viernes, 7 de enero de 2011

Envidia y soberbia

Mientras que en cuatro años de gobierno calderonista en México el país se hundió tras seis años de estancamiento con el gobierno foxista, en contraste en los 8 años de gobierno del socialista Luiz Inacio Lula da Silva:





en Brasil el país se fue para arriba convirtiéndose en una superpotencia latinoamericana implementando las mismas políticas que tenía planeadas implementar el también socialista Andrés Manuel López Obrador. La comparación entre ambos contrastes es dolorosa, porque se trata de algo que ha afectado en el sentido más negativo las vidas de millones de mexicanos que cayeron en los cebos maquiavélicos del Yunque usados para garantizarle al PAN un segundo sexenio en el poder con la colaboración de empresas desinformadoras y manipuladoras de la opinión pública como TELEVISA y TV Azteca.

Mientras que Felipe Calderón no puede salir fuera a la calle en su propio país sin estar protegido por centenares de soldados élite del Estado Mayor Presidencial que no permiten que nadie del pueblo se le pueda acercar a un kilómetro a su redonda, en Brasil el popular Lula da Silva puede darse el gusto de salir fuera de su casa cuando quiera sin requerir de guaruras que le impidan recibir el saludo afectuoso que le dan los brasileños que lo reconocen de inmediato en la calle por dondequiera que va pasando. De esto da fé lo siguiente:

Vive Lula emotiva despedida
Associated Press
1 de enero del 2011

El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva vivió ayer una emocional despedida de la presidencia, cuando millares de personas, muchas de ellas con lágrimas en los ojos, corearon su nombre al verlo abandonar la sede del gobierno.

El líder, quien concluyó su mandato con excepcionales índices de popularidad, rompió el protocolo al bajar la rampa del Palacio de Planalto y, esquivando la seguridad, se acercó a la multitud que gritaba “Lula, Lula”.

Acompañado de su esposa Marisa Leticia, Lula estrechó manos, repartió besos y abrazos a un público que deliraba con la presencia del primer obrero en presidir el país más grande de América Latina, horas después de que entregó el mando a Dilma Rousseff, la primera mujer presidenta del país.

En medio de la multitud, un joven se manifestó con un cartel en forma de una mano a la que le falta el dedo meñique, un homenaje a Lula, que perdió el dedo en un accidente laboral. El cartel decía “Gracias Lula”.

Fue tan exitoso el mandato de Lula da Silva -el cual tuvo la fortuna de poder llegar a la Presidencia al no existir en Brasil empresas desinformadoras y manipuladoras de la opinión pública como TELEVISA al servicio de conspiradores de la derecha como la Organización Nacional del Yunque en México y los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara- que los brasileños votaron abrumadoramente por la misma candidata emanada de su partido:

Asume Dilma en Brasil
Agencia AFP
2 de enero del 2011

La flamante presidenta brasileña, Dilma Rousseff, asumió ayer el poder y se comprometió a erradicar “la pobreza extrema” en Brasil, un flagelo que afecta a 20 millones de personas en el país de más de 190 millones de habitantes.







“Una importante movilidad social ocurrió en los años de gobierno de (Luiz Inacio) Lula (da Silva, su predecesor). Pero aún existe una pobreza que avergüenza a nuestro país”, lanzó durante su primer discurso tras asumir el cargo ante el Congreso.

“No voy a descansar mientras haya en Brasil brasileños sin alimentos en su mesa, y niños pobres abandonados a su propia suerte”, prometió, en medio de aplausos de legisladores y jefes de Estado presentes en el Parlamento, entre ellos la mayoría de presidentes latinoamericanos, el príncipe Felipe, heredero de la Corona española y la secretaria de estado norteamericana Hillary Clinton.

También acudieron el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, los primeros ministros de Portugal, José Sócrates; de Corea del Sur, Kim Hwang-Sik, y de Bulgaria, Boiko Borisov, de acuerdo con información de agencias.

Rousseff, una economista de 63 años ex jefa de gabinete durante el gobierno de Lula, reemplaza al mandatario más popular de la historia del país, que conquistó a los brasileños entre otras porque durante su gestión 29 millones de personas salieron de la pobreza.

Ex integrante de la resistencia armada a la dictadura militar (1964-1985), por lo que pagó con torturas y tres años de cárcel, y pieza fundamental del gobierno de Lula en dos ministerios, Rousseff asumió el mando de la octava economía del mundo con un homenaje a su padrino político, quien la condujo a la Presidencia.

“El mayor homenaje (a Lula) es ampliar y avanzar las conquistas de su gobierno”, dijo Rousseff ante los miembros de las dos cámaras del Congreso que la ovacionaron de pie.

Rousseff, que tomó juramento a sus ministros ayer, contará con parte del equipo de gobierno de Lula. Ocho ministros de 25 del actual equipo de gobierno fueron reconfirmados en sus cargos y otros tres se mantendrán en el gabinete pero ocupando una función diferente.

En el plano externo, Rousseff asume el poder en medio de una incipiente crisis diplomática con Italia, ante la decisión adoptada por Lula en su último día de gobierno de no extraditar al ex militante de ultraizquierda italiano Cesare Battisti, condenado por cuatro asesinatos en su país.

La siguiente es una reseña circulada ampliamente en Brasil (traducida aquí al Español) que sintetiza la personalidad de la sucesora del formidable Presidente Luiz Inacio Lula da Silva:

Militante de una guerrilla izquierdista en su juventud, Dilma Rousseff hará historia cuando preste juramento hoy para convertirse en la primera mujer presidenta de Brasil.

Sin experiencia electoral previa, esta economista de 63 años resulta electa en octubre con el apoyo del actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, quien vio en ella a la administradora eficiente y exigente que daría continuidad a sus ocho años de mandato.

Cuentan allegados de Lula que después de ganar su primera elección presidencial en 2002, se dirigió a Rousseff y le dijo: “Tú vienes conmigo a Brasilia’’.

El entonces presidente consideró a Rousseff la persona ideal para encabezar el ministerio de Minas y Energía con la pericia necesaria para impedir los apagones que empañaron la imagen de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).

Su gestión impresionó tanto al presidente que, en su segundo mandato iniciado en 2007, le asignó la secretaría general del gobierno, el cargo más importante de la administración con poder de decisión sobre todas las instancias del Ejecutivo.

Nuevamente convenció tanto a Lula que decidió que su ministra, hija de un inmigrante búlgaro y una brasileña, era la persona ideal para sucederlo en la presidencia en las elecciones de 2010.

Con fama de administradora eficaz, Rousseff también ganó reputación de líder dura y hasta grosera con sus subalternos, capaz de gritarle incluso a otros ministros cuando estaba disconforme con su labor.

Los analistas coinciden en que Lula, el presidente más popular de la historia reciente de Brasil, fue quien viabilizó su candidatura por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).

A lo largo de la campaña Rousseff demostró el espíritu de lucha que la llevó a tomar las armas y unirse a un movimiento guerrillero en su juventud para combatir a la dictadura militar que gobernó Brasil de 1964 a 1985 y que le permitió superar un cáncer linfático un año atrás.

Antes de la campaña, la aspirante se sometió a una renovación total que incluyó una cirugía plástica y un nuevo peinado, con lo que suavizó su imagen dura.

Sus primeros pasos como militante política los dio con organizaciones de orientación comunista y trotskista y en 1967, cuando estudiaba economía en su estado natal de Minas Gerais, se incorporó al guerrillero Comando de Liberación Nacional (Colina), que buscó derrocar a la dictadura militar.

Capturada en 1970, fue torturada y permaneció detenida durante tres años. Tras ser liberada se trasladó al estado sureño de Rio Grande do Sul, donde inició una nueva carrera política en el Partido Democrático Trabalhista (PDT).

Repasando los antecedentes de la flamante Presidenta de Brasil, es obvio que tuvo la buena suerte y la buena fortuna de haber vivido en un país como Brasil en donde la izquierda tiene las oportunidades de acceso al poder que no se le dán en México ni siquiera a la izquierda moderada, y de hecho de haber vivido en México Dilma Rousseff lo más seguro es que aún pese a ser mujer la habrían matado sin misericordia alguna durante la época de la guerra sucia (no confundir con la guerra sucia mediática llevada a cabo por el PAN y el Yunque en contra del izquierdista Andrés Manuel López Obrador en el 2006) en la cual cientos o quizá miles de personas terminaron desaparecidas en fosas clandestinas sin que se volviera a saber nunca más nada de ellos y ellas, una guerra brutal que ha sido denunciada por activistas valerosas sin que ello se haya traducido en castigo alguno para los miles de carniceros y chacales que trabajando bajo la nómina del gobierno cometieron tales atrocidades en la mayor impunidad en virtud de haber quedado protegidos de cualquier responsabilidad de sus crímenes por los gobiernos derechistas de Vicente Fox y Felipe Calderón.

