Durmiendo con el enemigo
La Iglesia Católica incluye entre lo que califica como ofensa grave al catolicismo aquella situación en la que los que se afirman cristianos no aceptan someterse por completo a la voluntad del Papa de Roma, a quienes no aceptan su plena obediencia, ciega e incondicional, al Santo Padre. Esto es una referencia clara a miembros y representantes de otros cultos cristianos tales como la Iglesia Metodista, las Iglesias Evangélicas Pentecostales y muchos otros, algunos de los cuales en otros tiempos la Santa Inquisición tenía por consigna y por deber el confesar debidamente en el potro del tormento con la intención de enviarlos posteriormente a la hoguera para pagar por pecados como éste:
Tolerancia y derecho a la vida
Miguel Ángel Granados Chapa
26 de septiembre del 2011
Medio millar de diputados locales suponen, o se les hace decir, que las resoluciones de las legislaturas estatales a que pertenecen, son definitivas e irrevocables. Anteayer demandaron de la Suprema Corte “pleno respeto a la libertad de configuración legislativa” que dicen haber practicado al incorporar “a nuestras constituciones locales el derecho a la vida de todo ser humano desde su inicio en la concepción y fecundación”.
Es seguro que los 468 legisladores estatales de todos los partidos que firman este llamado al máximo tribunal de la república, saben que en último término la validez de sus actos está sujeta al control constitucional, susceptible de ser ejercido por varios medios y órganos del poder judicial federal. Y sin embargo, blandiendo una presunta obediencia a la voluntad popular, se sumaron a las presiones sobre la Corte, que ayer comenzó a resolver dos acciones de inconstitucionalidad, cuyo resultado puede ser la supresión de declaraciones sobre la vida incorporadas a constituciones estatales.
Se comprende, y es usual que cuando está a debate judicial un asunto de trascendencia, se expresen opiniones en pro y en contra, y hasta se perciban tomas de posición organizadas en favor de una u otra posible resolución del pleno. Pero la campaña propagandística que a últimas fechas se ha sostenido para inclinar la voluntad de la Corte a favor de textos que plasmaron convicciones morales surgidas de una doctrina religiosa, y no principios jurídicos, como es propio de una república laica, ha sido particularmente insistente y pesada, en el sentido de que la suscriben personas e instituciones de gran relieve en la vida social mexicana.
Por ejemplo, la Conferencia Episcopal Mexicana, y la Arquidiócesis de México emitieron un mensaje titulado “La vida, don precioso que debemos proteger”, y sumaron a él la firma de prelados de confesiones religiosas cristianas distintas de la católica. De ese modo, una representación de asociaciones religiosas no numerosas pero algunas de ellas dotadas de influencia política, adoptó una posición conjunta con la Iglesia católica, expresión común que es infrecuente percibir en asuntos de espiritualidad y trascendencia. Obispos del Patriarcado ortodoxo de Antioquia, el Patriarcado ecuménico de Constantinopla, Iglesia ortodoxa de América, Iglesia Maronita, Iglesia Nacional Presbiteriana, la Metodista, la Fraternidad de Iglesias Evangélicas Pentecostales, agregan su voz a la de la jerarquía católica con la intención de inclinar el ánimo de los ministros hacia la posición demandada por la cúpula episcopal y por el Partido Acción Nacional, cuyas bancadas en el Congreso de la Unión emitieron también mensajes en la misma dirección.
Esta posición conjunta revela ahora de modo formal, aunque se conocieran claramente sus perfiles, la campaña de reforma a las constituciones locales que alcanzó a modificar 18 de esos documentos en que se expresa la soberanía local. Fue una respuesta concertada ante la declaratoria de constitucionalidad emitida por la Corte respecto de las reformas penal y de salud que establecieron en el Distrito Federal el derecho de interrumpir el embarazo antes de la duodécima semana y la institucionalización de las atenciones requeridas por la mujeres que deciden colocarse en tal situación.
El intenso conservadurismo católico, expresado en legisladores de todos los partidos, no emprendió reformas a los códigos penales en materia de aborto. Escogió la vía de hacer constitucional el derecho a la vida, de modo que cualquier intento de despenalizar el aborto chocara con esa barrera insuperable. En dos casos personas e instituciones que percibieron en esas reformas conculación de los derechos de las mujeres, consiguieron impulsar acciones de inconstitucionalidad que ahora se ventilan en la Corte. El ponente en los dos casos, referidos a las legislaturas de Baja California y San Luís Potosí es el ministro Fernando Franco que ha sido a su vez objeto de una campaña de desprestigio personal, en que lo menos que le endilga es ser enemigo de la vida.
Ayer comenzó a discutirse el caso de Baja California, cuya acción de inconstitucionalidad fue presentada por el ombudsman de esa entidad federativa. El ministro Franco resumió que entre varios, hay dos temas fundamentales a dilucidar: por un lado, determinar “si la Constitución federal y los tratados internacionales pertinentes le otorgan jurídicamente el carácter de individuo o persona al concebido desde el momento de la concepción, fecundación y lo reputan como nacido para todos los efectos legales correspondientes”. Y, segundo, si no es así, es decir si “el producto de la concepción no se reputa constitucionalmente como persona humana en el sentido normativo” hay que establecer “si ese carácter le puede ser reconocido…por el orden jurídico de una entidad determinada”.
La discusión no es simplona, como pretenden los detractores de la posición esbozada por un ministro que, por otra parte, es partidario del derecho a la vida (como lo son todas las personas con un mínimo de sensatez). No se trata de despenalizar el aborto, o de aplicarle nuevas sanciones. No está a discusión ninguna reforma a códigos penales, sino si el blindaje construido por el conservadurismo social (con el Episcopado y el PAN a la cabeza) es acorde con la Constitución federal o es expresión de un credo muy respetable en sí mismo, pero que no puede convertirse en norma jurídica que, además, no sea impugnable.
Así, y de cualquier modo, aunque los representantes de la Iglesia Católica en México tengan ya condenados al Infierno a los herejes que no se somentan a la voluntad del Papa (y los hay en muchas categorías, tantas que hasta un católico confundido podría necesitar la ayuda de un diccionario o de una enciclopedia para poder saber ni no se encuentra en alguna de ellas), ¡malditos apóstatas!, esto no representa impedimento alguno para pedirles a estos herejes su alianza en la búsqueda de objetivos comunes.
El católico creyente seguramente ha de estar confundido con tales posturas.
Se requiere de una buena dosis de cinismo e hipocresía para obligar no sólo a las mujeres mexicanas que profesan algún culto religioso opuesto al aborto sino también a todas las demás mexicanas que no profesan dichos cultos a concebir un hijo no-deseado (que quizá fue el resultado de una violación) sin tener siquiera la menor intención de ayudar posteriormente a la “madre a la fuerza” con un solo centavo para los gastos de la manutención del producto, aunque sea una pieza de pan de vez en cuando, alegando “mi deber moral es obligarte a tener el hijo que no deseas tener o que no puedes manterner, ya que lo tengas es tu problema y no el mío porque tú eres la madre”.
El Presidente de México, el cual logró llegar a la silla presidencial gracias a la guerra sucia que le construyeron en su beneficio los poderes fácticos que están gobernando a México, pese a cargar con más de 50 mil cadáveres a cuestas producto de su guerra de legitimación, traspasando las barreras del estado laico y universal que debería representar no pudo evitar el meter su cuchara en el asunto:
“Inoportuna” la intromisión del Calderón en debate sobre aborto: senadores
Jenaro Villamil
Agengia APRO
27 de septiembre del 2011
Senadores del PRD y del PRI consideraron “inoportuna” y como una medida de presión hacia la Suprema Corte la solicitud del presidente Felipe Calderón para retirar la Declaración Interpretativa formulada por México en el Pacto de San José para que el Estado mexicano defienda la vida desde la concepción.
El coordinador de la bancada del PRD, Carlos Navarrete, afirmó que Calderón no debiera tomar medidas para convertirse en una “voz de presión” al interior de la Suprema Corte de Justicia, en momentos que el máximo tribunal discute la inconstitucionalidad de las leyes antiaborto en Baja California y San Luis Potosí.
Navarrete afirmó que la petición enviada por el Ejecutivo federal al Senado es un intento por “ingresar por una puerta lateral al debate de la Corte, incrementando presiones sobre el Poder Judicial, el cual es autónomo y tiene facultades constitucionales propias para resolver”.
Desde el Senado “no le vamos a facilitar que el Ejecutivo intervenga indebidamente para intentar presionar o inmiscuirse en un tema que la Corte esta resolviendo”, agregó Navarrete.
Por su parte, Francisco Labastida, senador del PRI, consideró que Calderón “tiene un extraordinario sentido de la oportunidad para meterse en problemas que no le tocan”.
“La decisión está en el Poder Judicial y creo que ahí debe seguir. El hecho de que se meta en este asunto sólo logra un enfrentamiento entre poderes y además fomenta la ya existente división en el país sobre el tema”, abundó el excandidato presidencial y exsecretario de Gobernación.
Labastida afirmó que no discutieron el tema en la reunión de la plenaria de los senadores del PRI, este martes en la mañana. “Creo que lo mejor que podemos hacer con ello es meterlo en un cajón y ahí guardarlo”, sentenció.
Sobre esta gran cruzada anti-aborto en la cual la Iglesia Católica hizo alianzas y rompió lanzas con aquellos mismos cultos religiosos a los que en otros tiempos (los tiempos de la Colonia) los habrían enviado a la hoguera después de unas buenas sesiones de tormento en las mazmorras que la Santa Inquisición tenía para tales efectos, el mismo reportero que elaboró el artículo anterior publicó el siguiente editorial:
Laura Bozzo y el talk show sobre el aborto
Jenaro Villamil
Agencia APRO
27 de septiembre del 2011
Para nadie es un secreto que la conductora televisiva Laura Bozzo hace las veces de vocera de los intereses más reaccionarios, en función del rating de su talk show, pero también de los intereses del gobierno en turno, especialmente en temas de política social o de orden moral. Así fue en el Perú de la dictadura de Fujimori y así es ahora en México, primero en TV Azteca, y ahora en el Canal 2 de Televisa.
Por eso no es casual que en vísperas de la discusión que inició esta semana en la Suprema Corte de Justicia sobre las acciones de anticonstitucionalidad en contra de las reformas antiaborto que se aprobaron en los estados de Baja California y San Luis Potosí, Bozzo haya revivido un programa con el título “Por abortar no pude tener hijos”.
La emisión –repetida el pasado viernes 23 de septiembre-, presenta a una joven llorosa que “abre su corazón” con la señora de los gritos y los monólogos interminables. La joven, pagada o no, confiesa que ella se realizó tres abortos antes de casarse. Ahora, su actual esposo, un macho sacado del cómic bozziano, la amenaza con dejarla porque debido a los abortos anteriormente practicados, ella no puede embarazarse.
Bozzo interrumpe a la “invitada”. Y exclama a los cuatro vientos que ella está en contra del aborto porque “sólo el de allá arriba puede dar y quitar la vida”. La peruana hostiga, acosa, enjuicia. Se cubre con supuestos estudios académicos en sociología y política para que las amas de casa televidentes confíen en sus juicios de valor y sus prejuicios sin contraste con el estatuto jurídico de la discusión.
