lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Más de lo mismo?

Faltando aún más de dos meses para que Enrique Peña Nieto tomara posesión de su cargo como Presidente de México, el gobierno norteamericano a través de la Secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, manifestó sus deseos de que el Presidente entrante Peña Nieto le dé plena continuidad a la sangrienta y costosa guerrita iniciada por Felipe Calderón en contra del narcotráfico sacando para ello al Ejército de los cuarteles:

Pese a “episodios terribles”, quiere EU que EPN continúe guerra antinarco
J. Jesús Esquivel
Agencia APRO
17 de septiembre del 2012

El gobierno de Estados Unidos apeló a que Enrique Peña Nieto, el presidente electo de México, mantenga la continuidad en la estrategia contra el narcotráfico implementada por Felipe Calderón.

En un foro organizado por el Centro Woodrow Wilson, la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, estableció que es hasta por “sentido común” que se mantenga la lucha contra el narcotráfico por encima de los errores o tropiezos que ésta pudo haber tenido.

“Creo que el proceso de transición debería tener en cuenta esto,  porque no se debe desechar la intensidad ni el sentido de la urgencia, ya que nuestros problemas de seguridad aún no han sido resueltos”, declaró Napolitano durante el evento, en el cual también participó Alejandro Poiré, el secretario de Gobernación del gobierno calderonista.

Al hacer un balance de la lucha contra el narcotráfico en México, y del respaldo que a ésta le ha dado Estados Unidos, Napolitano reconoció que en el combate al narcotráfico se han dado “episodios terribles”, pero destacó que no por ello se debe bajar la guardia.

Poiré, por su parte, refrendó lo señalado por Napolitano y acotó que la cooperación bilateral para combatir al crimen organizado es la mejor estrategia para enfrentar y derrotar al problema.

El secretario de Gobernación de México se encuentra en Washington junto con los demás integrantes del gabinete de seguridad del gobierno de Calderón para participar, este martes en el Departamento de Estado, en la cuarta reunión del Grupo Consultivo de Alto Nivel de la Iniciativa Mérida.

“Hemos tenido ya un primer encuentro del gabinete de Seguridad con el presidente electo, y hemos acordado sostener encuentros con su equipo de transición para revisar todas las áreas de la estrategia de seguridad para asegurarnos de que cuenten con todos los elementos de la información de lo que se ha conseguido y de lo que queda por hacer”, indicó Poiré en el Woodrow Wilson.

Respecto a la reunión con sus contrapartes estadunidenses sobre la Iniciativa Mérida, Poiré destacó que ésta es de seguimiento a la sesión anterior que se realizó en el pasado mes de abril. El secretario de Gobernación apuntó que no hay ningún representante de Peña Nieto, como parte de la delegación mexicana, ya que aclaró que esta sesión será un encuentro de gobierno a gobierno.

La reunión del Grupo Consultivo de Alto Nivel se realizará a puerta cerrada y sólo al final de la sesión, este martes, ambos gobiernos emitirán un comunicado de prensa. Las delegaciones están dirigidas por Hillary Clinton, la secretaria de Estado de Estados Unidos, y Patricia Espinosa, la secretaria de Relaciones Exteriores de México.

En un breve comunicado de prensa, nada más para informar que se llevará a cabo la reunión, el Departamento de Estado señaló que en el encuentro se abordarán cuatro temas:

Desmantelamiento de los grupos del crimen organizado; institucionalizar la aplicación de la ley; construir una frontera del siglo XXI, y construir comunidades fuertes y resistentes a los problemas de seguridad derivados del problema del crimen y narcotráfico.

Y al día siguiente, la Secretaria de Estado Hillary Clinton hablando también a nombre del gobierno norteamericano reiteró la insistencia de que Enrique Peña Nieto continúe con la masacre mexicana:

...Y EU le pide se mantenga corresponsabilidad binacional en lucha contra drogas
J. Jesús Esquivel
Agencia APRO
18 de septiembre del 2012

Hillary Clinton, secretaria de Estado del gobierno de Barack Obama, pidió al presidente electo Enrique Peña Nieto que se mantenga la corresponsabilidad compartida en la lucha contra el trasiego de drogas y el crimen organizado.

“Esperamos que este alto nivel de cooperación y esta fe en la responsabilidad compartida, continúe en la siguiente administración (mexicana)”, dijo Clinton durante una breve rueda de prensa en el Departamento de Estado.

