Los 95 mil
Con el fin de promover su causa y presentarse ante cada pueblo no sólo como la mejor opción sino como la única opción, la derecha y la ultraderecha nunca han vacilado en recurrir constantemente a las mentiras y a la desinformación. El fraude literario “Los Protocolos de los Sabios de Sión” es prueba de ello; aún después de haber sido desenmascarado y puesto en la picota del ridículo, el proto-Nazi norteamericano Henry Ford jamás se retractó públicamente por escrito de sus citas inspiradas en los apócrifos “Protocolos”, y por su parte su admirador el tirano ultraderechista Adolfo Hitler no vaciló en imponerlo como texto de enseñanza obligatoria en las escuelas de la Alemania Nazi, y todavía después de la estrepitosa caída del Nazismo literatos pseudo-historiadores como el que se hizo llamar a sí mismo “Traian Romanescu” no vaciló en seguir citando al fraude literario más grande de todos los tiempos como cosa verídica en su compilación de falsedades presentadas como verdades bajo el título “La Gran Conspiración Judía”. El Ministro de Propaganda del Tercer Reich Joseph Goebbels se ufanaba del hecho de que una mentira repetida mil veces puede convertirse en realidad, y vaya que lo puso en práctica. Y peligrosas organizaciones ultraderechistas secretas creadas única y exclusivamente para la conquista del poder no vacilan en negarse a sí mismas y en negar su propia existencia a la vez que se presentan ante sus creyentes como organizaciones devotas y henchidas de Cristianismo incapaces de violar jamás uno sólo de los diez mandamientos del decálogo mosaico.
¿Entonces por qué habríamos de extrañarnos de que el actual producto de la derecha ultraconservadora instalado en la silla presidencial en México, al cumplirse la mitad de su descalabrado sexenio, en vez de admitir sus yerros y traspiés, haya movilizado la enorme maquinaria oficial a su servicio para maquillar las cifras con el fin de crear otra realidad alterna diferente de la que todos los demás conocen, muy al estilo de Goebbels.
Quien haya visto (y creído) en los spots radiados diariamente por el duopolio televisivo posiblemente haya escuchado ya aquél que afirma “hemos detenido a más de 95 mil presuntos narcotraficantes y delincuentes”. Esta cifra alegre parecería indicar que al narcotráfico en México se le está asestando golpes espectaculares desde que Felipe Calderón inició su sangrienta guerrita a las pocas semanas de haber tomado posesión de la Presidencia de la República. Sin embargo, la falacia está en “la letra chiquita”. El spot en ningún momento afirma que se hayan consignado y hayan sido encontrados y proclamados culpables por un Juez en un Juzgado penal los 95 mil presuntos narcotraficantes y que consecuentemente estén purgando ya largas penas de prisión. Hoy mismo se puede arrestar a medio millón de presuntos narcotraficantes, a medio millón de chivos expiatorios, pero una cosa es arrestar usando la fuerza terrible del Estado y otra cosa muy diferente es que el arrestado sea realmente culpable o que haya pruebas con las cuales haya sido declarado culpable por un Juez federal y sentenciado a una larga condena de prisión. La cruda realidad es que la mayoría de esos detenidos por el gobierno calderonista fueron puestos en libertad al poco tiempo con el consabido “usted disculpe”, algo que no menciona el tramposo spot. El spot habría sido mucho más honesto si hubiese dado la cifra de narcotraficantes que han sido detenidos por la PGR (hoy en manos de dos personajes con credenciales sumamente cuestionables y posible nexos con el crimen organizado, Arturo Chávez Chávez y Francisco Molina Ruiz) y que han sido encontrados culpables y están purgando largas penas en prisión; pero hacer tal cosa sería darle municiones al mismo opositor político al que acusaban de ser “un peligro para México”. Y por lo tanto, es mejor mentir, mentir y mentir. Que al fin y al cabo los poderes fácticos que están gobernando a México están acostumbrados a ello.
