miércoles, 31 de octubre de 2012

El cronista gráfico de Auschwitz

El principal argumento de los revisionistas-negacionistas admiradores de Hitler y del nazi-fascismo alemán como Joaquín Bochaca, Salvador Borrego Escalante y David Irving es que el Holocausto es una monstruosa fantasía que nunca ocurrió y que fue inventada por “malvados y rencorosos propagandistas judíos que controlan la prensa mundial”.

¿Realmente el Holocausto que llevaron a cabo los Nazis alemanes fue una fantasía?

Recientemente falleció un reportero gráfico que documentó las atrocidades cometidas en el campo de exterminio de Auschwitz, atrocidades en grado supremo ordenadas directamente por Adolfo Hitler e implementadas por los dementes carniceros que fueron reclutados y adiestrados personalmente por Himmler para tal trabajo. De acuerdo a las notas periodísticas publicadas el 24 de octubre del 2012, Wilhelm Brasse, un antiguo prisionero de Auschwitz cuyas fotografías dentro del campo de concentración nazi se convirtieron en una escalofriante crónica histórica de los horrores que se cometieron allí, murió a los 95 años. Brasse, quien falleció el martes 23 de octubre del 2012, fue enviado al campo después de ser capturado en 1940 cuando intentaba huir de la Polonia ocupada por los nazis para unirse al Ejército polaco en el exilio. Se le asignó trabajar en un comando encargado de llevar los cadáveres de las cámaras de gas a los hornos para ser incinerados. Cuando sus carceleros descubrieron que era un fotógrafo experimentado, le encargaron tomar fotografías de los prisioneros para los archivos internos de la prisión y registrar las visitas de altos cargos alemanes para la posteridad. También se le ordenó que hiciera fotografías de experimentos clínicos llevados a cabo por los médicos del campo con los prisioneros. “Trató de volver a la fotografía (después de la guerra) pero le resultó demasiado difícil”, dijo la historiadora del museo de Auschwitz Teresa Wontor–Cichy. “El hecho de haber tomado esas fotos le resultaba perturbador”, añadió.

Los nazis mataron a alrededor de 1.5 millones de personas, la mayoría de ellos judíos, en Auschwitz, situado cerca de la localidad polaca de Oswiecim. Las imágenes captadas por Brasse, uno de los pocos testimonios gráficos del campo de la muerte, fueron recuperadas de los archivos nazis al final de la Segunda Guerra Mundial y ahora son parte fundamental del museo. Durante los cinco años que pasó en el campo tomó unas 50 mil fotografías, de las que sobrevivieron casi 40 mil. Brasse, de origen polaco–austriaco, ayudó a establecer el museo de Auschwitz y pasó muchos años después de la guerra ayudando a educar a los jóvenes, especialmente a aquellos de Alemania, sobre el Holocausto. El fotógrafo fue enterrado en la ciudad de Zywiec, en el sur de Polonia. Este es Wilhelm Brasse:




La siguiente fotografía nos muestra a Wilhelm Brasse sosteniendo en sus manos una de las muchas fotografías que le dejaron profundas cicatrices psicológicas que nunca pudo sanar:




Es importante resaltar que Wilhelm Brasse no era un judío. De haberlo sido, él mismo habría terminado saliendo por la columna de la chimenea de Auschwitz en calidad de cenizas, y en estos los Nazis alemanes que salvo muy contadas excepciones se distinguieron por su crueldad y su saña inaudita ciertamente nunca se tentaron el corazón porque carecían de misericordia alguna incluso para consigo mismos.

Al irse acercando rápidamente las fuerzas aliadas para poner fin a la pesadilla Hitleriana tras la derrota contundente de Stalingrado, los verdugos-carniceros de las SS (a quienes el fascista de raigambre cristera Salvador Borrego Escalante les dedicó un libro para alabarlos y ponerlos como héroes) se dedicaron como locos a destruír todas las evidencias que los pudieran inculpar en uno de los más grandes crímenes cometido en la historia contemporánea. Destruyeron la gran mayoría de los hornos, destruyeron todo lo que pudieron de las instalaciones de exterminio así como sus instrumentos de tortura con los cuales le daban rienda suelta a su sadismo criminal, y hasta alcanzaron a desmantelar en su totalidad algunos campos de concentración. Hicieron lo que pudieron y destruyeron cuanto pudieron. Pero se les olvidó destruír los archivos gráficos que ellos mismos le habían encomendado a Wilhelm Brasse como también se les olvidó matar a Wilhelm Brasse para eliminar al principal testigo en contra de ellos. Y esta omisión les llegaría tiempo después con su factura a pagar.