Muy su derecho y sus creencias religiosas considerar al aborto un pecado, pero la señora Bozzo y Televisa son concesiones de un servicio como es la televisión y lo menos que se espera es que contrasten con información, que maticen o documenten lo que está ahora a discusión. No es con epítetos o juicios sumarios como se puede abordar un tema delicado que tiende a polarizar a la sociedad y, en especial, a la comunidad católica.
Desde abril de este año, la vocera del Grupo de Información en Reproducción Elegida, Mariana Winocur, señaló que, en una emisión con el mismo título, “Por abortar no pude tener hijos”, Bozzo no dio información completa sobre el tema, estigmatizó a las mujeres que interrumpen sus embarazos y llegó a mencionar que a las mujeres jóvenes no les importa embarazarse porque pueden abortar después.
La desinformación es la madre de los prejuicios. Más aún cuando el único matiz de Bozzo es que ella sí está de acuerdo en discutir la interrupción del embarazo cuando se trate del “producto de una violación”. ¿Y si hay malformaciones congénitas? ¿Y si existen condiciones socioeconómicas precarias para la madre? ¿Y si existe violencia intrafamiliar? Los supuestos lógicos no caben en un talk show.
En Facebook existe una “página comunitaria sobre Laura Bozzo” que se titula precisamente “Di no al Aborto”. Digna del mal gusto de Provida y de otras organizaciones antiabortistas, la página reproduce las clásicas imágenes de fetos muertos, de niños mutilados. Sólo registra nueve seguidores, pero es claro el vínculo con la conductora televisiva.
El activismo antiabortista ha revivido, con el aval del presidente Felipe Calderón Hinojosa y de su candidato predilecto para la candidatura presidencial del PAN, Ernesto Cordero. Ambos se han metido de lleno al talk show sobre el aborto y no sería casual que Bozzo los invite a su programa o los cite después de su famoso epíteto: “¡que pase el desgraciado!”.
En vísperas también de la discusión en la Suprema Corte de Justicia, la organización Unión de Voluntades emitió un pronunciamiento durante la homilía del cardenal Norberto Rivera, en la catedral de la Ciudad de México. Se expresan en contra del proyecto “perverso y criminal” del ministro José Fernando Franco González Salas, a quien le lanzaron el epíteto de “ministro diabólico”. (¿?)
En sintonía con estos reclamos, Ernesto Cordero metió el tema del aborto a la contienda interna de su partido. Le reclamó a los ministros que apoyan la posición de Franco González Salas que exista “congruencia” entre su posición para avalar las causales de despenalización que se aprobaron hace cuatro años en el Distrito Federal y las enmiendas constitucionales en Baja California y San Luis Potosí que consagran el “derecho a la vida desde la concepción” como un valor absoluto.
El presidente Felipe Calderón le solicitó al Senado que se modifiquen los términos en que se firmó el Pacto de San José relativo a la protección a la vida. En 1981, cuando México se adhirió al convenio formuló una “declaración interpretativa” para que no sea obligación legislar para proteger la vida desde la concepción. Según Calderón el Senado debe retirar esta “declaración interpretativa” porque “no tiene sentido” mantener la declaración, ya que la reforma constitucional del 10 de junio de este año reconoce los derechos humanos previstos en los tratados internacionales de los que México es parte.
En el Senado las reacciones ante la petición de Calderón van desde la cautela hasta el franco rechazo, como expresó este martes 27 el coordinador de la bancada del PRD, Carlos Navarrete. El legislador calificó de “lamentable” que el primer mandatario quiera “meterse por la puerta lateral” y generar presiones ante el debate en la Suprema Corte.
En fin, el gobierno de la República y su candidato dentro del PAN ya tiene puesta la mesa para que en esta semana se arme un verdadero talk show político-mediático en torno al aborto.
Cuentan ya con una aliada fundamental: la inefable Laura Bozzo y la unilateralidad de su show donde la deliberación es sacrificada en aras del “espectáculo” humillante.
Por regla general, las dos televisoras que acaparan y monopolizan el 90% del espacio nacional y se encargan de “educar al pueblo” extraoficialmente, aliadas indudables (por conveniencia) de la ultraderecha nacional y del gobierno federal en turno, NUNCA exhiben en sus telenovelas y programas situación alguna, así sea ficticia, en la cual una mujer decida practicarse un aborto y termine llevándolo a cabo sin problema alguno. Eso es un tabú, un tema prohibido, sobre todo en TELEVISA que empezó con dicha costumbre “concientizadora” desde hace décadas (1966) con la novela El derecho de nacer (en la cual, por cierto, ni siquiera se toca el tema del aborto, es el padre de la joven embarazada el que decide que se termine con la vida del producto en cuanto haya nacido, cosa que desde luego no llega a ocurrir en la historia). Un ejemplo más reciente se dá en TV Azteca en su transmisión de la telenovela “Cielo Rojo”, en donde la “buena” de la telenovela, la heroína abnegada y noble, Alma Durán (¡su nombre lo dice todo!), interpretada por Edith Gonzalez (actriz que fue embarazada en la vida real por el calenturiento fauno neopanista Santiago Creel que quiere ser Presidente de México para hacerse responsable de todo un país cuando ni siquiera se hizo responsable de su propia hija que tuvo con la actriz), el modelo ideal a seguir por las miles de jóvenes que ven la telenovela, la mujer ejemplar, la mujer con valores, pese a haber sido violada no acude a un médico para impedir quedar embarazada del hombre que la violó, aceptando en cambio concebir al hijo del violador y hacerse cargo de lo que resulte, por el resto de su vida. Y casi al mismo tiempo y en la misma televisora, en la telenovela que precede a “Cielo Rojo”, la telenovela titulada “Emperatriz”, una de las hijas de Emperatriz, Elena Mendoza (esteralizada por Miri Higareda) se ve en una situación en la que es advertida con toda la seriedad del mundo por un médico que le dice que es indispensable terminar su embarazo cuanto antes debido a que por ser un embarazo de alto riesgo que pone en peligro la vida de la madre no hay otra alternativa posible. Pero (como era de esperarse), la joven se opone terminantemente a que se lleve a cabo el procedimiento médico, tras lo cual las cosas se componen por sí solas casi por arte de magia (magia telenovelesca, esto es) y el embarazo de Elena Mendoza prosigue sin problema alguno, dando la muy peligrosa lección moral a las jóvenes televidentes (con el sello de aprobación del grupo Pro-Vida) de que aún en esos casos si se niega la autorización a los médicos para practicar un legrado casi siempre ocurrirá un milagro de última hora con el cual las cosas se arreglarán por sí solas. Desafortunadamente, esa ficción con la cual TV AZTECA se adjudica a sí misma funciones de enseñanza que deberían ser facultad exclusiva de la Secretaría de Educación Pública no corresponde a la realidad de las estadísticas para este tipo de casos. Desafortunadamente también, muchas de las mujeres en México son mujeres ignorantes que no han concluído ni siquiera sus estudios de escuela primaria, y se dejan influír por las “lecciones” y “consejos” que aprenden en las novelas moralizantes del duopolio televisivo exponiendo sus vidas al seguir tales “enseñanzas”. El sentido común indica que cuando un médico indica que se requiere terminar un embarazo por cuestiones médicas de necesidad urgente, no lo hace de mala fé sino que lo hace con una formación profesional a cuestas que le requirió toda una vida acumular. Pero para el duopolio de televisoras todos estos médicos son simplemente criminales, y punto, sin excepción alguna. De este modo, este tipo de “enseñanzas morales” criminalmente promovidas por los guionistas de derecha ultraconservadora que elaboran las telenovelas de TELEVISA y TV AZTECA puede conducir a situaciones en las que muchachitas jóvenes (o inclusive mujeres adultas) que enfrenten un embarazo de alto riesgo se nieguen a terminar el embarazo así sea en casos de verdadera emergencia médica argumentando “es que yo ví en una novela de TELEVISA que una chica que pasa por la misma situación por la que yo estoy pasando y que se niega a terminar su embarazo se le para la hemorragia por sí sola y al final su bebé nace bien y en perfecto estado de salud”. Naturalmente, ni TELEVISA ni TV AZTECA están dispuestas a tomar responsabilidad alguna por las muertes que resulten como consecuencia de promover este tipo de “enseñanzas. morales” Y aunque las comparaciones son odiosas, este problema definitivamente no lo tienen en otros países como Rusia, India, China, Francia, etc., porque en esos países no tienen esos tumores sociales como los que hay en México bajo los nombres de TELEVISA y TV AZTECA, y si hubiera tales engendros en formación lo más probable es que les cancelarían sus licencias para operar al igual que como se debió de haber hecho en México desde hace mucho tiempo. La enseñanza de la telenovela, el mensaje enviado por TV Azteca (y por TELEVISA) en sus telenovelas, es claro y directo: las “buenas mujeres” son aquellas que JAMAS en ningún momento ni siquiera les pasa por la cabeza la idea de interrumpir su embarazo por la razón que sea, porque aquellas mujeres que toman la dura decisión de llevar a cabo la interrupción de un embarazo ni siquiera llegan a la calidad moral y ética de las “malas” de esas novelas, ya que son consideradas por el duopolio televisivo como mujeres abominables, vil basura que ni siquiera merece terminar en los contenedores de basura de la ciudad, de lo peor que pueda haber en la especie humana, más despreciables que cualquier narcotraficante como el Joaquín el “Chapo” Guzmán (que ha enviciado en la esclavitud de las drogas a cientos de miles de hombres y mujeres en la flor de su juventud), más perversas y malvadas que la misma hada-bruja Maléfica que aparece en el cuento de La Bella Durmiente, son consideradas miles de veces peor que desechos inútiles, contaminadoras de la especie humana merecedoras de ser quemadas vivas en una hoguera como brujas de la peor ralea (esto después de haber recibido miles de azotes hasta quedar sin nada de piel en la espalda “como se lo merecen”). Y si en alguna rarísima ocasión alguna de las dos televisoras radía una novela de ficción en la cual una mujer se somete a un aborto en un hospital (¿el lector televidente recuerda alguna telenovela así?), la historieta de forma invariable termina trágicamente para ella porque indudablemente esa malvada mujer tiene que ser castigada pagando con su propia vida por su abominable crimen. Esa es la “regla de oro” seguida al pie de la letra por el duopolio de televisoras que acapara el 90% del público televidente en México y cuyos propietarios aliados con la ultraderecha encubierta de México se ven a sí mismos como los principales defensores de las buenas costumbres, inmaculados e impuros, merecedores de arrojar la primera piedra sin remordimiento alguno al considerarse situados moralmente por encima de los demás mortales.
Alguien que hubiera sido uno de los más incondicionales aliados de la Iglesia Católica en contra de la práctica del aborto (y de hecho, lo fué) es nadie menos que el mismo Adolfo Hitler.
