jueves, 20 de septiembre de 2012

Juicio histórico y pompas fúnebres

Soplan nuevos vientos en Los Pinos. Felipe Calderón empezando a preparar sus maletas para abandonar Los Pinos es el símbolo más relevante de un sexenio sobre el cual se antoja de antemano que el juicio histórico será durísimo, presagiando tiempos obscuros para la derecha ultraconservadora y los panistas que se sentían muy a gusto y muy cómodos en sus bien pagados puestos dentro del gobierno federal que pronto habrán de abandonar al regresarle el poder al PRI.

En relación al juicio histórico que ya se le viene encima a la derecha ultraconservadora de México, se tiene para empezar el siguiente trabajo:

El Calderonismo
Lorenzo Meyer
2 de agosto del 2012

El tiempo de la evaluación. Tras la elección presidencial, la administración que concluye es historia. Y aunque quien la encabeza todavía mantiene el control del aparato burocrático y puede declarar “gobernaré hasta el último minuto de mi sexenio”, en la práctica ya sólo pueden marcar el paso. Se inicia entonces el tiempo del juicio histórico; juicio que nunca concluirá, pues cada época lo volverá a hacer de nuevo.

Obviamente el “Juicio de la Historia” como tal no existe. Lo que hay son las apreciaciones de ciudadanos, historiadores y estudiosos de la época: su juicio es sobre quiénes ejercieron el poder, cómo, en beneficio de quién y con qué resultados. Estos juicios pueden o no coincidir –a la coincidencia se suele llamar “juicio de la historia”– y su naturaleza depende de los intereses, prejuicios y capacidades de quienes los formulan. Toda visión sobre lo que ya ocurrió siempre estará influida por los grandes temas del tiempo en que se hace. Nunca habrá un veredicto unánime e inmutable sobre personajes y eventos del pasado, su enjuiciamiento es permanente.

El marco general. El gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (FCH) lo encuadra la naturaleza del proyecto histórico del PAN, un partido de clase media, conservador, que nació en septiembre de 1939 al calor de la reacción contra la política de masas del cardenismo y del inicio de la II Guerra Mundial, cuando la derecha mundial se lanzó a una gran ofensiva contra el comunismo y contra la democracia liberal.

En tanto “oposición leal” al régimen autoritario de la Revolución Mexicana, el PAN enarboló la primacía del “interés nacional” –definido desde la derecha–, del “bien común” sobre cualquier interés parcial –como el de los campesinos y/o los trabajadores– y la “dignidad de la persona humana” como un valor más alto que el Estado o el capital. Se trató de metas muy generales y casi inobjetables en tanto no se pusieran en práctica. Ahora bien, cuando el PAN logró el poder en algunos estados primero y a nivel nacional en 2000, ¿en qué se tradujeron sus conceptos de interés nacional, bien común, dignidad de la persona y el resto de su ideario? En muy poco.

El sexenio presidido por Vicente Fox (2000-2006) devaluó, y mucho, el conjunto de principios panistas, pero FCH terminó por hacer aún más evidente el divorcio entre lo altisonante del discurso y la mezquindad de la práctica. Finalmente, el interés nacional resultó ser el de los intereses creados, el “interés común” se hizo humo al chocar con los intereses nada comunes y muy corporativos del SNTE y la “dignidad de la persona humana” se topó con las violaciones a los derechos humanos y las denuncias de Javier Sicilia y su agrupación. Así, no fue sorpresa que en julio del 2012 una mayoría de ciudadanos optara por relegar al PAN a un sitio marginal donde incluso corre el peligro de desaparecer (FCH dixit, Reforma, 28 de julio).

El panismo real. FCH llegó al poder apoyándose poco en propuestas constructivas y mucho en el ambiente de miedo al cambio que generaron sus hábiles publicistas. Le resultó más redituable buscar el corrupto favor de Elba Esther Gordillo, el SNTE y sus operadores electorales, que el apoyo que pudieran generar sus ideas del “bien común”. El “haiga sido como haiga sido” con que FCH justificó su triunfo electoral y su rechazo a un recuento de los votos –indispensable para dar certeza a un triunfo por apenas el 0.56% del total de sufragios– resultó ser el sello indeleble de su presidencia.

