sábado, 14 de enero de 2012

Goodbye, Mister Calderón

Han transcurrido cinco años y un mes desde aquél día aciago en el cual Usted se puso en su pecho la banda presidencial después de haber entrado a toda prisa por una puerta trasera del Congreso de la Unión para salir también a toda prisa ya como Presidente de México, dejando atrás muchas dudas sobre su legitimidad en el cargo que lo seguirán acosando hasta el día de su muerte. ¿Recuerda Usted ese día? Spectator le refrescará la memoria (en ese día memorable, a su derecha estaba un sonriente Vicente Fox que lo ayudó a llegar a la silla presidencial con algo que muchos estudiosos e historiadores están consignando como una elección de Estado):





Usted quería ser Presidente de México a como diera lugar, haiga sido como haiga sido (son sus propias palabras salidas de su propia boca, ¿las recuerda?), o sea recurriendo a todos los medios posibles para lograr tal propósito al precio que fuera. Y en el camino hacia tal objetivo, Usted no tuvo reparos ni empacho alguno en aceptar el apoyo y el amplio respaldo económico y logístico de fuerzas tan poderosas como terribles que, lógicamente, no lo dieron desinteresadamente sino que se lo dieron y se lo ofrecieron esperando algo a cambio, aunque eso traería como consecuencia que Usted entraría a la silla presidencial atado de manos con demasiados compromisos encima y demasiadas facturas por pagar, imposibilitado para poder dar cumplimiento ni siquiera a la mitad de las promesas de cambio que los panistas idealistas de antaño habían ofrecido y habían creído posible dar.

Han transcurrido ya más de cinco años de su gobierno que si en algunas ocasiones a Usted se le han antojado difíciles a muchos otros mexicanos, a decenas de miles para ser exactos, les han sido no sólo mucho más difíciles sino inclusive intolerables. Por lo menos que Usted va a ser recordado es como el Presidente de los 50 mil muertos o los 60 mil muertos (quizá más, porque aún le faltan 11 meses en el poder en los que no va a poder hacer lo que no pudo hacer en los cinco años que ya se le fueron para siempre de las manos). Esto ya lo tiene garantizado, y no habrá historiador ni poder humano alguno que le pueda quitar de encima este dudoso distintivo, ni siquiera ordenando la impresión de cientos de toneladas de propaganda oficialista que seguramente terminarían en la basura.

Su predecesor en la silla presidencial, ambos del mismo partido político, tampoco llegó al poder de una manera honesta y pulcra. Allí están los Amigos de Fox, ninguno de los cuales pisó jamás la cárcel. ¿Los recuerda? Pero aunque su predecesor se limitó a dejar al país estancado, en un sexenio perdido en el que al principio había muchas esperanzas de renovación y cambio que hoy se antojan perdidas, no le dejó al país 50 mil muertos, ni aumentó la pobreza extrema echándole la culpa a factores externos como Usted lo ha hecho.

Usted inició su sexenio sin un mandato claro, porque no votó por Usted ni siquiera el 15 por ciento de los electores registrados, y bajo la fuerte sospecha de un fraude electoral sumamente sofisticado. Y cuando Usted comenzó su guerra de legitimación para obtener con acciones espectaculares la legitimidad que no pudo obtener en las urnas, Usted dijo y estas son sus palabras textuales tal y como Usted las pronunció:

“Estamos decididos a que esta batalla por la seguridad, que será larga, que costará dinero, que tomará tiempo, que costará quizá vidas humanas, la va a librar y al final la vamos a ganar los mexicanos.”

¿Costará quizá vidas humanas? (cerca de 60 mil cadáveres acumulados en el tramo final de su quinto año de gobierno). ¿La vamos a ganar? Quedándole menos de un año para entregar el poder, Spectator le pregunta a Usted en su cara: ¿En dónde está el triunfo? ¿Qué se ha ganado en estos cinco terribles años? ¿Quién ha ganado algo que valga la pena mencionar o recordar? ¿Terminó ya el consumo de drogas ilícitas en la Unión Americana? ¿Se acabó la producción de cocaína en Colombia al no poder ser exportada a la Unión Americana por México? ¿Se acabaron los cárteles de la droga en México como resultado de haber metido al Ejército a las calles declarándoles la guerra a los narcotraficantes? ¿Quién le va a levantar el brazo al Secretario de la Defensa Nacional General Guillermo Galván Galván felicitándolo por una victoria contundente y aplastante sobre el enemigo al cual habría de combatir? ¿Quién va a felicitar al Ejército mexicano por haber cumplido los objetivos que se habrían fijado? Y en tal caso, ¿cuáles eran los objetivos para proclamar una victoria y anunciarle al pueblo las palabras mágicas “misión cumplida”? ¿Es que alguna vez se fijaron los objetivos a lograr? Y si no había objetivos claros a lograr para proclamar una victoria en un plazo razonable de tiempo, ¿sabía Usted que no hay nada peor para un Ejército que ser metido a una guerra en la cual ni siquiera se sabe lo que se está tratando de lograr porque no se han fijado objetivos para una victoria que permita regresar al Ejército a los cuarteles una vez logrado el triunfo? Lamentablemente, como Comandante en Jefe del Ejército Usted arrastró a las fuerzas armadas del país a una situación humillante en la cual empiezan a aparecer voces detractoras que mofándose de la catastrófica derrota sentencian que “las únicas luchas que puede ganar el Ejército mexicano son las que lleve a cabo con tanquetas y bazookas en contra de jóvenes civiles desarmados que estén acorralados en una plaza pública siempre y cuando las tropas cuenten con una superioridad numérica aplastante e incuestionable tanto en hombres como en armamentos”. Eso es parte del cuestionable legado que le deja Usted al Ejército mexicano que de este modo fue traicionado por su propio Comandante en Jefe que hizo más para demeritar la imagen del Ejército mexicano que cualquier otro predecesor en su cargo con la posible excepción de Victoriano Huerta.

En su descalabrado camino a lo largo de estos cinco muy penosos años para el pueblo de México, entre Usted y sus comparsas y cómplices han estado fabricando toda clase de excusas y pretextos vanos no sólo para tratar de justificar el haber metido al Ejército mexicano en una misión de carácter policiaco para la cual los soldados no estaban preparados sino para mantener al Ejército enfrascado en una “guerra” que no se puede ganar, o sea para seguir sosteniendo el error y la farsa pese a la futilidad de la misión. Veamos algunas de ellas. La primera es el argumento de que en caso de no haberse metido al Ejército mexicano en una guerra contra la delincuencia organizada, las consecuencias de no haberlo hecho habrían sido peores. Esto mismo lo repitió en un discurso reciente con motivo del quinto año de su gobierno ante gobernadores, alcaldes y miembros del PAN en una ceremonia, realizada en el Campo Marte en donde reclamó a todas las fuerzas políticas respaldar su estrategia, señalando: “Están rotundamente equivocados” quienes creen que hubiera sido mejor no enfrentar al crimen porque la delincuencia hubiera avanzado inexorablemente sobre la sociedad e instituciones”.

¿En verdad?

Si lo que ha dicho Usted para justificar el haber metido al Ejército para llevar a cabo labores policiacas fuera cierto porque las consecuencias de no hacerlo “habrían sido peores”, entonces lo lógico es que en otros países ya habrían hecho lo mismo. En Inglaterra ya habrían enviado a las tropas a las calles para combatir a las bandas dedicadas al narcotráfico en las islas británicas, reemplazando a los bobbies. En Francia también habrían hecho lo mismo. En España habrían seguido el mismo camino. Y en Alemania los soldados estarían patrullando las calles, e igual habría sucedido en otros países como Grecia, Italia, Corea del Sur, en fin, la lista es grande. Pero en ninguno de estos países han incurrido en la tremenda y soberana locura de enviar a sus ejércitos a las calles para llevar a cabo labores policiacas. Esto es una distintiva del gobierno panista de México que Usted encabeza, y en esto Usted la comunidad internacional no ha secundado tales acciones como las que Usted ha tomado en México, dejándolo completamente solo. Bueno, en rigor de verdad, en el continente americano hay otro país en el que también han recurrido al Ejército para tratar de combatir al narco. Ese país es Colombia. Y así les fué, sin verse resultado alguno que demuestre que tamaño disparate haya valido la pena, porque la cocaína colombiana sigue fluyendo hacia los Estados Unidos sin interrupción importante en los suministros que valgan la pena recordar.

Otra falacia es aquella según la cual las decenas de miles de cadáveres que se han estado acumulando en su sangriento sexenio son producto de enfrentamientos directos entre las bandas del crimen organizado. Pero esto ya ha sido desmentido y desacreditado por numerosos testimonios perfectamente bien documentados por organizaciones nacionales e internacionales de amplio prestigio que gozan de mucha mayor credibilidad que la que goza el gobierno panista de México ante su propio pueblo. Además, y de acuerdo a las estadísticas, la gran mayoría de los civiles mexicanos que han muerto estaban completamente desarmados e indefensos cuando fueron emboscados, no tenían ni siquiera una resortera con qué poder defenderse, y esto no suena ni en sueños a lo que Usted llama “enfrentamientos directos entre las bandas del crimen organizado”. Y si le cuesta trabajo creerlo, haga Usted mismo sus propias estadísticas recurriendo a las hemerotecas y a los recortes de periódico. ¿En cuantas ocasiones durante su gris sexenio han perecido decenas de sicarios del crimen organizado por enfrentamientos directos entre ellos estando igualmente armados con fusiles de alto poder y ametralladoras “cuerno de chivo” AK-47? ¿En mil ocasiones? ¿En cien ocasiones?