¿Significa esto que los representantes de la Iglesia Católica en México habrían estado dispuestos a pactar con el mismo Hitler en lo que respecta a su oposición al aborto y su “defensa de la vida”? Esto que lo respondan ellos, ya que es asunto de ellos, aunque también compete a todas las mujeres mexicanas porque lo que está sucediendo en México está dirigido a todas ellas y no solo a unas cuantas. En esto influye el hecho de que el PAN-Gobierno, infiltrado hasta la médula por los agentes encubiertos de la extrema derecha, tiene todas las intenciones de acabar ya sea paulatinamente o de tajo con la separación Iglesia-Estado haciendo retroceder el reloj hasta los tiempos de la Colonia cuando eran una sola cosa.
Para quienes no conocen la Historia en sus íntimos detalles, podría resultar una paradoja, un contrasentido, un absurdo, el que alguien tan desalmado como Hitler con tan poco aprecio por la vida humana que envió a millones de alemanes a una muerte segura y que al final de sus días pudiendo aceptar la rendición incondicional que le pedían las fuerzas aliadas se rehusó sumido en su inmensa soberbia y egolatría a reconocer su derrota (condenando de paso a otros miles de alemanes a seguir peleando y muriendo en el frente de batalla mientras él se suicidaba cómodamente en el resguardo de su búnker), se haya opuesto ferozmente al aborto. Si por un lado Hitler se quejaba tan amargamente de que el territorio alemán bajo su dominio era ya demasiado pequeño para poder albergar a tanta gente (en realidad, no lo era, pero las exageraciones siempre han sido un arma de propaganda en las manos de los propagandistas de la extrema derecha), razón por la cual adoptó la doctrina del lebensraum como justificante para invadir otros países apoderándose de territorios ajenos, ¿por qué razón oponerse entonces a una medida de control natal como el aborto? (En los tiempos de Hitler, no existía la píldora anticonceptiva, pero de cualquier modo la píldora anticonceptiva ha sido prohibida ya por los Papas infalibles por considerarla “abortiva”, y sin lugar a dudas tambíen habría sido proscrita por Hitler.)
La cruda y triste realidad es que la verdadera y demencial razón de Hitler en su furibunda oposición al aborto era que tal práctica le privaba de los soldados que requería para poder llevar a cabo la conquista del mundo entero. Con un ejórcito de 800 millones de soldados armados hasta los dientes (en violación grotesca de lo que había acordado Alemania en el Tratado de Versalles), Hitler podría haber intentado algo tan demente como la invasión no solo de todo el continente asiático (la cual empezó de hecho con la invasión de Rusia, considerada como Europa Oriental) sino también una invasión del continente americano, con toda la sofisticación tecnológica y toda la brutalidad inhumana que se requirieran para tales propósitos de la cual los Nazis hicieron gala a dondequiera que llegaban. Para lograr apoderarse del mundo (y estas eran las verdaderas intenciones de Hitler, como lo consigna el ex-Nazi Albert Speer en sus memorias), el problema principal de Hitler era que cuando se instituyó como dictador absoluto vitalicio de Alemania pulverizando a la democracia de Weimar, no había en toda Alemania ni siquiera 100 millones de habitantes, y ello incluyendo a personas de todas las edades. De este modo, cualquier cosa que le privara de un futuro soldado era tomado por los Nazis como una ofensa al Estado alemán y al mismo Hitler, para lo cual se tenían que aplicar las penas más duras posibles que se pudieran aplicar bajo una dictadura totalitaria.
En Hitler no había absolutamente ningún respeto por la vida humana, y bien que lo demostró con sus actos y con sus hechos. Su política a favor de la reproductividad ilimitada con familias numerosas (el Estado premiaba y ensalzaba a las alemanas más prolíficas) era con fines egoístas, para allegarse de las tropas que necesitaba. Si Hitler podía contar con un ejército de mil millones de soldados y de ellos moría la mitad, las muertes estaban más que justificadas si con ello lograba sus planes de conquista. Por esta mezquina razón Hitler valuaba más la vida de un embrión (candidato a futuro soldado) que la de un adulto desarrollado desechable en acciones de campaña de guerra. Esto fue lo que llevó a los Nazis a los amorales extremos del Lebensborn. A fin de cuentas, Hitler quería utilizar a las alemanas como fábricas de soldados. Ese era en realidad su único y verdadero móvil para oponerse al aborto. De no haber sido por tal móvil, Hitler no habría tenido objeción alguna al aborto como práctica de control natal, y tal vez hasta él mismo se habría prestado a matar con sus propias manos hasta niños recién nacidos.
El alegato Hitleriano de que el territorio de Alemania no era ya “espacio vital” suficiente para acomodar a la población que mantenía subyugada (la principal justificante de sus invasiones y sus guerras de agresión) se viene abajo rodando por los suelos con solo ver a la Alemania de hoy, cuyos habitantes no solo se han adaptado muy bien al territorio que poseen conviviendo en paz con sus vecinos sin necesidad de recurrir a invasiones de anexión, sino que hasta han importado trabajadores de fuera para ayudar a Alemania a crecer.
Resulta instructivo reproducir aquí una carta enviada a la revista PROCESO online en mayo del 2007 por un médico alemán que parece tener bastante información sobre el asunto:
En las últimas semanas surgieron algunas dudas sobre la posición del régimen nacionalsocialista en la Alemania en los años treinta y cuarenta del siglo XX hacia el aborto.
1. Los nacionalsocialistas aumentaron las penas para el aborto de manera drástica, llegando incluso al fallo de la pena capital. En caso de que “la fuerza vital del pueblo alemán” fuera debilitada por realizar abortos de manera reiterada, se introdujo en 1943 la pena de muerte -abolida para ello 149 años antes, en 1794, según el Derecho General de Prusia. [Véase: Verordnung zum Schutz von Ehe, Familie und Mutterschaft -Decreto para la protección del matrimonio, de la familia y de la maternidad-, del 9 de marzo de 1943; Reichsgesetzblatt I. 27 / 140: Hat der täter dadurch die lebenskraft des deutschen volkes fortgesetzt beeinträchtigt, so ist auf todesstrafe zu erkennen: “Si el culpable (de realizar un aborto) ha perjudicado la fuerza vital del pueblo alemán de manera reiterada, hay que dictar la pena de muerte”.]
2. Únicamente en los casos de la parte de la población que consideraron los nacionalsocialistas “indignos de vivir” -como discapacitados, judíos, gitanos- autorizaron el aborto, que se realizaba en contra de la voluntad de la mujer y que coincidía con la esterilización forzada. Respecto de los abortos y esterilizaciones forzados por razones de discapacidad (“indicación eugénica”), la Iglesia católica protestaba algunas veces contra las disposiciones legales correspondientes de la Alemania nacionalsocialista. Y en cuanto a las esterilizaciones y los abortos forzados de judías y gitanas, no está documentada ninguna protesta de la Iglesia católica ni de las Iglesias protestantes.
3. Ya desde 1941 habían sido aumentadas considerablemente las penas para el aborto y se prohibió la producción, la promoción y la venta de medicinas abortivas y anticonceptivas (Véase: Polizeiverordnung über Verfahren, Mittel und Gegenstände zur Unterbrechung und Verhütung von Schwangerschaften: decreto policial sobre métodos, medios y objetos para la interrupción y la prevención de embarazos, 21 de enero 1941, Reichsgesetzblatt I 1941, 63.)
Atentamente
DOCTOR STEFAN GANDLER
A todos los miembros de cultos que se oponen al aborto en estos tiempos, inclusive en circunstancias en las que un óvulo tiene apenas unos cuantos minutos de haber sido fecundado por un espermatozoide, se les dirá aquí que hay medios mucho más humanitarios que el aborto para fines de control natal en lugares sobrepoblados o para familias que viven en condiciones económicas precarias y a las cuales les es imposible el poder darle una vida digna a la que todo ser humano tiene derecho a los hijos no-planeados, medios tales como la píldora anticonceptiva, el condón femenino (DIU, dispositivo intrauterino), el condón masculino, las cremas espermicidas, la vasectomía y la ligadura de trompas, nada de lo cual es abortivo. Sin embargo, el problema aquí es que los que se oponen al aborto también se oponen ferozmente al uso del condón, al uso de la píldora anticonceptiva o a la ligadura de trompas. En realidad, no se trata únicamente de una cuestión de legalización del aborto, se trata de imponer creencias medievales sobre el cien por ciento de la población supeditando las normas del Estado laico a criterios de carácter religioso aunque dichos criterios carezcan de valor científico, habido el hecho de que quienes quieren prohibir el aborto en todas sus modalidades y en todas sus circunstancias tienen la misma mentalidad y manejan argumentos similares a los fanáticos que se oponían a la disección de cadáveres (considerada un sacrilegio) al grado de inteferir inhumanamente con el avance del hombre, y en contra de los cuales la ciencia médica tuvo que librar su primera gran lucha. Y tratar de entablar diálogo alguno con esta clase de gente anticientífica a la que nunca le han entrado razones si no es a un costo enorme en desprestigio es perder el tiempo. Y como lo han demostrado, están más que dispuestos a “romper lanzas” y pactar “con el enemigo” (entre quienes se incluye a la Organización Nacional del Yunque y su organización satélite Pro-Vida encabezada por el corrupto y degenerado ultraderechista de doble moral Jorge Serrano Limón) si es que el enemigo está dispuesto a apoyarlos en alguna creencia o en algún dogma, aunque el nuevo aliado se trate de alguien que apenas hace algunas centurias enviaban al cadalso simplemente por sus creencias religiosas. Se trata del viejo refrán “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” en acción. Seguramente los apóstoles del Maestro Jesús se habrían quedado con la boca abierta al ver lo que han terminado haciendo sus sucesores.
Si los que hoy se oponen ferozmente al aborto en cualquiera de sus modalidades, sin atenuante alguna (incluído el aborto requerido por cuestiones médicas, por violación forzada, por incesto forzado, o por simple probreza extrema, la cual ha aumentado bajo el PAN-Gobierno), lograran su objetivo, ¿se quedarían en paz en sus casas? Desde luego que no. El siguiente paso sin lugar a dudas sería la penalización de las mujeres que usan la píldora anticonceptiva, la prohibición del condón y la ligadura de trompas, y cualquier otro método de control natal, alegando que tales cosas son “abortivas en potencia” y por lo tanto igualmente penalizables. Y no pararían allí. El siguiente paso sería empezar a convertir al Estado laico en un Estado sujeto a normas y preceptos religiosos. Y así seguirían, desbocados, mientras no haya nadie que se atreva a pararlos. De todas estas cosas son capaces, y lo han estado demostrando con hechos más que con palabras.
La siguiente analista dá más detalles sobre lo que se ha delineado arriba:
No se trata del aborto, sino de la igualdad constitucional
Elena Vega de la Mora
Revista Siempre!
27 de septiembre del 2011
Las reformas estatales que actualmente se discuten en la Corte poco o nada tienen que ver con la legalidad del aborto. Lo que está en discusión es la legalidad de métodos anticonceptivos tan difundidos como el dispositivo intra-uterino (DIU) y métodos de reproducción asistida como la fertilización in-vitro.