El contraste brutal entre lo que ha sido de México y lo que ha sido de Brasil es tan profundo que era prácticamente imposible que este contraste despertara una envidia en la cabeza del enanito que ha estado desgobernando a México por espacio de 4 largos años que para muchos han sido una verdadera pesadilla (en especial para las viudas y huérfanos que hay detrás de los 35 mil cadáveres que le ha dejado al país su guerra de legitimación). El siguiente editorial documenta la mejor muestra que Felipe Calderón pudo dar de su envidia al mundo entero, por si había alguien que todavía dudara que este hombrecillo soberbio y ególatra:




Título:
Autocebollazo
Cartonista: Naranjo
Fuente: Revista PROCESO

tuviera esta clase de defectos:

Despecho mexicano ante Brasil
Miguel Angel Granados Chapa
10 de enero del 2011

Al tomar posesión como presidenta de Brasil, la economista Dilma Rousseff protagonizó un hecho histórico. Es la primera mujer elegida para gobernar a ese gigante, la mayor potencia latinoamericana, “el país continente” como lo definiera Gilberto Freyre. Su asunción significa en muchos sentidos una victoria de la política: en su juventud militó en la insurgencia armada contra la dictadura militar y pagó por ello años de prisión. Eligió entonces la participación partidaria como vía para la transformación de su país, el móvil de su ingreso a la guerrilla. Y mediante acuerdos partidarios, el impulso de su antecesor Lula y su propio empuje, ganó el derecho a gobernar para que su opulento país sea también justo, sin desposeídos que vivan debajo de la dignidad humana.

Fue una gran fiesta, a la que acudieron jefes de estado y de gobierno, o dignatarios de alto nivel. La presencia de la mayor diversidad política representaba el aval de la comunidad internacional a un país que hace apenas 15 años rehusaba elegir a Luiz Inácio da Silva considerándolo un peligro para Brasil. Más allá del protocolo, el primer ministro de Corea del Sur y el de la Autoridad Nacional Palestina, la secretaria de estado norteamericana y el príncipe heredero de España, y no digamos los presidentes y líderes de los países vecinos, viajaron a Brasilia en ejercicio de la mejor diplomacia, la que procura el interés de cada quien mediante el entendimiento y la buena fe.

El gobierno mexicano se privó de la celebración. El presidente Calderón, proclive a viajar a la menor provocación, pero carente de un criterio que rija su asistencia a la toma de posesión de mandatarios, prefirió quedarse en casa. Debió representarlo la secretaria de relaciones exteriores Patricia Espinosa, aunque fuera por un mecánico ánimo de solidaridad femenina. Pero asimismo ella eligió recibir el nuevo año en la intimidad familiar. La misión recayó entonces en el subsecretario para América Latina y el Caribe, Rubén Beltrán Guerrero. Aunque hace una década se desempeñó durante dos años como director para esta región, hace apenas tres meses ascendió al rango con el que llevó la representación mexicana. Hasta antes del primero de octubre era cónsul general en Nueva York.

Quién sabe cómo habrán reaccionado los funcionarios de Itamaraty ante ese manifiesto desdén. Quizá se incomodaron o simplemente sonrieron ante el gesto pueril. Tal vez supusieron, como lo ha hecho el ex canciller mexicano Jorge Castañeda, que la ausencia del presidente Calderón era una reacción contra la del presidente Lula, que no llegó a la Cumbre de Cancún sobre el cambio climático, apenas un mes atrás.

Si esa fue la motivación, se hace notorio el ralo análisis político que se practica en la cancillería. El mandatario brasileño estaba por concluir sus ocho años de gobierno.

A unas cuantas semanas de hacerlo, hubiera sido imprudente su participación en negociaciones que suponen compromisos cuyo cumplimiento no puede garantizar. También pudo haber obrado en él un factor de buenas maneras. Precisamente por la inminencia de su retiro, y dado el papel que ha desempeñado en diversos ámbitos de la política internacional, su presencia hubiera implicado un protagonismo en demasía, con detrimento del sitio que correspondía al anfitrión.

Desde otra perspectiva, quizá la omisión mexicana puede entenderse a la luz de la filiación política del gobernante que se va y de la que llega. Pero si en la diplomacia privaran las volubilidades ideológicas, los presidentes de Colombia Juan Manuel Santos y de Chile, Sebastián Piñera, cuyas concepciones políticas de derecha son semejantes a las de Calderón, se habrían también abstenido de presentarse. Y sin embargo lo hicieron y, a juzgar por el ánimo captado por las cámaras, no participaban en una reunión luctuosa.

El rango menor de la delegación mexicana refleja la rispidez que por lo menos desde la perspectiva mexicana ha regido las relaciones entre los dos países en los últimos años, en que se ha desarrollado una suerte de disputa sorda por ostentar el liderazgo de América Latina. Aunque la diplomacia brasileña ha sido en todo tiempo muy activa y se la considera como una de las más profesionales del mundo, la inestabilidad política y económica que afectó a esa enorme nación durante los últimos decenios del siglo XX, contrastante con la estabilidad mexicana de ese periodo y la relativa continuidad de su política exterior posible por el régimen de partido único, generaron la percepción de que México se hallaba a la cabeza de las naciones latinoamericanas. Pero desde que el presidente Fernando Henrique Cardoso rescató a Brasil de sus vicisitudes financieras a través de un programa que no fue rechazado sino continuado por Lula, pese a sus diferencias, el “país continente” emergió con toda su potencia en las relaciones internacionales.

Llevado por las circunstancias y la concepción panista de la diplomacia (si es que hay alguna) México se ha distanciado de Sudamérica. En contraste, la dinámica política internacional de Lula lo ha hecho surgir como un país potente, cuyo concurso es menester en diversas combinaciones del poder político y económico mundial. Su pujanza y su progreso social, la expectativa de que la nueva Presidenta ahondará los programas que condujeron a ese resultado, hacen brillar cada día con más intensidad a Brasil. Una suerte de despecho, de inmaduro rechazo a la fortuna ajena vaya o no en detrimento de la propia aleja a México de aquella nación.

Gústele o no les guste a la gran mayoría de los mexicanos desilusionados (o inclusive hartos y más que hartos) con los gobiernos pro-Yunquistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, México seguirá hundiéndose mientras Brasil continuará creciendo, porque el Yunque en México no tiene otra cosa que ofrecer más que el mismo neoliberalismo económico a ultranza que lo llevó al despeñadero desde los tiempos de Carlos Salinas de Gortari.

En vez de tratar de aprenderle las malas y maquiavélicas mañas a los Yunquistas que lo han estado rodeando tales como César Nava y consentidos de sociedades conspiradoras secretas como la tal Josefina Vázquez Mota apoyada por los siniestros Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, Felipe Calderón se habría beneficiado mucho más como persona y como mandatario beneficiando también a su propio país si hubiera tratado de emular a personajes tales como el extraordinario líder sudafricano Nelson Mandela (otro líder mundial de primera clase que ha sido aborrecido y detestado por la ultraderecha mexicana que lo estuvo acusando despiadadamente de ser “un comunista” y “todo un peligro para Sudáfrica”):





de quien podemos leer lo siguiente:

Despidiendo a Mandela
Ariel Dorfman
Revista PROCESO
2 de enero del 2011

Nelson Mandela posee, por lo menos en Sudáfrica, el don de la ubicuidad.

Se lo encuentra en canciones infantiles, en avisos publicitarios, en discursos oficiales y conversaciones informales, en boca de policías y pobladores y banqueros; donde uno coloca la mirada o aguza el oído, el rostro y remembranza sonriente de Madiba (el nombre de clan con que todos lo llaman) incita a sus compatriotas a la emulación incesante.

Una resonancia tan categórica es comprensible. Mandela encarna, para los sudafricanos como para el resto del mundo, la derrota del apartheid y la milagrosa transición a la democracia en una tierra que avanzaba inexorablemente hacia una sangrienta guerra civil. Liberado de un cautiverio que duró 27 años despiadados, utilizó su aureola legendaria como el preso político más famoso del planeta para extender una mano de amistad y reconciliación a sus carceleros en vez de predicar la venganza. El prestigio de Mandela se acrecentó aún más cuando, siendo el primer presidente elegido libremente en la historia de su país, rehusó perpetuarse en el poder como es habitual para mandatarios en ese continente.

Yo también he participado en esta idolatría. Yo también lo considero uno de los pocos gigantes morales de que disponemos en nuestra época avara y mezquina.