La cifra de los “más de 95 mil presuntos narcotraficantes y delincuentes” detenidos gloriosamente por la hoy ultracorrupta Procuraduría General de la República se empezó a radiar en TELEVISA a partir del mes de noviembre del 2009. Pero hace apenas medio año atrás, la misma PGR había afirmado el 22 de marzo del 2009 ante los medios que ya se habían detenido 45 mil narcotraficantes. O sea que en apenas seis meses, justo cuando estaba por cumplirse la mitad del descalabrado sexenio de Felipe Calderón el 1 de diciembre del 2009, se había detenido ya el doble de la cantidad de todos los narcotraficantes detenidos en los 2 años y medio previos del sexenio calderonista, algo digno de celebrarse y radiarse a todo el pueblo de México como parte de la propaganda oficialista. Y en ningún momento se ha mencionado que las detenciones de auténticos narcotraficantes (cuando lo son) y el decomiso de grandes cantidades de droga (cuando las hay) se deben en más de un 90 por ciento no a una labor inteligente de investigación policiaca sino a la denuncia anónima ciudadana de un pueblo harto de la delincuencia organizada y de un gobierno que se glorifica a sí mismo en anuncios repetitivos por televisión que no se ven en otros países como Canadá y Estados Unidos.
Veamos las observaciones que nos hace un prestigioso analista:
Palabras y cifras ficticias de Calderón
Jesús Cantú
Agencia APRO
10 de diciembre del 2009
En lugar de impulsar medidas que resuelvan o aminoren los más graves problemas del país –empezando por reconocerlos–, el presidente Felipe Calderón, quien parece confundir la tarea de gobernar con la oratoria, se encuentra sobre todo preocupado por el optimismo o pesimismo, por las expectativas o el desaliento que sus palabras –y sus cifras– puedan generar.
Por ejemplo, en diciembre de 2008, durante una entrevista televisiva señaló que para enfrentar la crisis económica que se avecinaba tenía que atenderse “también la parte de expectativas, de liderazgo adaptativo que nos permita enfrentar y superar esta adversidad”.
Y en enero de 2009, al discrepar (en Davos, Suiza) del pronóstico de decrecimiento que expresó el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz (quien por cierto fue más certero en su cifra que Calderón), el presidente sentenció:
“Yo creo que tan malo es generar expectativas sobradas o infundadas, infundadamente optimistas, como también generar expectativas cada vez más negativas y deterioradas que también puedan carecer de fundamentos sólidos (…) Yo prefiero ubicarme en un escenario equilibrado, realista; es la instrucción que le he dado a mi gobierno…”
Para confirmar su convicción de que se puede vencer la adversidad generando expectativas, en sus más recientes mensajes presidenciales exhibe un sorprendente afán transformador cuando, justamente, hay una mayoría opositora en la Cámara de Diputados y, por lo mismo, sus posibilidades de concretarlo se reducen de manera notable.
El 2 de septiembre, en el mensaje que dirigió con motivo de su tercer informe de gobierno, Calderón propuso un decálogo transformador; y el pasado domingo 29 de noviembre refrendó dicho compromiso y anunció algunas de sus propuestas en el ámbito político.
Parece haber olvidado que incluso cuando su partido era la primera fuerza legislativa en ambas cámaras sus proyectos de reforma sufrieron modificaciones sustanciales. En la actualidad este fenómeno seguramente se acentuará (como acaba de suceder con su propuesta de reforma fiscal y su presupuesto de egresos para 2010). Cuando tenga en sus manos los resultados legislativos, aunque éstos se hallen muy lejos de sus propuestas, lo más probable es que, además de congratularse por lo conseguido, advierta que es necesario avanzar más a fondo en las reformas de segunda generación.
Por lo pronto, en sus actuales mensajes –infundadamente optimistas– destaca los presuntos logros de su gobierno y asegura que hubo un adecuado manejo de la crisis económica, con el que “pudo aminorarse” su impacto sobre el empleo y el ingreso de las familias. Además de que no tiene ninguna responsabilidad, pues, de acuerdo con sus palabras, “no estaba en manos de México el poder evitar una crisis internacional que no sólo no se evitó a nivel mundial –nadie podía hacerlo, quizá–, sino que ni siquiera, honestamente, nadie la previó en esa magnitud. Esa es la verdad”.