La creencia de que el individuo es sujeto de derechos a partir del momento de la concepción, es protegida por diecisiete constituciones estatales que no sólo determinan la legalidad y temporalidad de la interrupción del embarazo, sino también la noción de persona humana. Si un óvulo fecundado es una persona, como plentean las constituciones de San Luis Potosí y Baja California, entonces el DIU, al inhibir su implantación en el endometrio, será homicidio. Asimismo, la fertilización in-vitro, que requiere fecundar varios óvulos, cometerá homicidio o delito de privación de la libertad al utilizar el o los óvulos más fuertes y al congelar o desechar los demás.
Según los Congresos Locales, los estados deberían ser libres para definir, con criterios propios, a partir de qué momento se pueden reclamar las garantías individuales y los demás derechos inscritos en la Constitución Mexicana. De ahí que la mayoría de los legisladores y legisladoras panistas en los Congresos de Baja California y San Luis Potosí, aprobaron reformas a la Constitución local que reconocen de manera absoluta la vida humana desde el momento en que es fertilizado el óvulo.
El embrión como persona
Según el artículo 7º de la Constitución de Baja California, “esta norma fundamental tutela el derecho a la vida, al sustentar que desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y se le reputa como nacido para todos los efectos legales correspondientes, hasta su muerte natural o no inducida.”
En San Luis Potosí, se reformó el artículo 16 de la Constitución que “reconoce la vida humana como fundamento de todos los derechos de los seres humanos, por lo que la respeta y protege desde el momento de su inicio en la concepción. Queda prohibida la pena de muerte, la cual no podrá aplicarse en ningún caso.
“No es punible la muerte dada al producto de la concepción cuando sea consecuencia de una acción culposa de la mujer, el embarazo sea resultado de una violación o de una inseminación indebida, o de no provocarse el aborto la mujer cuando corra peligro de muerte.”
La primera consecuencia de estas reformas es que los estados han creado un nuevo tipo penal al considerar como homicidio todo acto que atente contra el óvulo fertilizado, incluso antes de que éste se implante. Al hacerlo así quedan criminalizados, por ejemplo, el uso del dispositivo intrauterino (DIU), el consumo de la pastilla del día siguiente, así como el procedimiento de inseminación in vitro.
De acuerdo con la legisladora del Sol Azteca y secretaria técnica de la Comisión de Equidad y Género del Congreso de Baja California, Ana María Fuentes Díaz, esta reforma constitucional es violatoria y contraria a la Ley para una Vida Libre de Violencia de las Mujeres recién aprobada en la entidad, “porque pretende someter a las mujeres y les niega el derecho a decidir. Asimismo viola el acuerdo que el estado signó en 2006 en relación al caso Paulina, donde se compromete a garantizar la no repetición de los hechos y del cual se desprendió una iniciativa para reglamentar el acceso al aborto legal por violación en Baja California, enviada por el ex gobernador Eugenio Elorduy y que hoy está “congelada.”
En San Luis Potosí, los diputados de la 59 legislatura argumentan que esta reforma criminaliza a las mujeres que recurran al aborto, aún cuando esta reforma exceptúa de la pena a las mujeres que interrumpan un embarazo en caso de violación, inseminación indebida y cuando la madre corra peligro de muerte.
En estos casos, como dice también el Código Penal de la entidad, modificado en el año 2000, “no se requerirá sentencia ejecutoria sobre la violación o inseminación indebida, sino que bastará con la comprobación de los hechos, y de no provocarse el aborto, la mujer embarazada corra peligro de muerto, a juicio del médico que la asista, oyendo el dictamen de otro médico, siempre que esto fuere posible y no sea peligrosa la demora.”
Argumentos de la Corte
En su proyecto de sentencia el ministro Fernando Franco argumenta que ni la Constitución Federal ni los instrumentos internacionales pertinentes contemplan como “individuo” al producto en gestación, por lo que tampoco puede hacerlo la Constitución estatal, “porque se conferirían derechos a un grupo de sujetos no reconocidos por la Norma Suprema.
Ello no implica que se desconozca el valor de la vida humana prenatal y su consecuente protección y tutela. Sin embargo, aclara que esa protección y tutela se basan en la idea de que la vida prenatal es un bien constitucionalmente protegido, “que no tiene una posición preeminente frente a los demás derechos y bienes constitucionalmente tutelados para la persona.”
En el caso de San Luis Potosí, el ministro argumenta que es inadmisible establecer que la vida “es fundamento de todos los derechos de los seres humanos”, pues un derecho no debe prevalecer sobre otros.
Se expone además que se viola el principio de igualdad y que no es posible igualar la vida prenatal con los sujetos nacidos.
El ministro Franco plantea también que en el Código Penal del estado, la interrupción del embarazo podría dejar de tener un “carácter autónomo” (delito de aborto, según prevé la Constitución estatal) y podría ser considerada como homicidio; una situación que viola la seguridad jurídica.
La misoginia católica
El cardenal Norbeto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, dijo que no es de extrañarse la multiplicación de la violencia en el país, si “se va fomentando el desprecio a la vida desde su comienzo”. Aseguró que el aborto no es la solución -¿a qué?- ya que “una injusticia no puede ser subsanada con otra injusticia.”
En franca oposición al ministro Fernando Franco, Rivera Carrera y a la institución que representa la Suprema Corte de Justicia de la Nación, afirmó que el proyecto de sentencia sobre las reformas en Baja California y San Luis Potosí, es “fuertemente ideológica y sin sustento jurídico.” Asimismo, calificó como “sádica” y “homicida” la propuesta del ministro, porque “cree que el derecho a matar al ser humano comcebido deriva del derecho a la mujer a la no maternidad.”
Para Norberto Rivera y los feligreses católicos mexicanos, “tener un hijo es un don”, por lo que las técnicas de procración deben respetar la dignidad humana, “evitando sustituir la lógica del amor, por la lógica de la reproducción, como si el ser humano fuera un producto del mercado, que se puede reproducir o se puede suprimir de este mercado.”
Cabe mencionar, que el Arzobispo de San Luis Potosí, Monseñor Luis Morales Reyes, declaró iracundo a la prensa local que ¡la Iglesia está a favor de la vida, y siempre estará a favor de la vida!, y que dios es el único dueño de la vida de todo ser que concibe la mujer, y como tal siempre tendrá derechos, el màs importante el derecho a la vida.”
No se trata del aborto
En términos constituciones, el problema es aún más grave: está en riesgo la unidad del régimen constitucional. Según Alejandro Madrazo Lajous, Las reformas constitucionales locales fueron una respuesta simbólica, visceral, ante la despenalización del aborto en el D.F., donde la Corte determinó que si en la Constitución no se contempla penalizar la interrupción voluntaria del embarazo cuando ésta ocurre durante los primeros tres meses, la autoridad capitalina está libre para considerarla legal.
Al parecer, las mayorías de 17 entidades federativas entendieron mal este argumento. Creyeron que, al establecer el derecho a la vida al óvulo fecundado generarían, automáticamente, la obligación del legislador de penalizar el aborto. Al decir de Madrazo, “pretendían así blindarse de la posibilidad de despenalización en sus estados.” Lo grave es que los estados se arrogan la posiblidad de decidir quién tiene derechos fundamentales y, en consecuencia, quién no. Esto es incompatible con la Constitución que establece que los derechos fundamentales y humanos son los mismos para toda persona en el terrotirio nacional.
La igualdad del sujeto o la persona ante la Constitución es trasgredida por las mencionadas reformas legales cuando el acto de interrumpir un embarazo o de usar un método anticonceptivo es un derecho fundamental en el D.F., mientras que en otros estados son acciones prohibidas que en extremo se persiguen con la cárcel. Por eso, no siempre y no en todo se puede respetar la “voluntad mayoritaria.”
De acuerdo con el analista político Ricardo Raphael, “la resolución que habrán de tomar las y los ministros está forzada a determinar si la noción de persona es la misma en todo el país, o cada estado de la República puede tener una propia. Lo que verdaderamente está en juego es la igualdad de los sujetos ante la Constitución.”
El 28 de noviembre del 2011, y pese a que una mayoría de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia estaba en contra de las leyes anti-aborto promulgadas no con criterios científicos sino con criterios propios de cultos religiosos, esto no fue suficiente para lograr la suspensión de las leyes anti-aborto. Hacía falta un voto, un solo voto, para lograr la suspensión pedida. Pero ese voto no estuvo allí, ya que en vez de haber sido un voto a favor de la derogación fue un voto en contra. Bien puede decirse que el voto crucial para dejar en pie las leyes anti-aborto fue emitido por nadie menos que Salvador Aguirre Anguiano, el mismo egresado de la ultraderechista Universidad Autónoma de Guadalajara, el centro de la conspiración nacional para llevar a México hacia un Estado de ultrederecha, la misma universidad de la cual se han estado graduando agentes indoctrinados en el antisemitismo y el fanatismo para infiltrarlos e incrustarlos en los lugares en donde su presencia puede ser decisiva para los objetivos de la extrema derecha. Y el 28 de noviembre del 2011, el infiltrado dentro de la Suprema Corte de Justicia demostró precisamente la enorme importancia del papel que pueden jugar dentro del sistema los ultraderechistas infiltrados en todos los estratos del mismo. Ese día los conspiradores le dieron una muy buena y excelente lección a todo México de que no se requiere ser una mayoría para oprimir las tenazas de un gobierno paralelo secreto sobre toda una Nación, basta con ser una minoría bien organizada fiel a su fantismo exacerbado y a la causa conspiradora a la cual sirve.
Título: Las buenas conciencias
Cartonista: Rocha
FUENTE: LA JORNADA
Cartonista: Rocha
FUENTE: LA JORNADA
De este modo, la jerarquía católica de México al consumar su alianza con tipos simpatizantes del Nazismo alemán para quitarle a las mujeres todos sus derechos reproductivos, refrendó y confirmó que hoy, al igual que ayer, no tiene problema alguno en procurar apoyos inclusive del mismo Diablo si el Diablo está de acuerdo con ellos en alguna causa.
Gracias al bloqueo informativo ejercido a tiempo completo por las televisoras que monopolizan el 90% del espacio informativo audiovisual, muchas mujeres de México no han captado aún las repercusiones de lo que está en juego. Al menos en Estados ultraderechizados como Baja California y Guanajuato:
* Una niña de 12 años que haya sido violada por un adulto y que quede embarazada está obligada por Ley a concebir el hijo del hombre que la violó. La niña carece de derecho alguno para evitar que su vida sea destruída cargando con las consecuencias del crimen que se cometió en contra de ella y del cual no tiene culpa alguna.
* Una mujer que sufra un embarazo ectópico que sea de naturaleza tal que por mera cuestión médica se requiera interrumpir el embarazo ya que de no hacerse así no solo el feto morirá sino también la madre, estará obligada a morir si no quiere terminar en la cárcel por tratar de salvar su vida. Igualmente, aquél médico que se atreva a llevar a cabo la interrupción del embarazo por salvar la vida de la madre será culpable del delito de homicidio. O sea, será culpable de tratar de salvar una vida, la mayor ironía de todas que viene de estos fanáticos que argumentan que su objetivo es salvar la vida humana.