A pesar de esta admiración, cuando visité Sudáfrica por primera vez en 1997 me inquietó que Mandela fuera la única figura simbólica en torno a la cual podían comulgar todos los sectores, ricos y pobres, gente de derecha y de izquierda, blancos y negros y un arcoíris de otras tonalidades de piel. Retornando este año para dar la conferencia que se dicta en su honor, descubrí que esta reverencia por un héroe de carne y hueso se había convertido en algo aún más exaltado: se lo trata hoy, en el 2010, como si fuera un santo. Aunque es cierto que Mandela fue indispensable para instaurar un gobierno más justo en su país, y cierto también que sigue siendo el pegalotodo que aglutina y hermana las facciones de una nación turbulenta y dividida, consideré que tal culto era peligroso, colocando sobre sus hombros una carga de responsabilidad imposible de sobrellevar e impidiendo a su pueblo discutir seriamente cómo vivir en un mundo donde ya no contaremos con su presencia.

Resulta que nada menos que Mandela mismo comparte mi recelo. En la página final de su nuevo libro, Conversaciones conmigo mismo –sin duda el último que este anciano de 92 años publicará bajo su nombre–, ese viene a ser su mensaje postrero: “Algo que me preocupaba profundamente en la prisión era la falsa imagen que involuntariamente proyectaba al mundo exterior: de que se me viera como un santo”. Y concluye: “Nunca fui nada parecido, aun sobre la base de la definición terráquea de que un santo es un pecador que siempre sigue tratando de superarse”.

Con la esperanza, por lo tanto, de moldear un legado que dentro de poco no podrá defender en persona, Madiba busca contar la historia de su vida desde una perspectiva diferente de la que conocíamos en sus consagradas memorias, Largo camino a la libertad, publicadas en 1994. Para que sus lectores tuvieran la oportunidad de encontrarse con un Mandela abierto y asequible, autorizó a un equipo de investigadores a cosechar del mar casi infinito de su archivo un autorretrato más frágil y profano.

No me sorprende que tal misión tardara seis años en realizarse. Pude inspeccionar en Johannesburgo esos materiales masivos que contienen los residuos de la vida de Mandela durante mi reciente visita a la fundación que lleva su nombre. Para penetrar en ese santuario, uno debe primero descender una amplia escalera en espiral hasta un piso subterráneo, enseguida pasar por una serie de oficinas con grandes ventanales de vidrio y finalmente detenerse ante una puerta de doble llave, detrás de la cual espera una vasta colección de recuerdos: las fotos iniciales de la juventud de Madiba, sus cédulas de identidad y pasaportes verdaderos y fraudulentos, los diarios de vida y calendarios escuetos y los manuscritos clandestinos sacados de contrabando de Robben Island, además de un acopio de notas de todo tipo y tamaño.

Si bien sólo unas gotas destellantes de este caudal pudieron recogerse en Conversaciones conmigo mismo, los lectores tenemos la sensación íntima de estar recorriendo ese archivo, saboreando sus prohibidas delicias, escuchando en forma casi indiscreta los pensamientos y emociones más latentes de Mandela, a sólo unos pasos y redobles de su mero corazón, especialmente cuando se nos permite asomarnos a las transcripciones de conversaciones que sostuvo con sus más cercanos colaboradores. Ahí llegamos a congeniar con un ícono que se ríe, que vacila y carraspea, que adora los chismes, que acepta sus equivocaciones o insiste en que tiene razón; corremos el velo sobre un hombre que lamenta haberse olvidado de un viejo amigo, que sugiere que le gustaría averiguar el paradero de un guardia que alguna vez se portó bien con los presos.

Todavía más reveladores son los extractos de la correspondencia que se salvó de las décadas en Robben Island, escrita con una dignidad feroz y conmovedora. Es casi como si, en sus horas más oscuras, aun cuando no había esperanza de que se lo liberara, aun el día en que recibió la noticia de la muerte de su hijo o el funeral de su madre, aun cuando borroneaba palabras que sabía nunca llegarían a su destino, aun en esos momentos, especialmente en esos momentos, estaba imaginando un mañana donde cada una de sus expresiones tendría un significado ulterior, cada una meticulosamente examinada, no por cancerberos, sino por una multitud de habitantes de su patria y del mundo entero.

Hay un aspecto aún más notable de estas cartas desde el presidio. Mientras las hojeamos, podemos adivinar de qué modo astuto Mandela tomó en cuenta la vigilancia de los censores que escudriñaron y obstruyeron su correo. También les está escribiendo subrepticiamente a ellos: casi se puede discernir su certeza de que él es capaz de turbar a esos guardianes con palabras que evidencian la crueldad absurda con que tratan a los reclusos, la confianza de que esos centinelas pueden ser educados. Aunque, de hecho, también se está educando a sí mismo, preparándose para la tarea de sobrepasar el abismo racial y la división de clases sociales que amenazaba con destruir a Sudáfrica.

Tal vez por eso encuentra tan alienante y desacertado que se lo considere un santo. No fue debido a su separación de sus semejantes, su lejanía de la maldad, su distancia de los desalientos de una humanidad vulnerable, que pudo prevalecer. Por el contrario, fue zambulléndose en lo que era negativo en su propio interior y en el doliente mundo que lo rodeaba, fue así que pudo transformarse en el hombre que terminó siendo Nelson Mandela. ¿Cómo llevar a cabo esta hazaña? Hay una palabra suya que retorna una y otra vez: integridad. Su propia integridad y su convicción de que esa entereza existe en todos los seres humanos, por mucho que esté escondida bajo una costra de miedo e intolerancia. La fe de Mandela de que si se apela a los mejores instintos de hombres y mujeres, ellos sabrán, en definitiva, responder. Pero sólo lo podrán hacer si comprenden que quien les exige una mejor humanidad compartida no ha traicionado los valores más generosos de la especie, el deseo de un mundo más justo y compasivo; sólo es posible esta transformación si quien hace la apelación ha trazado una línea ética inquebrantable en las arenas movedizas de la historia.

Es un mensaje que la patria de Mandela necesita volver a escuchar. Su prodigiosa Sudáfrica se encuentra de nuevo en peligro, desorientada, casi sin rumbo. Su tierra que dentro de poco tendrá que enfrentar un largo siglo de lucha renovada por la solidaridad y la paz y la verdad sin la mano conductora de Madiba.

Porque Nelson Mandela se está despidiendo.

¿Y cómo, entonces, responderle? ¿Cómo honrar su legado, su sabiduría, su magnanimidad?

Sólo puedo responder con las palabras que le brindé al final de nuestra conversación de una hora hace unos meses en Johannesburgo. Décadas de una vida plena y dura y múltiple lo han extenuado, pero conserva intacta una cierta –no hay otra palabra– majestad, y me alegró notar de vez en cuando un brillo travieso en sus ojos. Yo estaba consciente de que la precariedad de su salud podría disuadirlo de atender la conferencia que me tocaba pronunciar unos días más tarde, y que probablemente esta era la última oportunidad de la que dispondría para agradecerle lo que había realizado, el ejemplo de su vida. De manera que cuando él me dijo adiós, aproveché para pedirle que no hiciera ningún esfuerzo desmedido para asistir a mi presentación, agregando, tal vez con excesiva solemnidad, que era importante que descansara.

–Durante tantos años –le dije– es usted el que nos ha llevado a cuestas. A su país, al mundo entero, a mí. Ahora nos toca a nosotros.

Y fue entonces que, sin soltarme la mano, Nelson Mandela me brindó una sonrisa.

He ahí una posible respuesta. Si sabemos llevar a Mandela con nosotros hacia el futuro, tendremos la bendición de su sonrisa. ¿O acaso hay algo más que podamos pedirle a este hombre que, afortunadamente para él y para el mundo, no es, después de todo, un santo?

Todo esto está como para darle mucha envidia al soberbio de Felipe Calderón, el cual no pudo o no supo o no quiso ser ni siquiera la mitad de lo que fueron Lula da Silva y Nelson Mandela cuando les tocó su turno de gobernar, aunque de cualquier manera ni los sudafricanos ni los brasileños tienen culpa alguna de haber sido tan afortunados en contraste con México que ha resultado tan desgraciado. Porque, a fin de cuentas, como ellos mismos podrían decirle a cualquier mexicano, cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Y en las elecciones presidenciales del 2012, el pueblo de México tendrá una nueva oportunidad -quizá la última- para demostrarle a los brasileños y a los sudafricanos y al mundo entero que el gobierno que se merece es un gobierno distinto al que ha estado padeciendo por más de 10 años, un PAN-Gobierno controlado por la dupla derecha-ultraderecha con los conspiradores del Yunque moviendo los hilos detrás del telón hundiendo al resto de los mexicanos aún más de lo que ya están.