Al concluir la cuarta Reunión del Grupo de Contacto de Alto Nivel de la Iniciativa Mérida, celebrada en Washington, el gobierno de Obama insistió en que ahora que está por terminar la presidencia de Felipe Calderón, el gobierno de Peña Nieto mantenga la misma estrategia y cooperación con Estados Unidos para enfrentar al problema del narcotráfico.

El pasado lunes 17 la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, hizo el mismo exhorto al próximo presidente de México y sostuvo que la continuidad debe seguir, pese a los problemas y errores registrados en el sexenio calderonista.

“Durante los últimos tres años y medio ha habido importantes progresos en materia de seguridad como parte de la instrumentación de la Iniciativa Mérida”, subrayó Clinton durante la breve conferencia de prensa que ofreció, junto con la canciller mexicana Patricia Espinosa.

En la última sesión sobre temas de seguridad en que participa el gobierno de Calderón con el de Obama, la canciller afirmó que hay un compromiso por parte de los dos administraciones de recomendar a Peña Nieto que dé continuidad a la Iniciativa Mérida.

Espinosa dijo que ya se trabaja en una “hoja de ruta” para entregársela a Peña Nieto, con el objeto de que se preserve lo que Clinton dijo que es la responsabilidad compartida de México y Estados Unidos en el combate al narcotráfico.

En el comunicado conjunto del Grupo de Alto Nivel de la Iniciativa Mérida, los dos gobiernos refrendan su compromiso de fortalecer y ampliar la cooperación respecto a la seguridad de la frontera común.

En las sesiones a puerta cerrada de los dos gabinetes de seguridad, se informó que se revisaron las acciones llevadas a cabo para promover la cooperación entre autoridades responsables de prevenir y atender incidentes fronterizos; y se destacó la adopción de los Protocolos de Prevención de la Violencia Fronteriza.

En el balance bilateral que hicieron sobre la Iniciativa Mérida, los gobierno de México y Estados Unidos aseguran que esta herramienta de cooperación contra el narcotráfico y el crimen organizado ha dado lugar a importantes avances cuantitativos y cualitativos, lo cual ha contribuido a fortalecer la confianza y la coordinación entre las autoridades de ambos países responsables de prevenirla y combatirla.

“México y Estados Unidos enfrentan retos comunes, el Grupo de Alto Nivel confirmó su compromiso para aprovechar el enorme potencial que significa la ampliación de la cooperación entre ambos países. Con base en el principio de responsabilidad compartida que rige nuestra cooperación, buscamos soluciones de largo plazo que nos permitan enfrentar las organizaciones criminales transnacionales y ofrecer cada vez mejores condiciones para el desarrollo y la seguridad”, subrayaron ambos países en el comunicado conjunto.

Debido al alcance que tienen las organizaciones del crimen organizado y del narcotráfico, Estados Unidos y México destacaron la necesidad de continuar trabajando para enfrentar al flagelo, en franca cooperación con los demás países del hemisferio.

“Al reafirmar nuestra asociación estratégica, México y Estados Unidos reconocemos nuestro interés común por continuar desarrollando e institucionalizando la cooperación que se ha establecido mediante la Iniciativa Mérida”, enfatizaron.

En la reunión también se acordó la instrumentación de programas dirigidos a fortalecer el tejido social de comunidades vulnerables en las ciudades de Tijuana, Ciudad Juárez y Monterrey.

“En coordinación con las autoridades locales y líderes comunitarios, hemos emprendido acciones para reducir y prevenir la demanda de drogas, recuperar espacios públicos, trabajar con niños, niñas y jóvenes, y apoyar a las redes comunitarias para la prevención de delitos”, señalaron.

“Estados Unidos y México están cooperando para fortalecer la prevención y reducción de la actividad criminal a nivel estatal y local. Hemos iniciado programas para fortalecer la  capacitación policial y a las academias de policía en los estados de Chihuahua, Tamaulipas y Nuevo León, con equipo y cursos de entrenamiento”, agregaron.

“Hemos también establecido conjuntamente un programa para vincular 334 centros de prevención y atención primaria a lo largo del país y 32 centros estatales para conformar un observatorio nacional sobre el uso de drogas que permitirá el monitoreo en tiempo real de los patrones y tendencias de consumo para realizar intervenciones especificas y dirigidas”, indicaron ambos países en el comunicado conjunto.