No sólo muchos mexicanos están convencidos de que un porcentaje considerable de los muertos ocasionados por la militarización del combate a la delincuencia organizada no son narcotraficantes ni tenían merecido terminar de esa manera. ¿Recuerda Usted a los empleados consulares norteamericanos masacrados en Ciudad Juárez a mediados de marzo del 2010? Ellos ciertamente no eran narcotraficantes ni tenían cosa alguna que ver con la delincuencia organizada. ¿Y recuerda Usted a los dos funcionarios estadounidenses emboscados en San Luis Potosí el 15 de febrero del 2011? Ellos tampoco eran narcotraficantes ni estaban ligados a alguna de las bandas del crimen organizado de México. Con mucha vergüenza, apenas el 22 de diciembre del 2011 su gobierno tuvo que extraditar a los Estados Unidos al “Piolín” por su presunta responsabilidad en el ataque en el que resultó muerto el agente Jaime Zapata y lesionado Victor Avila, ambos del Immigration and Customs Enforcement? Y no habían transcurrido ni siquiera dos días de la extraditación del Piolín a los Estados Unidos cuando en otra emboscada llevada a cabo en Veracruz en contra de gente inocente, fueron masacradas 11 personas entre las cuales se encontraban tres ciudadanas norteamericanas. Tres ciudadanas norteamericanas asesinadas en México justo en víspera de la Nochebuena. Si Usted intenta decirle hoy al ciudadano norteamericano común y corriente que la gran y vasta mayoría de los muertos a causa de la militarización del combate contra la delincuencia organizada era gente ligada al narcotráfico que merecía tener ese fin, difícilmente le creerán. Y si Usted les propone a los norteamericanos que hagan lo mismo que lo que Usted hizo en México, enviar a los soldados del Ejército norteamericano a las calles para combatir militarmente a las bandas de la delincuencia organizada de dicho país, con la experiencia trágica de México a la vista y con la reacción anticipable de los cárteles de la droga norteamericanos lo más probable en que en el gabinete presidencial en Washington llegarían a la conclusión de que Usted ha terminado de enloquecer a consecuencia de la presunta dipsomanía que muchos de sus críticos le achacan. En todo caso, y para descrédito suyo y de México, la cifra de cadáveres de norteamericanos inocentes masacrados en México ya está empezando a crecer, y sólo es cuestión de tiempo para que esos cadáveres se empiecen a contabilizar en cientos.

Puede Usted, desde luego, echarle la culpa a las administraciones estatales emanadas del PRI y del PRD de los inusuales índices de criminalidad nunca antes vistos que se viven en dichos Estados, pero Spectator le recordará a Usted que el problema no es local, es nacional, y el partido que está (des)gobernando a la Nación es el PAN, no el PRI ni el PRD. Si el PRD estuviera gobernando en estos momentos a México, al mando de la Procuraduría General de la República, al mando de la Secretaría de Seguridad Pública, y al mando de las Fuerzas Armadas, hoy le podríamos estar echando toda la culpa del desastre nacional al PRD diciendo: “Cuanta razón tenían los señores de la derecha ultraconservadora cuando nos decían que López Obrador era un peligro para México”. Pero no es el PRD el que está gobernando al país. Y lo mismo se puede decir del PRI. ¿Por qué no aceptar la culpabilidad de su administración de haber abierto la caja de Pandora? Al fin y al cabo, si no lo hace Usted, la Historia lo hará, y de hecho el juicio histórico ya está cayendo sobre sus hombros.

En la siguiente fotografía tiene Usted a dos estudiantes de post-grado del Tecnológico de Monterrey que terminaron siendo “daños colaterales” como consecuencia de su sangrienta y costosa guerrita, los cuales jamás tuvieron cosa alguna que ver con la delincuencia organizada (y cuyos familiares regiomontanos aún están esperando ilusamente que el gobierno calderonista les haga justicia):





Si esta fotografía no le conmueve su endurecido corazón, aquí tiene Usted otras fotografías que documentan los crímenes cometidos en contra de más estudiantes, en este caso de Villas de Salvárcar de Ciudad Juárez, que eran estudiantes destacados en sus escuelas y los cuales no tenían absolutamente nada que ver con cuestiones del narcotráfico (la última fotografía, la cual vale la pena ser ampliada para poder apreciar mejor la cara de palo puesta por el Presidente de México y la cara compungida de la esposa del Señor Presidente dejando asomar algunas lágrimas de cocodrilo, muestran los reclamos de una madre de familia que perdió a sus únicos hijos en esa terrible matanza):









Vea muy bien estas fotografías, Señor Felipe Calderón, porque a fin de cuentas, todo esto es hechura suya, Usted lo desencadenó con su vanidad, su terquedad, su soberbia y su mal juicio. ¡Y para esto quiere Usted que el país siga siendo gobernado por un tercer sexenio panista con gente que le siga dando continuidad a lo que Usted comenzó!

¿Otros seis años sangrientos y trágicos para el pueblo de México? ¿Otros cincuenta mil, sesenta mil o cien mil cadáveres para sumarse a los que se acumularon en su sexenio?

Otra falacia más, de cuño reciente, es aquella según la cual sus panegiristas y apologistas intentan presentarlo a Usted como un paladín que está encabezando una lucha heroica en contra de una insurgencia terrorista. Pero este es otro dislate por el simple hecho de que los cárteles mexicanos de las drogas ni siquiera tienen una agenda política. Lo único que les interesa y les importa es mover su “mercancía” haciéndola llegar al consumidor norteamericano al cual, por cierto, en los cinco años de régimen calderonista jamás le ha faltado su suministro de droga, lo cual es al final de cuentas la verdadera medida del soberano fracaso de haber metido al Ejército mexicano a llevar a cabo funciones policiacas. En contraste, la clandestina Organización Nacional del Yunque así como sus creadores los siniestros Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara y las organizaciones satélites de ellos que están haciendo proliferar por todo México sí tienen una agenda política perfectamente definida; tienen objetivos y planes a corto, mediano y largo plazo, y representan en estos momentos una extraordinaria amenaza para México, una amenaza ante la cual el pueblo de México se encuentra indefenso y totalmente desprotegido, una amenaza terrible ante la cual no se ha estado haciendo nada absolutamente nada, para tratar de contenerla e inclusive desarticularla.

Retrocedamos el reloj cinco años atrás. Spectator le ayudará a refrescar la memoria. Bajo órdenes directas suyas (y por lo tanto, bajo responsabilidad suya y de nadie más) se inició la Operación Conjunta Michoacán en su propio Estado natal el 11 de diciembre del 2006, cuando Usted no tenía ni siquiera dos semanas de haber tomado posesión de la silla presidencial. ¿Lo recuerda? Si no lo recuerda, Spectator le aconseja consultar las fuentes citadas por Spectator. Así fue como empezó su sangrienta guerrita que terminaría enlutando las casas de decenas de millares de mexicanos con el correr de los años y que terminaría sumiendo al país en el caos y carcomiendo la economía nacional. ¿Y qué sacó México de todo esto? Pues cinco años después, y en alusión a la presunta intervención del narco en las elecciones llevadas a cabo en diciembre del 2011 en el mismo Estado de Michoacán en las cuales su propia hermana mayor “Cocoa” terminó siendo repudiada (y con ello Usted mismo) por los michoacanos, en una entrevista conducida por el palero oficialista de TELEVISA Joaquín López-Dóriga Usted mismo afirmó de su propia boca que la intervención del crimen organizado en las elecciones es más grave de lo que se ha visto o sabido hasta el momento y reveló que cuenta con más evidencias de la actuación de la delincuencia en el proceso comicial de Michoacán. En sus propias palabras: “Hay más evidencias, hay muchos más testimonios que desde luego no puedo, por la competencia del propio Ministerio Público, no puedo ni quiero hablar, y también por la seguridad de las personas que fueron afectadas. El problema es más grave de lo que se ha visto o lo que se ha sabido”. ¿Qué es entonces ésto, Señor Calderón, sino una admisión implícita del contundente fracaso en su propio Estado de Michoacán de su guerra contra el narco, que en cinco años no sólo no logró paliar el problema sino que empeoró las cosas a tal grado?.

A decir verdad, su sangrienta y costosísima (para el país, no para Usted) guerra de legitimación no empezó al poco tiempo de tomar Usted la Presidencia del país, eso es algo que se estuvo cocinando en el largo plazo desde que se llevaron a cabo las elecciones a principios de julio del 2006 hasta que Usted se puso la banda presidencial el 1 de diciembre del mismo año. Regresemos nuevamente el reloj hasta ese período, porque esto es importante. ¿Recuerda aquellas personas cercanas a Usted que con suaves susurros e insinuaciones constantes lo fueron convenciendo de sacar al Ejército de los cuarteles para emprender una cruzada en contra del crimen organizado que supuestamente lo legitimaría ante todo el pueblo de México, que supuestamente lo cubriría a Usted de gloria por haber tomado “una decisión tan valerosa”, que supuestamente lo haría entrar a los libros de Historia por la puerta grande? Haga memoria. ¿Nunca se le ocurrió que aquellas personas que lo indujeron a esta aventura, mismas personas que estuvieron detrás de Usted en todo momento para asegurar que se convirtiera en el próximo Presidente de México, estaban sirviendo otro propósito oculto e inconfesable? Porque resulta que ya para mediados del 2006, y aún pese al hermetismo guardado por los noticieros del duopolio de televisoras y empresas radiofónicas como Radio Fórmula que forman parte de los poderes fácticos detrás de su muy cuestionable triunfo en julio del 2006, la información acerca de la terrible conspiración de la extrema derecha nacida en la ciudad de Guadalajara en los años treinta para tomar subrepticiamente las redes del poder federal en México ya se estaba difundiendo a través de Internet por todo México y alrededor del mundo entero. Ya se estaban dando a conocer las intenciones y los planes de los conspiradores, ya se estaban dando a conocer nombre específicos de personalidades importantes, la propaganda doctrinaria de la extrema derecha usada para lavar cerebros y reclutar alucinados estaba siendo ya desmenuzada y torpedeada con sus todas sus falsedades y tergiversaciones expuestas a la luz del día. Y en esta ocasión, a mediados del 2006, y por primera vez, los que están gobernando a México detrás de las sombras estaban realmente temblando de pies a cabeza. Su teatro estaba llegando a su fin, sus terribles secretos estaban dejando de serlo, y les urguía algo espectacular de gran trascendencia mediática que desviara los reflectores que ya estaban empezando a caer sobre ellos. Y ese “algo” vino siendo a fin de cuentas la terrible guerrita en la que Usted fue convencido e inducido para finalmente dejarlo solo “apechugando” las consecuencias.