La necesidad de ganar la legitimidad plena que no logró en el proceso electoral, llevó a FCH a iniciar su gobierno con una acción espectacular, contundente, una que supuso se transformaría en signo indiscutible de autoridad y robustecería su endeble legitimidad inicial, tal y como lo intentó Carlos Salinas tras el fraude de 1988. Así, a días de asumir el poder, FCH lanzó –sin dilación pero sin planeación adecuada–, una “guerra contra el narco” que resultó muy espectacular pero finalmente poco efectiva. Fue una jugada a varias bandas que, en teoría, aparecía de lo más interesante para alguien en su posición. Por un lado, su gobierno necesitaba enfrentar la ya muy obvia y desafiante presencia territorial de los cárteles de la droga, pues si la violencia ilegítima del narco se mantenía tan pública y exitosa, entonces la esencia del Estado –su monopolio de la violencia considerada legítima– significaría cada vez menos. Por otro lado, la movilización masiva de soldados, marinos y policías acompañada de una publicidad adecuada, daría la sensación de seguridad recuperada y, sobre todo, proyectaría urbi et orbi la imagen de un Ejecutivo fuerte y decidido que incluso, siendo civil, aparecía como general de cinco estrellas. Finalmente, era obvio que el gobierno norteamericano apoyaría esta política –Iniciativa Mérida– y a su arquitecto (Obama calificaría a FCH del nuevo Eliot Ness).

La decisión de ir contra los cárteles de la droga tomada en 2006 suponía grandes ganancias pero implicaba grandes riesgos: su fracaso no sólo sería el de FCH y su partido sino también el de las fuerzas armadas. Casi seis años más tarde y alrededor de 60 mil muertos, más desaparecidos y desplazados y un aumento notable en la brutalidad de la violencia y del gasto en seguridad nacional –en 2012 ese renglón fue mayor que el de desarrollo social, de salud o de comunicaciones y transporte–, resulta que los cárteles siguen tan desafiantes como en el inicio, el trasiego y comercialización de drogas no han variado: hoy el gramo de cocaína pura en el mercado norteamericano –177.26 dólares– es 16% más barato que en 2001 y el 95% de esa droga pasa por México (The New York Times, 3 de julio). Por otra parte, el principal capo mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán, no solamente sigue libre sino que de rutina aparece en la lista de los multimillonarios del mundo publicada por Forbes (26 de marzo, p. 232) y ha extendido sus operaciones a Europa, Asia y Australia, (The New York Times, 15 de junio).

Además, al poner al ejército y a la armada a cumplir tareas que la policía federal sigue sin poder hacer –en julio, por ejemplo, fue necesario cambiar a todo el personal policiaco federal en el aeropuerto de la Ciudad de México porque la corrupción ya lo hacía inútil en ese punto vital para impedir el tránsito de la droga, (Reforma, 17 de julio)–, ha desgastado a esas instituciones en un tipo de lucha que simplemente no se puede ganar. Cómo para subrayar lo anterior, al final del sexenio se ha procedió a detener a altos mandos del ejército –incluido un general de división– bajo la sospecha de complicidad con los capos de la droga, (Proceso, 20 de mayo).

En contraste, el calderonismo simplemente decidió no usar la fuerza del Estado en un campo donde con menos sangre, con menos gasto y con menos violaciones de derechos humanos, hubiera podido dar golpes fuertes en la zona que más hubiera afectado a los señores de la droga: el del lavado de dinero. Las armas del narco no son para derrotar a ningún gobierno sino para ayudar a maximizar sus enormes ganancias Entonces, ¿por qué no se le atacó desde el inicio a fondo en la cadena del dinero y usando no a la SEDENA sino a Hacienda? Sólo al final del sexenio y gracias a investigaciones del senado norteamericano, se ha hecho público que la filial mexicana del gran banco británico HSBC había llevado a cabo tan sólo entre 2007 y 2008, transferencias a su sucursal norteamericana por 7 mil millones de dólares, y que lo hizo de tal manera que los narcotraficantes pudieron blanquear millones de dólares. Antes de renunciar en 2008, el inútil encargado de vigilar que no se lavara dinero en HSBC México, informó a sus superiores que su tarea era imposible porque dentro de la institución había “una cultura de búsqueda de ganancias a toda costa” y que era cosa de tiempo que el banco fuera acusado de actividades criminales, (The Independent, 18 de julio). Al final, HSBC México fue castigado con una ridícula multa de 379 millones de pesos, lo que terminó por comprobar que es racional para cualquier banco continuar con el lavado de dinero y para los narcotraficantes mantener su actividad.