En representación de México estuvieron, además de la canciller Espinosa; los secretarios Alejandro Poiré Romero, de Gobernación; de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván; de Marina, el almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza; el de Seguridad Pública, Genaro García Luna; el de Salud, Salomón Chertorivski Woldenberg; la procuradora general de la República, Marisela Morales Ibáñez.

También, el director general del Centro de Investigación en Seguridad Nacional (Cisen), Jaime Domingo López Buitrón; el jefe del Servicio de Administración Tributaria, Alfredo Gutiérrez Ortiz-Mena; el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, José Alberto Balbuena; el comisionado del Consejo Nacional contra las Adicciones, Carlos Tena Tamayo; el embajador de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, y el subsecretario para América del Norte, Julián Ventura.

Por parte del equipo anfitrión, presidido por Clinton, estuvieron el procurador general, Eric Holder; la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano; el asesor del presidente para Seguridad Interna y Combate al Terrorismo, John Brennan; el director nacional de Inteligencia, James Clapper; el secretario adjunto de Defensa, Ashton Carter; el subjefe del Estado Mayor Conjunto, almirante James Winnefeld; la administradora de la Agencia de Control de Drogas, Michele Leonhart; la directora adjunta de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas, Marilyn Quagliotti; el administrador adjunto de USAID, Donald Steinberg; el subsecretario adjunto para Financiamiento al Terrorismo y Delitos Financieros del Departamento del Tesoro, Daniel Glaser y el embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne.

¿Pero realmente están dispuestos los norteamericanos todo de su parte para que la “guerra contra las drogas” iniciada por el Presidente norteamericano Richard Nixon no sea algo en vano? ¿Qué tan factible es que Estados Unidos realmente apoye a Enrique Peña Nieto no solo con palabras (que se las lleva el viento) en darle continuidad a la sangrienta guerra iniciada por Felipe Calderón, en las dos cosas que más impactan y perjudican a México, la libre venta de armas de alto poder en los Estados Unidos que terminan armando a los narcotraficantes mexicanos, y el excesivo consumo de drogas? Sobre esto, el conocido periodista Jorge Ramos radicado en Miami hace el siguiente balance:

De esto no se habla
Jorge Ramos, periodista
18 de septiembre del 2012

Hay cosas que los norteamericanos prefieren no hablar. Una de ellas son sus armas. Y el otro son las drogas.

Empecemos a balazos. A pesar de las masacres frecuentes y el alto índice de asesinatos, la mayoría de los estadounidenses prefiere tener absoluto acceso a sus armas que prohibir su uso. Y mientras no se limite el uso de pistolas y rifles en Estados Unidos, las matanzas continuarán. Ni el presidente Barack Obama o el candidato Republicano Mitt Romney se han atrevido a romper ese código de silencio.

Estados Unidos es uno de los más violentos entre las naciones desarrolladas del mundo. Un reporte de Naciones Unidas (UNODC) lo corrobora: mientras que en Estados Unidos hubo 12 mil 996 asesinatos en el 2010, en Alemania solo hubo 690, Italia tuvo 529, Japón 506 y Suecia 91.

Las masacres son ya parte de la historia reciente de Estados Unidos. Tanto que han dejado de sorprender. Hace poco en un cine de Aurora, Colorado, un tipo vestido como el Güasón de la película de Batman mató a 12 personas. El año pasado en Tucson, Arizona, un hombre asesinó a seis personas e hirió a la congresista Gabrielle Giffords. En el Tecnológico de Virginia hubo 33 muertos en el 2007 y en la escuela Columbine de Colorado fueron 15.

Todas las semanas recibo una infinidad de reportes de asesinatos con armas de fuego. Pero son tantos que han dejado de ser noticia. Ante este panorama uno esperaría que hubiera un debate a nivel nacional en Estados Unidos para limitar el uso de pistolas y rifles, particularmente el armamento semiautomático que se utiliza en las guerras. Pero no hay nada. No se discute ni en mítines políticos ni en programas de televisión.

El temor es tan grande a perder votos y a enfrentar la furia de los portadores de armas que ni el presidente Barack Obama ni el candidato Republicano Mitt Romney se atrevieron a decir nada al respecto durante las pasadas convenciones nacionales de sus partidos. Su cálculo, desafortunadamente, es correcto: el político que se atreva a atacar en público la segunda enmienda de la constitución, que permite el uso de armas, no tiene futuro. La poderosa y bien financiada Asociación Nacional Del Rifle lo pondría en la mira en la siguiente elección.