¿Le quita lo anterior a Usted su responsabilidad por haber metido al país en el marasmo en que lo metió al seguir los mal intencionados consejos y susurros de otros que ya traían su propia agenda secreta entre manos, esos otros a los cuales posiblemente ya está empezando a recordar al dar lectura a esto? (Usted sabe muy bien de quiénes se trata. Spectator también lo sabe, aunque esto no viene al caso.) Desde luego que no. Usted es el Comandante en Jefe del Ejército mexicano, es lo que dicta la Constitución, y no “ellos”. Aunque “ellos” son gente increíblemente astuta y pérfida que ha estado laborando por décadas hacia un objetivo final inconfesable, si cayó Usted en sus redes eso es a final de cuentas responsabilidad suya y culpa suya, y de nadie más. En realidad, Usted no les importa a “ellos”, Usted no fue más que un medio para lograr un fin intermedio: evitar a toda costa la pérdida de la Presidencia de la República. “Ellos” así como hoy son sus mejores amigos y “consejeros”, el día de mañana le pueden pegar un tiro en la cabeza sin el menor remordimiento en hacer tal cosa. Así es como se manejan estos grupos clandestinos en los altos círculos del poder. Y cuando la política de alto nivel está siendo encaminada y dirigida de mil maneras por gente como ésta que no dá la cara directamente prefiriendo usar títeres y marionetas que hagan el trabajo sucio por ellos, no se puede presumir en modo alguno que haya una democracia genuina y legítima, aunque de cualquier modo “ellos” son gente que nunca ha creído en la democracia; por eso admiran a tipos como Adolfo Hitler, Francisco Franco y Victoriano Huerta.

Aunque los apologistas de la derecha ultraconservadora pudieran sentir la tentación de echarle la culpa a Spectator y a otros articulistas como Spectator de haber sido los causantes indirectos de haber empujado a los desesperados conspiradores a modificar sus planes propiciando la trágica guerra en contra del narco que le ha costado a México decenas de miles de muertos, argumentando que si Spectator y otros se hubieran permanecido callados entonces los conspiradores no se habrían visto en la urgente necesidad de buscar algo tan espectacular para tener que desviar los reflectores que ya estaban cayendo sobre ellos, lo cierto es que a largo plazo las consecuencias de haber callado habrían sido mil veces peores, como igualmente trágicas fueron las consecuencias de que alguien no le hubiera puesto un tiro en la cabeza a Hitler y sus colaboradores más cercanos cuando estos no eran un grupo fanático que no llegaba ni siquiera a las cien personas. Bajo estas circunstancias, el callar, el quedarse cruzado de brazos, el no hacer nada y dejar que “pase lo que tenga que pasar” se convierte en un verdadero acto criminal que nadie que tenga algo de conciencia puede darse el lujo de cargar sobre su conciencia a la hora de su muerte. Había que actuar, y se ha actuado en consecuencia, sin incurrir en la violencia y sin incitar a la violencia.

Cuando se comete un error, sobre todo un error tan grande y tan trágico, es de sabios enmendar y corregir el rumbo. Pero demostrándole a todos los que votaron en contra suya que Usted no estaba apto para gobernar ni para tomar las riendas de un país tan grande como México y que el saco le quedaba demasiado grande, en vez de dar marcha atrás Usted se empecinó con la terquedad de un pollino en su calamitosa guerrita arrastrando a la Nación al marasmo, alentado por los aplausos serviles y lisonjeros de todos sus congéneres del Partido Acción Nacional que al hacer tal cosa se convirtieron también en traidores al pueblo de México.

Por si el traspiés dado en su sangrienta guerrita no hubiera sido tan grave ya de por sí, no satisfecho Usted incurrió en otras barbaridades adicionales igualmente imperdonables, tales como el poner al mando de la Procuraduría General de la República a algunos de los panistas más ineptos y corruptos que se puedan encontrar en toda la República Mexicana, y los puso precisamente al frente de la dependencia cuya responsabilidad era combatir a la delincuencia organizada. Y en todo momento creyendo que con alegres spots gubernamentales en radio y televisión repetidos miles de veces (como acostumbraban hacerlo los Nazis en Alemania) noche y día se podría cambiar la percepción de la realidad haciéndole creer a la Nación en una ficción en la que solo Usted habrá creído en alguna de sus presuntas borracheras.

En lugar de aceptar la enorme responsabilidad histórica que le toca, ha optado Usted por escudarse cobardemente por demasiado tiempo con retóricas que ahora se antojan francamente estúpidas ante ciertos hechos. Se le mencionará aquí tan sólo uno de tales hechos. Como consecuencia directa de su calamitosa guerra contra el narco, la ciudad norteña de Ciudad Juárez recibió la dudosa distinción de ser la ciudad más violenta del planeta. Sin embargo, a cinco años después de que Usted diera inicio a su guerra en contra del narco, a principios de diciembre del 2011 la ciudad norteamericana que es vecina a Ciudad Juárez, la ciudad de El Paso, fue declarada como la ciudad mediana más segura de todo Estados Unidos en base a estudios dados a conocer por CQ Press (ambas ciudades están separadas por una valla fronteriza). ¿Cómo explicar tan abismal contraste? Podría tratar Usted de argumentar en vano que el que una ciudad norteamericana sea la más segura de todas las ciudades de la Unión Americana y que sea vecina al mismo tiempo de una ciudad mexicana calificada por la prensa mundial como la ciudad más violenta del mundo se debe al consumo de drogas ilícitas. Pero resulta que el mayor consumo de drogas no está en México sino en la Unión Americana, México es simplemente un punto de tránsito de las drogas ilícitas hacia el mayor mercado del planeta. Si fuera por simple cuestión de consumo y tráfico de drogas ilícitas, la cosa debería ser precisamente al revés, El Paso debería de ser una de las ciudades más peligrosas del orbe y Ciudad Juárez debería ser una ciudad relativamente segura y tranquila (y de hecho, lo era, antes de que el Partido Acción Nacional llegar a la Presidencia de México). Podría Usted también alegar que la diferencia en la violencia y la criminalidad en ambas ciudades fronterizas se debe a la disponibilidad de armas de alto poder. Pero este argumento también se derrumba por el hecho de que mientras que la compra-venta de armas de fuego de cualquier tipo está estrictamente prohibida en México para todos sus ciudadanos, en Estados Unidos cualquier ciudadano puede comprar tantas armas de fuego del calibre que quiera sin límite alguno. Si fuera por simple disponibilidad de armas de fuego, nuevamente la cosa debería ser precisamente al revés, El Paso debería de ser una de las ciudades más peligrosas del orbe y Ciudad Juárez debería ser una ciudad relativamente segura y tranquila. Hay, sin embargo, una diferencia no sólo entre ambas ciudades sino entre ambas naciones. En Estados Unidos, ningún Presidente ha sido lo suficientemente estúpido como para sacar al Ejército norteamericano a las calles de Estados Unidos para librar una guerra en contra del narco como Usted lo ha hecho en México, ni harán tal cosa jamás porque las consecuencias de tal acción están a la vista precisamente en México. Precisamente por estas cosas, nada mejor que Usted lea lo que dice uno de los editorialistas de esa zona norteña en donde el PAN no ha podido regresar al poder tras el lamentable sexenio del primero y último Gobernador panista en dicho Estado (Francisco Barrio Terrazas):

La paz: a un año de distancia
Javier Cuellar
EL DIARIO
11 de diciembre del 2011

Cursando ahora el sexto año de gobierno, la guerra del presidente Felipe Calderón contra casi todos los narcos no ha tenido éxito alguno para el país y nos da la impresión que se está generalizando por todo el territorio nacional pues estados que al principio eran relativamente pacíficos están entrando a un esquema de violencia desconocido para ellos, tal es el caso de Jalisco que ha sido escenario de recientes y espeluznantes masacres.

A eso se refería Sun Tzu, brillante estratega militar de la antigua China, cuando dijo: “La victoria es el principal objetivo de la guerra. Si esta tarda demasiado, las armas se embotan y la moral decae. Si se prolonga demasiado el sitio de una ciudad, se agotarán las fuerzas. Si se mantiene al ejército durante mucho tiempo en campaña, los suministros serán insuficientes.” Nuestro presidente y sus estrategas de pacotilla jamás estudiaron a sus oponentes, no los conocieron ni les importaba conocerlos y así, declarar una guerra que se prolonga ya por más de cinco años fue sencillamente suicida porque “Nunca se ha visto jamás que una guerra prolongada haya beneficiado a algún estado.” (Sun Tzu)

A cinco años de distancia y cuando el régimen calderonista está entrando en su sexto año de operaciones bélicas infructuosas, con una campaña política para elegir nuevo presidente, con las arcas vacías, endeudado hasta la coronilla, el estado federal mexicano se encuentra en un debilitamiento generalizado y desesperante; por eso a veces sus reacciones tienen más explicaciones en la ira que en la inteligencia política y la respuesta militar. Sólo así se explica la amenaza del presidente a todos aquellos veintitrés mil firmantes de la denuncia por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, contra él y algunos de sus colaboradores ante la Corte Penal Internacional de La Haya.

Ninguna prestancia siquiera para conocer los pormenores de la acusación, ningún preparativo para la respuesta jurídica, ningún operativo para detener o aclarar las repetidas violaciones a los derechos humanos. ¡Nada Sólo la amenaza vil sin atender a los razonamientos expuestos en dicha demanda donde la acusación expone, entre otras cosas, el hecho de haber ocurrido ya más de 55,000 homicidios, muchos de ellos espeluznantes y diez mil desapariciones de personas que no se han aclarado, vamos, ni siquiera se han encontrado sus cadáveres. ¡Nada Sólo el amago presidencial todopoderoso y letal.

Y sin embargo, en forma por demás desafiante, unos 200 firmantes de la denuncia penal internacional se presentaron el día 29 de noviembre ante las oficinas centrales de la Procuraduría General de la República a entregarse voluntariamente. La petición de protección para los firmantes presentada ante La Comisión Internacional de los Derechos Humanos no se hizo esperar ante el temor de represalias; eso agravó más la situación del régimen calderonista.

Otra circunstancia que complica la delicada posición de nuestro presidente reside en que su poder real se erosiona rápidamente a medida que avanzan las campañas políticas y el término de su mandato se acerca a su fin. Esa debilidad creciente que sólo pudiera conjurarse con un golpe de estado, situación que se mira por lo pronto muy lejana, es lo que ha alentado a grupos delictivos enemigos del cartel de Sinaloa a incrementar su activismo bélico a fin de posicionarse adecuadamente en la mesa de las negociaciones que seguramente se darán quienquiera que sea el triunfador en los comicios presidenciales, incluyendo a Josefina Vázquez Mota, por mucho que oficialmente declare, inspirada por el temor que le tiene a su presidente Calderón, que ella seguirá con el esquema bélico en el combate al narcotráfico.