Conclusión. La política que FCH puso en el centro de la agenda nacional fue bien vista fuera pero no convenció dentro. El tipo de inseguridad que afectaba al ciudadano de a pie provino menos de personajes como “El Chapo” –su mercado principal es externo– y más del crimen que vive de los de dentro. Y ese crimen incluyó lo mismo a asaltantes, extorsionadores y secuestradores que a funcionarios corruptos, a banqueros blanqueadores, a contratistas abusivos o a monopolistas. La guerra de Calderón fue contra los primeros pero dejó de lado a los segundos.

El trabajo anterior fue continuado por el mismo analista con la siguiente entrega:

Tramas del Calderonismo
Lorenzo Meyer
9 de agosto del 2012

Continuación. La columna anterior examinó la política insignia del sexenio que se apaga: la lucha armada del gobierno contra las organizaciones del narcotráfico. La conclusión fue que esa política no resultó un éxito sino en algo distinto: en carteles tan o más fuertes que antes, en un debate inconcluso sobre la naturaleza misma de esa política, en un monumento a 324 militares que han fallecido en la empresa y en la propuesta de un memorial a las víctimas de la violencia, cuyo número exacto nadie sabe –pasan de 60 mil– y que desde ahora ya es un motivo más de división entre nosotros.

Pero el calderonismo no fue sólo acciones contra el narcotráfico sino varias cosas más, entre ellas una política económica. En este campo Felipe Calderón Hinojosa (FCH) fue un apegado a la ortodoxia neoliberal: prioridad al mercado, control del déficit público, baja inflación, balanza de pagos en equilibrio y un esfuerzo por seguir avanzando en la privatización. En este último campo, FCH liquidó a Luz y Fuerza del Centro, pero cuando intentó avanzar en la privatización de Pemex se topó con la oposición de la izquierda a incorporar plenamente a la gran empresa privada nacional e internacional a la explotación de los yacimientos petrolíferos en las aguas profundas del Golfo de México. Este proyecto se vino abajo. En contraparte, FCH bloqueó el proyecto de construir nuevas refinerías para Pemex. En teoría el neoliberalismo no acepta monopolios, pero FCH, como sus antecesores, se apartó de la ortodoxia económica en aras del “realismo político” y convivió sin problemas con ellos.

En el calderonismo el crecimiento anual promedio del PIB estuvo lejos de ser notable: apenas llegó al 1.86%. Si a ese rubro se le pone en términos per capita, entonces el promedio fue menor al 1%, lo que lo hace uno de los más bajos de América Latina en el período. Y es que la caída del PIB en 2009 –efecto de la crisis norteamericana y de la dependencia mexicana– no fue el “catarrito” que se pronosticó entonces sino un derrumbe del 6.3%. En suma, en economía, FCH fue simplemente el continuador del “estancamiento estabilizador”.

Con un crecimiento económico tan magro en el sexenio, el aumento del empleo que prometió FCH en su campaña electoral, simplemente no se dio. Los especialistas han calculado en un millón 200 mil empleos al año los que se requieren crear en México para absorber productivamente a los jóvenes que entran al mercado laboral. Sin embargo, en el calderonismo el promedio anual de nuevos empleos formales fue de apenas 300 mil. El llamado “bono demográfico” que se inició en estos años y que los demógrafos calculan que concluirá en 2030 –se trata del período en que nuestro país va a contar con la mayor cantidad de población en edad productiva–, se está desperdiciando.

La contrapartida a la carencia de oportunidades fue la migración a Estados Unidos, aunque esta válvula de escape perdió fuerza a partir de 2009 como otro efecto de la recesión económica norteamericana; si la deportación de indocumentados mexicanos por el país vecino del norte es un indicador de la dimensión de esta migración, entonces resulta que al final del sexenio el fenómeno se encuentra en el mismo nivel que tuvo cuarenta años atrás, (The New York Times, 5 de enero). En estas condiciones, para muchos jóvenes la única salida la ofrece la ocupación informal, esa caracterizada por su baja productividad, y que a mediados del 2012 daba empleo a 14 de los casi 50 millones en que se calcula la población económicamente activa del país, (El Economista, 22 de julio).