El siguiente editorialista está convencido del hecho de que la arrogancia de Felipe Calderón que le ha enceguecido muchas de sus decisiones como mandatario es algo que ya forma parte de su ser y que lo más probable es que morirá tal y como siempre ha sido sin cambiar en nada:

Arrogancia del primer mandatario
Columa A Contracorriente
René Avilés Fábila
Revista Siempre!
6 de marzo del 2011

Hace unos días, estuve con un periodista que ha hablado varias veces y de distintos temas con el presidente Felipe Calderón. Obviamente la plática fue sobre el mandatario. Me dijo que estaba sorprendido por la certeza que mantiene de estar llevando a cabo un gobierno perfecto, memorable, que nada le arruinaba el apetito o el sueño. Ni siquiera las críticas de sus opositores, más de una bien fundada y sostenida. No se trata, como en el caso de Vicente Fox, de vivir en el limbo, sino de verse a sí mismo como un hombre elegido que todo lo hace bien. Me dejó pensativo porque, además, no fue dicho con mala fe, no es uno de sus detractores, sino un comunicador eficaz y serio.

No le falta a Calderón mucho tiempo en el mandato, el que apenas pudo obtener por escaso margen. Ya no habrá mayores modificaciones en los resultados que él aprecia con excesivo optimismo.

Más todavía, pareciera que le faltan cosas peores como una derrota en el Estado de México y que la Presidencia vuelva a manos del PRI, su más odiado rival, el que aprendió a odiar desde su niñez. Por más palabrería oficial, los datos están allí. No hemos crecido lo suficiente, el desempleo sigue siendo un problema grave, la lucha contra la inseguridad, y en especial la guerra contra el narcotráfico, avanza a cuenta gotas gracias a la presencia masiva del Ejército y la Marina. Pero no bien han atrapado a un cabecilla de cártel, dos más aparecen para sustituirlo porque es una guerra desordenada, donde el sistema no sabe qué hacer.

Al asesino del agente norteamericano lo asesina un tipo que fue puesto en libertad por carencia de pruebas y le crea al gobierno de Calderón un lío internacional, no distante del que tiene ahora con Francia.

En el gabinete no hay una sola persona, y lo digo categóricamente, capaz, todos son improvisados e inútiles. Podríamos citar nombres, una larga lista porque tan sólo en Gobernación van cuatro secretarios, pero basta con ver las acciones de los “especialistas” en cada rama. Ninguno tiene idea de lo que conduce. De allí que ahora la expresión priísta de la caballada está flaca, se le aplique al PAN. Es la hora en que nadie ha podido mostrar poderío político, grandeza de estadista. Todos son empleados menores que tiemblan ante el pequeño caudillo presidencial. Cambios de fondo, sustanciales, no los hubo. Por falta de acuerdos, dice el presidente, y los únicos acuerdos exitosos son con el PRD, con quienes a la fecha no se fatigan de insultarlo: antes le decían ilegítimo, fecal, usurpador, ahora no lo bajan de borracho. Vaya alianza. Sólo es para fines publicitarios.

No cabe duda, la arrogancia de un presidente le viene de la magia que concede lo que Carlos Fuentes ha llamado la silla del águila, la silla embrujada que Zapata rechazó. Sus únicas virtudes radican en hacerle creer a quien se sienta en ella que tiene poderes mágicos y que está triunfando en toda la línea. Al concluir su periodo, México será parte del primer mundo, ya sin problemas de ninguna índole. Bueno ¿a quién le quieren ver la cara?

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POST SCRIPTUM:


En los tiempos del comunismo soviético, la nomenklatura aprobaba la erogación de una buena cantidad de rublos para convencer al pueblo ruso a base de propaganda mediática masiva que los trabajadores rusos vivían felices y contentos gracias a las bondades del modelo soviético. En este sentido, la derecha ultraconservadora de México ha demostrado con creces no haber sido muy diferente de los soviéticos a los que tanto criticaba. La obsesión enfermiza por dejar impresa en la mente del pueblo mexicano y de los historiadores que la hagan caso la ilusión de que su gobierno fue algo maravilloso digno de recordar por muchos años venideros llevó a Felipe Calderón a instrumentar con creces una práctica que antes de que los derechistas y ultraderechistas llegaran al poder federal le achacaban duramente al PRI en sus tiempos de hegemonía: el despilfarro de una cantidad enorme de recursos para mejorar su imagen. De esto dá fe la siguiente nota:

Gastó Calderón 6.4 mil millones de pesos en spots en 2010
Staff
Agencia Reforma
30 de marzo del 2011

En 2010, el Gobierno de Felipe Calderón impuso un récord en el gasto de publicidad, al erogar 6 mil 479 millones de pesos. Esta cifra es 4 mil 809 millones de pesos superior a lo autorizado por el Congreso en el Presupuesto de Egresos para ese año; es decir, tres veces lo presupuestado originalmente.

De acuerdo con un estudio de los organismos de investigación y análisis Fundar y Article 19, el sexenio de Calderón se ha caracterizado por un crecimiento exponencial del gasto en publicidad por parte de las dependencias de la administración pública. “Los recursos asignados para Comunicación Social y Publicidad del Gobierno de Felipe Calderón volvieron a crecer significativamente en 2010.

Los 6 mil 479.4 millones de pesos autorizados en 2010 son 288 por ciento mayores que lo que se había presupuestado para ese año y representan un aumento de 784 por ciento respecto a lo que se gastó en el último año de gobierno de Vicente Fox”, señala el estudio “Abuso del gasto en publicidad oficial”.

El monto referido, destacan los investigadores, corrobora la tendencia de sobreejercer recursos para publicidad oficial observada durante la administración de Calderón, pues desde 2007, cada año se gastan más del doble de los recursos asignados por el Congreso a este rubro.

El estudio señala que en el periodo que va de 2007 a 2010, el Gobierno ha erogado 16 mil 894 millones de pesos en el rubro de comunicación social y publicidad; esto es 11 mil 463 millones más que los autorizados por el Congreso, según estadísticas desglosadas año por año.

Sumado el gasto publicitario ejercido de 2007 a 2010, más los mil 939.7 millones presupuestados para 2011, el Gobierno de Calderón habrá destinado hasta la fecha 18 mil 834.2 millones en ese rubro.

“Monto con el cual se podrían haber construido 18 hospitales de especialidad o 18 mil 834 escuelas públicas”, señalan los organismos.

Fundar y Article 19 incluso lanzarán la página www.publicidadoficial.com en donde detallarán este gasto.

“Cuando se abusa de la publicidad oficial se transforma en una herramienta de censura sutil o indirecta: los gobiernos utilizan la pauta como mecanismo para premiar a los medios de comunicación con líneas editoriales que les son afines y como castigo en caso contrario. Los medios de comunicación utilizan las noticias para presionar al gobierno y obtener más recursos.

“Ante el vacío legal que existe en México se propone la creación de una ley general que regule la publicidad de todos los órdenes y niveles de gobierno”, plantean los organismos en su estudio.

Si hemos de creer lo que dice la nota anterior, y no hay razón alguna para ponerla en tela de duda puesto que cita cifras y números que no han sido cuestionados por nadie, ni siquiera por el mismo Felipe Calderón, ha sido mucho más importante para Felipe Calderón el promocionar su propia imagen que construír escuelas y hospitales para México. Este es el justo tamaño de su soberbia.




Título: Arrogancia
Cartonista: E. Rocha
Fuente: Revista Siempre!


Se trata del mismo enanito que en las elecciones presidenciales del 2006 acusó a su principal oponente de ser “todo un peligro para México” (aún lo sigue afirmando). El siguiente editorial confirma el uso y abuso de su posición de autoridad para tratar de cambiar las “percepciones” que millares de mexicanos con memoria histórica tienen sobre él:

Cambio de percepción
José Gil Olmos
Agencia APRO
29 de marzo del 2011

Algo pasa con la percepción oficial que no checa con la realidad. Primero el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, afirmó que con seis mil pesos mensuales los mexicanos podemos vivir bien (¿?), y ahora Felipe Calderón dice que el nivel de bienestar social es el mejor de la última década (¿?) y que México es un país de clase media.

El fin de semana pasado hubo otros dos hechos que van en el mismo camino y destacan la intención del gobierno por cambiar la percepción que se tiene de la realidad nacional.

Por un lado se firmó un acuerdo entre un grupo importante de medios, encabezados por Televisa y Televisión Azteca, para no publicar cierta información del narcotráfico y la violencia que se genera diariamente. Esto, evidentemente, está encaminado para cambiar la percepción social del gobierno.

Por otro lado, en el periódico El País, Calderón dio una entrevista en la que aseguró que no hay Estado fallido, que gran parte es un problema de percepción y que en lo que resta de su sexenio habrá sorpresas que mejorarán la imagen de su gobierno.

Estos cuatro hechos tienen un factor en común que, al parecer, será la estrategia política electoral del gobierno calderonista para lo que resta su administración: el cambio de percepción.