Y es que no existen vacíos de poder, los huecos que dejan la disminución del poder presidencial los ocupan rápidamente sus oponentes que a estas alturas del conflicto se han tornado desafiantes y activos. Por eso Sun Tzu nos advierte: “Cuando las tropas están desanimadas (en este caso por la derrota o lo tardado de la victoria) tus armas han perdido filo y tus recursos se han agotado, los demás (o sea, tus enemigos) se aprovecharán de tu desgracia para actuar. Y aunque tengas consejeros sabios, ninguno de ellos será capaz de trazar planes adecuados para el futuro.”

Preocupante pues, la situación para el presidente Calderón porque si la victoria se antojaba sumamente difícil, ahora se ha colocado en el sitial de lo imposible. La derrota será de pronóstico reservado y desgraciadamente comenzará a experimentar el agrio sabor de las múltiples traiciones de sus propios partidarios, comenzando por la mismísima Josefina Vázquez Mota cuando llegado sea el tiempo en que sea ungida como la candidata oficial del Partido Acción Nacional; entonces, le apremiará desmarcarse del presidente. Será en ese momento cuando la soledad comenzará a llegar a Los Pinos hasta el desahucio el día primero de diciembre del 2012. Entonces Felipe Calderón comenzará a sentir en mínimo grado la terrible soledad que están sufriendo los familiares de cada uno de los más de cincuenta y cinco mil asesinados hasta ahora en su mandato.

Pero lo que será una pena para nuestro presidente es una alegría y una esperanza para el pueblo de México que no deja de contar ansiosamente los días que faltan para que el régimen del terror calderonista llegue a su fin. Lástima que nuestro presidente, al declarar el estado de guerra, nunca reflexionó en el pensamiento de Quinto Horacio Flaco: “Las guerras son el espanto de las madres.” E inmisericorde, despeñó a todos los mexicanos en una aventura guerrera innecesaria y contraproducente. Ya verá el presidente Calderón como el estado de beligerancia se vuelve contra él y en éste periodo ni sus tropas podrán salvarlo porque “Aquellos que no son capaces de ver el peligro que implica utilizar las tropas, serán igualmente incapaces de usarlas para su provecho.” (Sun Tzu) Su derrumbe moral será espeluznante, aunque no tanto como lo han sido las masacres de ésta guerra.

Hace mucho que no quiero tratar éstos temas, sobre todo en estos días decembrinos que me llaman a la meditación amorosa y esperanzada pero es necesario no olvidar el pasado a fin de no repetirlo y debemos formarnos el propósito de repudiar a cualquier candidato que no sea un ferviente enamorado de la paz. Debemos hacer mucha y muy buena política el año venidero, no debemos abandonar la política en manos de los agoreros del desastre, ni mucho menos en las botas de los hijos de Adolfo Hitler. Precisamente por no hacer política ha sido que en muchas ocasiones se han sentado en la silla presidencial los cuatro jinetes del Apocalipsis que con sus actos nos hacen presentir que llega el fin del mundo y lo cierto es que esos tiempos finales son de Dios y no de cualquier mequetrefe hijo de Victoriano Huerta.

Este pueblo y nuestra generación hemos sufrido mucho, de hecho no existe en México, una familia que no cuente entre sus miembros una desgracia, un muerto, un secuestrado, un robo, una cuota extorsionada. Cierto es que no podemos decir como pueblo que la Virgen nos habla, cometimos muchos errores y abrigamos como sociedad a los malos en lo más profundo de nuestra estructura, a muchos los llamamos “Reyes Midas” cuando en realidad sus manos apestaban a drogas; permitimos y propiciamos que nuestras queridas hijas se casaran con ellos y nos emparentamos con ellos, despreciamos el trabajo honrado por el dinero fácil, por la riqueza inexplicable, nos dejamos arrollar por un torbellino de sensualidad, de dinero mal habido, de vicios y de maldad.

Por egoísmo, por codicia, por soberbia nos alejamos de la vida cristiana que siempre cobijó nuestra comunidad y caímos en el circulo vicioso a que se refirió Geller von Keysersberg cuando nos dijo: “La paz hace riqueza; la riqueza, soberbia; la soberbia trae la guerra; la guerra la miseria; la miseria, la humildad; y la humildad hace de nuevo la paz.”

No volvamos a caer en esos errores, son casi diez mil muertes tan sólo en nuestra ciudad, mas los secuestros las extorsiones, el pillaje y todas las calamidades que hemos padecido son suficientes. Ya vimos que la riqueza insana no trajo la felicidad sino la desgracia, retomemos el buen camino del trabajo honrado y repudiemos a los perniciosos. La paz está a un año de distancia, recobrémosla y no la dejemos escapar de nuevo.

Lamentablemente, en lugar de atender verdaderas emergencias nacionales como las que Usted mismo le creó al país, dando marcha atrás y modificando estrategias, Usted y sus cófrades de la derecha recalcitrante e intolerante decidieron malgastar su tiempo tan limitado en asuntos tan banales como el ponerse a defender los derechos humanos de los cigotos a terminar de formarse como embriones, sin ponerse a pensar que los 10 mil cadáveres acumulados anualmente por su lamentable y calamitosa guerrita en contra del narco alguna vez también fueron cigotos.

¿Alguna vez ha hecho Usted las cuentas, Sr. Felipe Calderón, de que las limosnas dadas a México a cuentagotas por la Iniciativa Mérida no alcanzan a cubrir ni siquiera la centésima parte del enorme costo económico que le han significado a México las viudas y los huérfanos que hay detrás de los casi 60 mil cadáveres acumulados en sus cinco años funestos de desgobierno, y que esa ayuda norteamericana no alcanza para reponer ni siquiera la centésima parte de la economía nacional que ha sido destruída como consecuencia de su guerra de legitimación? Cualquier otro mandatario en su sano juicio ya le habría devuelto al gobierno norteamericano los helicópteros Black Hawk que sólo han servido para presumirlos en desfiles militares en lugar de ayudar a la población mexicana así sea en desastres naturales, desligándose de cualquier compromiso contraído con la Iniciativa Mérida y comenzando de cero sin tramitar la concesión de limosnas ante Washington. Pero esta ya muy claro que Felipe Calderón jamás tuvo la estatura de estadista para tales cosas.

En vez de ordenarle a los soldados del Ejército mexicano y a las fuerzas federales actuar como chalanes al servicio del Departamento de Aduanas de los Estados Unidos cuidándoles que no les entren drogas e indocumentados, Usted muy bien pudo haber puesto a los soldados de México a hacer algo muchísimo más importante como era su obligación como Presidente de México: impedir la entrada de armas de alto poder al territorio mexicano así como las enormes ganancias en dólares que la venta de drogas le deja a los narcotraficantes mexicanos del lado norteamericano. Sobre esto, el analista Raymundo Riva Palacio escribió lo siguiente el 11 de diciembre del 2011 en un artículo titulado ¿Por qué no voltea el Ejército?: “(Rick) Perry, cabeza de un estado rico y granero de votos republicanos, quiere que el Pentágono envíe tropas a la frontera con México para frenar a narcotraficantes e indocumentados, pero no dice nada de las armas que caen en manos de los narcos. Ya son muchos los muertos mexicanos para que en Estados Unidos sólo sigan vendiendo las armas y metiéndose drogas. Por la vía de la negociación no se va a llegar a ningún lado. ¿Hay salida? No está claro, pero lo que sí hay es una propuesta: que los soldados volteen al otro lado. Históricamente México ha sido un colchón de contención migratorio y de drogas para Estados Unidos, por lo que los retenes militares se encuentran orientados hacia el sur. Es decir, vigilan lo que va hacia Estados Unidos, no lo que viene de allá. Si la orden es que cambien sus retenes de lado y en lugar de detener el tráfico hacia el norte lo hacen con el que va hacia el sur, podrían incrementar la detección y los decomisos de las armas que les mandan a los cárteles mexicanos.¿Y qué pasa con las drogas y los indocumentados? Pues que se sigan de largo y que se estrellen con la frontera norte. Seguramente causará un caos en los puentes fronterizos y resultará afectado el comercio bilateral. Pero el gobierno mexicano podrá combatir el tráfico de armas hacia su territorio en forma unilateral, pues ayuda no va a recibir. No es una solución a largo plazo, cierto, pero hay que agudizar las contradicciones ante la indisposición estadounidense. Si defienden la compra libre de armas largas, que asuman el costo de la droga y las personas que llegarán a sus puertas sin antesalas. Es tiempo de preocuparse más por nuestros muertos y menos por sus drogadictos y presiones sociales por la inmigración. El ánimo político y social debe tener un quid pro quo. Este es un primer paso.”

Esta propuesta formulada por el analista citado habría sido de gran utilidad... desde hace cinco años. De hecho, muchas propuestas como esta última le fueron dadas a Usted en tiempo y forma, tales como una legalización de las drogas bajo control estricto y suministro del Estado en Centros de Salud autorizados para ello, así como golpear a los cárteles justo en donde más les puede doler: en sus bolsillos. Si la Secretaría de Hacienda en los dos gobiernos panistas hizo muy buena labor en ahorcar a los contribuyentes por cualquier incumplimiento fiscal, ¿por qué no hacer lo mismo con el dinero de los narcos que asciende a miles y miles de millones de dólares? ¿Y qué fué lo que hizo con todas estas propuestas en los cinco años que han transcurrido de su sexenio?. Nada. Absolutamente nada. Las tiró a la basura, engreído como estaba en su creencia vanidosa de que todo lo que Usted decidía era lo correcto y que todo se tenía que hacer tal y como a Usted se le viniera en gana, que al fin y al cabo para eso era Presidente de México. ¿Para esto quería ser Usted Presidente de México? Haiga sido como haiga sido.

¿Recuerda Usted, Señor Presidente, su visita en campaña como candidato presidencial en el 2006 a Ciudad Juárez, en donde en aquél entonces lo recibieron con los brazos abiertos y fueron muchos chihuahuenses a darle su apoyo, misma ciudad que varios años después tendría la dudosa distinción de convertirse en la ciudad más violenta del planeta gracias a la militarización de la lucha contra la delincuencia organizada? ¿Recuerda Usted su estancia en esa ciudad norteña? Veamos lo que tienen que decir ahora los sufridos habitantes de esa ciudad a más de cinco años de distancia, léalo bien:

Capital político diluído
Editorial principal
EL DIARIO
16 de octubre del 2011

Felipe Calderón camina por la recta final de su mandato con la alforja vacía y agotada ya cualquier reserva del capital político con el que arribó a la Presidencia de la República en julio del 2006.

