El efecto mariposa
Dentro de lo que los científicos contemporáneos llaman la teoría del caos, hay una cosa conocida como el efecto mariposa, según el cual un pequeño cambio puede generar grandes resultados o poéticamente: “el aleteo de una mariposa en Londres puede desatar una tormenta en Hong Kong”.
Existen cosas que terribles que Spectator no ha publicado ni revelado aún, porque una cosa en la que Spectator ha tratado de ser extraordinariamente cuidadoso ha sido en verificar la autenticidad y la credibilidad de los numerosos datos que obran en manos de Spectator así como la confiabilidad de los datos aportados por sus muchos informantes, esto con la finalidad de no dar credibilidad a meros rumores o ficciones cuya consecuencia puede terminar siendo devastadora a largo plazo. Se trata de cosas que muy posiblemente podrían poner a temblar al país entero en caso de ser conocidas, pero que no han podido ser confirmadas aún por otros medios. El soltar información que no ha sido corroborada cuidadosamente por distintos medios o por otros informantes puede ser peligroso en virtud del efecto mariposa, con consecuencias imprevistas inclusive por Spectator, y ello incluye los rumores inventados con malas intenciones para servir un propósito oculto.
Aunque recientemente el comunicador mexicano Federico Arreola se atribuyó al cien por ciento la paternidad del rumor según el cual el Presidente Felipe Calderón es afecto a las bebidas alcohólicas, lo cierto es que nada de lo que diga un solo hombre puede tener un impacto tan grande si lo que dice no puede ser sustentado con pruebas o si no es apoyado por otros individuos bien organizados para el esparcimiento masivo del rumor o si no tiene la atención de los medios para darle una importancia exagerada a lo que dice. Siempre que alguien inventa un rumor que tiene consecuencias del orden público, podemos dar por seguro de que tal individuo no se encuentra solo ni mucho menos. Pero en el momento en que menos se espera, puede entrar en acción el efecto mariposa generando consecuencias imprevistas.
Un ejemplo reciente del terrible poder devastador ocasionado por una sola mentira fabricada deliberadamente con la finalidad de lograr un objetivo claramente definido lo tenemos en el reconocimiento de un hombre malvado cuya mentira bastó para arrojar a los Estados Unidos a su invasión de Iraq ocasionando la muerte de decenas de millares de soldados y civiles y una devastación nunca antes vista en el Medio Oriente. A mediados de febrero del 2011, el desertor iraquí de nombre Rafid Ahmed Alwan al-Janabi, cuyo nombre en clave era “Curveball”, el cual aseguraba que el régimen de Saddam Hussein tenía armas biológicas (razón por la que fue invadido por Estados Unidos y Reino Unido en 2003) reconoció que había mentido para provocar la caída del líder de Irak Saddam Hussein. En una entrevista para el periódico británico The Guardian, Rafid Ahmed Alwan al-Janabi afirmó que tenía que hacer algo para llevar la democracia a Irak. Y movido por tal intención, Al Janabi aseguraba que Irak tenía armas biológicas móviles y fábricas clandestinas para producir este tipo de armamento. Lamentablemente, su falso testimonio escuchado y fue utilizado por el entonces secretario estadounidense de Estado, Colin Powell en un discurso clave en la sede de las Naciones Unidas en febrero de 2003, en donde se presentaron las supuestas pruebas de que Bagdad poseía armas biológicas. Janabi, quien colaboró con la inteligencia estadounidense y alemana, acotó que estaba en estado de “shock” cuando escuchó el discurso de Powell. La inteligencia del Reino Unido también utilizó las declaraciones de “Curveball” para justificar las armas biológicas en Irak en el expediente que realizó el gobierno británico. Las “revelaciones” de Janabi dieron seguimiento a la publicación de las memorias del ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, en la que confirmó finalmente que Iraq no tenía un programa de armas de destrucción masiva.
La supuesta existencia de armas biológicas y de destrucción masiva en Irak fue un argumento utilizado por la administración del ex presidente estadunidense George W. Bush para justificar el envío de tropas para derrocar a Saddam Hussein. “Quizás estaba en lo cierto, quizás no”, confesó el desertor iraquí que añadió. “Me dieron la oportunidad de inventar algo para acabar con el régimen. Mis hijos y yo estamos orgullosos de ello y orgullosos de ser la razón de dar la democracia a Irak”. (¿?)
Y así, por la mentira fabricada por un solo hombre, toda una nación fue arrojada a una guerra que sólo dejó las cosas peor que como ya estaban en manos del dictador Saddam Hussein. Naturalmente, a la mentira atroz de Janabi se sumó la estupidez del dictador de Iraq que fue lo suficientemente imbécil como para creer que podía enfrentarse militarmente a los Estados Unidos ganando la confrontación, en vez de desmentir públicamente a Janabi e invitar a una comisión integrada por un grupo de expertos seleccionados por las Naciones Unidas para dar fé de que en Iraq no había armas de destrucción masiva. Y a todo esto se sumó también la crasa estupidez de los servicios de inteligencia norteamericanos y británicos que con todo y su fama hollywoodesca de contar con tipos como Rambo y James Bond no corroboraron que lo que les estaba contando Janabi era cierto antes de arrojar a los Estados Unidos a una guerra sangriente y costosísima. Janabi, por sí solo, no habría logrado absolutamente nada con su rumor mal intencionado, tenía que tener de su lado gente importante que lo escuchara y que le diera plena credibilidad a su rumor.