Esto es, hacernos creer que no todo en este gobierno ha sido malo en cuanto a logros y que gran parte de lo que vemos como errores o ineficiencias es producto de un mal manejo de imagen. O, lo que es lo mismo, que no se ha sabido vender bien lo que los gobiernos panistas de Calderón y de Vicente Fox han hecho en la última década.

En la entrevista que dio al periódico español, Calderón dijo que, en términos taurinos, lo que viene de su gobierno es el tercer tercio, es decir que atrás quedará el tiempo de la faena y ahora vendrá el final de la corrida en el que destacarán los logros de su gestión en seguridad, salud, educación, comunicaciones, etc.

Y al parecer ya comenzó esta estrategia de mercadotecnia política, especializada precisamente en el manejo de imágenes y percepciones.

Por ejemplo, al presentar los resultados del último Censo de Población y Vivienda, Calderón aseguró que en los últimos 10 años aumentó de 25 a 37% el número de trabajadores que ganan tres o más salarios mínimos, y se redujo en 10% el número de los que percibían menos de dos salarios mínimos.

“Este cambio ha sido fundamental para mejorar de manera gradual y consistente el nivel de ingreso y de bienestar de las familias. La mejora salarial también incrementa la capacidad de compra. Gracias a ello, hoy los hogares cuentan con más bienes de consumo duradero (como) televisores, refrigeradores, estufas, automóviles incluso”, dijo. (¿?)

Y remató con optimismo: “México se ha convertido en una sociedad mayoritariamente de clase media (…) En suma, en estos 10 años pienso que hemos cambiado y que hemos cambiado en muchas cosas para bien en México. Se han mejorado condiciones de vida, sobre todo de las familias más pobres; se ha incrementado el acceso a servicios tan importantes como salud, educación vivienda”. (¿?)

O sea que la percepción que debemos de tener es que en la última década las condiciones de los obreros han mejorado, a pesar de los raquíticos salarios, la poca disminución de la tasa de desempleo, la reducción de las oportunidades en el mercado y el aumento en gasolina todos los meses.

En la entrevista con El País le preguntaron a Calderón si hay un problema de percepción, cuando en el exterior se habla de México y la violencia.

-No sólo, pero hay también un asunto de percepción. Yo suelo decir una cosa: lo que sí me queda claro es que hay una diferencia sustancial entre Brasil y México. Que todos los brasileños, desde el presidente hasta el último de los brasileños, en cualquier parte del mundo y en cualquier momento, hablan maravillas de su país, y qué envidia. Y, en cambio, una de las grandes especialidades es hablar mal de México.

-Debe ser algo cultural. No es muy distinto en España.

-No sé, pero hay algo cultural ahí, hay algo cultural fuerte. Hay gente muy destacada en México, muy inteligente, brillante, que esa inteligencia y esa brillantez no la utiliza. Cuando va a hablar de México, por ejemplo, en alguna universidad, igual lo que habla es al revés. Todo lo que pueda decir mal del país lo dice con extraordinaria nitidez. Río de Janeiro tiene una tasa de homicidios de unos 83 por cada 100 mil habitantes, contra 14 de México. Y, sin embargo, Río de Janeiro va a organizar la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos.

Para Calderón todo se centra en un problema de percepción social, y es aquí donde uno se puede preguntar de quién es el problema de percepción, si de la gente o del gobierno, que a como dé lugar quiere cambiar la realidad con sofismas y un lavado de imágenes.

El 19 de mayo del 2011 en Las Vegas, Nevada, invitado a la última jornada de la Cumbre Global de Viajes y Turismo, Felipe Calderón afirmó que los únicos 'shots' que reciben los turistas son de tequila, agregando además que los turistas muertos asociados a la violencia se podían contar con la mano, pues aunque el crimen asoma en “algunos lugares, el resto del país es muy apacible”. Calderón expuso sus consideraciones al calor de una entrevista con el periodista Peter Greenberg, especialista en turismo que abrió su intervención aclarando que no podía dejar de lado “el elefante blanco en la sala con sus 34 mil muertos” en México. En presencia de los consejeros del World Travel and Touring Council (WTPC), la entrevista en Las Vegas se desarrolló en un salón habilitado como set televisivo, con tres pantallas gigantes y escenas de reflectores. “Yo vi a miles, a miles de ‘spring breakers’ divirtiéndose en México, y lo que yo tengo entendido, los únicos shots que recibieron eran de tequila, y nada pasó”, resumió el presidente, notoriamente despreocupado, después de que su entrevistador le recordara que las autoridades estadounidenses han emitido alarmas para sugerir a sus jóvenes no viajar a destinos turísticos en México.

El Presidente Calderón emitió sus fanfarronas y jactansiosas aseveraciones apenas tres semanas después de que aparecieran publicadas en los medios notas como la siguiente:

Pide el Departamento de Estado no viajar a México por la violencia
Redacción
EXCELSIOR
25 de abril del 2011

En la primera semana del periodo vacacional en México, el gobierno estadunidense emitió una alerta para sugerirle a sus connacionales que no realizaran viajes a México, debido a la ola de violencia e inseguridad en diversos estados del país.

Sin embargo, hoy en el inicio de la segunda semana de asueto en el país, el Departamento de Estado de EU relanzó la advertencia en la que señala los riesgos que implica viajar a estados fronterizos del país, bajo el argumento de que en tres años, el número de estadunidenses víctimas de los sicarios ha ido en ascenso.

Según el Departamento de Estado mientras que en 2007 fueron acribillados 35 extranjeros, para 2011, la cifra de muertos creció a 111.

Ante esta situación, las autoridades estadunidenses retomaron la alerta de viaje y señalaron que la lucha antinarco representa un “serio y preocupante riesgo” para sus ciudadanos.

En un comunicado refiere que pese al esfuerzo del gobierno mexicano para intensificar el combate de las organizaciones criminales, más de 15 mil personas fueron asesinadas en 2010 en crímenes relacionados con la narcoviolencia.

El gobierno estadounidense hace especial hincapié en no viajar a los estados de Tamaulipas y Michoacán, y partes de los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Sinaloa, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí y Jalisco.

Estados Unidos señala que en las zonas turísticas no hay el mismo nivel de criminalidad que en las regiones fronterizas y en las áreas de las rutas del tráfico de drogas, pero advierte a sus ciudadanos que es "imperativo" que conozcan los “riesgos” de viajar a México.

Y dan cifras. Ciudad Juárez, que tiene el índice más alto de asesinatos en México y en 2010 registró tres mil 100 muertos, continúa siendo una ciudad de “especial preocupación” para el Gobierno estadounidense.

Más de un tercio de los estadunidenses asesinados en México en 2010 murieron en ciudades fronterizas como Ciudad Juárez y Tijuana, además advierten del peligro de los secuestros y los robos en plena carretera.

Estados Unidos también advierte de las batallas que se producen entre grupos criminales en Baja California, sobre todo en ciudades como Tijuana, en las que pueden resultar heridos los transeúntes.

Asimismo, alertó que Nogales y el norte de Sonora es una vía principal del tráfico de drogas y personas y puede ser "extremadamente peligrosa" para los viajeros.

En cuanto al área de Durango, Coahuila y Zacatecas, se ha convertido en una zona "notablemente peligrosa e insegura", en la que ha aumentado la violencia y los funcionarios estadounidense tienen restringidos los viajes a Durango y Gómez Palacio.

La violencia y la inseguridad en Monterrey “continúa elevada” y los secuestros han aumentado, mientras que la policía local y las patrullas privadas “no tienen la capacidad para tener a los criminales o responder con efectividad a los incidentes de seguridad”.

Los funcionarios estadunidenses también tienen el acceso restringido a Tamaulipas, por el aumento de los robos y secuestros en los que los criminales bloquean las carreteras por sorpresa, tanto de día como de noche, a veces con intercambio de disparos con las fuerzas militares desplegadas en la región.

La pregunta en todo caso que le podrían haber formulado a Felipe Calderón en su paseo por Las Vegas costeado por el erario público mexicano es: si el Presidente Calderón no les pudo garantizar su seguridad a los cerca de 40 mil cadáveres acumulados en su decadente sexenio, sobre lo cual pueden dar fé las viudas y los huérfanos de esos 40 mil muertos ¿cómo podía Felipe Calderón garantizar con tanta confianza la seguridad de los extranjeros que viajan a México? ¿Cómo puede garantizarle su seguridad a los extranjeros si no se las puede ofrecer a los suyos propios?