Ese año de convulsión electoral, los juarenses en particular y los chihuahuenses en general abonaron a su favor con una clara mayoría de votos en los diferentes distritos que conforman nuestra geografía electoral.

Contendiendo únicamente bajo las siglas del PAN (aunque el magisterio agrupado en el PANAL y liderado por Elba Esther Gordillo operó a su favor en una coalición de facto) Calderón superó a nivel estatal al candidato del PRI, por más de 185 mil votos, obteniendo el 46.69 por ciento de los sufragios frente al 27.92 por ciento del candidato del PRI, Roberto Madrazo, casi una proporción de dos a uno.

Tal como había ocurrido en el 2000, la elección presidencial arrastró a la de senadores y los panistas Gustavo Madero Muñoz y Ramón Galindo Noriega ganaron con 410 mil 569 sufragios a su favor, contra los 375 mil 043 de sus contrincantes priístas, Fernando Baeza Meléndez y Miguel Lucero Palma.

Así de contundente fue el triunfo calderonista en Chihuahua.

El estado aportó casi medio millón de votos (472 mil 258), como parte del los 15 millones 284 votos que le dieron la victoria a Felipe Calderón Hinojosa sobre Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la “Coalición por el bien de todos” que obtuvo 14 millones 756 mil 350 sufragios (Madrazo se fue hasta el tercer lugar con 9 millones 301 mil 441).

La diferencia entre Calderón y López Obrador fue de sólo 243 mil 934 votos (menos de un punto porcentual –apenas el 0.58 por ciento–), la mitad de los 472 mil 258 sufragios que recibió el panista en Chihuahua.

El granero de votos cosechados en el estado (por su padrón que concentra el 40 por ciento de los votantes Juárez aporta siempre la mayor parte de los sufragios) bien pudieron ser la diferencia entre la victoria o la derrota para Calderón.

Maduros a la hora de hacer válido su derecho al sufragio, los juarenses votaron en forma cruzada, es decir, para diputados (en tres de los cuatro distritos) lo hicieron por los candidatos del PRI pero dieron su voto por el abanderado presidencial del PAN.

Aunque la votación total para diputados favoreció en todo el estado al partido de Calderón, los candidatos del PAN ganaron sólo cinco de los nueve distritos, incluyendo el 03 de Ciudad Juárez (por cierto el único que actualmente está en poder del blanquiazul ya que lo retuvo en la elección intermedia del 2009).

En la elección para Presidente el 41.72 por ciento de los juarenses que sufragaron (443 mil 937 ciudadanos ejercieron ese derecho) lo hizo por Felipe Calderón mientras que el 30.58 por ciento optó por Madrazo, quien fue presentado por el PRI en alianza con el Partido Verde Ecologista de México.

Sin embargo, a cinco años y poco más de un mes del ejercicio del poder que a Calderón se le confirió en las urnas aquel 2 de julio del 2006, la situación es radicalmente distinta.

Un sondeo realizado por El Diario Digital durante el fin de semana (jueves, viernes y sábado) muestra palmariamente cómo se perdió ese capital político a favor del PAN a partir del desempeño calderonista.

Cuando se preguntó por el escenario más probable para la elección presidencial del 2012, un 50 por ciento de los lectores cibernéticos (más de cinco mil participaron en el ejercicio de opinión) optó por la opción “Triunfo claro del PRI”.

Sólo un 13 por ciento vio un “Triunfo claro del PAN” y otro 9 por ciento un “Triunfo claro del PRD” (el 100 por ciento se completó con otras opciones sobre acuerdos o conflictos postelectorales).

Las preferencias entre los juarenses a favor de la opción priísta se alzan cuatro veces por encima de las favorables al PAN, el partido del presidente Calderón.

Si bien todas las encuestas a nivel nacional dan clara ventaja al PRI sobre los demás partidos (diferencia que se amplía aún más poniéndole nombre al candidato presidencial, particularmente con la opción de Enrique Peña Nieto), en el resto del país son menores los contrastes a lo que arrojó la muestra encuestada en Juárez por la vía digital.

Empero, para los juarenses que en la coyuntura crítica por la espiral de violencia y la crisis económica que sufre la ciudad desde el 2008, vieron cómo la administración de Felipe Calderón se quedó corta para responder a sus necesidades, el escenario de debacle blanquiazul es perfectamente explicable.

Aquí se pagó la cuota más alta de sangre luego de que, como una de sus primeras acciones de alto impacto, el Presidente se enfundó en uniforme militar y sin el diagnóstico completo, ni medidos los efectos de la acción –pero sí bien definida la escenografía mediática– lanzó lo que en principio llamó “guerra contra el narcotráfico”.

Si en algún lugar hizo implosión el pleito entre cárteles (con todo su historial de alianzas, traiciones, escisiones y reacomodos en disputa por la plaza para el trasiego y hasta para la distribución y consumo local) y el inédito despliegue de las fuerzas federales, tanto del Ejército Nacional como de la Secretaría de Seguridad Pública, fue en Ciudad Juárez.

Las de Juárez siguen siendo cifras de espanto: más de nueve mil homicidios dolosos vinculados al pleito entre mafias durante la gestión de Calderón, incluidos cientos de víctimas circunstanciales –a los que llamó el propio Gobierno federal “daños colaterales” de esa guerra– que cayeron en medio del fuego cruzado o incluso victimizadas cuando el nuevo escenario llevó a los delincuentes a diversificar su actividad y recurrir al secuestro, la extorsión, el carjacking o el cobro de derecho de piso.

Pese a la incidencia a la baja durante el último año, que llegó a la par del relevo gubernamental en el Estado y en el Municipio, el acumulado de homicidios colocó a Juárez con casi uno de cada cuatro de los casos registrados en el país (al menos 40 mil aunque hay quienes ubican la cifra en 50 mil casos) en lo que va del sexenio.

En otro saldo negativo de la gestión calderonista en Juárez, hoy la Policía Federal está en virtual retirada, una vez que agotó el crédito de la confianza ciudadana y en medio del escándalo por el proceso que se le sigue a diez de sus agentes, acusados de haber ‘levantado’, robado, torturado y extorsionado a un empresario juarense.

Ese episodio bochornoso coronó una actuación de más de un año al frente de la estrategia federal de contención de la criminalidad con la llamada Operación Coordinada Chihuahua, en el cual menudearon historias sobre abusos y actos de corrupción, prácticamente desde que relevaron en esa función a las fuerzas armadas.

Previamente el Ejército había dilapidado en dos años su gran activo como institución más confiable. Quienes arribaron aquí en medio de aplausos y cobijados por la esperanza ciudadana en que la pesadilla terminaría, se fueron con la credibilidad abatida, luego de que su actuación se acompañó por múltiples quejas de violaciones a los derechos humanos. Por si fuera poco, lejos de disminuir, el índice de homicidios dolosos alcanzó niveles nunca antes vistos.

El uniforme militar que con tanto orgullo portó Felipe Calderón al arranque de su cruzada, aquí lució en el 2010 más desgastado que nunca.

En el imaginario colectivo, indeleble quedó grabada la respuesta que el presidente Calderón dio al mundo –cuando participaba en una gira por Japón– ante la tragedia del asesinato de 16 jóvenes en Villas de Salvárcar.

Alejado en todos sentidos de lo que aquí ocurría, el Presidente declaró que la masacre obedecía a un pleito entre pandillas, cuando en realidad se trataba, en su gran mayoría, de jóvenes estudiantes y deportistas que en una actividad propia de su edad participaban en una fiesta.

Los homicidios múltiples se volvieron patrón en centros de atención a adicciones y se extendieron a más domicilios particulares, donde familias enteras fueron sacrificadas en medio de una espiral de violencia desatada por el crimen organizado que rompió esquemas y actuó contra niños, mujeres y adultos mayores.

En ese año del miedo –la sensación aún se anida en los juarenses pese a sus muestras de valor en su afán de recuperar los espacios públicos perdidos– se conocieron aquí las dimensiones del terrorismo, cuando estalló un coche-bomba cobrando la vida de un médico heroico (que atendía otra víctima previamente acribillada y vestida de policía como señuelo) y un agente de la Policía Federal, acto que develó a una autoridad aturdida, carente de efectivos sistemas de inteligencia y siempre renuente a hablar de narcoterrorismo o a reconocer cualquier tipo de “narcoinsurgencia”.

En el clímax de la barbarie y forzada por el caso de Villas de Salvárcar, la administración calderonista apresuró la implementación del programa “Todos somos Juárez. Reconstruyamos la ciudad”, una estrategia de intervención social que se supone atacaría de raíz la problemática de inseguridad.

Aunque se anunciaron inversiones sin precedentes para la ciudad (en una primera etapa hasta por 3 mil millones de pesos), lo ejercido se ha quedado corto ante los atávicos rezagos sociales, además de que todavía no bajan todos los recursos, ni se ven concluidas las grandes obras de infraestructura urbana.

Si hay un tema de la agenda pública construido a partir del ‘Todos somos Juárez”, que ilustra la tibieza y la falta de voluntad con qué se ha conducido la administración federal para resolver las problemáticas de fondo, ese es el de los autos ‘chuecos’.

Desde que hace más de un año y medio se hizo el primer lanzamiento, el programa de regularización ha naufragado en un mar de indefiniciones, disimulos y desinformaciones que desgastaron la relación interinstitucional y al final apenas ha conseguido identificar a unos 25 vehículos de un total de 45 mil que fueron fijados como objetivo el año pasado.

Aunque se suponía que lo importante era la identificación vehicular para contrarrestar la movilidad de los criminales, prevalecieron los altos costos a la importación, golpeando tanto a quienes con sacrificios se acercaron al programa como a los que de plano quedarán fuera por la insolvencia económica que enfrentan en estos momentos de crisis.

Esa situación de quebranto económico y recesión que especialmente en Juárez ha acompañado desde el 2008 a la crisis de inseguridad tampoco fue atendida en su justa dimensión por la administración panista del presidente Calderón.

Si bien se canalizaron algunos apoyos para pequeñas y medianas empresas y se destinaron recursos para becas laborales o programas temporales de empleo, los empresarios locales siguen sin ser escuchados en el que ha sido su principal clamor: un trato fiscal especial para la situación extraordinaria que vive esta frontera.

Apoyada esa petición por la primera autoridad del estado, quien ha planteado que bien podría cristalizarse en un traje a la medida de Juárez sin descartar el esquema de zona franca o de libre comercio, la respuesta pública del presidente Calderón hasta hoy ha sido el silencio.