El Holocausto nunca fue “una monstruosa fantasía que nunca ocurrió inventada por malvados propagandistas judíos que controlan la prensa mundial”. En todo caso, lo verdaderamente monstruoso es que los dementes (y ahora seniles) propagandistas de la ultraderecha mundial tales como Bochaca, Borrego, Irving, etc., es que ellos siempre estuvieron enterados y al tanto de las evidencias gráficas recopiladas por Wilhelm Brasse, y aún así decidieron ignorarlas o de plano negarlas, a sabiendas de que la inclusión de la historia de Wilhelm Brasse dentro de su propaganda barata les habría destruido una buena parte de sus argumentos extremistas. Bueno, siempre se supo que estos tipos nunca fueron neutrales, nacieron con alma de fascista, y todos ellos terminarán en el cementerio con alma de fascista, admirando y alabando a Hitler y al Nazismo. Seguramente la Providencia les concederá a todos ellos una de las cosas que tanto anhelan, seguramente terminarán al lado del mismo Hitler en dondequiera que este demonio se encuentre. Y seguramente estarán junto a él por el resto de la eternidad. ¿Qué mejor cosa se podría pedir para ellos que ésta?

Testimoniantes como Wilhelm Brasse no son lo único que irrita sobremanera a los revisionistas-negacionistas que hacen hasta lo imposible por tratar de mantener vivas las llamas lacerantes del abominable nazi-fascismo promoviendo la creación de sociedades secretas conspiratorias como la temible y poderosa Organización Nacional del Yunque en México. Hay muchos otros (lo cuales no son ni judíos, ni comunistas, ni masones, y que por lo tanto no cuadran dentro de las enfermizas doctrinas ultraderechistas de la gran conspiración judía masónica comunista), tales como Gitta Sereny. Esta es Gitta Sereny:




Esta periodista, impactada por la capacidad del hombre para realizar el mal, reaccionó, escribió y trabajó para desentrañar el misterio del hombre dominado por el mal, y de ella Tzvetan Todorov hizo un excelente resumen. Sereny nació en Viena en 1921, en una familia de artistas; estudió en Inglaterra y en 1938 se instaló en París, con el sueño de ser actriz. Al estallar la guerra, empezó a trabajar para una organización caritativa que se ocupó de los niños abandonados y de los fugitivos. Ahí tuvo la oportunidad de tomar contacto con las peores formas del mal. Su tesis es simple: para entender el mal hay que ver de cerca la historia personal del malhechor; él es su historia. Esto la llevó a contactar en 1970 a Franz Stangl, el antiguo responsable de Treblinka, el mayor campo alemán de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Contrario a los mitos y fábulas propaladas tendenciosamente por la propaganda ultraderechista acerca de crímenes de guerra cometidos por las fuerzas aliadas y por las tropas soviéticas en contra de los “pobrecitos oficiales Nazis” que iban cayendo en sus manos, criminales en escala suprema como Franz Stangl, lejos de ser llevados a la horca o al campo de fusilamiento para pagar por sus crímenes, vivió cómodamente hasta sus últimos días muriendo de causas naturales sin que nadie le tocara jamás un solo pelo de su “aria” cabellera, y aunque vivió los últimos tres años de su vida en prisión (sin que le faltara absolutamente nada, ya fuese alimento, ropa, atención médica, medicinas, juegos de esparcimiento dentro del penal, visitas y entrevistas con la prensa, etc.) no pudo evitar que el destino lo reclamara llevándoselo con un infarto y liberando con ello a los contribuyentes alemanes de tener que cargar con costo del mantenimiento de este ejemplar de insania en su máxima expresión por varias décadas. Fallecida en junio de 2012 a los 91 años, Sereny fue una de las más importantes periodistas del siglo XX, autora de varios libros extraordinarios que tratan de desentrañar una pregunta fundamental y obsesiva: ¿de dónde nacen el odio, la violencia, el crimen? Si suponemos, como ella, que esos comportamientos son la encarnación del mal y que, por otra parte, no existen dos subespecies humanas, la de los monstruos y la de los normales, ¿cómo explicar que se cometan esos actos destructivos? Sereny pensaba que era posible comprender incluso los crímenes más atroces reconstruyendo la vida de su autor, sus relaciones y contactos con otras personas a su alrededor, las circunstancias en las que se había encontrado: su identidad no era más que su historia. Y quien desee impedir que se repitan los crímenes debe intentar comprenderlos”. Por su parte, Hanna Arendt (judía, por cierto), hablando de los asesinos nazis, decía, que más que ellos como personas, había sido el sistema quien les prestó la serenidad, la tranquilidad para cometer las acciones más atroces. Indiscutiblemente hay en esta tesis mucho de verdad. Yo mismo he planteado en mi trabajo diario la cuestión de tratar de entrar en la psicología de un sicario, por ejemplo: ¿Cómo comprender la mente, los mecanismos que se operan en quien, por unos cuantos pesos, y asumiéndolo como un “trabajo”, se dedica a matar a quien le indiquen? ¿Cómo comprender la saña de los asesinatos, mutilaciones, restos de carnicería abandonados en bolas de plástico, cabezas humanas dejadas en hieleras, etc., en fin, todo eso que es cotidiano entre nosotros? ¿Qué cambios, qué mutaciones se han operado para que un ser humano proceda de esa forma? ¿Cómo explicar que en personas así quepa todavía una cierta ternura hacia sus propios hijos?  Una de las obras célebres de Gitta Sereny nace a propósito de un evento raro entonces y en el lugar, de un evento que rompe las normas más elementales de lo que debería ser la naturaleza humana. Es el caso de Mary Bell, una niña de 11 años que en 1968, con ayuda de un cómplice, mata a dos niños de tres y cuatro años. El crimen conmociona a Inglaterra: ¿cómo es posible cometer un acto tan odioso? Sereny pone en práctica su método: interroga a todas las personas involucradas y reúne una información exhaustiva The Case of Mary Bell, 1972). Veinticinco años más tarde, cuando Mary ya haya salido de la cárcel y esté viviendo bajo una identidad nueva, volverá a entrevistar a la joven convertida en adulta para ahondar en el examen de unos actos y unas circunstancias aparentemente vulgares que transformaron a una niña en asesina. De ahí sale lo que hoy es una obra de referencia sobre la criminalidad infantil (Cries Unheard, 1998). Gitta, como Hanna Arendt y otros autores y autoras, llega a una muralla impenetrable; llega al reino de la oscuridad donde no existen, ya, ni la fe ni esperanza alguna y el amor ha sido aniquilado. Nuevos dioses sangrientos dominan la escena. Ella vivió, de alguna manera, la feroz dictadura nazi, habla del rapto de 200 mil niños, polacos principalmente, con rasgos arios que serían adoptados por familias alemanas. Pero, igual, pudo ver el infierno en la Rusia de Stalin, en la China de Mao, en las sangrientas dictaduras del Sureste Asiático, en los Balcanes, en África, en las primaveras árabes o en el crimen y pobreza de América Latina. Dictadores temibles y sombríos capos dominan la escena al lado de un quehacer político errático, reducido a la lucha por el poder y apegado rabiosamente al jugoso presupuesto. Así pues, hay una historia personal y siempre sugestiva y ha de existir una empatía que nos acerque a la mente del criminal. Tal vez lleguemos al terreno de la patología pura. Pero lo más desconcertante es, que la mayoría de las veces, nos encontramos con personas aparentemente normales que forman una familia y procrean hijos y que incluso llegan a quererlos, y que tienen una cierta forma de relacionarse socialmente. Véanse simplemente las fotografías que presentan los medios de los “presuntos” y, salvo excepciones, todo parece normal. ¿Qué sucede ahí, realmente? Bajo el género periodístico o de ensayo, Gitta hurgó en el complejo mundo de la psicología personal; mucho antes, Dostoievski buceó en ese abismo y nos dejó páginas imborrables. Pero la pregunta sigue en pie.