El siguiente analista, el cual había manifestado en el pasado algunas simpatías hacia la administración calderonista, no pudo ocultar su pesimismo en el siguiente trabajo en el cual destaca la obstinación vanidosa de un mandatario que por aferrarse a sus yerros sin reconocer fallo alguno de su parte terminó por hundir a toda una nación arrastrándola hacia el barranco, el mismo mandatario que como candidato presidencial prometió “mayor seguridad para tí y para los tuyos” y que como autoproclamado “Presidente del empleo” si hubiese cumplido su demagógica promesa de crear un millón de empleos anuales no habría sembrado en México la generación perdida de ni-nis que él mismo contribuyó a crear con sus políticas económicas fallidas aferradas a un liberalismo económico a ultranza cuyo fracaso quedó más que manifiesto con la “Gran Recesión” con la cual inició el nuevo milenio justo en el año en el que la derecha y la ultraderecha tomaron en sus manos el control total y absoluto de las riendas del gobierno federal:

Ya estamos en el infierno
Raymundo Riva Palacio
9 de mayo del 2011

Dice el poeta Javier Sicilia que la marcha de protesta que encabezó durante cuatro días en calidad de portavoz de la sociedad, desde Cuernavaca a la ciudad de México, es una lucha para transformar al país, porque si no lo hacemos “vamos a ir al infierno”. Decenas de miles que se sumaron en todo el país y en algunos puntos del mundo comparten su diagnóstico y sus enunciados, pero no se han dado cuenta que, en este sexenio, ya estamos en el infierno.

La presión social para que el presidente Felipe Calderón cambie su estrategia militar en la guerra contra las drogas y la amplíe para darle un enfoque integral es inútil. El Presidente no lo va a hacer ahora, en la recta final de su administración, cuando en el momento en que tuvo la voluntad política para hacerlo, claudicó en el impulso de una lucha multifocal y multidisciplinaria como eje del combate a los cárteles, y optó por mantenerla como subsidiaria de una estrategia de fuerza y fuego que es y será lo que defina históricamente su sexenio.

La estrategia que se pide ahora existe desde el 8 de marzo de 2007 y se llama Estrategia Integral de Prevención del Delito y Combate a la Delincuencia. Fue un fracaso, pues ni la Secretaría de Educación promovió la cultura de legalidad, ni construyó espacios seguros y libres de violencia en las escuelas; ni la de Desarrollo Social incorporó los componentes de apoyo social para evitar que la pobreza fuera el combustible para el reclutamiento de sicarios entre los jóvenes, ni creó espacios alternativos de esparcimiento para la población que está en busca de identidad; ni tampoco Hacienda hizo nada por romper los circuitos financieros criminales, hasta muy recientemente.

La promesa presidencial de impulsar una campaña de información para sensibilizar a los mexicanos sobre el fenómeno, se convirtió en una intensa y masiva campaña de propaganda, que inadvertidamente estimuló que una parte de los desplazados se fuera al narcotráfico al mostrar en televisión el lujo, el dinero y las mujeres que rodeaban a los criminales, sin importar lo efímero de ello, pero que subrayó cuál era el énfasis de la estrategia: poder policial y militarización del país.

La fuerza es lo único que dio resultado de la estrategia. Incluso la ató a la campaña de propaganda permanente porque le dio al Presidente un alto nivel de credibilidad a sus esfuerzos para combatir el narcotráfico. Encuestas en Los Pinos no establecen si la gente piensa que gana o pierde la guerra contra los cárteles, sino que, como lo repite en sus discursos, sí está actuando contra ellos. La externalidad que produjo la estrategia y no resuelve la propaganda presidencial es el quiebre con una sociedad que no entiende una estrategia basada en fuego y muertes, y que se siente cada vez más frustrada y llena de ansiedades.

La marcha de Sicilia es su última expresión, en sus fortalezas y debilidades. Fuerte porque habla de una sociedad activa, beligerante o lo suficientemente desesperada para desafiar al Estado de la mano de la voz del poeta. Habrá quien vea debilidad en la numeralia del contingente, sobretodo cuando la comparen con los más de un millón que en otros años marcharon contra secuestros e inseguridad. Pero no es lo mismo ir a la calle en tiempos de guerra, que caminar en tiempos de paz. La debilidad se encuentra en la forma como se plantean las demandas y se lanza un ultimátum al gobierno y a los políticos a partir de la fuerza moral de las víctimas.

“Este movimiento –retó Sicilia–, coloca a la clase política en la disyuntiva: o hay cambios radicales, o no aceptaremos más una elección”. Es una gran frase, pero sin la fuerza política para lograr la presión que pretende. Tras casi tres lustros de experiencias similares, la sociedad civil aún no encuentra las ruedas sobre las cuales se pueda convertir un reclamo social en un instrumento de presión y concreción política. El camino no es el voluntarismo, por insuficiente. La ruta es política, pero no en los términos planteados por Sicilia.

No es amenazar con no ir a votar, sino es exactamente lo contrario como se presiona. No es pedir respuestas a toda la clase política bajo las mismas premisas de reclamo al gobierno, sino buscar en dónde están los aliados dentro de esa clase política, no para integrarlos al movimiento, como inteligentemente evitó, sino para que sean sus brazos ejecutores en aquellas instituciones donde se materializan las exigencias que se plantearon en el Zócalo de la ciudad de México.

Los gritos del silencio de la sociedad sobre combatir la corrupción y la impunidad, desmantelar las raíces económicas que producen las ganancias de los criminales, mejorar la democracia representativa y tener una democracia participativa, que incluya la democratización de los medios, no se escucharán si no se tejen en el sistema político con los políticos que tenemos. Le guste o no al movimiento de Sicilia, es con lo que se tiene que arrear. Buscar otro camino es lo que sí tiene una disyuntiva: que los reclamos se los lleve el viento, o dejar de plantear un nuevo pacto social y, efectivamente, se termine de romper lo que queda del actual.

El México Rojo en el que vivimos hoy día requiere menos emoción y más razón, más inteligencia estratégica y claridad sobre los tiempos y alcances de los objetivos. Este sexenio, para esos fines, se acabó. El Infierno no se apagará. Hay que pensar en 2012 y utilizar esa elección presidencial para ejercer la presión social y aprovechar la fuerza que se expresó en los cuatro últimos días. Pero no debe ser homogénea, sino casuística en intensidad y exigencia. Se tiene que caminar por esa ruta para acercar lo real a lo ideal a partir de lo verdaderamente posible y evitar que la nueva movilización termine como tantas otras, en la nada.

Confirmándole su pesimismo al anterior editorialista, el mismo día en que apareció el trabajo anterior publicado en los medios impresos nacionales y locales la Secretaría de Gobernación siguiendo instrucciones precisas de Felipe Calderón al respecto anunció que el Ejército, la Marina y la Policía Federal permanecerían en las calles, esto en respuesta calderonista al reclamo de los participantes de la Marcha por la Paz de modificar la estrategia contra el crimen organizado. Lo más irónico de todo es que, al insistir neciamente en mantener a las tropas del Ejército en las calles de México, sin darse cuenta de ello el mismo Felipe Calderón reconoció el fracaso total de su guerra de legitimación que comenzó a los pocos días de haber sido inaugurado como Presidente, ya que en caso de haberse logrado la “victoria” (Calderón jamás dijo que entendía por una “victoria”, esa es una incógnita que se llevará a la tumba junto con los más de 40 mil cadáveres acumulados en su grotesco mandato) lo lógico es que tanto el Ejército como la Marina habrían sido devueltos a sus cuarteles al no ser requerida su presencia en las calles de México.

Como resultado de las políticas socialistas de izquierda moderada emprendida por Luiz Inacio Lula da Silva, el Andrés Manuel López Obrador brasileño, posiblemente el político más querido y apreciado de todo Brasil, algún tiempo después de que hubiera dejado su cargo se podían leer notas como la siguiente:

Brasil, sexta economía más grande del mundo
Associated Press
27 de diciembre del 2011

La economía de Brasil superará a la de Francia para convertirse en la quinta más grande del planeta antes de 2015, aseguró el martes el ministro de Hacienda brasileño.

Aunque el Fondo Monetario Internacional ha pronosticado que Brasil se convertirá en la quinta economía del mundo para 2015, el ministro Guido Mantega cree que ocurrirá antes, pero no dijo exactamente cuándo.

Las declaraciones de Mantega se produjeron apenas un día después que el grupo de consultoría Center for Economics and Business Research (Centro para la Investigación Económica y Empresarial, con sede en Londres) informó que Brasil había superado este año a Gran Bretaña como la sexta economía más grande del planeta.

Citado por el cibersitio del periódico O Estado de S. Paulo, Mantega dijo que el Producto Interno Bruto del país sudamericano está creciendo al doble del ritmo del PIB de las naciones europeas, “por lo que es inexorable que en el futuro superemos a Francia y, quién sabe, incluso a Alemania si su economía no funciona bien”.

El banco central brasileño ha pronosticado que el PIB de Brasil crecerá 3% en 2011 y 3,5% en 2012.