Si en la fase del declive presidencial las cosas se mantienen igual, seguramente las urnas responderán con un grito de reprobación para el partido político detrás de ese gobierno desentendido y silente.

Los indicadores de la debacle electoral blanquiazul están por todas partes (hoy se muestran en el sondeo de El Diario). Diluido ya su principal capital político falta ver con qué puede llenar el Presidente ese espacio que en el 2006 llenó con las expectativas y votos de los ciudadanos juarenses.

En realidad, ya no hay absolutamente nada que Usted Señor Felipe Calderón pueda hacer como Presidente de México para compensar así sea en mínima parte el terrible desastre que el PAN-Gobierno le ha dejado a esa región fronteriza. Ya no hay tiempo para ello. De hecho, ya no le queda a Usted tiempo para hacer casi absolutamente nada por los fronterizos. Es dudoso que muchos norteños van a querer perpetuar por otro sexenio la continuidad de lo que Usted empezó. Es dudoso que aquellos que han vivido seis años en el infierno quieran darse a sí mismos otros seis años con más de lo mismo cuando hay una esperanza de salvación con el solo hecho de ejercer un voto firme y decidio en las urnas que ponga el correctivo final y decisivo a lo que Usted empezó.

También sabe Usted, Señor Presidente, que lo que le ha estado diciendo Spectator no son meras opiniones personales pronunciadas en un momento de frustración o amargura. Son juicios valoritativos que son compartidos por muchas otras personas de amplio prestigio. ¿Quiere una prueba de ello? Aquí está:

Calderón dejará un Estado hecho pedacitos
Ricardo Ravelo
Revista PROCESO # 1837
14 de enero del 2012

Quien haga la crónica del gobierno de Felipe Calderón, cuya gestión termina en menos de 11 meses, tendrá que decir que su publicitada guerra contra la delincuencia organizada resultó un fracaso, pues careció de estrategia, causó decenas de miles de muertes y dejó al país inmerso en una orgía de violencia. El juicio es implacable y proviene del exconsultor de la ONU Edgardo Buscaglia, quien asegura que hoy los grupos criminales se disputan como pirañas los pedacitos del Estado mexicano. E insiste: el problema del narcotráfico sólo se solucionará con un pacto histórico entre las diversas fuerzas del país.

Justo cuando la administración del presidente Felipe Calderón se aproxima a su final –sólo le quedan 11 meses– el balance de la lucha contra el narcotráfico “es muy negativo”, pues él mismo se convirtió “en prisionero de su propia guerra”. Hoy, no sólo no existe ningún viso de éxito en la lucha contra la delincuencia organizada, sino que ésta galopa impune aun más allá del territorio nacional.

Edgardo Buscaglia, experto en temas de seguridad nacional y delincuencia organizada, sostiene que la mal llamada guerra contra el narcotráfico se traduce en una guerra del gobierno contra la sociedad y contra las propias instituciones del Estado.

Para el investigador de la Universidad de Columbia, la gente está muy agraviada y seguramente cobrará la factura en las elecciones presidenciales de este 2012.

“En México –dice– ya hay condiciones para que organismos internacionales actúen y declaren al país en clara emergencia por las serias violaciones al derecho humanitario; además, en el futuro inmediato veo que Calderón entregará un país plagado de muertos, descabezados y con instituciones fragmentadas por los propios grupos criminales.”

–¿Fracasó Calderón con su estrategia de guerra? –se le pregunta.

–¿Cuál estrategia? Nunca hubo una estrategia. Lo que implementó el presidente fue una acción de fuerza con el Ejército. Creo que el presidente debió leer historia antes de implementar sus acciones. En Italia y en Colombia, por ejemplo, el ejército actuó quirúrgicamente, pero acompañado de otras estrategias. En México, Calderón y el Ejército fracasaron y jamás aprendieron de la experiencia de otras naciones.

Desde un país de Asia en el cual se encuentra comisionado, Buscaglia señala a Proceso que le extraña que algunas voces, como la del exguerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, actual asesor de Calderón en materia de seguridad, difundan con soltura (revista Nexos, edición de enero) la idea de éxito en la lucha contra la delincuencia organizada.

Hasta ahora, arguye el entrevistado, “no existe ningún sentido científico” ni de política pública para aseverar que la estrategia del presidente contra la delincuencia haya sido exitosa.

Y se explaya: “El balance es muy negativo porque en los países donde estamos evaluando la política de seguridad humana, como en el caso de Malasia, lo que medimos es la forma en que suben y bajan los indicadores de delincuencia organizada.

“En México la delincuencia actúa con 22 tipologías delictivas y no hay vuelta de hoja: cuando llueve, llueve; cuando hay sol, hay sol. Y si los indicadores siguen aumentando, como en México, donde hay extorsión, piratería, tráfico de armas, narcotráfico, contrabando, no hay manera de decir que la estrategia del presidente Calderón ha tenido éxito.

“Los que argumenten eso están en un error. Puedo entender que lo dicen porque están bien pagados por la Secretaría de Seguridad Pública o por LosPinos.

“No dudo que haya buenas intenciones del presidente (Calderón) y de su equipo, pero con buenas intenciones todos vamos al infierno. La delincuencia organizada ha venido fragmentando al Estado cada vez más y esos indicadores de fragmentación son muy altos: el crimen organizado se alimenta de esos pedazos del Estado y así puede seguir hasta el colapso mismo”.

Según el investigador de la Universidad de Columbia, 71.5% de los municipios del país están controlados por la delincuencia organizada; hay alcaldes, síndicos y regidores que están alineados con algún grupo criminal.

“Y no me refiero –dice– a autoridades de un partido, pues en todos hay casos en que los ayuntamientos que gobiernan sus representantes sirven a los intereses de la criminalidad”.

Y otro elocuente indicador del fracaso del gobierno, insiste Buscaglia, es que actualmente los líderes del narcotráfico mexicano, como Joaquín El Chapo Guzmán, están clasificados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos como los personajes más influyentes del narco en el mundo.

“(Recientemente) El Chapo Guzmán fue considerado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro como el narcotraficante más poderoso del planeta. Ante este dato tan contundente no hay vuelta que darle: Calderón es un fracasado y con su ‘estrategia’ sólo logró elevar al Chapo Guzmán al rango de personaje mundial en el mercado de las drogas”.

Ello se debe, según el entrevistado, a que el poder patrimonial de los grupos criminales mexicanos, entre ellos el cártel de Sinaloa, se ha extendido a 53 países y su presencia es cada vez más frecuente en Asia, África y Europa. Por lo tanto, de ninguna manera puedo estar de acuerdo con la aseveración de que las políticas (calderonistas) mal implementadas han tenido algún éxito.

“Esto no es una cuestión de interpretación subjetiva en donde, como por ejemplo, a uno le gusta un movimiento artístico y a otras personas no. Lo subjetivo acá no vale. Los 22 tipos de indicadores delictivos siguen aumentando en México y en la región centroamericana, que está tan negativamente afectada por México.

Por lo tanto, no sólo están aumentando los índices delictivos en México, es evidente que estamos exportando inseguridad humana a países de la región. Y no veo otra salida para el país más que el replanteamiento de la estrategia a través de un acuerdo político más allá del gobierno en turno, que por fortuna ya se acaba”.

La guerra es contra la sociedad

Periodistas, académicos y analistas políticos sostienen que durante muchos años los gobiernos sólo administraron el problema del crimen organizado, sin atacar sus causas.
¿Usted cree que la violencia actual sea consecuencia de esas fallas o existen otras causas o cree que este señalamiento es un mito más?, se le pregunta a Buscaglia.

–Esta mal llamada guerra contra el narcotráfico debería ser llamada guerracontra la sociedad y contra el Estado mismo porque la delincuencia organizada mexicana tiene porciones del Estado y porciones de la sociedad civil trabajando para ella.

“No se le puede llamar guerra a un programa de prevención y combate a la delincuencia organizada porque es como si el Estado tuviese una guerra contra sí mismo y contra la propia sociedad. Lo que sucede en México es justamente lo que ocurrió en Rusia en los años noventa:
En México se comenzó una transición política desordenada desde hace dos décadas hacia una democracia que nunca llegó a ser participativa, a lo sumo fue electoralista, pues se avanzó hacia una competencia electoral sin instituciones adecuadas.

La pirámide de comando y control que ejercía el PRI en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta permitía gestionar a los grupos criminales desde abajo y desde arriba simplemente dejó de existir; además, de manera poco competente el presidente Fox desarticuló a los órganos de inteligencia durante la fallida gestión de Eduardo Medina Mora y de otros funcionarios que pasaron por el Cisen.

Los gobernadores comenzaron a volverse más autónomos y dejaron de estar sujetos a los controles judiciales, administrativos y a los controles políticos que se ejercían cuando el PRI poseía una pirámide de comando y control autoritario. Por lo tanto, una transición política hacia una democracia que nunca terminó de consolidarse en México generó una fragmentación institucional.

Como consecuencia, hubo y hay falta de controles judiciales, administrativos y políticos que permitieron a los grupos criminales que existían hacía décadas –y que eran gestionados por el Estado a grado tal que les repartía hasta territorios y mercados– que se toparan con un Estado débil como producto de esa transición política desordenada”.

Buscaglia sostiene que ahora México está peor, pues no existe un sistema judicial que controle la situación; tampoco hay controles políticos. Por lo tanto, la delincuencia organizada pasó de ser gestionada por el Estado autoritario a ser la que gestiona a pequeños fragmentos del Estado que están divididos como un rompecabezas.

Abunda: “En ese ámbito, lo que encontramos es a grupos del crimen organizado que están compitiendo entre sí para capturar a esos pedazos del rompecabezas. Así vemos que el cártel de Sinaloa captura a una fiscalía; otro grupo de sicarios se apropia de una corporación policiaca, y los uniformados comienzan a asesinarse y a matar a funcionarios que trabajan para otros cárteles.

Es claro que México se está debatiendo en una orgía de violencia organizada creciente que alimenta lo que estamos viendo: actos de terrorismo, actos de paramilitarismo y hasta que esta transición política fallida no se dirima en un pacto histórico entre las fuerzas del país seguiremos viendo que los grupos criminales continuarán capturando, como pirañas, los pedacitos del Estado”.

Para el entrevistado, el fracaso de Calderón tiene ya un alto costo social, económico y político, pues el país se precipita al colapso por los caprichos de un mandatario ciego cuyas acciones han derivado en una guerra entre cárteles por esos trozos del Estado, lo que potencia la violencia.