La segunda enmienda, escrita en 1791, garantiza “el derecho de la gente a tener y portar armas”. Pero no estamos en 1791. Ese derecho puede ser limitado o regulado por el bien común, como todos los derechos. Y el bien común, en este caso, es evitar las masacres y bajar la tasa de homicidios. Sin embargo, este no es, ni siquiera, un tema de campaña.

Estados Unidos es un país donde, en promedio, existe un arma por cada uno de sus 311 millones de habitantes. Matar es fácil. Y muchas de las armas que aquí se venden terminan del otro lado de la frontera en manos de narcotraficantes mexicanos.

La malograda operación Rápido y Furioso –que permitió el paso de unas dos mil armas de Estados Unidos a México– es sólo un ejemplo de lo que ocurre todos los días pero sin el permiso del gobierno norteamericano. Esas armas son usadas por narcotraficantes mexicanos para traer drogas a Estados Unidos. Y ese es otro de los temas del que casi nadie habla.

El consumo de drogas en Estados Unidos no cesa. Más de 22 millones de norteamericanos –es decir, el 9 por ciento de todos los mayores de 12 años de edad– reconocieron haber usado algún tipo de droga recientemente, según un estudio hecho por el Instituto Nacional de Abuso de Drogas. El gobierno de Barack Obama se ha gastado más de 31 mil millones de dólares en campañas de prevención y salud. Pero los resultados son mínimos.

Ni el propio presidente, que tanto ha gastado, ni su contrincante Mitt Romney han hecho de las drogas un tema central de su campaña. Es como si ambos partidos han aceptado, tácitamente, que ese no es un asunto prioritario para el votante norteamericano.

Tampoco en Estados Unidos existe la conciencia de que su gigantesco y multimillonario uso de drogas es, en parte, culpable de los 65 mil muertos o más de la lucha contra el narcotráfico en México. Si no hubiera drogadictos en Estados Unidos no habría tráfico de drogas a través de México y la violencia en ese país sería mucho menor. Ese es otro tema perdido.

La caravana por la paz, liderada por el poeta mexicano, Javier Sicilia (que recorrió 10 mil kilómetros y 26 ciudades norteamericanas) prácticamente pasó desapercibida para la mayoría de los habitantes de Estados Unidos que no hablan español. El poeta, quien perdió a su hijo por la violencia en México, intentó sin mucho éxito atraer la atención de los norteamericanos a un tema que, en realidad, les preocupa muy poco.

Esta actitud tiene consecuencias muy graves y muy concretas: todo seguirá igual o peor, gane quien gane la Casa Blanca. Más masacres, más consumo de drogas, más violencia. Armas y drogas: de esto no se habla.

Quizá la prueba máxima que pudiera dar el gobierno norteamericano de su seriedad en pedirle a Enrique Peña Nieto continuar con la catastrófica e inútil guerra iniciada por Felipe Calderón sería empezando a practicar en casa propia lo que predica de fuera: militarizar dentro del territorio norteamericano su lucha contra el narcotráfico instruyendo al Ejército norteamericano a “salir de los cuarteles” a las calles de las ciudades norteamericanas para hacer lo mismo que se está haciendo en México, enfrentándose militarmente a las poderosas mafias nortamericanas que tienen acceso a una cantidad mucho mayor de armamentos y dinero que las mafias mexicanas. ¿Lo van a hacer? Desde luego que no, porque no son imbéciles. Si al Presidente norteamericano se le ocurriera hacer lo mismo que lo que hizo Felipe Calderón, lo más probable es que no duraría ni siquiera un mes en el cargo, ya que sería sometido de inmediato a un proceso de impeachment por haberse tomado atribuciones que sólo se puede tomar el Congreso norteamericano, esto es, hacer una declaración de guerra, y sería refundido en prisión por el resto de sus días en vez de ser premiado con una multimillonaria pensión vitalicia como la que gozará Felipe Calderón por el resto de sus días.