Entre 2003 y 2010, la economía del país sudamericano tuvo un crecimiento promedio de 4% anual.

Mantega dijo que el crecimiento de Brasil se debe a una fuerte creación de empleos y una tasa de inflación estable. “La economía de Brasil va a seguir creciendo más que el PIB de los países europeos, el cual permanecerá en cámara lenta” dijo Mantega el lunes según un comunicado publicado en la página del ministerio.

Advirtió, sin embargo, que el gobierno brasileño no debe dormirse en sus laureles. Enfatizó que a pesar de que su economía puede llegar a ser más potente que la de naciones europeas, “pasarán de 20 a 30 años antes de que los brasileños gocen de un nivel de vida como el europeo”.

¿Y qué de México?

Pues al mismo tiempo que se publicaba la nota anterior, encima de lamentar los cerca de 60 mil cadáveres acumulados por Felipe Calderón en su ruinosa guerra de legitimación, aparecían noticas como la siguiente justo cuando a través de TELEVISA el gobierno federal presumía el tener en el Banco de México las reservas de dólares más altas en la historia:

Retrocede el país en ranking de economía
EL DIARIO
28 de diciembre del 2011

México perdió un peldaño en el ranking de las mayores economías del mundo y fue reemplazado por Australia en el escalón 13 de la lista, mientras que Brasil logró desplazar a Inglaterra del sexto lugar.

Alejandro Sandoval Murillo, vicepresidente de comités del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, indicó que mientras otros países emergentes se acogen al libre mercado, el Gobierno de México no logra las reformas estructurales necesarias, como la laboral, la educativa, la energética y la fiscal que se requieren para hacer crecer la economía.

Según el reporte del Fondo Monetario Internacional liberado esta semana, las mayores economías del mundo son Estados Unidos, seguido de China, Japón, Alemania y Francia. En el 2011, la lista preliminar indica que Brasil desplazó a Inglaterra en la posición 6, que ahora ocupa el escalón séptimo. Le siguen Italia en el 8, Canadá en el 9, Rusia en el 10, India en el 11 y España en el 12. Todos conservan sus mismos lugares del año pasado.

El segundo movimiento en la lista es Australia, que desplazó a México en la posición 13 del ranking, y que ahora queda sólo por encima de Corea (del Sur) en el top 15 del mundo.

Sandoval Murillo recordó que México tiene mucho potencial de crecimiento, pero que es desperdiciado por la clase política que no logra los avances necesarios en materia fiscal, educativa, energética y laboral.

Añadió que el Gobierno ha tomado el camino fácil de elevar los impuestos y ha sostenido la macroeconomía en niveles muy aceptables, pero que el desarrollo interno del país está bloqueado. Lo que hace falta, dijo, es flexibilizar la economía para así lograr un repunte como para poder dar ocupación a los desempleados y a la nueva población económicamente activa, y mejorar así la calidad de vida.

Sandoval Murillo dijo que, por ejemplo, el Impuesto Empresarial de Tasa Única representa un freno importante para la economía, que se dio en el momento menos lógico.

Agregó que, aunque en una proporción inferior, la violencia generada por la guerra contra el narcotráfico vino a contribuir un poco a un freno económico, lo que ha provocado un estancamiento del país en dicho ranking, mientras que otros países como Brasil, sí han hecho su trabajo, logrando buenos resultados económicos.

El siguiente editorialista tiene unas observaciones interesantes en relación a las comparaciones de rigor que se tienen que hacer entre el auge brasileño y el simultáneo estancamiento y eventual retroceso del modelo económico mexicano:

Lustro perdido
Víctor M. Quintana S.
Analista político
EL DIARIO
13 de enero del 2012

Hay datos que dan más luz que las estelas y no salen tan caros. Como los que acaba de proporcionar el Banco Mundial sobre los indicadores de desarrollo mundial en diciembre de 2011. Nos va mal a México en comparación con otros países de América Latina. Para decirlo breve, somos el único país de la región donde el ingreso por habitante no creció entre 2005 y 2010: se redujo en un 1.3 por ciento.

Según el Banco Mundial, de los 16 países latinoamericanos, hubo cinco en que el ingreso por habitante se incrementó en más de un 20% este quinquenio: Panamá (28.2 por ciento), Uruguay, (28.0), Perú, (25.7), Argentina, (23.3) y la República Dominicana (20.4). Aun tenemos uno de los ingresos per cápita más altos de América Latina, con 12 mil 498 dólares, pero en 2006 era de 12 mil 658 dólares, mayor en ese entonces que el de Chile, Argentina, Uruguay y Panamá, países que en este lustro nos rebasaron.

Y el crecimiento en los sexenios anteriores fue muy mediocre. Esto nos demuestra la equivocada estrategia de los gobiernos desde Miguel de la Madrid hasta Felipe Calderón Hinojosa, independientemente de su color: gobiernos marcados por la más pura ortodoxia librecambista de los organismos financieros internacionales, preocupados por las “variables macroeconómicas” y no por los bolsillos o la mesa de las personas. En política económica los gobiernos del PAN han sido unos “similares al revés”: lo mismo pero más caros. La misma estrategia fallida de desarrollo, pero con mucho más altos sueldos a los altos funcionarios.

Ahora nos dicen que gracias a esta estrategia no tenemos los problemas que ahora padece Europa del Sur: Grecia, Italia, España, Portugal. Pero Europa del Sur creció muchísimo en años anteriores, incluso con su baja en niveles de vida quedará muy por encima de nosotros. Pero ahora sí comenzarán a bajar en sus niveles de bienestar. Porque “los mercados”, es decir, las grandes corporaciones financieras y los bancos trasnacionales han impuesto a las cabezas de gobierno, por lo pronto en Grecia y en Italia, dando verdaderos golpes de estado financieros en esos países. Incluso de alguna manera en los Estados Unidos, son las corporaciones como Standard and Poor y los bancos como el Chase Manhattan quienes dirigen la política económica por sobre las buenas e inútiles intenciones de Barack Obama. La democracia en los países capitalistas del Atlántico Norte está pues, saboteada no por los radicales sino por el capital financiero especulativo, así lo denuncian los integrantes del movimiento social “Ocupa Wall Street.”

No es cierto que para México “…no había de otra”, como han dicho los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN para justificar su apego a la estrategia económica impuesta por Washington. Los países que lograron crecimientos espectaculares en América Latina adoptaron estrategias heterodoxas, desafiando los dictados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, y tuvieron éxito. Entre los países que más crecieron el lustro que en México perdimos, la mayoría son gobernados por la izquierda: Uruguay, Paraguay, Argentina, Perú, Brasil….

El ejemplo del Brasil de Lula es impresionante: casi el contrapunto de lo que sucedió en México los años de gobiernos panistas. Lula le apostó a aumentar los salarios reales, a que los pobres tuvieran más dinero en sus bolsillos y más comida en su mesa. En cinco años el salario tuvo un aumento real del 62 por ciento en Brasil…y no se disparó la inflación. El que los pobres mejoraran su ingreso benefició a todos, incluyendo a los ricos, a la industria, a los servicios brasileños. Gracias a estas políticas económicas ahora Brasil se da el lujo de prestarle dinero hasta al Banco Mundial.

Por eso en México el PRI y el PAN se cuidan de no revelar su estrategia económica. Porque va a ser la misma de sus antecesores partidistas en el poder. Llámese Enrique, Ernesto o Santiago o Josefina, lo que van a implementar es más de lo mismo. Más “disciplina presupuestal” pero para los pobres, más “control de las variables macroeconómicas”, pero total desorden en la microeconomía de las familias y de las pequeñas empresas.

Por eso es valioso lo que proponen López Obrador y su movimiento el MORENA. Una estrategia de crecimiento económico desde el primer día del sexenio. Sin extremismos ni populismos. Es posible, lo acaban de demostrar nuestros hermanos del sur. Se pueden y deben conjuntar los empresarios, lo ha expuesto AMLO en Monterrey y más recientemente en Cancún. Esta nueva estrategia se puede realizar sin pelearse con Washington o el Banco Mundial.

Lo necesario es que cambiemos la receta. Cuando los pobres se benefician todo el mundo nos beneficiamos. Ya perdimos un lustro, estamos a punto de perder un sexenio. No perdamos otro más.

