática de 1976 —lo que por cierto detonó la primera gran reforma electoral impulsada precisamente por López Portillo, y de la cual el PAN fue contribuyente directo—, el gobierno de Felipe Calderón y el PAN de Germán Martínez parecen empeñados en repetir la historia, aún no en la candidatura de 2012, pero sí en el relevo del jefe nacional del PAN.

Nava es —guardadas diferencias de tiempo y forma y partido—, el “jolopo” de Calderón para la sucesión de la dirigencia azul, en tanto que el PAN vive una crisis emparentada a la de 1976, en la que se enfrentaron dos corrientes cuyos extremos irreconciliables por poco y destruyen al partido. ¿Qué es lo que está pasando intramuros del PAN, como para convertirse en un partido capaz de mimetizar algunos de los peores episodios de la vida política mexicana?

Pasó lo que tenía que ocurrir y que algunos como el propio Calderón advirtieron antes de 2000: los azules ganaron el poder y perdieron al partido, que era su apostolado democrático. El PAN vive una metamorfosis que en la práctica debió dejar atrás el “zurrón” de apóstol de la democracia y debió verse a los ojos de todos el nuevo traje, el de partido en el poder. Pero resulta que en la pasada elección —julio de 2009—, quedó claro que aún no termina de irse el viejo partido azul y tampoco acaba por llegar el partido en el poder.

Y los signos de ese dilema son claros para el que quiera verlos. Vamos por partes. En los previos a julio de 2009 la presidencia de Germán Martínez no subió al encordado con el traje nuevo de partido en el poder. No desplegó sus capacidades, fortalezas, y todo el brillo de un partido y su gobierno en el poder. No subió a la pelea con su vieja casaca de partido opositor. Martínez acusó de todos los males que heredaron los gobiernos panistas —y casi acusa de heredar hasta las torpezas en el poder—, a los gobiernos del PRI.

El PAN, igual que el PRI

Si lo medimos con la elección del 5 de julio, el ensayo de Martínez resultó un fracaso. Acaso por eso —y para acelerar el proceso de convertir al PAN en partido en el poder, al estilo del PRI—, desde el poder presidencial se aceleró el proceso y se decidió actuar igual que un partido en el poder. Es decir, desde Los Pinos salió la mano que se apoderó del partido por la única forma posible: la antidemocracia y la imposición. Eso es lo que vimos ayer en el Consejo Nacional panista, en donde no sólo se impuso con todo el peso del poder a César Nava, sino que se estimuló su candidatura única y, al final, hasta se ocultó a la opinión pública el debate crítico que vive el PAN.

Vale aclarar que aquí no se cuestiona lo que ocurre en los gobiernos de todo el mundo y sus respectivos partidos. Es decir, que en todo gobierno y su respectivo partido existe una simbiosis inevitable, en donde el jefe del poder público es, a su vez, el jefe real del partido. Está claro que el de Calderón es un gobierno que requiere del control, apoyo, soporte y hasta operación de su partido. Pero el problema no es el “qué”, sino el “cómo”. Nadie duda de esa necesaria simbiosis. Lo que se cuestiona, en todo caso, es el engaño colectivo —a los ciudadanos en general y a los militantes azules—, porque nadie les ha explicado la metamorfosis que vive el PAN. Y nadie les ha dicho que, como Goyo Samsa en el clásico kafkiano, los panistas se acostaron como demócratas y despertaron como priístas a la antigua. Como cucarachas, pues.

Evidenciando de qué lado están las lealtades de cada quien, algo que muchos mexicanos han confirmado desde que se llevó a cabo la guerra sucia mediática del 2009 que prácticamente impuso a Felipe Calderón en la Presidencia de México, el martes 11 de agosto del 2009 el conductor del noticiero nocturno de TELEVISA, Joaquin Lopez Doriga, le abrió las puertas a cadena nacional a César Nava para darlo a conocer a cadena nacional en su “lado bueno”, evitando en todo momento hacerle preguntas dificiles como su membresia y su adoctrinamiento así como su juramentación dentro de la extrema derecha mexicana, consumando así la imposición de la ultraderecha en la cúpula máxima del partido oficial de México.

Al día siguiente de la imposición de César Nava como el dirigente nacional del PAN, se celebró en Guadalajara la reunión cumbre de Felipe Calderón con el Presidente norteamericano Barack Obama y el Primer Ministro de Canada Stephen Harper precisamente en la ciudad en donde late y vibra el centro principal de diseminación de la conjura nacional para extender e implantar en México un gobierno paralelo secreto bajo agenda de la ultraderecha acatando órdenes y consignas emanadas desde la misma ciudad de Guadalajara. ¿Coincidencia?

Felipe Calderón sabe muy bien lo que es la extrema derecha mexicana. Y hoy que al “Presidente del empleo” el país se le está deshaciendo en pedazos, con el peso devaluado, con la economía en picada, con una inflación imparable, con la peor inseguridad que ha padecido el país desde los tiempos de la Revolución Mexicana, con un desempleo apabullante, ¿quién mejor que ellos, los que le ayudaron a llegar a donde hoy está, para salvarlo de un destino similiar al que corrió el depuesto Presidente de Honduras, José Manuel Zelaya, al cual recibió Calderón en Los Pinos con todos los honores de un Jefe de Estado intentando legitimar así al depuesto Zelaya como si tal cosa fuese incumbencia de una Presidencia de México cuya propia legitimidad sigue siendo cuestionada por muchos mexicanos, en repudio calderonista a la máxima juarista de no andar interviniendo ni a favor ni en contra de los asuntos internos de otras naciones bajo las palabras “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”? Pero ésto último no remuerde ya la conciencia a la dupla derecha-ultraderecha de México, no desde que la ultraderecha llegó al poder y Vicente Fox sacó a Benito Juárez de Los Pinos.