Muy ligado al tema de un pobre crecimiento económico y a la naturaleza del empleo, está el tema de la distribución del ingreso, corazón de la estructura social mexicana. En un análisis sobre México hecho por el Premio Nobel de economía Paul Krugman, lo mediocre de nuestro crecimiento económico estaba directamente ligado a la desigualdad en la distribución del ingreso, (Fundación Konrad Adenauer, Índice de desarrollo democrático de América Latina 2011, México, p. 117). De acuerdo con las cifras oficiales, en 2010 el 20% de los mexicanos más pobres dispusieron de apenas el 5.2% del ingreso corriente per cápita en tanto que el 20% de los más afortunados contaron con el 53% del total, (INEGI, Encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares, 2010, julio, 2011 p. 26). Esta desigualdad histórica y persistente, siguió marchando a contrapelo de la supuesta igualdad de la democracia política. En buena medida eso explica el poco aprecio del ciudadano por esa democracia: en una encuesta del 2011, sólo el 40% de los mexicanos dijo apoyar esa forma de gobierno, (Referencia: Latinobarómetro, 2011, www.latinobarometro.org).

Para un México rezagado y estancado en su desarrollo económico, la educación es una de las áreas en que le es urgente avanzar y rápido –en su calidad y su disponibilidad– para disminuir la brecha lo mismo entre las clases sociales dentro y entre México y aquellos países que hoy son los punteros en el desarrollo económico y social. Nuestro país invierte el 6% de su PIB en educación, lo que no es poco, pero el problema está en la calidad de la misma. Pese a lo vital que es mejorar la naturaleza de la enseñanza, el calderonismo no avanzó mucho en esta tarea. Y es que desde su campaña electoral FCH decidió llegar a un acuerdo político con Elba Esther Gordillo y la poderosa maquinaria electoral del SNTE, y fue así que durante el calderonismo se dejó en manos del sindicato la administración de la educación pública en detrimento del interés del conjunto de la nación. Los resultados de la prueba Enlace de 2011 mostraron que el avance en la calidad de la enseñanza fue mínimo. En ese año, el 63% y 60% de los alumnos de primaria examinados obtuvieron resultados entre “insuficiente” y “elemental” en matemáticas y español respectivamente, (http://enlace.sep.gob.mx/ba/prueba_en_linea_2011/).

La corrupción ha sido un mal endémico en la administración pública mexicana y denunciada sistemáticamente por el PAN, desde sus inicios. Sin embargo, el dominio de la administración federal por los panistas no cambió mucho este problema. La calificación que Transparencia Internacional dio a México en 2001 en materia de percepción sobre lo extendido de su corrupción fue de apenas 3.7 sobre diez. Para 2011 la situación no había mejorado sino empeorado un poco, pues la calificación de México fue de sólo 3 puntos –Estados Unidos tuvo 7.1 y Guatemala 2.7– y eso dejó al país en el lugar 100 entre 183 países clasificados, (www.transparency.org/cpi). Es verdad que hoy México cuenta con la Secretaría de la Función Pública, el IFAI, contralorías, etcétera, pero lo que no tuvo fue voluntad política. El suplemento Enfoque ha revisado una docena de casos sonados donde hubo fuertes sospechas de corrupción pública entre 2007 y 2012. En uno de los eventos alguien terminó en la cárcel, en otros hubo sólo inhabilitación y multas pero en otros nunca se llegó a algo e incluso en alguno la persona bajo sospecha volvió a ocupar un cargo público, (Reforma, 5 de agosto).

Por lo que se refiere a la política exterior, el calderonismo simplemente no tuvo ninguna iniciativa de importancia más allá de la Iniciativa Mérida, es decir, de ese acuerdo de FCH con el gobierno norteamericano presidido por George W. Bush en marzo de 2007 para combatir de manera conjunta al crimen organizado y al narcotráfico y que continuó bajo Obama. Esa colaboración entre desiguales, y en los términos que desde hace un siglo ha dictado Estados Unidos para combatir al narcotráfico fuera de sus fronteras, implicó una nueva cesión de soberanía ¿A cambio de qué? Pues a cambio de adentrarnos en un callejón sin salida y de una palmada de Washington en la espalda.

No se avanzó. En el inicio del último año del calderonismo, una encuesta mostró que en México predominaba la sensación de una falta de rumbo de la cosa pública. Más de la mitad de los encuestados (55%) manifestó tener poca o ninguna confianza en el gobierno, (Reforma, 1° de abril, 2012). El sexenio que se inició con un conflicto postelectoral que hizo imposible la tradicional ceremonia de toma de posesión terminó con otro conflicto postelectoral, con una nueva polarización política, con el partido del gobierno en un lejano tercer lugar en las urnas y resignado a entregar el poder a un viejo partido antidemocrático. Es posible que alguien combine elementos distintos a los aquí presentados y pueda hacer un balance menos duro del calderonismo, pero es muy difícil que pueda elaborar un inventario sexenal que arroje un saldo claramente positivo y que sea creíble.