Para ver la futilidad de la guerra contra las drogas que se ha llevado a cabo en México y los magros logros que contrastan con la burda propaganda oficial, basta con ver lo que ha sucedido en el caso del Cártel del Golfo. Podemos empezar con la captura del líder supremo del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, llevada a cabo el 14 de marzo del 2003, tras lo cual se proclamó oficialmente que “el Cártel del Golfo ha entrado en un proceso de descomposición tras la captura de su capo máximo, y podemos dar por muerto al Cártel del Golfo”. Más tardaron en darle los “santos óleos” al Cártel del Golfo que éste en “resucitar” continuando sus actividades como si nada hubiera pasado y, eso sí, cumpliendo con todos los pedidos por mercancías hechos por las mafias norteamericanas de las cuales jamás ha caído un capo verdaderamente importante en tiempos recientes. Tiempo después, el 5 de noviembre del 2010 la Marina Armada de México anunció la eliminación de de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, hermano de Osiel Cárdenas Guillén mejor conocido como “Tony Tormenta” por su mal temperamento, afirmando que “ahora sí, ya no hay nadie importante dentro del Cártel del Golfo que lo pueda dirigir, el Cartel del Golfo deja de existir con tan importante golpe que se le ha dado”. Pero el 26 de octubre del 2011, nuevamente se anunció otra captura, la de Rafael Cárdenas Vélez “El Junior”, el mismo sobrino de Tony Tormenta, con lo cual supuestamente “ahora sí” había muerto en definitiva el Cártel del Golfo. Pero como esto no bastó, el 26 de noviembre del 2011 se anunció la detención de Ezequiel Cárdenas Rivera, el mismísimo hijo de Tony Tormenta, proclamándose con aires triunfalistas que “ya no queda nadie que pueda liderear el Cártel del Golfo, esto se acabó definitivamente”. Pero el 4 de septiembre del 2012 la misma Marina Armada de México anunció como el triunfo más espectacular en la guerra de legitimación de Felipe Calderón la detención de Mario Cárdenas Guillén “El Gordo” con lo cual “ya no es posible que el Cártel del Golfo pueda seguir operando, de todos los jefes superiores que conocían las operaciones internas no queda uno solo, esto se acabó y ya no hay nada más que decir al respecto”. Y el 5 de septiembre del 2012, la Marina Armada de México anunció como un “golpe contundente”, de hecho como uno de los golpes más contundentes en la Historia de México en contra del narcotráfico, la captura de Jorge Eduardo Costilla “El Coss”, el líder máximo del Cártel del Golfo, anunciándose oficialmente con gran despliegue de publicidad que “ahora sí, el Cártel del Golfo quedó descabezado, ya no hay quien lo dirija, es el fin del Cártel del Golfo que con la captura de El Coss ha dejado de existir”. Y más tardaron en darle por enésima vez en México los “santos óleos” al Cártel del Golfo que en empezar a barajerse en la DEA y el FBI los nombres de los posibles sucesores. En ningún momento han dejado de fluír las metanfetaminas, la cocaína y la heroína suministradas por el Cártel del Golfo hacia los Estados Unidos, y antes bien, el problema que estaban enfrentando era que por su enorme abundancia en territorio norteamericano el precio de la droga estaba bajando, síntoma inequívoco del mercado cuando hay una sobreoferta y sobreabundancia que excede con creces la demanda. Cientos de analistas y observadores experimentados trataron de hacerle llegar por todos los medios posibles a Felipe Calderón el mensaje de que si no se golpeaba a los cárteles en donde más les puede doler, en sus finanzas (al fin y al cabo se trata de un asunto de dinero, es por lo que los cárteles siguen en el negocio y están dispuestos a morir y venderle el alma al Diablo) combatiendo enérgicamente el lavado de dinero y aplicando con todo el rigor posible de la ley la extinción de dominio, la “guerra contra las drogas” estaba irremisiblemente perdida sin la menor esperanza de triunfo. Pero Felipe Calderón, típico representante de la anodina e intolerante derecha ultraconservadora de México, jamás quiso escuchar, porque a los conservadores reaccionarios al igual que Hitler y Francisco Franco nadie jamás los ha podido convencer de sus creencias erradas a las que se aferran tercamente como si en ello les fuera su propia vida. En su soberbia miope, Felipe Calderón jamás quiso aceptar ni admitir que detrás de cien capos esperando tomar sucesivamente el mando de un poderoso cártel de drogas en caso de ir cayendo sus superiores, está el aspirante a capo número 101, y detrás de él hay otros cien. La veta de capos es interminable porque mientras se estén manejando cientos de millones de dólares cada mes y los compradores del lado norteamericano estén listos para hacer negocios con sus proveedores mexicanos; aún si se matara a todos los integrantes de un cártel el cártel completo se regeneraría en cuestión de unas cuantas semanas porque es mucha la demanda y es mucho el dinero. De hecho, al mismo tiempo que Janet Napolitano presionaba a Enrique Peña Nieto para continuar con la guerra iniciada por Felipe Calderón, la revista Forbes confirmaba que el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera El Chapo continuaba colocado en la revista Forbes entre los hombres más ricos del mundo. Y ello gracias a los dólares norteamericanos que han puesto al Chapo en tan envidiable posición. En última instancia, si realmente por algún milagro milagrosísimo de esos que ocurren una sola vez en la historia de la humanidad se les llegara a cortar a los norteamericanos todo su suministro de cocaína, metanfetaminas y heroína, sumiendo al vecino país del Norte en una crisis social de proporciones inimaginables al entrar los drogadictos nortamericanos en una crisis (entre los drogadictos se incluyen no sólo cantantes de rock sino también arquitectos, médicos, maestros, políticos, contadores, militares, etc.), lo más probable es que Washington intervendría directamente tomando cartas en el asunto enviando a los Marines para reestablecer parcialmente el suministro de droga y paliar la grave crisis social provocada por la falta total de “medicamentos”, pero eso sí, sin dejar de insistir que fuera del territorio norteamericano países como Colombia, Guatemala y México sigan despilfarrando una cantidad astronómica de recursos en la “guerra contra las drogas”.