Si eso ocurre con las palabras, veamos algunos ejemplos de lo que pasa con las cifras.
En sólo tres meses de su guerra contra el narco (del 2 de septiembre al 29 de noviembre), el número de vehículos decomisados subió de “casi 22 mil vehículos” a “25 mil”, mientras que la droga incautada pasó de ser el equivalente a “80 dosis” para cada joven mexicano entre los 15 y 30 años de edad, según el primer discurso, a “casi 100 dosis”, de acuerdo con el segundo.
En el campo de la educación no ocurre nada diferente, pues si en septiembre se habían remodelado 16 mil escuelas, para noviembre el número ascendía a más de 20 mil.
Igualmente, si en el primer mensaje la pobreza extrema afectaba a “uno de cada cinco mexicanos”, es decir, a 21 millones de pobladores, en el segundo ya eran sólo 19 millones.
Y, desde luego, el lacerante problema del desempleo tuvo también, en las palabras y cifras de Calderón, una disminución tan veloz como asombrosa. En septiembre señaló que mientras en la crisis de 1995 se perdieron más de 10% de las plazas formalmente ocupadas, en 2009 sólo habían disminuido en un porcentaje “menor de 2%: 1.6% para ser exactos”, aunque para noviembre únicamente había desaparecido “…uno de cada 100 empleos formales en el país”.
Al respecto, cabe advertir que mientras en enero de este año el secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, declaró que en 1995 “se perdieron 750 mil trabajos”, las cifras del IMSS establecieron que de octubre de 2008 a agosto de 2009 el número de trabajadores asegurados –por contar con un empleo formal– disminuyó en 646 mil. (La Secretaría del Trabajo calculó que los despedidos habían sido 621 mil.)
Pese a todo, los anuncios y cifras alentadores de los discursos de Calderón no le permitieron modificar la percepción de los mexicanos, pues de acuerdo con la última encuesta del periódico Reforma, más de la mitad de la población, 52% para ser exactos, considera que el país va por mal camino, y únicamente 27% (poco más de una cuarta parte) piensa que va por buen camino. Son las peores cifras para Calderón desde que él hace declaraciones y cálculos desde el gobierno.
Esta percepción de que Felipe Calderón está mintiéndole en forma deliberada al pueblo de México (y para el tamaño y el calibre de las maquilladas cifras oficiales, no puede tratarse de simples equivocaciones), incluídos aquellos muchos ingenuos que votaron por él y que hoy están pagando en carne propia su error, es compartida por muchos otros analistas, como podemos verlo en el siguiente artículo publicado en el número 2947 de la revista Siempre!:
A llorar, se acaba el petróleo
En la línea
Félix Fuentes
Revista Siempre!
6 de diciembre del 2009
El angustioso grito de “¡el petróleo se nos está acabando!”, el tardío reconocimiento de que “México no tiene finanzas públicas fuertes” y la insistencia de mantener a los militares en desfiles inútiles e infructuosos en la vía pública, reflejan frustraciones del presidente Felipe Calderón y el tamaño de la crisis.
Sostener al Ejército mexicano en la guerra absurda contra el narcotráfico equivale a convertir a soldados y oficiales de alto grado en carne de cañón. No reconoce Calderón que los militares ignoran cómo identificar y detener a criminales. Por eso han caído en celadas mortales más de cien de alto grado.
El Ejército no ha capturado a ninguno de los grandes capos, como el Chapo Guzmán, el Mayo Zambada, los Beltrán Leyva y tantos otros. Ese fracaso propicia impunidad a los cárteles, los cuales agrandan sus áreas de influencia a paso demoledor.