* Una joven con síndrome de Down que sea violada por su propio padre drogadicto y que quede embarazada estará obligada por Ley a parir el fruto del incesto y a hacerse cargo del producto sin ayuda alguna de quienes la obligaron, ley en mano, a ello.
A lo anterior se debe agregar otra causal del presunto delito que es preocupante porque es totalmente involuntaria pero con la cual de todos modos se puede criminalizar legalmente a una mujer inocente: el aborto espontáneo. El aborto espontáneo es algo que simple y sencillamente se dá, y es mucho más común de lo que mucha gente supone. Le puede suceder a las esposas más católicas, más devotas, más conservadoras, resignadas a aceptar el papel que se les ha impuesto como fábrica de bebés. Y si el aborto espontáneo no se dá ante la presencia de un médico y varios testigos sino cuando la mujer está sola en su casa y no tuvo tiempo para solicitar una ambulancia, pues entonces se convierte en sospechosa de haberse provocado el aborto intencionalmente, y es ella quien debe probar que el aborto fue espontáneo y no intencional, algo que puede resultar endiabladamente difícil de comprobar. En este caso, la mujer pierde por completo el beneficio de la presuncion de inocencia que todo acusado debe recibir de cualquier sistema de justicia por ranflón que sea, ya que es considerada culpable hasta que no demuestre su inocencia. Contrario a lo que afirman muchos fundamentalistas, hay la sospecha fundada de que una gran cantidad de fetos encontrados en los basureros son el resultado no de un aborto intencional sino de un aborto espontáneo, ante el cual la mujer, siéndole muy difícil el poder probar contundentemente y sin dejar duda alguna que no hizo absolutamente nada para provocárselo, opta por deshacerse del feto a escondidas para evitar ser criminalizada. Irónicamente, en una sociedad abierta en la cual el aborto fuera legal bajo cualquier circunstancia, esto no podría ocurrir porque la mujer no tendría necesidad de ocultar lo sucedido.
Independientemente de que la garra de la extrema derecha se está extendiendo por todo México de maneras insospechadas, la aprobación de estas draconianas leyes anti-aborto en lugares como Baja California y Guanajuato indican que, para efectos prácticos, estos Estados han caído irremisiblemente en manos de cofradías tales como la Organización Nacional del Yunque, que son quienes realmente están gobernando esas entidades.
Tras la puñalada trapera dada por una infiltrada Suprema Corte de Justicia a todas las mujeres de Baja California, la hazaña fue repetida pocos días después:
Corte avala legislación antiaborto también en SLP
Víctor Fuentes
Agencia REFORMA
30 de septiembre del 2011
La Suprema Corte de Justicia repitió ayer su votación sobre la protección a la vida desde la concepción, por lo que seguirá vigente una reforma de 2009 a la Constitución de San Luis Potosí que establece este derecho.
Ante una mayoría insuficiente de siete ministros que se pronunciaron por invalidar el artículo 16 de la Constitución potosina, la acción de inconstitucionalidad promovida por una minoría de la legislatura local fue desestimada.
Tal como ocurrió la víspera para el caso de Baja California, la minoría integrada por los ministros Jorge Pardo, Guillermo Ortiz, Salvador Aguirre y Margarita Luna, privó al bloque mayoritario del octavo voto necesario para una declaración de invalidez.
Estos ministros afirmaron que la reforma no prohíbe agregar escenarios de despenalización del aborto en San Luis Potosí, que incluyó en el artículo 16 un párrafo con tres escenarios en los que no se debe penalizar esta conducta: cuando sea resultado de un accidente, el embarazo derive de una violación o de una inseminación no consentida, o cuando esté en peligro la vida de la mujer.
Pardo y Luna enfatizaron que los escenarios de no sanción previstos en la Constitución no deben ser vistos como una prohibición para agregar otras excluyentes en el Código Penal.
“En el ejercicio de ponderación que se puede llevar a cabo, ya sea por un legislador secundario o por un tribunal, pudieran llegar a la conclusión de que, en el caso específico algún otro derecho, los relativos a la libertad y dignidad de las mujeres, o cualquier otro derecho, pudiera estar por encima del derecho a la vida del concebido”, dijo Pardo.
“No veo porqué el legislador no pueda (despenalizar)”, agregó Luna, quien reiteró que hay entidades como Chiapas en las que ya coexisten la protección al concebido con la eliminación de cualquier pena de cárcel por el aborto voluntario.
Los ministros de la mayoría insistieron en sus ataques a esa reforma.
Olga Sánchez Cordero presentó escenarios en los cuales estarían en duda el uso de ciertos anticonceptivos, la fertilización in vitro, la asistencia para una muerte digna y hasta la posibilidad de manifestar anticipadamente la voluntad de donar órganos.
El ministro señaló que hay casos como peligro para la salud de la mujer –no sólo para su vida–, y malformaciones del feto, que no podrían despenalizarse.
Un hecho con el cual es posible que muchos lectores hayan tenido algún conocimiento de primera mano de casos particulares es que no es inusual que muchos de los moralistas y adherentes de la extrema derecha que tan ferozmente se oponen a que las mujeres tengan algún control sobre sus derechos reproductivos son precisamente quienes no tienen empacho alguno en recurrir a tales medios que quieren proscribir con tal de salvar “la honra de la familia” en caso de que alguna de sus hijas solteras les dé la sorpresa de estar embarazada, sobre todo tratándose de recatados santurrones que cuentan con los recursos económicos necesarios que no están disponibles a la gran mayoría de las mujeres en México (en otros tiempos no tan lejanos, las recluían en un convento en contra de su voluntad, pero en la actualidad quedan muy pocos conventos en donde las puedan recluír sin incurrir en el delito de privación ilegal de la libertad, como tampoco están muy dispuestas las jóvenes del tercer milenio a dejarse ser sacrificadas de tal manera):
Ricas y pobres
Sergio Sarmiento
30 de septiembre del 2011
En términos prácticos los fallos de la Suprema Corte de Justicia no han hecho más que ratificar la desigualdad de las mujeres en nuestro país. Las que tienen dinero podrán seguir practicándose abortos; las pobres que viven fuera de la ciudad de México seguirán llenándose de hijos porque se les niega, primero, el acceso a métodos de anticoncepción y después al aborto.
Las mujeres con educación siempre han tenido mejores armas para defenderse de los embarazos indeseados. Tienen para empezar la confianza en sí mismas para rechazar a un hombre que las presiona para tener relaciones; pero cuando deciden hacer el amor lo hacen con conocimiento de su cuerpo y de los métodos para prevenir una concepción. No en balde se ha dicho que la secundaria es el mejor anticonceptivo.
En los tiempos en que el aborto era ilegal en todo el mundo las mujeres ricas acudían a médicos privados para practicarse legrados en condiciones razonables de seguridad e higiene. Las pobres arriesgaban la vida en operaciones clandestinas en las que, en vez de médico, las intervenía una matrona armada con un gancho.
Con el tiempo el aborto fue legalizado en Estados Unidos, Canadá, los países de Europa y otras naciones avanzadas. Las mujeres ricas pudieron así tomar un avión para hacerse una intervención en el extranjero. Las pobres se veían obligadas a tener hijos que después nutrían los ejércitos de delincuentes y prostitutas.
Ahora el aborto es legal en el Distrito Federal, pero no en el resto del país. Los fallos de la Suprema Corte de Justicia ante las leyes que definen la vida desde la concepción tendrán como consecuencia no sólo la ratificación de la prohibición del aborto sino que podrían llevar a la prohibición de los dispositivos intrauterinos (DIUs) que impiden la implantación del óvulo.
¿Qué ocurrirá en el futuro con las mujeres de nuestro país? Lo que siempre ha sucedido. Las más ricas, las que tienen mayor educación, podrán impedir la concepción y recurrir a abortos en caso de sufrir embarazos indeseados. Si viven en la ciudad de México, podrán practicarse abortos con higiene y seguridad. Si viven en otros lugares del país, ya no tendrán que viajar a Estados Unidos o a Europa sino que simplemente se trasladaran al Distrito Federal para obtener abortos en las mismas condiciones que las capitalinas.
El problema, como siempre, lo sufrirán las pobres: las que carecen de educación, las que no se atreven a rechazar a los hombres, las que no saben cómo prevenir los embarazos, las que se dejan convencer por los hombres de que siempre las apoyarán si se embarazan, las que aceptan la posición de la Iglesia de que usar condón es un pecado.
Todo embarazo no deseado, termine o no en un aborto, es una tragedia. Para las mujeres más pobres, sin embargo, la tragedia se multiplica por mil. Como sociedad tenemos la obligación moral de paliar el trato a las mujeres más pobres. Debemos hacer esfuerzos para darles desde la adolescencia educación, condones, DIUs, parches o pastillas anticonceptivas.
Si la Iglesia Católica dedicara la mitad de la energía que utiliza para encarcelar a las mujeres orilladas a abortar para promover la anticoncepción, mucho habríamos logrado ya en el esfuerzo de reducir el número de abortos. Y también la desigualdad que hoy divide a las mujeres ricas de las pobres que sufren un embarazo indeseado.
Un editorialista que admite que él en lo personal jamás recurriría a un aborto, de cualquier modo escribió un artículo a favor de la legalización del aborto. ¿Por qué? Veamos sus razones:
A favor de la legalización
Leo Zuckermann
7 de octubre del 2011
Respeto mucho la posición conservadora sobre el aborto, pero yo estoy a favor de la legalización. Explico por qué.
Científicamente es imposible saber cuándo empieza la vida humana. Esto es indiscutible. Y como no sabemos, el asunto de la interrupción del embarazo se torna complicado y debatible. Hay quienes piensan que la vida empieza al momento de la concepción y su posición es respetable. Tan respetable como la de los que creen que es cuando el cerebro del feto comienza a funcionar o la de los que consideran que es hasta el momento en que la criatura puede sobrevivir fuera del vientre materno. ¿Quién tiene la razón? ¿Cómo resolver el misterio de cuándo comienza la vida? ¿Debe ser el Estado el que lo defina? La respuesta es sí y no.
Partamos de la premisa de que en este tema del aborto se contraponen dos derechos. Por un lado el del feto a vivir y, por el otro, el de la madre a hacer lo que más le convenga con su cuerpo. No está fácil equilibrarlos. Por eso resulta fundamental definir un criterio que trate de respetar tanto los derechos del feto como los de la madre.
Recurro, entonces, a la “solución de los plazos” que ha determinado la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos. Me parece que es la “solución” menos mala para equilibrar los derechos del feto y de la madre. La mayoría de los ministros de ese país han determinado definir tres periodos del desarrollo del embarazo. Durante el primer trimestre, la intimidad de la madre prevalece sobre la vida potencial del feto. Por eso, declararon legal al aborto durante los primeros noventa días de embarazo sin que el gobierno pueda inmiscuirse en la decisión de la madre. Durante el segundo trimestre, el aborto es aceptable siempre y cuando la vida de la progenitora no corra peligro y, ya en el tercero, únicamente se permite para preservar la vida o la salud de la madre. De esta forma, un aborto es legal durante el último semestre del embarazo si un médico lo valida.