–Desde su punto de vista, ¿había razones para utilizar al Ejército en esta lucha contra el crimen organizado? ¿Fue atinada la decisión presidencial? –se le pregunta a Buscaglia.

–Es la decisión más absurda del mundo. Insisto: al presidente le faltó y le falta leer historia. Su ignorancia tiene un alto costo para el país y para la sociedad. El Ejército es un insumo, un ingrediente de la receta. Pero tiene que actuar acompañado de otros ingredientes que hoy están ausentes.

“En Italia, en los años ochenta, se recurrió al ejército en Sicilia; en Colombia también se le utilizó, pero de manera quirúrgica, para controlar una región. Las tropas entraban arropadas con todo un andamiaje de instituciones funcionales: fiscalías, órganos de inteligencia, jueces. Esas instancias no funcionan adecuadamente en México.

Usar sólo el Ejército como ingrediente de una estrategia es como pretender interpretar la Novena sinfonía de Beethoven con un solo violín: no puede llegar a dar frutos una estrategia donde se solidifica la represión a través de un ejército que corre el riesgo de ser infiltrado por todo tipo de grupos criminales y mientras los patrimonios del crimen organizado sigan intactos y se expandan a otros países.

Cuando reprimes a los grupos criminales sin quitarles el dinero, lo que hacen es aumentar los niveles de corrupción y de violencia para contrarrestar una posible reacción del Estado; a eso se le llama ‘la paradoja de la represión’, pues genera más represión, más violencia y más corrupción”.

Buscaglia afirma que esta trampa surge cuando no se ataca el andamiaje patrimonial de esos grupos, que va más allá del lavado de dinero que tanto se caricaturiza en la prensa; ellos manejan cientos de empresas y activos físicos que requieren una logística operativa diaria para transportarse y que en México sigue intocada.

Mientras eso permanezca intocado, insiste, el Ejército simplemente se halla en una situación de impotencia aplicando más represión al crimen organizado que se sigue expandiendo y sigue corrompiendo a las instituciones del Estado.

En esto consiste la política fallida del presidente Calderón, por más buenas intenciones que tenga frente a este complejo problema.

Spectator le podría reproducir miles de trabajos y análisis como el que se le acaba de presentar, con las evaluaciones y las opiniones de algunos de los académicos e historiadores de mayor renombre en el planeta, pero con esta muestra bastará para darle una idea del descalabro que Usted le produjo al mismo México que ahora lo mantendrá bien alimentado de por vida con una opípara pensión vitalicia a cambio de seis años de mal gobierno, mientras que muchos de los indígenas a los que Usted gobernó (como los de la Sierra Tarahumara, ¿aún no ha oído acerca de la tragedia social que están viviendo?) se están muriendo de hambre.

La terrible inseguridad en la que Usted dejará al país cuando deje de ser el Presidente de México este año es tan mala, que inclusive Usted ya dejó entrever que, literalmente hablando, dejará al país, dejándole a los mexicanos varios problemas mayúsculos para que se las arreglen solos como puedan o que sobrevivan como puedan sin una opípara pensión vitalicia como la que Usted gozará a costillas del erario público (esto es, a costillas del pueblo de México). En efecto, el lunes 27 de junio del 2011, en la transmisión al aire de una entrevista que le hizo Ciro Gómez Leyva, a una pregunta específica del comunicador sobre si Usted se quedaría a vivir en México una vez que dejara la Presidencia, Usted dió a entender que se reservaba su derecho de irse a vivir fuera del país por cuestiones de seguridad. ¿No recuerda haber dicho ésto? ¿Quiere negarlo? Pues entonces pídale a Ciro Gómez Leyva los videos (de los cuales Spectator tiene la copia completa). Desde luego, Usted se largaría a vivir a Estados Unidos o a Suiza o a cualquier otro lugar cómodo dejándole a sus compatriotas los terribles problemas de inseguridad creados bajo su mandato sin solución alguna. Naturalmente, a Usted le fue fácil no solo proclamar su guerra de legitimación que cubrió a la nación entera de sangre, luto y dolor sino seguirla sosteniendo pese a las consecuencias desastrosas de la misma en virtud de que, siendo el Presidente de México, gozaba de un privilegio del que no goza ningún otro mexicano: la protección personal otorgada por el Estado Mayor Presidencial, un pequeño pero bien pertrechado Ejército custodiándolo noche y día. Ni siquiera el Presidente de los Estados Unidos cuenta con un ejército particular a su servicio custodiándolo las 24 horas del día. Con todo un Ejército personal integrado por tropas de élite a su servicio, ¡claro que resultaba fácil pedirle al pueblo de México que se siguiera sacrificando pagando con su cuota de sangre, luto y dolor la guerrita que Usted no pensaba dar por terminada admitiendo su fracaso, porque al fin y al cabo, estando Usted bien segurito y resguardado en Los Pinos, y largándose después del país al extranjero para que no ser alcanzado por el desastre que deja, es muy fácil ser valeroso y estar invitando a mandatarios de otros países para que lo vengan a felicitar apoyándole en el sostenimiento de su mayor fracaso! Es muy fácil ver los toros desde la barrera, es muy fácil pedirle a otros que se sacrifiquen por uno, cuando no se está dispuesto a compartir ni las consecuencias ni la responsabilidad de lo que se desata. Si Usted en la proclamación de su desastrosa guerrita dijo “la vamos a ganar”, ¿entonces por qué se está reservando el derecho y el privilegio de largarse del país? Bueno, si hubo alguien que fue lo suficientemente ingenuo o lo suficientemente estúpido como para creerle, en la entrevista radiada el 27 de junio del 2011 allí tiene la respuesta. Y por cierto, cuando Ciro Gómez Leyva le preguntó si no le preocupaba el ser recordado como el Presidente de los cuarenta mil o los cincuenta mil muertos, Usted respondió cínicamente diciendo que no. Una respuesta muy a la Felipe Calderón, desde luego. ¿Podía esperarse otra cosa de Usted, del mismo hombre que en la sucia sucesión presidencial del 2006 afirmó que lo importante era ganar haiga sido como haiga sido, del mismo hombre que tachó al otro contendiente presidencial de ser “un peligro para México” porque dizque iba a llevar al país al caos? ¡Ja!

No hay mejor ocasión que ésta para confrontarlo directamente con un hecho ineludible:

Usted, Señor Presidente Felipe Calderón, sabe perfectamente lo que es la Organización Nacional del Yunque. Pero seguramente no sólo sabe ésto. También debe saber ya lo que es la sociedad secreta de ultraderecha Tecos asentada en la ciudad de Guadalajara (fundadora del Yunque) y lo que se traen entre manos. Su condición como el hombre mejor informado de México por el solo hecho de ser el Presidente de la República y el tener a su disposición instantánea los mejores recursos informativos del país con acceso privilegiado a información que no está al alcance del público en general le permiten tomar conocimiento de cosas como éstas. Además, su contacto estrecho con gente claramente identificada como gente juramentada dentro de la Organización Nacional del Yunque (como César Nava que ha sido colaborador personal suyo, y como el malogrado candidato panista-Yunquista a la gubernatura del Estado de México, Luis Felipe Bravo Mena) es otro factor que hace imposible no darse cuenta de estos hechos en los niveles en los cuales Usted se mueve. Sin embargo, hay otras razones por las cuales Spectator manifiesta una certeza absoluta al afirmar que Usted no es un ignorante acerca de lo que son las sociedades encubiertas de extrema derecha de México. Aunque no es el momento de entrar en detalles sobre la información que obra en manos de Spectator acerca de esto, podemos darlo por hecho. Puede, desde luego, fingir estupidez e ignorancia sobre algo de lo cual una cantidad creciente de mexicanos está tomando pleno conocimiento, pero esto no es algo que le quede a su investidura.

Tomando como hecho innegable el que Usted ya sabe acerca de temas como el Yunque y la ideología extremista que cohesiona a los radicales ultranacionalistas de México, pasemos revista a otro hecho irrebatible:

Jamás, desde que Usted tomó posesión de su cargo, ha pronunciado en ninguna entrevista, en ninguna conferencia, y en ninguna aparición pública las palabras Yunque o Tecos, absteniéndose en forma cuidadosa y deliberada de mover el avispero. Los ha tapado muy bien a lo largo de sus cinco años de gobierno, sin ordenar una investigación a fondo para destapar la cloaca de una terrible conspiración nacional que está en marcha hoy en día en México. ¿Les tuvo miedo? Tal vez. Pero si se hizo cómplice por omisión de los peores enemigos de México en estos momentos conviertiéndose de paso con ello en un vulgar traidor a la banda presidencial que en un mal momento para la Nación Usted se puso el 1 de diciembre del 2006, ¿por qué no habría de hacerlo, si fueron precisamente ellos los que, usando como mediadora a Josefina Vázquez Mota, su jefa de campaña en el 2006, le permitieron acceder a todos los recursos que necesitaba para poder llegar a la Presidencia de la República haiga sido como haiga sido? En realidad, sin tal ayuda, Felipe Calderón habría sido un cero a la izquierda, jamás habría podido acceder a la Presidencia de México, lo cual muy posiblemente le habría ahorrado a la Nación más de 50 mil cadáveres.

Independientemente de las responsabilidades que se le puedan cargar a Usted directa o indirectamente por los miles de muertos que le ha dejado al país su sangrienta y costosa guerrita que ciertamente no fue secundada por Washington con una acción semejante enviando a las tropas norteamericanas a las principales ciudades de la Unión Americana para declararle allá también su propia “guerra” al narco el mes de diciembre del 2006 cuando Usted lo hacía en México, el hecho de que Usted sabiendo lo que es la Organización Nacional del Yunque y lo que ha estado tramando la ultraderecha para continuar posesionándose de toda la estructura del gobierno federalu, y el no haber hecho absolutamente nada al respecto como Presidente de México para frenar en seco esta terrible conspiración y desarticularla desde sus raíces lo convierte a Usted (sí, Señor Presidente Felipe Calderón, a Usted) en culpable directo de haber incurrido en delito de encubrimiento y con ello automáticamente en culpable del delito mayor de traición a la Patria. Este es el tamaño de lo que debería pesar sobre su conciencia, y no el falso catolicismo que fingue profesar en público y que tan buenos dividendos le dió para convencer al Vaticano de llevar a cabo una visita a México con obvios tintes electorales justo en los momentos en que su partido está naufragando promocionando en forma por demás tramposa el voto religioso.