Esta es la fotografía del infeliz patán el cual, por culpa de una mentira suya que ahora reconoce como suya (y hasta enorgulleciéndose de ello) murieron miles de jóvenes norteamericanos y decenas de miles de militares y civiles iraquíes con una secuela de miles de ciegos, cojos, mutilados, locos, así como millares de viudas y huérfanos en ambos lados del mundo:
Millares de vidas humanas destruídas, millares de jóvenes americanos e iraquíes segados en la flor de su juventud, dolores y sufrimientos sin límite esparcidos sobre toda la población, horrores incapaces de ser descritos por lo terrible de su naturaleza, privaciones y vejaciones humillantes. Todo por la mentira de un solo hombre.
La siguiente fotografía nos muestra al Secretario de Estados Unidos Colin Powell justo cuando expuso ante las Naciones Unidas la “noticia” que confirmaba la supuesta posesión de armas bacteriológicas en manos del dictador de Iraq Saddam Hussein, todo ello basado en darle credibilidad a la palabra de un solo hombre que ni siquiera era un alto funcionario desertor de Iraq:
La siguiente fotografía nos muestra al Secretario de Estados Unidos Colin Powell justo cuando expuso ante las Naciones Unidas la “noticia” que confirmaba la supuesta posesión de armas bacteriológicas en manos del dictador de Iraq Saddam Hussein, todo ello basado en darle credibilidad a la palabra de un solo hombre que ni siquiera era un alto funcionario desertor de Iraq:
Dicho sea de paso, el escándalo de descubrir que la invasión de Iraq fue en vano al no encontrarse laboratorio alguno para la fabricación de armas bacteriológicas fue lo que le costó a Colin Powell ver truncadas sus aspiraciones para ocupar la Casa Blanca como Presidente de los Estados Unidos, un precio alto que tuvo que pagar más no tan alto como el que tuvieron que pagar todos los jóvenes norteamericanos que fueron enviados a Iraq para morir o quedar mutilados y desfigurados.
Rafid Ahmed Alwan al-Janabi no es el único cuya boca trajo consigo tanto sufrimiento y tanta destrucción a la humanidad. Destaca también en la lista de desgraciados el nombre de un pérfido pseudo-monje ruso, Serge Nilus, el mismo que dió a conocer al mundo el fraude literario conocido como Los Protocolos de los Sabios de Sión presentándolo como cierto y ocultando en todo momento el origen fraudulento del mismo:
Al igual que las razones que motivaron a Rafid Ahmed Alwan al-Janabi para fabricar una mentira con la finalidad de que la dictadura de Saddam Hussein llegara a su fin y empezara una democracia, el fraude literario dado “revelado” al mundo por este amoral y desgraciado sujeto y presentado en su momento como cierto, advirtiendo sobre una supuesta conspiración judía para apoderarse del mundo, tenía como propósito el unificar a los rusos en torno al Zar justo cuando el descontento popular en contra de la monarquía autócrata rusa iba en aumento. Pero en lugar de servir para eso, ya que la monarquía rusa al final de cuentas cayó víctima de su propia estupidez, los Protocolos de los Sabios de Sión terminaro sirviendo como sustento para el antisemitismo de la Alemania Nazi con el cual Hitler y sus verdugos dieron inicio al Holocausto. Nunca antes en la historia de la humanidad entera un solo fraude de esta naturaleza trajo tanta desgracia y tanto sufrimiento y muerte como la mentira propalada deliberadamene por Serge Nilus, siendo el mejor ejemplo sobre cómo de la manera más inesperada un rumor mal intencionado o bien intencionado puede tener alcances impredecibles como consecuencia de su amplificación inesperada por el “efecto mariposa”. Posiblemente, de haber sabido las repercusiones que iba a tener su hechura, Nilus la habría tirado a la basura, o mejor aún, él mismo se habría colgado de una horca horrorizado, lo cual hubiera sido de gran beneficio para la humanidad entera.
Aquí está una de las miles de consecuencias directas de la vil mentira puesta en movimiento por Serge Nilus a principios del siglo veinte:
Sí, son niños; niños y niñas que cayeron en manos de los Nazis. A esto condujo la mentira propalada por Serge Nilus.
La tenacidad de la mentira forjada por Nilus ha sido tan extraordinaria que aún pese a haber sido expuesta la naturaleza del fraude esa mentira sigue siendo material de sustento para los movimientos de ultraderecha del mundo contemporáneo:
Rafid Ahmed Alwan al-Janabi y Serge Nilus no están solos en su calidad de culpables de haberle creado a la humanidad algunas de sus más grandes tragedias. Aunque en menor grado, tienen como compañeros a los pseudo-literatos Salvador Borrego Escalante, Traian Romanescu y Joaquín Bochaca que, inspirados en todas las mentiras que derivan de los famosos Protocolos a las cuales han sumado las suyas propias, elaboraron sus propios tractos repletos de mentiras tales como Derrota Mundial y La Gran Conspiración Judía que han servido para preparar a las nuevas hordas pseudo-Hitlerianas de México tales como la Organización Nacional del Yunque y la terrible sociedad secreta Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara que tienen en marcha su propia conspiración para apoderarse del gobierno de México infiltrándolo por dentro y estableciendo su propio gobierno paralelo secreto. Y esto último, desafortunadamente, no es un rumor ni una ficción, ya hay bastante material y testimonios que documentan la amenaza que se cierne sobre México y sobre toda Latinoamérica a causa de la basura ficticia que esas organizaciones radicales utilizan para imbecilizar a todo aquél que esté dispuesto a dejarse imbecilizar por ellos.
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