A muchos no les convencerá esta “solución”. Sobre todo a aquellos que piensan que la vida comienza desde la concepción. Pero insisto: esa es su creencia personal. ¿Por qué tienen el derecho de imponérsela a todos los demás? ¿Por qué su moral es superior?
Yo, en cambio, pienso que cada uno, de acuerdo a sus creencias morales y/o religiosas, tome la siempre terrible decisión de abortar o no. En mi caso personal aclaro que, si en este momento fuera mujer y estuviera embarazada, no recurriría al aborto. Esa es mi creencia personal y el Estado debería respetar mi derecho. Pero el Estado también debería respetar el derecho de otra mujer a abortar durante el primer trimestre de embarazo porque, en este tema, ni yo ni nadie tiene argumentos científicos para imponer a toda la sociedad una definición de cuándo comienza la vida.
El hecho de que el aborto sea legal durante el primer trimestre no implica que una mujer tomará esa ruta. Fumar es legal pero cada vez hay menos gente que lo hace. El divorcio es legal y no todos los matrimonios recurren a esta vía. En este sentido, una cosa es el aborto y otra muy diferente es quién tiene el derecho de decidir si lo hace o no: el Estado o el individuo. Yo creo que, mientras no haya un consenso científico de cuándo comienza la vida, deben ser los individuos durante el primer trimestre del embarazo, en particular las mujeres, idealmente en conjunto con su pareja, de acuerdo a sus creencias.
Los grupos conservadores, en lugar de querer imponer su visión a toda la sociedad a través de la prohibición y penalización del aborto, deberían dedicarse a convencer a las mujeres de que no aborten. Si lo logran, bien por ellos. Si no, pues que respeten la postura de gente que piensa diferente que ellos. Y si creen que Dios castigará a las mujeres que abortan por haber cometido un pecado, pues que le dejen ese trabajo a la autoridad divina y no a la terrenal.
El riesgo de permitir que los fundamentalistas de la derecha mexicana lleven a México hacia una situación como la que prevalecía en los tiempos de la Colonia o inclusive peor no es ficticio, tomando en cuenta que en pleno siglo XXI hay otras partes del mundo que están siendo gobernadas por regímenes teocráticos terrenales de brutalidad manifiesta, siendo ejemplo de ello Arabia Saudita en donde a finales del mes de septiembre del 2011 le dieron 10 latigazos a una mujer por atreverse a conducir un coche. El analista Víctor Orozco expresó su sentir con respecto a esto en palabras suyas publicadas el 2 de octubre del 2011 bajo el título “El secreto de Soraya o la fuerza de los dogmas”:
En inglés, la película estrenada en México el pasado mes de mayo y que se encuentra ahora en las carteleras se llama The stoning of Soraya, es decir La Lapidación de Soraya. El título original de la novela del periodista franco-iraní Freidoune Sahebjam, en francés, es La Femme Lapidée (1990). Tal vez la palabra se consideró demasiado cruda para el público de otros países, por lo cual se sustituyó por una menos comprometedora, aunque con ello se perdió fidelidad al tema. La narración que sirvió de base al film está basada en un hecho real, ocurrido en Irán poco después del derrocamiento del Sha Mohamed Reza Pahlevi por los fundamentalistas islámicos y la instalación de un régimen fincado rigurosamente en la ley Sharia. Esta regla o los códigos derivados de ella prescriben la conducta de los hombres y mujeres en sus mínimos detalles. La inobservancia de sus preceptos es castigada con penas tan estrujantes como la amputación de una mano a los ladrones o la muerte por lapidación a las mujeres adúlteras.
Algún crítico ha dicho que esta película no abona al entendimiento entre los países occidentales y el Islam, porque quienes la hemos visto salimos de la sala horrorizados por las costumbres y leyes bárbaras que todavía rigen en el Medio Oriente y en buena parte del mundo. Además, con la idea de que no puede existir la conciliación entre la cultura occidental y la de los pueblos seguidores de la fe musulmana. Y, ciertamente muy pocos, obnubilados, pueden transigir con los gobiernos y sistemas fundamentalistas en Irán, en Afganistán o en otras naciones islámicas, que han degradado a las mujeres hasta llevarlas a la condición de bestias, esclavas o siervas.
La película plantea, sin embargo, un problema de fondo común a todos los universos culturales: ¿Debe la ley civil subordinarse al dogma religioso? En Occidente el asunto comenzó a resolverse hace quinientos años, al proclamarse la emancipación de la razón frente al dogma y más tarde la libertad de creencias garantizada por un Estado laico. Pero el camino ha sido muy largo, lleno de vericuetos y retrocesos. El ritmo en ocasiones ha sido tan lento que se antoja una marcha de regreso a las tinieblas medievales. Si medimos a las sociedades islámicas con las reglas y los patrones europeos o americanos, concluiríamos que no han podido abandonar estas oscuridades. Cuando vemos al mullah presidiendo junto con el alcalde el “juicio” contra Soraya y luego azuzar al grupo de hombres furiosos incitándolos a lanzar las piedras a la cabeza de la pobre víctima enterrada hasta la cintura, no debemos olvidar que escenarios iguales se vivieron en todas las civilizadas naciones europeas y después en América contra brujas, hechiceras, adúlteras. Aquí también se les quebraron los huesos, se les aplicaron hierros ardientes, se les hizo arder en las hogueras santas. Siempre en el nombre de Dios. En la civilizadísima Roma se recuerda el caso de la pintora Artemisa Gentileschi, única mujer que alcanzó las cimas de los grandes del renacimiento como Miguel Ángel o Rafael. Se atrevió a presentar una acusación contra su violador y pronto el tribunal del papado le exigió la máxima prueba de verdad: si resistía la tortura –la aplicación de torniquetes en los dedos de las manos– entonces se juzgaría al acusado. La mujer aguantó y pudo mostrarle sus manos deformes al abusador diciéndole: “Estas fueron las arras que me diste”. ¿Cuántos de estos episodios terribles hay en la historia de Occidente? ¿Y se han terminado?
Hay un momento clímax de la película, cuando Soraya –quien lleva el nombre de miles de niñas iraníes nacidas en los años cincuentas, en honor de la esposa del Sha–, amarrada y a punto de ser colocada en el hoyo, interroga a sus verdugos y les reclama: “¿Por qué me hacen esto? Soy su vecina, soy madre, esposa, he cuidado a sus hijos...”. Es una exigencia planteada en nombre de una justicia, de una moral y una ética, colocadas por encima de los credos y las teologías, pero que allí en esa pequeña aldea iraní son desconocidas y no pueden resplandecer porque están aplastadas bajo el peso del dogma y del prejuicio religioso. La autoridad civil no puede hacer otra cosa que aplicar la Sharia: “Las mujeres deben probar su inocencia y a los hombres su culpabilidad”. Igual que en Roma con la Gentileschi, cavilo.
Igual que en México con la Suprema Corte de Justicia, doblegada ante los ayatolas de aquí al sostener la validez de las constituciones locales proclamadoras de una tontería: “la vida empieza en el momento de la fecundación”. Como si alguien negara que hay vida en el cigoto y aún antes, en el espermatozoide y en el óvulo. Pero, en nombre de esa simpleza, persiguen a las mujeres y les agregan a su pena causada por el aborto, la de purgar años de prisión. Sólo en Baja California catorce presas esperan condenas equiparables a las previstas para los homicidas, porque ellas mismas, a los ojos de los clérigos y de sus seguidores, son asesinas. Allí mismo ocurrió el caso de Paulina Ramírez, la niña violada a los trece años y a quien curas, funcionarios y médicos la obligaron a proseguir con el embarazo y a parir. Tengo en la mente un suceso patético planteado ante un comité de ética a cuyas reuniones solía asistir. El médico informante narró la situación de una mujer con tres meses de embarazo y a quien estaba atendiendo. Le detectó un aneurisma en potencia y su diagnóstico era el de un alto riesgo de fallecimiento en el parto o antes de llegar al mismo. Suspendiendo el embarazo podía curársele. Pero el aborto era impracticable, so pena de incurrir en un delito. La preñez continuó, la mujer murió y dejó huérfanos a cuatro niños. ¿Acaso es difícil de entender que allí donde el dogma no distingue, la ley civil sí debe hacerlo, que el Derecho otorga tutelas diferentes según el bien a proteger, que debió cuidarse la vida de la madre por encima de la vida del feto? En buena lógica y por puras razones humanitarias, las respuestas son obvias. Pero para los fundamentalistas ni la lógica ni la humanidad importan, tanto así que pudieron consignar en el código político de Baja California un barbarismo: “...esta norma fundamental tutela el derecho a la vida, al sustentar que desde el momento en que un individuo es concebido entra bajo la protección de la ley y se le reputa como nacido para todos los efectos legales correspondientes, hasta su muerte natural o no inducida”. Luego entonces, la vida de un niño, de una madre o de un padre valen igual que la del cigoto. ¿Quién redactó este precepto (propio de la Sharia, del Talmud o de la Biblia), el Papa o el legislador de un estado laico?
Recuerdo otra película, Kadosh, en la cual se abordan problemáticas similares, esto es, la subordinación de los derechos fundamentales de las personas a los cánones religiosos. Es protagonizada por una mujer judía de este tiempo, igual sometida a los vejámenes ordenados por un culto ortodoxo subsistente hasta nuestros días. Hay un diálogo revelador en el cual el rabino asienta con firmeza: “La única alegría de la mujer es criar a los hijos. Los niños son nuestra fuerza. Con ellos venceremos. ¿A quién? A los demás. A los ateos. A nuestro gobierno laico”.
La fusión entre el altar y el trono, entre el poder civil y el religioso, representada tan bien en El Secreto de Soraya por el mullah y el alcalde actuando de consuno, a lo largo de los siglos ha significado el peor de los atropellos a la dignidad y a la libertad. A fin de cuentas, cada iglesia o cada organización religiosa, no obstante sus derrotas temporales, en el fondo siempre mantiene la vieja aspiración de dominio absoluto: soy la única verdadera, mi mandato proviene de Dios, mis preceptos no admiten discusión. Pero, en este hombre se sintetizan todos los ayatolas, mullahs, papas, obispos, sacerdotes, pastores, que reclaman la superioridad de sus creencias y de ellos mismos al final, sobre las leyes humanas.
Hay, como siempre, muchas otras lecturas y visiones de esta película conmovedora producida en Estados Unidos el año pasado y dirigida por Cyrus Nowrasteh, con la actuación de Shohreh Aghdashloo, Mozhan Marno, Navid Negahban y James Caviezel. Espero de algún cinéfilo otra opinión.