Como el primer panista del país, y como el Presidente de México, Usted pudo muy bien haber tomado la iniciativa para empezar liberar al Partido Acción Nacional de la peligrosa infiltración de que ha sido objeto a manos de gente tan peligrosa como astuta de ideología de extrema derecha que lo ha estado infiltrando y que se ha estado apoderando de las estructuras de mando extendiendo sus tentáculos por doquier dentro de su partido político, así como tuvo también una oportunidad histórica única para movilizar a todos los servicios de seguridad bajo su mando con la finalidad de identificar y detectar plenamente a los agentes encubiertos de una conspiración que se ha estado incrustando en las principales agencias del gobierno federal para impulsar una agenda secreta. Si bien es cierto que los riesgos de emprender tales acciones eran y siguen siendo enormes, Usted tuvo a su favor el hecho de que ya ha sido expuesta a la luz del día la ideología extremista que mueve a esta clase de gente, se conocen de forma precisa los orígenes de las sociedades secretas que están siendo creadas e impulsadas en todo México por los conspiradores, se tienen perfectamente documentadas las burdas falacias con las que ha sido construída la propaganda extremista de los conspiradores, se sabe ya quiénes son los principales personajes detrás de la gran conjura, y nunca antes una conspiración de tal envergadura había estado tan bien documentada y expuesta a los ojos de un pueblo y sus gobernantes. Y sin embargo, con todo esto a su favor, Usted Señor Felipe Calderón decidió quedarse cruzado de brazos sin hacer nada, absolutamente nada al respecto. Pero no sólo tomó libremente la decisión de hacer absolutamente nada al respecto, decidió también convertirse en beneficiario de los terribles poderes fácticos que lo podían llevar a la Presidencia convirtiéndose de hecho en cómplice de ellos. Y hoy, faltando menos de 11 meses para que Usted deje su cargo, con su legitimidad y su buen juicio aún más cuestionados que cuando entró, no le queda más opción que seguir siendo títere y comparsa de la gran conjura, porque ¿cómo va a liberar a México de esta amenaza en los once meses que le quedan cuando no pudo ni quiso hacerlo en los más de cinco años que han transcurrido?

Usted pudo haber tomado la iniciativa para empezar a purgar dentro de su propio partido a los peligrosos elementos que lo han estado infiltrando desde hace ya décadas apoderándose de su estructura y de sus recursos. Pero en vez de hacer tal cosa, no sólo prefirió ignorar el peligro haciéndose de la vista gorda, sino que creyó que no enfrentándolos y teniéndolos incluso de parte suya Usted tendría un apoyo importante justo cuando más lo necesitaba. Cuando deje Usted la silla presidencial, no tardará en darse cuenta que esta gente nunca estuvo realmente de parte suya, Usted sólo fue un instrumento que se dejó manipular por ellos mientras ellos continuaban adelante con su obra terrible llevada a cabo bajo las sombras de la clandestinidad. Y aunque su fisura con el ultraderechista Manuel Espino pudo en algún momento causar en algunos la impresión equivocada de que Usted en un momento de arrepentimiento trató de acotar el poderío oculto de la extrema derecha tanto dentro del PAN como en el gobierno federal, con el apuntalamiento del Yunquista César Nava Usted mismo se encargó de confirmarle al mundo entero que tales esperanzas fincadas en Felipe Calderón como el “gran salvador de México” eran esperanzas vacías, sin sustento. Naturalmente, la incorporación de César Nava en posiciones clave empezó a rendir dividendos políticos al PAN y a los infiltrados, por cierto a un costo enorme para el país, aunque esto posiblemente no le importó a Usted en lo más mínimo.

Su intentona de dar la apariencia de estar completamente desligado de la poderosa extrema derecha encubierta de México que jugó un papel decisivo en su instalación en la silla presidencial en el 2006, con la designación de un judío mexicano, Salomón Chertorivski Woldenberg, como Secretario de Salud (un cargo para el cual el Licenciado Chertorivski Woldenberg, sin demérito de sus otras cualidades profesionales, no cuenta ni con la preparación académica ni con la experiencia necesaria en cuestiones de salud), justo cuando las pre-campañas presidenciales han arrancado en México, es francamente patética y hasta risible. ¿Acaso cree Usted realmente que todos en México se van a tragar la píldora? En todo caso, resulta bizarro, por no decir kafkiano, que Usted tenga en torno suyo a gente indoctrinada en ideología ferozmente antisemita (misma ideología que usó Hitler para justificar el envío de millones de judíos europeos a los hornos crematorios) como los Yunquistas César Nava y Luis Felipe Bravo Mena, al lado de un judío que posiblemente ni siquiera sospecha del odio intenso que hay en torno suyo dada la amplia capacidad de simulación y disimulo de que hacen gala los que han sido juramentados dentro de las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana. En última instancia, será la Historia la que juzgue esta intentona suya llevada a cabo a última hora justo cuando los procesos electorales en los cuales el Partido Acción Nacional y la Organización Nacional del Yunque se juegan su dominio del poder federal estaban en marcha.

Al dejar la silla presidencial en el mes de diciembre de este año, Usted se llevará entre varios tragos amargos el no haber podido dejar instalada a su propia hermana como la Gobernadora de Michoacán, lo cual debe tomarlo como lo que es: una muestra del enorme repudio popular que su catastrófico régimen ha acumulado merecidamente a lo largo de cinco lamentables años. Y este es un repudio popular que se manifiesta en su propio Estado natal. Y si su hermana mayor no pudo convertirse en la Gobernadora de Michoacán siendo Usted el Presidente de México, téngalo por seguro que ya no podrá serlo jamás porque cuando Usted deje la Presidencia muchos michoacanos los verán a Usted y a su hermana como leprosos, como los representantes de la clase política que hundió a México.

Spectator les ha creado a Usted y a los terribles poderes fácticos cómplices de Usted en el poder una memoria persistente. Léala cuantas veces quiera y cuando Usted quiera. No la podrá borrar. Le hará compañía hasta el día en que se vaya Usted a su sepulcro, y aún tras ello le seguirá haciendo compañía. No podrá apostarle a la proverbial desmemoria del pueblo mexicano porque estos materiales estarán aquí disponibles para ser consultados al instante y a cualquier hora del día por las generaciones venideras de mexicanos así como por los académicos e historiadores que habrán de juzgar su gestión como Presidente de México. Es como Usted será recordado por las generaciones venideras. Esta memoria persistente está siendo descargada de Internet y está siendo almacenada meticulosamente en muchas librerías alrededor del mundo y seguramente en varias agencias de inteligencia del globo terráqueo. Es casi seguro que las fuentes documentales citadas por Spectator están siendo consultadas y verificadas meticulosamente hasta el último punto y coma por académicos de prestigio alrededor del mundo, algo a lo cual le dá la bienvenida Spectator porque de este modo comprobarán que lo que se ha estado afirmando y documentando aquí es la verdad, con la misma firmeza con la cual las falsedades de la extrema derecha que han estado siendo desenmascaradas aquí están cayendo como un castillo de naipes.

Spectator hubiera preferido mil veces que la pesada labor de sacar a la luz los terribles secretos que se ocultaban en el armario del fundamentalismo más radical del continente americano cayeran sobre los hombros de otros. Pero esta labor solo podía ser llevada a cabo por Spectator y quizá por nadie más, porque Spectator cuenta con recursos amplísimos con los que posiblemente nadie más cuenta en México. Spectator no solo conoce en detalle la naturaleza del dragón al que se está enfrentando sino que tiene a su disposición una base de datos cientos de veces superior a la que poseen sus temibles adversarios, y en una lucha tiene más posibilidades de éxito no aquél que posea la mayor cantidad de fuerza bruta sino la mejor base de datos y el procesamiento más eficiente de los enormes volúmenes de información disponibles en esa base de datos. Usted pudo haber hecho la parte que le correspondía, como Presidente de México, para purgar a México del enorme peligro que lo acecha tras las sombras, pero en lugar de ello primero se quedó cruzado de brazos reduciendo todo a un pleito personal con el ultraderechista Manuel Espino, y al final se les rindió. Ahora, “faltando un cuarto para las doce”, lo que pudo haber hecho sobre esto es demasiado tarde y extemporáneo, sobre este asunto Usted se ha vuelto un verdadero cero a la izquierda. Quizá lo único que podría hacer Usted en bien del país a estas alturas sería presentar su renuncia a la Presidencia y presentarle sus disculpas a la Nación, aunque inclusive el tiempo para esto ya pasó y ahora tal cosa sería extemporánea.

Su poder, Señor Presidente, casi está llegando a su fin. Si no pudo ayudar Usted a su propia hermana mayor “Cocoa” a quedar instalada como Gobernadora del propio Estado natal de ambos, ¿qué le hace a Usted suponer que podrá hacer algo para impedir que su propio partido político continúe rodando hacia el despeñadero de la Historia? Y menos cuando en vez de actuar como el Presidente de todos los mexicanos, al apoyar abiertamente desde la misma Presidencia a su propio partido político ha torpedeado cualquier posibilidad de acuerdos legislativos con esa misma oposición sin la cual no le será posible lograr nada que valga la pena recordar en los 11 meses que le quedan como Presidente.



Título: Función de despedida
Cartonista: Carreño
Fuente: EL UNIVERSAL


A Spectator no le agrada ser agorero; no le agrada ser el portador de malas noticias. Pero en este caso, el asunto no tiene vuelta de hoja. Le quedan a Usted menos de 11 meses en la silla presidencial que no le servirán de nada ni a México ni a Usted, y lo único que pueden hacer los mexicanos a estas alturas es resignarse a aguantar esos once meses con un estoicismo que rayará en la heroicidad, al igual que Usted tendrá que resignarse a aguantar su mengüante papel como el payaso trágico de una mala comedia que ya está por terminar al menos en lo que a su deplorable gestión presidencial respecta. Vale la pena esperar esos once meses viendo cómo su mengüante poder presidencial y su cada vez más debilitado prestigio personal se irán erosionando al mismo tiempo que muchos de aquellos que se decían amigos suyos lo irán dejando solo y se irán alejando de Usted al no convenirles a sus intereses cualquier cercanía pública con su persona. Al final de cuentas, Usted cosechará lo que Usted mismo sembró, haiga sido como haiga sido.

Señor Presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa:

Su tiempo se acabó.

Goodbye, Mister Calderón.