La locura lo único que puede engendrar es más locura, la demencia sociopática lo único que puede engendrar es más demencia sociopática, y la única salvación que pudiera haber en puerta salvo la guía moral que ofrecen algunas religiones sería la creación de individuos sanos en el seno de sociedades enfermas. ¿Pero puede una sociedad enferma crear individuos sanos? ¿Pueden los neo-Nazis, los neofascistas y los ultraderechistas de línea dura darle al mundo gente de provecho y de bien? Los adictos a la propaganda neo-Nazi de la ultraderecha fascista parecen no tener conciencia alguna de que con sus odios enfermizos pueden terminar arrastrando consigo a su propia progenie pudriéndola y echándole a perder su porvenir, como lo documentó la siguiente nota aparecida una semana después de haber fallecido Wilhelm Brasse, el cronista gráfico de Auschwitz:

Niño californiano confiesa que mató a su papá
Noticias.Terra.com
31 de octubre del 2012

Un niño californiano de 10 años a quien se le acusa de homicidio en un proceso por la muerte de su padre neo nazi dijo a los detectives en una entrevista grabada en video, que fue reproducida el miércoles en la corte, que él mató a su papá.

El video fue reproducido por la fiscalía en el caso contra el niño, ahora de 12 años, quien se le acusa de dispararle a Jeff Hall, un líder regional en el Movimiento Nacional Socialista.

Además, la hermana menor del niño testificó que su hermano planeó durante cuatro días matar a su padre, según The Press-Enterprise of Riverside.

La fiscalía afirmó que el niño hurtó una pistola del guardarropa de la habitación de sus padres y le disparó a Hall una vez en la oreja izquierda mientras dormía en un sofá.

The Associated Press no identifica a los niños porque son menores de edad.

El juicio se le sigue en una corte juvenil, y si un juez determina que mató a su padre, podría continuar en prisión hasta que cumpla 23 años de edad.

Mientras la entrevista en video era reproducida, el niño se movía inquietamente en su silla y hacía sonar las cadenas de sus tobillos mientras apoyaba la cabeza sobre una mesa. La corte tuvo que detener brevemente el video debido a que el niño se estaba quedando dormido, reportó el diario.

En el video, el niño está sentado tomado de la mano de su madrastra y dando respuestas vagas a los detectives.

En un intercambio verbal, la detective de la policía de Riverside Roberta Hopewell preguntó al menor un ejemplo de algo que podría ser malo.
 
"Le disparé a mi papá", dijo el niño, según el periódico.
 
El fiscal Michael Soccio dijo antes en el juicio que las creencias neo nazis de Hall no tenían nada que ver con el homicidio.
 
El niño mató a su padre porque sospechaba que Hall iba a dejar a su madrastra y él no quería que la familia se dividiera, señaló Soccio. Dijo además al juez que escucha el caso que el niño estaba enojado porque Hall le pegó, así como a sus hermanos y a su madrastra, quien lo ha criado desde que comenzaba a caminar.

El niño había sido expulsado de varias escuelas por comportamiento violento, incluido el apuñalamiento de un maestro con un lápiz en el primer día del curso de jardín de niños y posteriormente trato de estrangular a un maestro con el cable de un teléfono, agregó el fiscal.

La sociopatía de los ídolos y héroes de la extrema derecha contemporánea jamás es tocada ni analizada por los propagandistas de la derecha radical de corte neo-fascista, porque ellos jamás harán nada que pueda manchar la memoria de los criminales demenciales a quienes tanto veneran; ya decidieron lo que quieren creer y nadie los sacará de ese laberinto cerrado aunque se les presenten millones de pruebas documentales y evidencias para derrumbarles sus mitos y sus fantasías. Están encerrados en su propio sub-mundo, y la gran mayoría de ellos morirá con su fé puesta por entero en sus mitos y sus fábulas que alientan al odio y al crimen, sin darse cuenta de que a través de sus propios hijos, a través de su propia sangre, la locura no sólo es susceptible de perpetuarse sino inclusive de volteárseles en contra. La pregunta toral aquí en todo caso es: ¿podrá entrar una persona así al Cielo del que hablan los católicos, al Cielo de los cristianos? ¿Realmente se le pueden abrir las puertas de un reino celestial a tipos como Franz Stangl, Adolfo Hitler, Augusto Pinochet, Antonio Leaño Alvarez del Castillo, Carlos Cuesta Gallardo y otros como ellos? Esto es algo que deberían de meditar los continuadores de la obra de estos monstruos cuyas barbaridades quedaron debidamente documentadas por personajes como Wilhelm Brasse y Gitta Sereny.

1 Comments:

Blogger ethicapolitica said...

Te recomiendo el libro "Obediencia a la Autoridad" de Stanley Milgram, un expwerimento de psicología que se ha replicado en más de 300 mil personas, y siempre con los mismos resultados, comprenderás así el mecanismo nazi, el yunque, etc.

jueves, 29 noviembre, 2012  

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