Si algún “macho” supone que el permitir dejar caer a México es un asunto en el que las únicas que salen perdiendo son las mujeres, debería de considerar lo sucedido también en Irán, en donde casi al mismo tiempo que en Arabia Saudita una mujer era condenada a recibir 10 latigazos por atreverse a manejar un coche, un converso al cristianismo fue condenado a muerte por apostasía, el pastor evangélico iraní Yusef Nadarjani, acusado de apostasía por haber abandonado la religión musulmana hace 15 años. (¡Si hasta se van pareciendo a la Santa Inquisición que hacía lo mismo, excepto que en vez de llamarles apóstatas les llamaba herejes a sus víctimas en la hoguera!) Tan encomiable es la fé religiosa de este hombre que está dispuesto a dar su vida por sostener su convicción en las enseñanzas de Cristo Jesús como abominables son los intolerantes fanáticos iraníes que lo prepararon para el cadalso.
En realidad, y se ha repetido en estos trabajos hasta la saciedad, dialogar con gente fanática y extremista es perder el tiempo lastimosamente. A tales individuos no les entran razones en el cerebro, ni les entrarán jamás, lo único que les importa es su propia forma de pensar e imponerle esa forma de pensar al resto del mundo. No es posible cambiarles su forma de pensar ni liberarlos de sus fantismos, pero sí es posible montar un valladar en contra de lo pretenden hacer cuando quieren obligar a los demás a que hagan lo que ellos dicten, inclusive recurriendo a la fuerza de las armas si ellos tratan de recurrir a ellas para imponer sobre a la fuerza su modo de pensar y sus estilos de vida.
La siguiente feminista, bien conocida por sus posiciones en torno a los derechos reproductivos de la mujer, concuerda en que no es posible tratar de llegar a un entendimiento con gente ultrafanática que todavía no se ha dado cuenta que la Ciencia ha avanzado a grado tal que muchos dogmas están perdiendo su validez por requerir de “iluminados” que no tienen otra forma de probar lo que dicen más que la emisión de alguna forma de amenaza en contra de quienes no les crean:
La derecha y el aborto
Guadalupe Loaeza
Revista Siempre!
2 de octubre del 2011
Legal, en los países más desarrollados del orbe
Uno de los capítulos que conforman el libro El proceso de despenalización del aborto en la Ciudad de México se intitula “La derecha y sus expresiones”. Al leerlo en seguida recordé la reacción de este sector de la sociedad ante varios de mis textos en apoyo por la despenalización del aborto. Recordé la incapacidad de participar en una discusión que se quería civilizada sobre temas que se habían convertido en hipersensibles para el sector más conservador de la sociedad: ¡el aborto!
Era evidente que los grupos que abanderaban esta posición hubieran recurrido a lo que siempre recurren: al tremendismo verbal, la movilización, la amenaza y a otros recursos reminiscentes de las Cruzadas del Medioevo. Era así que empleaban las palabras —transformadas en epítetos— de siempre: asesinato, sangre, muerte, pecado, descomunión, egoísmo.
La práctica del aborto es legal en la abrumadora mayoría de los países más desarrollados del orbe. En 1971, en Francia se inauguró el Movimiento de Liberación Femenino. Este movimiento realizó campaña por la conquista del derecho del aborto, mediante medios sumamente novedosos y superando las prácticas tradicionales.
En el diario Le Monde, se publicaron dos páginas con un manifiesto firmado por 343 mujeres, conocido bajo el nombre de las 343 “Sinvergüenzas”, que reconocían públicamente haber abortado. Periodistas, artistas, obreras, intelectuales, amas de casa, activistas, escritoras, entre otras tantas, salían de la esfera privada a partir de su pública reivindicación política.
Hubo igualmente firmas de mujeres destacadas por su trayectoria que provocaron un fuerte impacto a esta estrategia de visibilidad: Simone de Beauvoir, Christine Rochefort, Delphine Seyrig, Catherine Deneuve, Giséle Halimi, Micheline Presle, Jeanne Moreau, Marguerite Duras y
Françoise Fabian.
Estas mujeres habían provocado un gran escándalo pero tuvieron el mérito de haber hecho reflexionar a las autoridades. Exigían una ley para acabar con la hipocresía. Cuando Valery Giscard d´Estaing tomó el poder como presidente electo de Francia, una de sus prioridades era resolver el problema del aborto. Buscó mujeres para llevar a cabo su política de reformas, su primer ministro, Jacques Chirac le propuso el nombre de la secretaria general del Consejo superior de la magistratura.
Así fue como Simone Veil se convirtió en la segunda mujer ministro de la historia de Francia. Valérie Giscard d´Estaing había escogido a la mujer que se necesitaba para defender el proyecto de ley sobre el aborto. Simone Veil supo encontrar los argumentos justos pero, también, le valieron, durante el interminable debate para lograr la ley Veil de la interrupción voluntaria del embarazo que cambiaría la vida de millones de mujeres en Francia, una hostilidad impresionante por parte de algunos diputados, en su mayoría, hombres de derecha, quienes no se detuvieron ante nada para insultarla. Por ejemplo el diputado Jean-Marie Daillet, la acusó de mandar a los bebés a los hornos crematorios. (La Ministro de la Salud Simone Veil es judía, y es además una sobreviviente de los campos de concentración de Hitler, aunque cabe destacar que pese a ser ciudadana francesa y no alemana de todos modos fue enviada por los Nazis a lo que hubiera sido una muerte segura de no haber llegado los aliados a tiempo para rescatar a los presos en los campos de concentración; y no fue enviada por los Nazis a una cita con los hornos crematorios por abogar por los derechos reproductivos de la mujer, fue enviada por el solo hecho de que era judía. Y de hecho, se echó encima la ira santa de los rabinos ortodoxos del judaísmo por manifestarse a favor de la defensa de los derechos reproductivos de la mujer).
El caso de Baja California y San Luis Potosí, renuentes a la despenalización del aborto, nos recuerdan una vez más el enorme conservadurismo social que aún persiste en nuestro país, avalado por el Episcopado y naturalmente por el PAN. Que Dios nos agarre confesados… (Spectator agregará aquí el dato de que, contrario a lo que afirman los talibanes de la extrema derecha mexicana, la gran mayoría de las mujeres que piden la legalización del aborto son madres de uno o varios hijos, en su gran mayoría no se trata de mujeres que no quieren tener ningún hijo, se trata de mujeres que no quieren estar sujetas al castigo que dictan leyes fundamentalistas que no conceden excepción alguna a ningún caso especial por la cuestión que sea.)
El argumento más socorrido utilizado por quienes se oponen al aborto en cualquiera de sus modalidades es el argumento “potencial”. Uno de los que rastrillan ese argumento hasta la saciedad es el activista ultraconservador Marcos Barraza, el cual en sus propias palabras dice: “Hay muchas definiciones pero en lo personal me gusta la definición que da Schrödinger cuando dice: La vida es una hermosa danza de energía, entropía e información. Shannon va mas allá al decir que todo es información. ¿A qué información se refiere? El DNA de la célula contiene toda la información que un ser humano requiere para su formación y desarrollo, ahí está el color de los ojos, el de la piel el rostro, el carácter y todo lo que nos hace ser lo que somos. En el momento de la concepción se entrelazan las espirales de los padres para formar un nuevo ser, único, que se desarrollará durante toda su vida hasta la muerte”. Sin embargo, lo mismo se puede decir del óvulo y el espermatozoide que lo fecunda, el DNA que ambos suministran contiene también toda la información que un ser humano requiere para su formación y desarrollo. Luego todo aquello que impida que el espermatozoide termine de fecundar al óvulo debe constituír un acto homicida. Siendo así la cosa, entonces el negarle a un espermatozoide el poder fecundar a un óvulo que lo está esperando para ser fecundado constituye también un acto de homicidio criminal. ¿Entonces los hombres que se convierten en monjes y sacerdotes y las mujeres que se convierten en monjas son asesinos por haberle negado a sus espermatozoides y a sus óvulos el poder completar la misión programada por la Naturaleza? ¿Son entonces los sacerdotes y las monjas criminales homicidas que deberían ser arrojados a la cárcel? Es en este punto en donde los ultraconservadores se tapan los oídos sin querer escuchar más, aferrándose a repetir los mismos argumentos que otros les han programado para estarlos repitiendo mecánicamente como loros. A estos tipos nadie los podrá convencer jamás de nada, como tampoco se podrá convencer jamás a ningún militante de la ultraderecha antisemita nacional que el mito de la “gran conspiración judía masónica comunista” no fue más que eso, un vil mito popularizado por los Nazis de Alemania y por los fascistas de la España Franquista usando como punto de partida el mayor fraude literario de todos los tiempos (algunos de ellos todavía manejan la posibilidad de que la Tierra sea plana).
El grado de intolerancia e incomprensión ejercido por la jerarquía católica sobre asuntos que tienen que ver más con la ciencia que con la religión es tal que inclusive no han cavilado bien que sus propios argumentos en ocasiones los hunden a ellos mismos. Tal cosa ocurre con el caso del científico italiano del Renacimiento Giordano Bruno, cuyas teorías cosmológicas superaron el modelo copernicano al proponer que el Sol era simplemente una estrella entre muchas más (superando la teoría heliocéntrica), y yendo todavía más lejos al proponer con gran visión futurística que si el Universo contenía un número infinito número de mundos entonces se podía suponer también que había un número infinito de dichos mundos habitados por seres inteligentes. Por considerar estas posibilidades, Giordano Bruno fue condenado por herejía por la Inquisición Romana y quemado en la hoguera en 1600 pese a que él jamás renegó de su creencia en un Ser Supremo aunque sí rechazó el tener imágenes de santos para serles rendida adoración, aceptando sólo el crucifijo. Hoy en día, en justificante auto-exculpatoria, los que se consideran a sí mismos como voceros de la Iglesia Católica defienden el rostizado de Giordano Bruno afirmando casi con enojo que Giordano Bruno fue quemado vivo en la hoguera no por sus pensamientos de carácter científico, ¡eso no, eso nunca!, sino por haber incurrido en herejía. Sin embargo, al afirmar tal cosa, los que quieren cambiar el juicio histórico están reafirmando ellos mismos que Giordano Bruno fue quemado única y exclusivamente por su forma de pensar. ¿Debe ser condenada una persona a la muerte única y exclusivamente por su forma de pensar? Pues entonces hay que unirse en México a una de las organizaciones satélite clandestinas de la Organización Nacional del Yunque y apoyar la conspiración nacional que está siendo impulsada por la sociedad secreta de ultraderecha Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara para regresar a México hasta los tiempos de la Colonia, y seguir apoyando la permanencia del cada vez más ultraderechizado Partido Acción Nacional en la silla presidencial, por los siglos de los siglos.