El hampa ha ejecutado a casi 15 mil civiles y soldados en tres años de Felipe Calderón y él mismo, como muchos de sus colaboradores, sonríe ante las cámaras y ha dejado de hacer guardias junto a los féretros porque los ríos de sangre se han convertido en cosa cotidiana.
No parece importar en las esferas gubernamentales cuántos más caigan en esta situación de indolencia. Pero los deudos de los muertos no olvidan y empresarios de todos los niveles cierran negocios y se van. El desparpajo oficial los hartó.
Tampoco parece advertir el gobierno que por esta situación de miedo cada día hay menos gente en posibilidades de pagar impuestos.
Es la causa por la cual se derrumbó la captación fiscal y ahora corren lágrimas sobre rostros calderonistas porque se agota el petróleo. Se acaba el oro negro que lapidaron los tecnócratas y Vicente Fox. Ni el gobierno actual se ha preocupado por localizar nuevos yacimientos para reponer a los agotados.
Al parecer, el gobierno de Calderón pretende asestar la puntilla a Pemex al recortarle 80 mil millones de pesos en el presupuesto del 2010. Trasciende, empero, que son destinadas cuantiosas sumas a compañías extranjeras para exploraciones, pero ni se sabe si han hallado nuevos mantos. Tampoco se dice una palabra de la Refinería de Tula y todo indica que quedará en la palabrería.
Sin precisar que en el trimestre pasado fueron creados 250 mil empleos, el Presidente se ufana de esta cifra y pretende ignorar la de los 3 millones de plazas de trabajo perdidas en el año.
Igual sucede con el crecimiento económico. Calderón afirma que hay una recuperación de 2.5 por ciento, pero soslaya pérdidas hasta de 12 por ciento en el año y el promedio de menos 7 por ciento. Es el manejo tramposo, como si con mentiras se convenciera a tantos millones de ciudadanos que padecen en carne propia desempleo, carestía de la vida e inseguridad.
En torno al ámbito político, el primer mandatario intentó sacarse una carta de la manga, la de reelección de presidentes municipales y legisladores. Pero es una carta desgastada, de discusiones a lo largo de lustros y figura en la reforma de Estado, elaborada por senadores priístas encabezados por el sonorense Manlio Fabio Beltrones.
Ni eso emocionó en el desayuno de Palacio Nacional, entre cuates, para festejar el final del horripilante primer trienio. ¿Lo sucedido en ese lapso merece festejo?
Aunque Felipe Calderón parece tener muy buenos cuentistas entre su equipo de gobierno, siempre puede utilizar sangre nueva para refrescar las historietas de Felipelandia. Spectator no puede recomendarle a Calderón cuentistas de la talla de Carlo Collodi, pero los puede encontrar no sólo en la ciudad de México entre los discípulos del pseudo-historiador neo-fascista Salvador Borrego, también los puede encontrar en cierta universidad privada de Guadalajara que ha estado propalando fantasías al por mayor inspiradas en... (¿alguna sorpresa?) “Los Protocolos de los Sabios de Sión”. Y a juzgar por las legiones de militantes que han reclutado y fanatizado hasta la locura con tales historietas y fantasías, se les puede considerar como maestros consumados en el oficio, justo lo que necesita Felipe Calderón para la mitad del sexenio que le queda.
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POST SCRIPTUM:
Dándole seguimiento al tema desarrollado por Spectator acerca de las cifras maquilladas con las cuales se pretende engañar al pueblo haciéndole creer que se están obteniendo resultados espectaculares en la guerra de legitimación declarada por Felipe Calderón cuando en realidad las cifras que se están dando a conocer no pasan de ser meras fantasías, la revista Contralínea compactó datos más concretos al respecto en el documento que se muestra a continuación:
La farsa de la guerra contra el narcotráfico
Nancy Flores
Revista Contralínea 183
23 de mayo del 2010
Una farsa, la “guerra” contra el narco
En la “guerra” de Calderón contra el narcotráfico –que ha costado casi 23 mil vidas y en la que participan 96 mil efectivos del Ejército–, únicamente se han dictado 735 sentencias firmes por delincuencia organizada; ahora se erradica y decomisa menos droga que en 2003, y sólo a 1 mil 359 detenidos por delitos contra la salud se les acredita su pertenencia a algún cártel. Con esta entrega, Contralínea inicia la publicación de una serie de reportajes que abordan los resultados reales de esa supuesta “lucha frontal”.
El panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa mantiene 96 mil militares en las calles con el argumento de que éstos combaten al narcotráfico y a los cárteles de la droga. Sin embargo, datos oficiales de los gobiernos de México y de Estados Unidos desmienten la “guerra” contra el tráfico de estupefacientes, que ha costado la vida a más de 22 mil 700 civiles.
Tan sólo en materia de impartición de justicia, el Consejo de la Judicatura Federal admite –en la respuesta a la solicitud de información 00044844, hecha por Contralínea– que sus juzgados de distrito han dictado sólo 735 sentencias de última instancia por el delito de delincuencia organizada, entre diciembre de 2006 y febrero de 2010.
La cifra contrasta con las 121 mil 199 personas detenidas –entre diciembre de 2006 y marzo de 2010– por presuntos vínculos con el crimen organizado, que el gobierno federal informó a legisladores mexicanos el pasado 12 de abril.
Las 735 sentencias firmes –que ya no se pueden apelar ante ninguna instancia judicial– apenas significan el 0.6 por ciento de las detenciones reportadas por la administración calderonista en un documento confidencial dado a conocer el pasado 14 de abril por la agencia de noticias EFE.
120 mil detenidos sin nexos con cárteles
La “guerra” contra el narcotráfico es en realidad una guerra social que busca propósitos no confesados, señala el politólogo y antropólogo Gilberto López y Rivas.
—Es un proceso de militarización y de criminalización de las luchas sociales en donde se ve la mano de un Estado autoritario dispuesto a usar la violencia selectiva. Como lo hizo en el pasado, a través de la Guerra Sucia con desapariciones forzadas, ahora (lo hace) con la impunidad en el terreno represivo, supuestamente, en contra de los cárteles de las drogas.
Y es que mientras 22 mil 700 civiles han sido ejecutados, militares asesinan inocentes y comandos armados clandestinos se apoderan de pueblos enteros, la Procuraduría General de la República (PGR) reconoce que sólo 1 mil 359 detenidos por delitos contra la salud entre diciembre de 2006 y febrero de 2010 tenían vínculos comprobables con algún cártel de la droga.
Los datos que la dependencia encabezada por Arturo Chávez Chávez proporcionó a Contralínea –a través de 13 solicitudes basadas en la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental– señalan que, de esa cifra, sólo 1 mil 194 miembros del crimen organizado fueron consignados ante las autoridades judiciales. Esto es que 165 ni siquiera fueron procesados judicialmente.
Los 1 mil 359 detenidos a quienes la Procuraduría afirma que sí les puede comprobar sus nexos con los cárteles del narcotráfico representan apenas el 1.12 por ciento de los 121 mil 199 detenidos por delincuencia organizada que reportó Calderón a los legisladores.
Esto podría implicar que 119 mil 840 detenidos eran narcomenudistas, consumidores, burros (personas pobres que son utilizadas para transportar pequeñas cantidades de droga a cambio de un pago), campesinos o incluso inocentes.
—La estrategia del presidente Calderón es una farsa mediática. Está implementada a través de un criterio de mercadotecnia que no pretende desmantelar grupos criminales –señala en entrevista Edgardo Buscaglia, experto en seguridad.
El también académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México agrega que “el 98 por ciento de las detenciones por delincuencia organizada o asociación delictuosa se les cae (a las autoridades). No hay un efecto punitivo, y sin ese efecto de castigo obviamente la delincuencia organizada sigue encontrando en México un paraíso patrimonial”.