Aún con la condena de muchos mexicanos emitida claramente en las urnas el primero de julio del 2012, e incapaces de aprender lección alguna incluso de la descomula derrota, los panistas en lo que queda del PAN se empeñaron en convertir la lucha por las migajas del poder en una cena de negros incurriendo en un canibalismo político pocas veces visto en el escenario político nacional, dando rienda suelta a luchas fratricidas propias de buitres hambrientos que se están haciendo pedazos peleándose entre sí por quedarse con los despojos de un descompuesto y maloliente cadáver:

Trifulca por los despojos panistas
Lucha fratricida
Mireille Roccatti
Revista Siempre!
19 de agosto del 2012

En los últimos días con pesar hemos asistido al lamentable espectáculo de una lucha fratricida entre las diversas corrientes panistas que buscan hacerse del control del partido y de las posiciones de poder resultantes, como las coordinaciones de las fracciones parlamentarias en las cámaras de senadores y diputados.

La percepción generalizada es la descrita, pese al esfuerzo por aparentar que lo que sucede es un ejercicio democrático de autocritica para explicar la histórica derrota que los llevó a perder la Presidencia de la República, varias gubernaturas emblemáticas  y  los ha colocado como tercera fuerza política.

El presidente Calderón encabeza una de las facciones y trata de asegurarse el control de la Nomenklatura del partido. En los hechos es así, al tener mayoría en el Consejo Nacional, y ahora busca el control del Comité Directivo Nacional. Lo que está en juego es el control de las bancadas y las designaciones de candidatos para las 14 gubernaturas que se disputarán el próximo año, como asegurarse el dominio del partido como base de poder. Lástima que no perciba que afecta la investidura presidencial, su  imagen personal y la del propio PAN.

El resto de las facciones —incluido el inexistente y siempre negado Yunque—  en que ha incidido el PAN muestran con claridad que las fracturas obedecen al desgaste en el ejercicio del poder, causa principal de su debacle electoral.

Resultan trágicos, amén de cómicos, los malabares retóricos del Ejecutivo federal por trasferir las culpas de la derrota a cualquiera menos sobre él. El zoon politikon, que sin duda es, debiera despertar y hacerlo asumir con entereza y madurez política la parte de culpa que le corresponde. No se debe olvidar que en cualquier lugar del mundo y en cualquier elección, el partido en el poder concurre a las urnas a una especie de referéndum sobre su actuación.

La actitud de atribuir a la candidata perdedora la culpa del desastre, además de falso, es artero y además desleal, porque Vázquez Mota jamás rompió abiertamente con la gestión calderonista, lo que sin duda le hubiese retribuido  un importante caudal de votos y, pese a todo, es un activo importante del partido.

Los indudables errores de campaña y la propia imagen de la candidata que no acabó de permear en el imaginario popular también tuvo su peso especifico en los resultados de la elección presidencial, sólo que olvidan que también estuvieron en juego las elecciones a senadores y diputados, así como diversas elecciones locales, que obedecen a sus propias inercias y responden a otras consideraciones de equilibrios de poder regionales.

Los hechos y resultados ahí están y son incontrovertibles. A pesar de que lo nieguen, los fragores de los encontronazos internos se escuchan fuertes. Negarlo no conduce a nada. Plantear su refundación es un despropósito, porque nadie de los líderes actuales tiene los tamaños de ese gigante que fue Gómez Morín. Muchos mexicanos estamos convencidos de que al país le conviene un PAN fuerte, que regrese a sus orígenes y recupere sus valores, que retome su papel  de equilibrio del poder y contribuya al fortalecimiento de la democracia.

Con mayor pesismismo con respecto al futuro de un partido de derecha que se permitió infiltrar por elementos extremistas de ultraderecha que terminaron utilizándolo para sus propios fines, el siguiente editorialista norteño vá más allá del Juicio Histórico, y osa formular algunos vaticinios sobre lo que ya para muchos panistas acercándose a las filas del desempleo es muy obvio:

El entierro del PAN
Javier Cuéllar
EL DIARIO
19 de agosto del 2012

A raíz de la debacle electoral del Partido Acción Nacional en las pasadas elecciones surgieron voces que urgen a la membresía panista a reformar y aún refundar el partido albiceleste para conjurar que éste instituto político se acabe de hundir en el ostracismo y conjurar su muerte en el campo político nacional. Desgraciadamente el pronóstico de supervivencia es muy grave y no le quedan espacios que no sean ligarse al PRI como mero satélite o comparsa porque la naturaleza ideológica del PRD no le augura asociación alguna a menos que trastoque toda su histórica raigambre ideológica.