Hay que destacar el hecho de que la Iglesia Católica trata a la mujer que haya abortado a un cigoto sin importar en lo absoluto la razón por la cual haya abortado como si fuera peor que basura, peor que criminales sanguinarios como “El Diego” (el cual reconoce haber ordenado 1,500 ejecuciones en aras del sucio negocio del tráfico de drogas), peor que secuestradores sádicos como Daniel Arizmendi “el mochaorejas”, peor que narcotraficantes como el Guzmán Loera “el Chapo” (a ninguno de los cuales ha excomulgado). El aborto está clasificado entre los pocos “pecados reservados” (entre los cuales se incluye el atentar en contra de la vida del Papa así como violar el secreto de confesión) para los cuales ningún sacerdote católico puede otorgar el perdón, sólo el Obispo de la Diócesis puede otorgar el perdón, requiriendo para ello la asistencia de un sacerdote auxiliar preparado exclusivamente para tan penoso proceso. De este modo, la Iglesia Católica, en vez de proporcionar ayuda y consuelo espiritual para las mujeres que han tenido que pasar por ese trance doloroso, lo único que les puede ofrecer es echarles encima una loza sumamente pesada con la amenaza de infiernos eternos que les hará aún más difícil el poder sobrellevar la experiencia. ¿Pero que acaso no es entonces la labor prioritaria de toda religión el brindar consuelo espiritual? En otros tiempos (en los inicios del Cristianismo) y de acuerdo a los Evangelios del Nuevo Testamento, Jesús de Nazareth tenía el don de sanar enfermos, don que le pasó a sus Apóstoles, en tanto que quienes afirman ser hoy sus representantes en la Tierra no poseen la facultad de poder curar ni siquiera un catarro, y en vez de poseer la facultad de hacer la vida más llevadera parecen tener el don dudoso de hacer la vida mucho más pesada de lo que ya es para muchos de sus fieles. Son precisamente incongruencias como estas las que hacen suponer a muchos fieles católicos que en algún momento a la jerarquía se le perdió la brújula, incongruencias que han estado empujando a muchas mujeres a cambiar de religión (por lo cual en otros tiempos habrían terminado quemadas vivas en la hoguera al igual que como terminó el científico italiano Giordano Bruno por no querer darle gusto en todo a la jerarquía católica italiana de su tiempo).
Las consideraciones de tipo científico emitidas hace poco más de cuatro siglos por Giordano Bruno, en estos tiempos en los que con toda la seriedad del mundo se está confirmando el descubrimiento de exoplanetas con posibles condiciones que los convierten en planetas habitables, así como la puesta en marcha de proyectos para detectar la existencia de vida extraterrestre, elevan al filósofo científico Giordano Bruno a la categoría de un verdadero genio y visionario. ¿Y entonces en qué calidad quedan quienes lo quemaron vivo en la hoguera por su forma de pensar? ¿En calidad de verdaderos imbéciles fundamentalistas con mentes obnubiladas hasta la demencia por un fanatismo ciego? (Ya que Giordano Bruno fue martirizado y sacrificado en la misma ciudad de Roma, es posible que hasta el Papa Clemente VIII haya asistido en persona al espectáculo al igual que en otros tiempos los romanos asistían al Circo para divertirse con el martirio de los primeros cristianos que eran arrojados a los leones.) ¡Y todavía así hay fundamentalistas de extrema derecha hoy que se aferran a seguir creyendo en la infalibilidad del Papa! ¿Cómo puede ser infalible, sobre todo en cuestiones de fé, un humano que comete tales yerros? La pregunta central es, desde luego, si hace cuatro siglos los jerarcas de la Iglesia Católica estaban tan equivocados al dar sus parabienes al martirio y muerte de científicos y filósofos como Giordano Bruno, ¿qué nos asegura hoy que en sus posiciones en torno al aborto están igualmente equivocados? Las barbaridades cometidas ayer, y las barbaridades que se siguen cometiendo hoy por quienes dicen ser los representantes del Supremo Hacedor en la Tierra no son desde luego las cosas que Jesús de Nazareth les enseñó a sus discípulos, ni hay en los Evangelios instrucción alguna para que en nombre de Cristo Jesús se fundaran Tribunales del Santo Oficio ni para que en su nombre se enviara a nadie a la hoguera.
En el Norte de México, en donde la Organización Nacional del Yunque y la sociedad secreta Tecos ejercen aún su influencia a través del satélite D.H.I.A.C. (Desarrollo Humano Integral A.C.), una de las voceras de la extrema derecha de México manifestó abiertamente las verdaderas intenciones que los ultras tienen para con las mujeres de México, de acuerdo con lo que expresa un analista que reside en esa zona geográfica:
Torquemada en Chihuahua
Luis Javier Valero
EL DIARIO
4 de octubre del 2011
No pasó ni siquiera una semana de las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) acerca de la constitucionalidad de las reformas en Baja California y San Luis Potosí, contrarias a la despenalización del aborto, y apenas el domingo expresaba el escribiente que puestos en esa ruta no tardarían las voces más conservadoras en exigir se aplicara todo el rigor de la ley a las mujeres que abortaran voluntariamente, cuando ya la diputada local del PAN, Patricia Flores, se lanzó, no solamente a exigir sean tratadas como homicidas, sino que nos adelantó que discuten en su grupo la posibilidad de proponer la aplicación de la cadena perpetua a quienes se practiquen, ayuden, promuevan o alienten un aborto.
Ni más ni menos que la presidenta de la Comisión de Equidad, Género y Familia en el Congreso del Estado, desestimando todas las corrientes legislativas, académicas, científicas presentes en el mundo, incluidas las dependencias respectivas de la ONU y de infinidad de organismos internacionales y nacionales que hablan, precisamente, de equidad, de la visión de género necesarias para abordar problemas tan complejos como éste, nos retrotrajo –O nos llevó al Oriente Medio– y anuncia que está pensando proponer el encarcelamiento de por vida quien así actúe: “Llegamos (sic) a la pena perpetua para un secuestrador y asesino, y quien practica un aborto es un asesino también, estamos siendo imparciales, en unas cosas aplicamos todo el rigor de la ley y otras no, cuando también son asesinatos”. (Nota de Nubia Chávez, Vozenred.com, 3/X/11).
Tan regresiva postura fue negada por el líder de la bancada panista, Héctor Ortiz, quien, incluso, afirmó que no se discute tal asunto al interior del grupo parlamentario en el Congreso local.
Sin embargo, y a contrapelo de las declaraciones del dirigente nacional, Gustavo Madero quien anunció que propondrán exactamente lo contrario, es decir, legislar para que no se consideren homicidas a las mujeres que aborten voluntariamente, Ortiz dejó entrever que podría llegarse al caso de proponer lo que la diputada Flores adelantó.
“Dentro del PAN hay debate, acá sí se puede, no va en contra de la ideología del partido, por el contrario, va a favor, se trata de privilegiar la defensa de un ser vivo que se debe respetar desde la concepción, hasta la muerte natural de la persona, nosotros debatimos posturas al interior del propio partido… Lo estamos analizando porque a nivel nacional también se toca el tema, poco a poco lo vamos a ir estructurando, sin embargo, tenemos que hacer un estudio antes de presentar la iniciativa formal”. (Ibídem).
Más aún, adelantó que se “solicitará la participación de la sociedad por medio de la realización de foros ciudadanos, a fin de fortalecer y formular la iniciativa de ley referente al polémico tema del aborto que subirán a tribuna”.
Es decir, no, pero sí. (¿?)
Madero anunció lo contrario, que es, finalmente, más allá de las argumentaciones teóricas (que las hay, y contundentes), el fin de quienes se han pronunciado por la despenalización del aborto, esto es, que a las mujeres que llegaren a tal situación no se les criminalice como, por desgracia, ha ocurrido más frecuentemente en los últimos años en dos de las entidades gobernadas por los panistas, Baja California y Guanajuato.
En lo que es todo un galimatías, Madero argumentó que “el panismo no pretende que a la tragedia de sufrir un aborto se sume la del encarcelamiento” y reafirmó “el compromiso de su partido con las mujeres y la construcción de una sociedad en la que los derechos de todos estén garantizados y puedan ser conciliados” pues la defensa de los derechos humanos “debe incluir la protección de las personas más vulnerables, las no nacidas y, al mismo tiempo, los derechos de las mujeres”.
¿Y la discusión de los magistrados de la SCJN para qué sirvió? ¿No se dieron cuenta que versaba precisamente sobre eso, sobre la contradicción de diversos derechos plasmados en la Constitución?
¿Quién los entiende?
¡Ah, pero eso sí, debiera detenerse al espíritu de Torquemada
¡Híjole, pareciera como si no hubiesen pasado siglos enteros de oscurantismo medieval
Lo más preocupante es que la diputada Flores participó el jueves anterior en el programa de Aserto-Radio sobre el mismo tema y ahí, frente a otras mujeres, defensoras de la libertad de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, no dijo nada de su retrógrada propuesta.
Los pretendidos niveles de regresión son tales que en el estado de San Luis Potosí, gobernado por el PAN, y bajo una fuerte influencia de las células encubiertas de la Organización Nacional del Yunque, a principios de octubre del 2011 la Unión Independiente de Padres de Familia solicitó a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) en el Estado la prohibición total y absoluta de los besos a bordo de los camiones de transporte público (¡esto no es una broma, va en serio!). La organización, encabezada por el ultraderechista ultraconservador Jorge Alberto Álvarez, indicó que los jóvenes no tienen pudor y pugnó por que “de perdida” ya no se besen frente a los niños, pues “los papás mencionan que es muy incómodo ir atrás de los novios que van beso y beso y que sus hijos vayan viendo”. Siendo así, para darles pleno gusto a estos santurrones del Medioevo sería necesario prohibir cuentos infantiles como “La bella durmiente” y “Blanca Nieves” porque en esos cuentos el príncipe despierta a la princesa de su letargo ¡dándole un beso en la boca!, a lo cual “¡Fuchi, fuchi, fuchi, qué asco, qué impúdicos, qué inmorales, dán asquito! ¡Traigan los cilicios, traigan los látigos, traigan los pinchos!” Y de seguir así, van a querer criminalizar a las mujeres que no lleguen vírgenes al matrimonio. Y esto es apenas el principio. Se trata de tipos que se quedaron anclados en el pasado anhelando reimplantar al moralista Manual de Carreño como lectura obligatoria en las escuelas primarias o de ser posible ir más lejos substituyendo a la Constitución en los edificios públicos con el Catecismo del Padre Ripalda, substituyendo asimismo a los juzgados con algo que se asemeje al Tribunal del Santo Oficio, cayendo hasta niveles de intolerancia que rayan en los linderos del fanatismo extremo y la misma locura.
Título: Reforma antiaborto
Cartonista: Ahumada
Fuente: LA JORNADA
Cartonista: Ahumada
Fuente: LA JORNADA
Tomando en cuenta todo lo anterior, las mujeres de todo México deberían de meditar en la importancia de su voto en las próximas elecciones, y deberían meditar sobre la importancia de no dejarse influír por empresas rapaces como TELEVISA cuyas alianzas y pactos secretos con este tipo de gente han terminado por darle a México gobiernos espurios que en vez de generar el millón de empleos anuales prometidos tanto por Vicente Fox como por Felipe Calderón terminaron dándole un aumento en la pobreza extrema, una generación perdida conocida como los ni-nis, y desde luego, más de 50 mil cadáveres, una cifra macabra que podría más que duplicarse con un nuevo sexenio que dé continuidad a las desastrosas políticas “guerreras” del mandatario que está por irse a su casa dejándole a México un problema de los mil demonios:
Título: Después quién sabe
Cartonista: Helioflores
Fuente: EL UNIVERSAL
Cartonista: Helioflores
Fuente: EL UNIVERSAL
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