Con base en la experiencia internacional, Buscaglia sugiere cuatro medidas (“las cuatro ruedas”) para luchar “efectivamente” contra la mafia: desmantelamiento de las redes de lavado de dinero en los sectores político y empresarial, combate a la corrupción política, prevención social del delito y que sea la inteligencia civil la que realice las investigaciones en contra de los cárteles de la droga, con una dirección jurídica apropiada para que los procesos judiciales no se caigan.
De acuerdo con la Subprocuraduría de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo de la PGR, entre diciembre de 2006 y enero de 2010 se consignaron 47 mil 21 averiguaciones previas por delitos contra la salud; 123, por delincuencia organizada, y sólo dos por operaciones con recursos de procedencia ilícita o lavado de dinero.
Caen erradicación y decomisos: EU
Al concluir su tercer año de “lucha frontal” contra el narcotráfico, Felipe Calderón entregó resultados negativos incluso en materia de erradicación de plantíos y decomisos de drogas. Ello, a pesar de que en esas labores se han involucrado 96 mil efectivos del Ejército e incluso, ahora, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) exige un marco legal que les permita permanecer fuera de los cuarteles y realizar actividades civiles por más de una década.
México es considerado uno de los países “más importantes” en materia de origen y tránsito de drogas ilícitas. Se calcula que el 90 por ciento de toda la cocaína consumida en Estados Unidos transita por este territorio, señalan los International narcotics control strategy report 2008, 2009 y 2010.
El general brigadier en retiro Samuel Lara Villa explica a Contralínea que Estados Unidos no es ajeno al conflicto mexicano. “Las mafias narcotraficantes actúan solapadas por los máximos consumidores del planeta; eso lo demuestra la dotación de armamento, municiones, artefactos y equipo de campaña”.
El también presidente de la Federación de Militares Retirados General Francisco J Múgica, AC, señala que el actuar de Estados Unidos “responde a la táctica de guerra irregular. El conflicto es oportuno para presionar al presidente de facto (Felipe Calderón) a cumplir con los compromisos que adquirió por su instalación gracias al fraude electoral. Para la nación más poderosa del planeta, sería catastrófica la falta de estupefacientes destinados a su población consumidora”.
Los tres reportes del Departamento de Estado de Estados Unidos consultados indican que “importantes cantidades” de heroína, metanfetaminas y marihuana son trasegadas a lo largo del territorio mexicano. Además, califican a México como “punto clave” para la “colocación del dinero producto del narcotráfico en el sistema financiero internacional”.
Pese a ello, ni la supuesta “guerra” ni los recursos que el gobierno de Barack Obama ha dado a la administración de Felipe Calderón (a través de la Iniciativa Mérida, también conocida como Plan México, y que ya asciende a 1 mil 300 millones de dólares) dan resultados.
El International narcotics control strategy report 2010 revela que, desde 2003, la erradicación de plantíos y el decomiso de drogas en este país, sobre todo en lo que corresponde a amapola, cocaína y marihuana, han caído de manera consecutiva.
“El gobierno de México informó que, hasta noviembre de 2009, se erradicaron 14 mil 135 hectáreas (ha) de cannabis, en comparación con las 18 mil 663 ha erradicadas en 2008”. Agrega que entre 2002 y 2006 el promedio de hectáreas erradicadas fue de 30 mil por año, época en la cual esas actividades recaían en la Procuraduría General de la República.
El Departamento de Estado advierte, en ese reporte, que “2009 representa el sexto año consecutivo de descenso. La erradicación de amapola también registró niveles por debajo de los históricos: hasta noviembre de 2009 se habían erradicado 11 mil 471 hectáreas, mientras que en 2008 sumaron 13 mil 189 ha”.
Respecto de los decomisos de droga, indica que “las incautaciones de marihuana estuvieron por debajo de los niveles históricos de los últimos años. En 2009, 1 mil 385 toneladas métricas de marihuana fueron incautadas, mientras que en los últimos cinco años el promedio fue de casi 2 mil toneladas métricas”.