Se engañan quienes piensen que existe una real rivalidad entre el presidente de la república Felipe Calderón y el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero, éste último no tiene la entereza para enfrentarse con su patrón y tan sólo puede realizarle un papel de comparsa para que aquél logre su fin inmediato e inexplicable de manipular al partido azul y blanco.

Si de encontrar culpables de la derrota se trata, no tienen que darle muchas vueltas al asunto, el principal responsable de la derrota generalizada del PAN es Calderón Hinojosa y los agentes secundarios son todos aquellos que lo apoyaron en su aventura de esa fallida y errónea guerra contra casi todos los narcos que culminó con un saldo horrible de ochenta y tres mil muertos y una depredación de la economía nacional como consecuencia del estado de inseguridad y de pillaje que se aposentó en todo el territorio nacional como daño colateral de esa guerra y de cualquier guerra.

Pero el presidente calderón tiene prisa para lograr los acuerdos formales que le permitan perpetuar su influencia en ese partido porque está consciente que una vez terminado su mandato será muy poca la influencia que pudiera tener para imponer las dirigencias futuras, ya no hablemos de liderazgos, así, una especie de referéndum con los pies pudiera escenificarse en el partido de Gómez Morín si Calderón y sus seguidores logran su objetivo.

Lo cierto es que un partido que no gana elecciones sirve para muy poco, máxime en un panorama donde los diputados plurinominales o de partido están seriamente cuestionados a nivel nacional. Para Felipe Calderón y sus panegiristas, que se niegan a mirarse en el espejo negro de Tezcatlipocatl y menos a reconocer sus errores, es muy fácil culpar a Vicente Fox y a disidentes más o menos sinceros (como Cruz Pérez Cuellar y Carlos Borruel) de la pasada derrota, pero eso no modifica la percepción popular y del electorado que en otras épocas se volcó en sufragios por el albiceleste bajo el rubro de simpatizantes que, aunque no eran panistas partidarios si estaban hartos de los desmanes cometidos por presidentes como José López Portillo y Luis Echeverría Álvarez que en su tiempo fueron los causantes de las derrotas del PRI. Pero en aquellas épocas a los priístas les valió más no hacer comentarios y concentrarse en un activismo político que ahora les rinde buenos frutos gracias a la sanguinaria torpeza de Felipe Calderón Hinojosa. Corrupción o muerte, ese fue el dilema que enfrentaron los electores mexicanos en la pasada contienda y desde luego optaron como es natural por la vida. Ahora las cosas son más sencillas para el panismo, el dilema será vida o muerte.

Pero si los planes del calderonismo se concretan y la asamblea nacional se celebra antes de que deje la presidencia el actual mandatario federal entonces no habrá futuro, por eso los panistas sensatos, los idealistas, los de viejo cuño, deben pugnar porque las decisiones se tomen el próximo año, lejos de esta influencia que tantos pesares y derrotas les ha traído. El poder presidencial se siente apabullante, sobre todo en un instituto político tan debilitado como actualmente se encuentra el azul con blanco.

A muchos no les quedará otro camino que la salida del partido, forzada o voluntaria, más esta ultima que aquella porque los juicios políticos de expulsión son, en realidad, bien limitados a aquellas personas que les incomodan a los supuestamente ganadores de algunas curules y puestos públicos. En Chihuahua a Cruz Pérez Cuéllar y Carlos Borruel porque incomodan al senador electo Javier Corral. Falso que existan intenciones de borrón y cuenta nueva, de perdón y reconciliación política, nada de eso, lo único real es la ansiedad de la venganza.

Aun así las posibilidades del PAN son muy pocas, los panistas de viejo cuño, los idealistas, los que labraron el asenso malogrado por Felipe Caderón son por lo general gente muy pobre, que día a día se entretiene en su eterna lucha por la tortilla y los otros, son gente muy rica que no tiene conciencia política y su activismo se concentra en proteger sus intereses económicos y sus prebendas para hacer negocios y ganancias al amparo del poder. Ambos extremos son ciertamente deleznables a la hora de emprender una vigorización del vuelo y reconquistar espacios.