Sobre la insistencia de Janet Napolitano a Enrique Peña Nieto de que México siga contribuyendo con su cuota anual de miles de cadáveres a la inútil “guerra”, de la ciudad norteña que gracias a la guerra de Calderón terminó convirtiéndose en la ciudad más violenta del mundo nos llega el siguiente editorial:

Suficiente sangre derramada
Javier Cuéllar
EL DIARIO
19 de septiembre del 2012

Mientras nuestras leyes consideren como un delito el tráfico de drogas en todas sus modalidades, mientras no se establezca en nuestro país un régimen de legalización de las drogas, el gobierno mexicano tiene la obligación de perseguir el delito de narcotráfico. Pero una cosa es reprimir este delito que atenta contra la salud pública y otra muy diferente es continuar con la hipócrita guerra del presidente Calderón contra casi todos los narcos que ha costado a la nación mexicana cerca de noventa mil asesinatos y unas veinte mil desapariciones forzosas que casi pudiéramos considerarlos como muertos.

Por eso no es atendible el llamado de la señora Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, donde exhorta al presidente electo de México a continuar con la derrotada guerra del presidente Calderón. Nada de eso, Enrique Peña Nieto debe atender el delito de narcotráfico con los medios normales que se usan en cualquier país del mundo, como en los Estados Unidos, donde el ejército se ocupa de guerras extranjeras que ese país tiene en algunas partes del mundo y es la policía la que reprime el delito del tráfico de estupefacientes.

La señora Napolitano no comprende a los millones de ciudadanos mexicanos que se han convertido en daños colaterales de esa maldita guerra; a ella nada le importan el dolor de las madres, de las esposas, de los hijos y de los hermanos que perdieron a sus seres queridos en esta aventura bélica de Felipe Calderón, tan sólo por darle el gusto a ciertos norteamericanos que ni tan siquiera son la mayoría. Ellos pusieron las armas para todos los bandos en disputa y a México le tocó aportar los muertos.

No señores, esos tiempos no deben ni volver ni mucho menos continuar. Ciento diez millones de mexicanos le piden a Enrique Peña Nieto que restablezca la paz y la seguridad en el territorio nacional y a eso se debe avocar nuestro presidente electo. Una sola persona, Janet Napolitano, le exige que la guerra calderonista continúe con fuego y baño de sangre y ella ni tan siquiera es mexicana. ¿Con qué derecho le reclama eso a nuestro futuro presidente? Aún más, ¿con qué solvencia moral Enrique Peña Nieto le haría caso? ¿Para qué? Si existe un país en el universo que es tolerante con el trasiego de estupefacientes es los Estados Unidos donde se consume el noventa por ciento de la producción de drogas del mundo. ¿Con qué cara le pide a México que continúe la matanza, la rapiña y el pillaje?