El informe justifica que esta situación “puede atribuirse a un cambio en la aplicación de la ley mexicana, cuyo foco principal fue atacar drogas más duras, como la metanfetamina; asimismo, a que más recursos militares y policiales se desvían para enfrentar a las organizaciones delincuenciales y la violencia”.
Ésta no es la primera vez que las autoridades estadunidenses disculpan la ineficacia de la lucha antidrogas mexicana. El International narcotics control strategy report 2008 señalaba que en 2007 –primer año en el que el Ejército Mexicano asumió la responsabilidad exclusiva de la erradicación de cultivos ilícitos de marihuana y amapola– “la disminución en las tasas de erradicación se debió, al menos en parte, a la realineación de las responsabilidades en materia de erradicación aérea. La PGR cesó sus vuelos de erradicación en diciembre de 2006, y la tasa posterior de la erradicación aérea de los militares ha sido lenta”.
En materia de combate al blanqueo de capitales, la estrategia calderonista tampoco ofrece resultados. El International narcotics control strategy report 2010 afirma que “México sigue siendo un centro de lavado de dinero”.
Añade: “Se estima que los ingresos brutos anuales de las organizaciones delictivas oscila entre 15 mil millones y 30 mil millones de dólares por ventas de drogas ilícitas en Estados Unidos. La mayoría de estos ingresos que se obtienen en territorio estadunidense se repatrian principalmente a través de los envíos de divisas a granel y el lavado a través de negocios legítimos de México”.
Carlos Flores, profesor asociado en el Center for Development and The Environment, de la Universidad de Oslo, Noruega, explica en entrevista que la estrategia antidrogas mexicana sólo ha apostado por el despliegue masivo de elementos de seguridad federal (policías y militares), sin que se aprecie una adopción simultánea de otras acciones imprescindibles para lograr un resultado más contundente en el abatimiento de la delincuencia organizada.
—Se ha dejado de lado el desmantelamiento de la estructura de protección política, con la que todo grupo de esta naturaleza cuenta, no sólo en México, sino en todos los países donde estos fenómenos han estado presentes; y se ha hecho muy poco esfuerzo por investigar sistemáticamente los activos patrimoniales y financieros de este tipo de estructuras criminales.
El investigador agrega que, incluso, las acciones que muestran una mejor coordinación y eficiencia en su ejecución –como la urdida en contra de Arturo Beltrán Leyva, asesinado a manos de efectivos de la Marina– son tácticamente efectivas, pero estratégicamente insuficientes si no van acompañadas del desmantelamiento de la protección política y de los bienes económicos de la delincuencia.
Para el Departamento de Estado estadunidense, el flujo transfronterizo de dinero y de armas desde Estados Unidos a México ha permitido que los cárteles estén “bien armados y bien financiados para participar en actividades violentas”.
En su informe más reciente, señala que las organizaciones delictivas emplean tácticas militares avanzadas y utilizan armamento sofisticado como rifles de francotirador, granadas, lanzagranadas y morteros, incluso en los ataques contra personal de seguridad.
El general Samuel Lara critica que Estados Unidos haya demostrado de manera permanente su eficiencia anticomunista, antiterrorista y en contra de todo lo que contravenga sus intereses y su afán de dominio continental, pero que no demuestre esa misma eficiencia en el tema de las drogas ilegales.
Resulta increíble, señala el general, que sus fronteras sigan siendo penetradas impunemente por los cárteles y abiertas al tráfico de armamento, que no capturen a los narcotraficantes internos y que sólo se arrojen sobre los países productores.
“Es muy claro el manejo político que dan al asunto de la producción de enervantes para penetrar en las naciones al sur de su frontera. (El narcotráfico) es utilizado como un recurso tendiente a reafirmar su estrategia imperialista en Latinoamérica, justo cuando les preocupa el renacimiento del bolivarismo al sur del continente.”
Territorios sin control
Los cárteles desafiaron “abiertamente” al gobierno de México a través del conflicto y la intimidación y han luchado entre sí por controlar las rutas de distribución de drogas. Los resultados llevaron a la violencia sin precedentes y a un sentimiento general de inseguridad en algunas zonas del país, particularmente cerca de la frontera con Estados Unidos, afirma el reporte del Departamento de Estado.