Luego entonces, el futuro más viable para el PAN es el camino al cementerio y que los miserables se adhieran al sector popular del PRI y los burgueses interesados se congratulen con candidatos y amigos de conveniencia también del PRI como estaban antes de sus migraciones al partido albiceleste. No cabe duda que la vida coloca con el tiempo a cada quien en su lugar, total en el Partido Revolucionario Institucional no están peleados con los votos de los unos ni con los apoyos financieros de los otros. Al final, estos y aquellos se podrán juntar con un partido político que efectivamente gane elecciones que es de lo que se trata. Comprobaremos así qué es mejor hacer, o adoptar un chamaco nuevo que resucitar a un muerto.

Lo anterior lo escribió un editorialista que no comulga con la derecha panista. Sin embargo, varkos de sus puntos de vista son compartidos incluso por prominentes panistas que también le ven un futuro negro y sombrío al partido que se convirtió en refugio de las derechas y ultraderechas de México, panistas como  César Leal Angulo.

Quizá el juicio más duro e imparcial sea el que pueda llegar del exterior, emitido por observadores de otros países que pueden analizar las cosas racionalmente y con frialdad sin dejarse llevar por los partidismos y las emociones que suelen obnubilar el juicio y los criterios de los editorialistas de casa. Y tal juicio ya se emitió:

La estocada de Le Monde
Espiral mexicana de la barbarie
Guillermo García Oropeza
Revista Siempre!
8 de septiembre del 2012

Hace muchos años ya, en los tiempos felices, uno de los honestos placeres que iban haciendo mi día a día era la lectura de Le Monde. Yo vivía en Rotterdam y al medio día en el almuerzo calvinista de estudiante gozaba de una buena cerveza holandesa Heineken y el diario siempre serio, erudito, creíble que veía el mundo con ese incomparable cosmopolitismo de los franceses.

Por eso, quizá me dolió tanto el otro día toparme con el ya famoso editorial de Le Monde titulado “Mexique, la spirale de la barbarie” que con una sola estocada en la vieja tradición de D´Artagnan acaba con toda la mentirosa y arrogante retórica de Felipe Calderón, a quien el diario parisino cita cuando en el principio de su mandato se ufanaba declarando: “Vamos a vencer al crimen”, y añadiendo para responder a quienes ya percibían “la progresión vertiginosa de la inseguridad en su país” como calificaba Le Monde : “Si ven polvo es que estamos limpiando la casa”.

Pero ahora al finalizar su mandato y tras la derrota escandalosa de su partido, Calderón deja a México sumido en “el conflicto más mortífero del planeta”, cuyas cifras son espeluznantes para esos observadores tan expertos como son los periodistas de este gran diario europeo, que reportan de fuentes oficiales mexicanas los más de 95 mil asesinatos entre 2007 y 2011 que hacen creíble la estimación de 120 mil muertos por la violencia durante el calderonato.

Mortandad que es sólo el aspecto más espectacular y conocido de esa “gangrena” que forman las industrias del secuestro, de la prostitución, de la extorsión, del tráfico de personas y de órganos. Gangrena que toca todos los rumbos de un país del cual se ha perdido el control.

La espiral de la barbarie mexicana es, dice Le Monde, “el fracaso terrible de la estrategia militar comprometida después de seis años por el señor Calderón con el apoyo constante, notablemente en lo financiero, de Estados Unidos, que constituyen el principal mercado del narcotráfico”.

Y  nadie, afirma el periódico de París, parece poder proponer una política alternativa ya “que el mal es profundo, el miedo tan arraigado, la miseria endémica”, lo que nos hace dudar de que el futuro pueda cambiar gran cosa la situación.

Y lo que para nosotros en México parece ser más inquietante es que para el observador francés no se trata de un mal lejano que se pueda soslayar, ya que “no es un desafío exótico sino planetario, que no nos sabría dejar indiferentes”.

Bien por Le Monde, y luego me encuentro en El País madrileño que al hablar del reciente conflicto minero en Sudáfrica que deja muchos muertos se dice que “Sudáfrica se mexicaniza…”

Bravo, Calderón, ya nos hiciste famosos en el mundo con tu limpieza de la casa, que casi la tumba, que dañó el nombre y atractivo de México, que vino a poner al ejército en una batalla que quizá no se pueda ganar, que deja el país en un pesimismo lamentablemente apoyado por los hechos.

Ojalá que el señor presidente Calderón se quede con el control del PAN para que así termine de hundirlo.