Noventa mil asesinados, veinte mil desapariciones forzadas y todo el territorio nacional humeando, ardiendo. Nuestro aparato productivo desmantelado, millones de exiliados, cientos de miles de huérfanos, de viudas, de abandonados, miles de empresas clausuradas, desmanteladas, millones de desempleados. Ese es el desastre que provocó la guerra que demanda la Napolitano y, ¿a pesar de tanto dolor qué sucedió? Las cosas están peor que nunca, la exportación de drogas a América del Norte creció en un ochocientos por ciento, en estos seis años de matanza, se les metieron más estupefacientes que nunca. No sé por qué no la detuvieron siendo que presumen de tener las policías antidrogas más efectivas del mundo.

Lo cierto es que el combate al narcotráfico no es la vía adecuada para resolver el problema de salud que representa ni mucho menos el factor violencia que trae aparejado. La solución puede ser la legalización pero mientras nuestros vecinos del norte se animan a regular su mercado interno de estupefacientes, en México esa guerra estéril que nos está ahogando en sangre debe terminar en una forma definitiva.

La soberanía y la autodeterminación de los pueblos debe ser un hecho que deben respetar los norteamericanos. Queremos paz y seguridad en nuestras ciudades y en nuestros caminos, queremos trabajar en armonía para reconstruir el desastre calderonista de su guerra sucia y corrupta. Ya fue suficiente con la sangre derramada. Tenemos ansias de saborear un delicioso flan napolitano pero decimos no a las demandas de Janet.

Justo el mismo día en que apareció publicado el editorial anterior, un Premio Nóbel insistió en su propuesta del único camino posible que queda para tratar de enfrentar al narcotráfico, una propuesta que nada agrada a Washington pero fuera de la cual quizá no haya otras alternativas para manejar el problema:

Estrategia antinarco de Calderón “insensata y equívoca”; EPN debe cambiarla: Vargas Llosa
Alejandro Gutiérrez
Agencia APRO
18 de septiembre del 2012

El escritor Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, espera que el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, modifique la actual estrategia de la lucha antidrogas por tratarse, dijo, de una “política insensata”.

Tras hablar del “terrorismo del narco” que “mata periodistas, políticos y gente común”, un reportero le preguntó al escritor peruano si el mandatario electo debía modificar la estrategia contra el narcotráfico:

“Yo lo espero”, respondió el autor de La ciudad y los perros y quien alguna vez definió al PRI, el partido de Peña Nieto, como la “dictadura perfecta”.

Durante la presentación en Madrid de los tres volúmenes de su obra periodística, Piedra de toque, el Nobel de Literatura apuntó que “México y todos los países que padecen el flagelo del narcotráfico deberían reunirse y aceptar que la represión no da resultados, que el narcotráfico sigue creciendo, que se ha convertido en una potencia económica que puede pagar mejores salarios que los Estados y que, por tanto, es un factor de corrupción atroz, y que hay que intentar la legalización”.

El autor de La fiesta del chivo consideró que es necesaria la búsqueda de una política diferente que invierta en otros rubros como la información, rehabilitación y prevención.

Al hablar de este tema, Vargas Llosa refirió que en el caso del tabaquismo se ha hecho un trabajo de información y prevención.

En este caso, dijo, no ha habido necesidad de prohibir el consumo del tabaco y aun así se ha reducido mucho el número de fumadores. “Esa es la única solución”, consideró.

Crítico público del viejo PRI, el escritor peruano señaló que espera que no regresen al sistema de “dictadura perfecta”, como llegó a describir a los viejos mandatos priistas.

“Yo espero que en México —dijo—, que ha avanzado tanto en estos 12 años en su democratización, ya no sea posible que el PRI de ahora sea el PRI del pasado y que convierta México en una dictadura perfecta”.

A su juicio, México vive una gran libertad de expresión y una diversidad periodística en la que tienen voces los distintos sectores de opinión.

“Creo que, además, hay instituciones que se han democratizado mucho en estos años y espero, sobre todo, que la sociedad mexicana no permita una involución semejante a que un partido vaya a tener un control monopólico de la vida política, como fue el caso del PRI, y esperemos que el nuevo PRI, el de Peña Nieto, sea un PRI democrático, que acepte jugar en la diversidad, que es la democracia, y que la sociedad mexicana siga perfeccionando su democracia como lo ha hecho en estos doce años”, expresó.

Para uno de los escritores referencia del boom latinoamericano, el tema del peligro para la prensa en México en la cobertura de la guerra contra el narcotráfico, “no ha sido obra del gobierno”, sin embargo, dijo, “hay que reconocer que los gobiernos que ha tenido México han respetado mucho la libertad de expresión y la libertad política; hay además una institución que ha controlado las elecciones que ha sido modélica”, opinó.

