domingo, 14 de octubre de 2012

El Segundo Ángel Caído



El acólito indiscutible del degenerado violador pedófilo Marcial Maciel, Álvaro Corcuera, el acólito del Diablo, que por demasiados años fue su tapadera, seleccionado por Marcial Maciel para tomar el control de la orden en caso de que el mismo Maciel llegara a faltar, terminó pagando con su estrepitosa caída el haber servido de cómplice por omisión al demonio con sotana:

Corcuera deja a Legionarios por falta de autoridad moral: Athié
Rodrigo Vera
Agencia APRO
11 de octubre del 2011

Pese a que de manera formal se argumentó que fueron “motivos de salud” los que orillaron al sacerdote Álvaro Corcuera a renunciar a la dirigencia de los Legionarios de Cristo, algunos observadores sostienen que el motivo real de la dimisión se debió a que el prelado ya no tenía “autoridad moral”.

En una entrevista con Carmen Aristegui en Noticias MVS, el exsacerdote Alberto Athié, sostuvo que desde hacía tiempo Corcuera había sufrido “un deterioro en su autoridad moral” y sostuvo que eso fue lo que provocó su renuncia.

Para apoyar sus aseveraciones, Athié subrayó que en el texto donde se da a conocer la renuncia se señala que ésta se dio luego de “diversas consultas dentro de la Legión”. Pero si hubiera sido por motivos de salud, dijo, no había necesidad de realizar consultas internas.

“Si se hubiera tratado de un problema de salud, simplemente se anuncia la dimisión, no se consulta”, recalcó Athié, coaoutor del libro La voluntad de no saber, donde se abordan casos de pederastia dentro de la Iglesia católica.

Desde hace años, varias víctimas de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, señalaron que Corcuera encubrió los actos de pederastia de aquel, y ese –manifestaron en reiteradas ocasiones– era motivo suficiente para destituirlo de su cargo.

El director de los Legionarios de Cristo presentó su renuncia al puesto argumentando que no cuenta “con la salud y las energías” necesarias para afrontar de manera responsable el gobierno de la congregación.

La noticia se dio a conocer a todos los miembros de la Legión y del movimiento de laicos Regnum Christi con una carta del delegado del papa para la reforma de la comunidad religiosa, cardenal Velasio De Paolis, fechada el 10 de octubre pasado.

La misiva del purpurado estuvo acompañada por un texto redactado por el propio Corcuera, en el que explicó con sus palabras las razones de la renuncia.

“No me es fácil reconocerlo, pero por lo mucho que quiero a cada uno de ustedes, a la Legión y al movimiento, he visto delante de Dios que no cuento con la salud y las energías necesarias para enfrentar de manera responsable las exigencias del gobierno general en el momento histórico actual”, escribió.

Añadió:

“Aunque no tengo una enfermedad grave, hace falta alguien que esté en plenas facultades de salud”.

Según explicó el sacerdote, temporalmente y hasta la celebración de un próximo Capítulo General, es decir la reunión durante la cual se podrá elegir por votación al próximo superior, sus funciones las asumirá el vicario general Sylvester Hereeman.

“En esta nueva etapa como director general que no ejercitará facultades de gobierno, deseo vivamente seguir ofreciéndoles mi cercanía y compañía, con todo mi corazón, para promover con ustedes y avanzar juntos por el camino de la renovación que estamos recorriendo”, apuntó.

Según Corcuera, llegó a la decisión de renunciar luego de sostener conversaciones con diversos sacerdotes, con el delegado pontificio y tras haber meditado la Constituciones de los Legionarios, el reglamento interno de la congregación.

Aunque el pecado del Sr. Corcuera no haya sido la emulación de la vida licenciosa de su mentor de mala fama, el solo hecho de haberle servido de tapadera terminó convirtiéndolo en su cómplice por omisión, al igual que quienes tenían pleno conocimiento de los asesinatos en masa que estaban llevando a cabo los Nazis y que sin embargo callaron pese a haber estado en un lugar privilegiado para denunciarlos, y al igual que quienes teniendo pleno conocimiento de las actividades de las sociedades secretas de la extrema derecha que desde su centro motor en Guadalajara estaban llevando a cabo desde los años cincuenta una infiltración masiva de los principales estratos de la sociedad con la intención de establecer un gobierno paralelo secreto controlado por ellos y pese a saber lo que estaba ocurriendo callaron. Le queda al Sr. Corcuera, desde luego, recurrir a la misma excusa a la que recurrieron muchos alemanes cómplices de la matanza que se estaba llevando a cabo por órdenes de Hitler, aduciendo la peregrina argumentación de que “yo no sabía lo que estaba sucediendo en esos campos de concentración”. Bueno, posiblemente algunos realmente no lo sabían, porque esas matanzas en gran escala eran una operación secreta. Pero muchos otros tenían que saber lo que estaba ocurriendo, empezando por los mismos encargados de toda la logística y la planeación dada la gigantesca envergadura del macabro proyecto.