Precisamente el día en que se celebró el aniversario del Grito de Independencia de México, el 15 de septiembre del 2012, el día en que Felipe Calderón estuvo presente en en el palco principal de Palacion Nacional durante su última ceremonia como Presidente de México, en el Partido Acción Nacional también diero otro grito, más no de celebración:

Llega PAN a sus 73 años sumido en la peor crisis electoral de su historia
Álvaro Delgado
Agencia APRO
17 de septiembre del 2012

El Partido Acción Nacional (PAN) llega al 73 aniversario de su fundación, este 15 de septiembre, en la peor crisis electoral de su historia: con el repudio de los mexicanos luego de 12 años de gobierno y la entrega del poder al Partido Revolucionario Institucional (PRI), contra el que nació.

Así como en septiembre del 2000, en su 61 aniversario, organizó una fastuosa celebración por el triunfo de Vicente Fox, con la asistencia de toda la jerarquía, ahora la conmemoración del partido de la derecha será discreta y sombría no sólo por el desastre de caer del primer al tercer lugar, sino por su desdibujamiento y corrupción.

De hecho, apenas este viernes la Presidencia de la República confirmó al PAN la ausencia, en la conmemoración, de Felipe Calderón, identificado por muchos militantes como “traidor” por no haber apoyado la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota, cuya asistencia tampoco ha sido confirmada.

Y es que el desplome del PAN en dos sexenios ha sido catastrófico, sólo en términos cuantitativos, con una caída sostenida: Perdió más de 3 millones de votos, porque Fox obtuvo 15 millones 989 mil, por 15 millones de Calderón y 12 millones 786 mil de Vázquez Mota.

En términos porcentuales, la caída del PAN fue drástica, de 18 puntos: Fox obtuvo 43%, Calderón 35% y Vázquez Mota 25%.

Con respecto a los diputados ocurrió algo análogo: En el 2000, el PAN ganó el mayor número de diputados de mayoría, 141, y sumados a los plurinominales alcanzó 207, mientras que en 2006 ganó 137 de mayoría y acumuló 206 con los plurinominales. Este año, sólo triunfó en 52 distritos y en total tiene 114.

El número de senadores del PAN también observó un desplome: En 2000 conquistó 46, en 2006 fueron 52 y este año retrocedió a 39.

El PAN ganó diputados de mayoría sólo en 17 estados, mientras que para senador de mayoría triunfó únicamente en ocho.

En sólo cuatro estados Vázquez Mota se impuso al priista Peña Nieto y a Andrés Manuel López Obrador, candidato de la izquierda: Tamaulipas, Nuevo León, Guanajuato y Veracruz.

Y en sólo cinco entidades logró más de 35% de los votos: Yucatán, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León y Guanajuato.

Tabasco, Guerrero, Chiapas, Distrito Federal, Hidalgo, Nayarit, Oaxaca, Estado de México, Morelos, Zacatecas y Tlaxcala fueron los estados en los que la candidata presidencial obtuvo la menor votación del país.

En el Estado de México, del que fue gobernador Enrique Peña Nieto, es donde Vázquez Mota pierde por una diferencia aplastante, un millón 700 mil votos, mientras que ella gana en un solo estado, Tamaulipas, con un porcentaje mayor: 7.39%, equivalente a poco más de 100 mil votos.

En la elección del 1 de julio, el PAN perdió la gubernatura de Jalisco, que gobernaba desde 1995, y Morelos, desde el 2000, que se sumaron a las que ha perdido en los 12 años como gobierno: Nuevo León, Querétaro, Yucatán, San Luis Potosí, Aguascalientes y Tlaxcala.

En sentido estricto, el PAN sólo tendrá las gubernaturas de Baja California, la primera que conquistó –y que el próximo año será disputada con los peores augurios–, Baja California Sur, Guanajuato y Sonora, porque las de Sinaloa, Puebla y Oaxaca las conquistó en alianza con la izquierda.

Así, cuantitativamente, el desplome del PAN es contundente, pero lo es más aún el cualitativo. Tan es así que todos los panistas, incluido Calderón, asumen que se debe reestructurar o refundar, porque de otro modo su futuro es funesto.

Por eso, el sábado 15, en cuya noche se conmemora el Grito de Independencia, en la sede nacional del PAN no habrá razón para la fiesta.

Quizá el castigo más duro que van a enfrentar muchos panistas incrustados dentro del gobierno federal será el que tengan a partir del próximo primero de diciembre del 2012, cuando empezarán a ingresar a las filas del desempleo; gracias principalmente a quien irónicamente se autonombró a sí mismo como El Presidente del Empleo.