Para Edgardo Buscaglia, la violencia en el país es uno de los síntomas que enfrentan los Estados fallidos. “Nosotros hemos contabilizado 982 pequeños bolsones territoriales de Estado fallido en México. Si no se toman las cuatro medidas que hemos recomendado, estos bolsones territoriales van a seguir multiplicándose y expandiéndose, con lo cual, eventualmente, México puede llegar a una situación como la que viven Afganistán o Pakistán”.
El experto en seguridad indica que “en zonas de Durango, por ejemplo en el Mezquital, Guanasevi y Ciénaga, hay una ausencia de autoridad total. Los grupos criminales son de facto la autoridad: extorsionan, cobran impuestos con un padrón fiscal a los dueños de negocios, de hoteles”.
Por ello, dice, “hay que tener cuidado y dejarnos de arrogancias, de shows mediáticos presidenciales y tomar las medidas que le hemos recomendado al señor presidente desde hace tres años y medio”.
Edgardo Buscaglia indica que todos los partidos políticos y el Congreso mismo son corresponsables de que no se tomen las cuatro medidas sugeridas. No obstante, aclara: “El presidente es el Poder Ejecutivo; por definición, debe ejecutar. Él y su administración son los responsables de que estas cuatro medidas se propongan y se comiencen a implementar”.
Concluye que la sociedad mexicana ya está contaminada de manera masiva por la enfermedad de la violencia y que este mal aumenta en espiral. Ese grave problema, indica, se debe resolver con medidas a largo plazo que rescaten los 982 bolsones territoriales que hoy son ocupados por los grupos fácticos criminales.
Para la elaboración de este trabajo y de la serie de reportajes sobre los resultados de la “guerra” contra el narcotráfico, Contralínea solicitó conocer la postura de la Presidencia de la República, a través de Nicolás Lohmann, secretario técnico; de la Secretaría de Gobernación, por medio de la subdirectora de Eventos; de la Sedena, con el general Ricardo Trevilla Trejo; y de la PGR, con Adriana Pérez, subdirectora de Información. Hasta el cierre de esta edición, no se obtuvo respuesta.
Trabajos investigativos como el anteriormente señalado le han costado al director de la revista Contralínea Miguel Badillo y a sus colaboradores el acoso despiadado de parte de una administración federal que cada vez se comporta más y más como un régimen de corte fascista dictatorial, irónicamente emanada de un partido cuyos miembros en otros tiempos hacían suya a viva voz y a los cuatros vientos la bandera de la libertad de prensa y la libertad de expresión “en contra de la dictadura priista”, algo que hoy ni ellos mismos se lo creen. Lo único positivo en todo esto es que las represalias tomadas hoy en contra del periodismo independiente de México tal vez sean sintomáticas del pánico que deben sentir los barones de la derecha y la ultraderecha ante la posibilidad cada vez más latente de que pronto terminarán siendo expulsados del poder de una forma u otra, ya sea por las buenas, o por las malas.
La conclusión de que tras tres años y medio de haberse emprendido la sangrienta guerra de legitimación por órdenes directas de Felipe Calderón no existen indicadores de que el flujo ilícito de drogas hacia los Estados Unidos o su consumo hayan disminuido significativamente al igual que el enorme flujo de dinero sucio y armas hacia México está sustentada por muchas otras organizaciones de enorme prestigio, tales como el Instituto México del Woodrow Wilson Center que en mayo del 2010 publicó un análisis al respecto. De hecho, los únicos que realmente aplauden y apoyan en México la terca y criminal obstinación de Felipe Calderón de continuar con su inútil y fracasada guerra de legitimación por lo que le resta de su descalabrado sexenio son los ultraderechistas que lo ayudaron a instalarse en el poder en el 2006, ya que ello desvía los reflectores que de otra manera estarían puestos en estos momentos directamente sobre ellos y sobre la amenaza que representan.
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