No cause asombro, pues, que varios jóvenes valerosos se atrevieran a gritarle el 19 de septiembre del 2012 a Felipe Calderón en su cara ‘Asesino, asesino’, además de reprocharle el cuantioso costo de la llamada “Estela de Luz” (mejor conocida commo Estela de Corrupción). Y por haber sido la protesta en un evento celebrado en el Salón Alberto del Hotel Hilton, precisamente con motivo de la IX Semana Nacional de Transparencia, no hubo nada más apropiado para dar una muestra de la “transparencia” calderonista que el hecho de que de inmediato varios gorilas del Estado Mayor Presidencial sometieron con lujo de violencia a los manifestantes para sacarlos de inmediato, y que incluso ya afuera del recinto uno de ellos fuera sometido con una llave de candado que inmediatamente lo doblegó hasta que quedó tumbado en el piso (el sometimiento se llevó a cabo detrás de una Suburban, la cual fue rodeada por unos 15 gorilas del Estado Mayor Presidencial que, en valla, impedieron a los periodistas acercarse y tomar fotografías, porque en estas cosas en el país aún gobernado por la derecha ultraconservadora no puede ni debe de haber jamás transparencia).

Enrique Peña Nieto tiene la opción de ponerse al servicio y a las órdenes de Washington tal y como lo hizo Felipe Calderón, pero la factura que tuvieron que pagar Felipe Calderón y el PAN fue la expulsión ignominiosa de la derecha ultraconservadora de la silla presidencial (la Secretaria de Estado Hillary Clinton afirmó que el PRI sólo volvería a Los Pinos en el 2012 pasando sobre el cadáver de ella, “over my dead body”, pero no se puso a pensar que quien elige al Presidente de México no es Washington sino el pueblo de México, y el primero de julio del 2012 ella y la clase política en Washington tuvieron que asimilar el mensaje de que México ya no es el mismo de antes).

No solo Enrique Peña Nieto sino también todos los priistas de México deberían de ponerse a reflexionar seriamente que los votos que recibieron Peña Nieto y el PRI en julio del 2012 no son un cheque en blanco, fueron el efecto de un repudio generalizado de la población hacia la derecha ultraconservadora gobernante que con la estúpida guerra de legitimación de Felipe Calderón en contra del narcotráfico y su secuela trágica de más de 80 mil cadáveres exasperó a la gran mayoría de los mexicanos que con su voto en las urnas sepultaron al Yunquificado PAN y su Yunquificada candidata en el tercer lugar de las preferencias electorales. Si Peña Nieto insiste en darle continuidad a las mismas estrategias fallidas empleadas por Felipe Calderón, o lo que es lo mismo, darle continuidad a la guerra de Calderón, es muy posible que el pueblo termine expulsando en el 2018 al PRI de la silla presidencial, y esta vez posiblemente para siempre, para darle entrada a la izquierda de México al haber demostrado ya la derecha ultraconservadora panista en sus dos nefastos e infecundos sexenios que como Benito Juárez lo advirtió no estaba preparada moralmente para gobernar al país; y en esta ocasión NarcoTELEVISA no podría hacer mucho para manipular descaradamente a la opinión pública al ser conocidas ya todas sus mañas publicitarias, y tal vez hasta podría ser considerada como lo que realmente es, una amenaza para la salud republicana de México, sujeta a ser considerada enemiga del pueblo de México al igual que las agencias noticiosas aliadas con dictadores y sátrapas. En esta ocasión, las “encuestas de opinión” como medio de propaganda publicitaria ya no tendrían ninguna credibilidad y por ende ninguna validez, y los desinformadores de TELEVISA posiblemente enfrentarían el repudio generalizado que usualmente precede a una revolución social. En mayo del 2012, Internet se estrenó como una fuerza formidable en contra de la desinformadora TELEVISA, y es posible que esto sea apenas el principio. Con todo esto, Enrique Peña Nieto en realidad tiene mucho menos margen de maniobra que lo que cree tener. Como tampoco tiene mucho tiempo para dar el golpe de timón que muchos mexicanos (al menos los que votaron por él) esperan que dé, so pena de que en caso contrario el pueblo les empiece a cobrar a él y al PRI las facturas en las elecciones del 2018 para la renovación del Congreso de la Unión y posteriormente en las elecciones presidenciales del 2018.