Haciendo caso omiso del señalamiento público de sus yerros y desatinos, en lo que quizá haya sido uno de los mayores despliegues oficiales de soberbia, egolatría y vanidad que se hayan dado en Latinoamérica el increíblemente fatuo Felipe Calderón se organizó para sí mismo un pseudo-informe mal llamado “rendición de cuentas” (al no ser parte tal evento de ningún evento marcado por las formas consignadas en la Constitución) dado ante miles de burócratas acarreados que fueron sacados de sus trabajos y fueron obligados a ir en contra de su voluntad al “magno evento” con el cual Felipe Calderón quiso inflarse como pavo real ensalzando su propia figura, elevándose “para la posteridad” a la categoría de líder y héroe de proporciones épicas, según lo destaca el siguiente analista cuyo trabajo apareció publicado en varios medios, en el que compara a Felipe Calderón con el brutal dictador chileno de ultraderecha Augusto Pinochet quien también quiso hacer creer a los demás y de paso convencerse a sí mismo de que gracias a él Chile se había “salvado” de “la gran conjura” mereciendo ser inmortalizado con la construcción de miles de monumentos alzando su efigie muy en alto en figuras de bronce y con su nombre dado a escuelas, aeropuertos, calles y edificios públicos, en fin, todo un culto a la personalidad como al que están acostumbrados estos pequeños Nerones cuyo único fin es construír en su entorno un gigantesco culto a la personalidad para glorificar sus “logros”:

Pinochet y las quimeras de Calderón
Jorge Carrasco Arraizaga
Analista político
31 de marzo del 2012

Felipe Calderón se adelantó en los autoelogios. Su monólogo ante el espejo de la burocracia desestimó la imposible reconciliación del país tras su salida de Los Pinos, en su obstinación de hacer de la continuidad del PAN una imposición, y en su claro afán de lucrar con las más de 50 mil muertes ocurridas durante su gobierno.

Muy en su estilo, exacerbó el inicio de la campaña electoral bajo una parodia de la rendición de cuentas.

En ese disfraz, carente de foro político, tuvo que acudir al centro de espectáculos que es el Auditorio Nacional para declararse vencedor de la guerra que él mismo propició con el propósito de legitimarse como presidente de la República. Ante 10 mil burócratas, se colocó a sí mismo en la condición de héroe al dejar a su sucesor libre “del dominio de los capos”. Sólo le faltó la medalla en el pecho.

Huérfano de auténtico reconocimiento, su discurso se acercó a los métodos propagandísticos que en los años setenta y ochenta del siglo pasado utilizaba el dictador chileno, Augusto Pinochet. El dictador militar también se organizaba sus informes a modo no sólo para “rendir cuentas”, sino para declararse vencedor de enemigos, salvador de su patria y constructor de un país libre de “amenazas ajenas a la idiosincrasia chilena”.

Paria internacional por la sistemática violación a los derechos humanos, Pinochet impuso, con un alto costo social y humanitario de miles de muertos, detenidos, desaparecidos y torturados, un modelo económico excluyente que en su momento fue admirado y alabado por la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota.

Monotemático, el discurso de Pinochet construyó durante 16 años la idea de “los enemigos”, a quienes presentaba como una gran amenaza de la “conjura internacional”.

En la mitología griega, la quimera era un monstruo imaginario incontrolable.

En una de sus acepciones modernas, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, es “aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo”.

Dos años antes de que Calderón ocupara Los Pinos, durante el gobierno de Vicente Fox, se empezó a desbordar la violencia del narcotráfico. Calderón la incentivó. Hizo de su “estrategia de seguridad” un acicate para convertir a México en uno de los países con más muertes en el mundo, incluso por encima de aquellos en guerra o con conflictos armados internos.

Calderón encaminó a la delincuencia organizada en México hacia lo que muchos en Estados Unidos quieren ver: un país propicio para el narcoterrorismo.

Encendió los ánimos y hoy la delincuencia organizada marca la pauta de la violencia en el país. Reactivo, su gobierno sólo estuvo detrás de esa norma y salió a la caza de “22 de los 37 delincuentes más buscados del país”.

Los 50 mil muertos, 10 mil desaparecidos, miles de torturados y otros tantos de desplazados son un costo humanitario altísimo para cuentas tan pobres.

En su quimera, Calderón dijo en el Auditorio Nacional el pasado día 28: “Si el gobierno federal no hubiera intervenido, si no hubiéramos empezado a tiempo, quizá una parte del territorio nacional estaría dominada por capos… la próxima Presidenta o el próximo Presidente se hubiera encontrado que aunque quisiera enfrentar a los criminales, quizá ya el próximo sexenio hubiera sido demasiado tarde para México”.

Y a continuación, lo que aludió como legado: “Quien quiera que me suceda en el gobierno, se habría encontrado con instituciones completamente infiltradas, con una sociedad arrodillada ante los criminales”.

La realidad es otra. Extensas son las regiones geográficas y grandes los espacios institucionales donde manda la delincuencia. Los delincuentes controlan policías, buscan complicidades en las Fuerzas Armadas y la Policía Federal, compran ministerios públicos, amedrentan jueces, dan pautas a la prensa, infiltran la economía, imponen candidatos y los eliminan como parte de sus vendettas o para hacer el favor a sus aliados y protectores políticos.

No quieren el poder político. No lo necesitan. Lo que requieren es que su negocio siga intacto, tal y como sucedió con Calderón, cuya estrategia de descabezamiento dejó prácticamente incólumes las ganancias de la delincuencia organizada en México. En todo caso, restructuró el mercado ilegal con la caída de algunos grupos y el ascenso de otros.

Los procesos electorales abren un gran espacio para la actuación de esos grupos. De entrada, con la designación de candidatos, luego con su financiamiento.

La campaña electoral les abrirá las puertas del Congreso, de las presidencias municipales y de todo espacio público en disputa. El enemigo del que se valió Calderón goza de cabal salud.

Un editorialista norteño expresó lo siguiente al dar un resumen del tedioso y cansado (¡duró dos horas!) discurso auto-alabatorio de Felipe Calderón:

Calderón: ‘mi gobierno’
Francisco Rodríguez Pérez
Analista político
EL DIARIO
1 de abril del 2012

Más de 12 mil 300 palabras son un “palabrerío”; casi 74 mil caracteres, son un “caracterío”; alrededor de 27 hojas, forman un “hojerío”... Todo eso tuvo que leer el Presidente Felipe Calderón, con cierta dosis oratoria, en el evento que denominara “un gobierno democrático que rinde cuentas”, realizado el 28 de marzo, horas antes de quedar legalmente impedido para hacerlo, dado el inicio formal de las campañas electorales y el ocaso de su gobierno.

A pesar de la estadística lingüística, o quizá por ella, vale la pena analizar su mensaje, puesto que se trata de una radiografía desde el poder mismo, un “mi gobierno”, así en primera y única persona. Es, más bien, un “mea culpa”, expresado para curarse en salud, ante el desastre que está dejando este sexenio no sólo perdido, sino perdedor, un sexenio de ruindades y perversiones que lenta, pero muy lentamente, se acerca a su fin y el Presidente amenaza con la continuidad, no este año, sino el 2018 ¡con su esposa!

Su mensaje, dijo, es “para contribuir a un debate ciudadano mejor informado” y para “hacer un balance de lo que a mi juicio son los elementos y los cambios fundamentales que ha vivido nuestro gran país en los últimos cinco años”.

Analicemos, con detalle, la parte dedicada a la seguridad, dentro de su extensa perorata, para luego mencionar la retahíla de temas tratados en sus casi dos horas de lectura.

Para no variar en la fijación esquizofrénica de todo su gobierno aseguró que “nunca, nunca se había enfrentado el problema del crimen de una manera integral y con tanta firmeza y contundencia, como lo hemos hecho en estos cinco años”. (¿?)

Consideró luego que su actitud es recta, sin titubeos, sin dudas, temores o vacilación, contra lo que llamó “ambición desmedida de los delincuentes” y “omisión negligente, miedosa y a veces cómplice de gobernantes”. Ya en los terrenos del absurdo y el surrealismo político planteó un retrueque para señalar en el gobierno “humanista” que encabeza “la razón de la lucha no puede ser otra, más que proteger a las familias indefensas, no puede ser otra más que el evitar que siga habiendo víctimas de esta violencia absurda e inhumana de los criminales”.

En el primer punto, el combate a los delincuentes, destacó su visión militarista y agradeció a las fuerzas armadas que, como Presidente, comanda de manera suprema.

Exaltado, dijo: “No nos íbamos, ni nos vamos a detener para combatir a quienes secuestran, roban, extorsionan o asesinan en cualquier parte de México. Y, por eso, vamos a seguir luchando sin claudicar, porque eso es lo que necesita México y lo que exigen, con toda justicia, las familias mexicanas”.

Para el segundo punto, depurar y fortalecer las leyes y las instituciones de seguridad y justicia, mencionó la transformación “profunda” en las instituciones de seguridad y justicia del país: Habló también de una depuración “a fondo” de la Procuraduría General de la República.

Luego se exculpó del 90 por ciento “de delitos que se comenten en México” que, según dijo, deben ser atendidos por autoridades locales, por lo que están exigiendo y apoyando a las entidades federativas para que depuren y profesionalicen sus propias instituciones de seguridad y justicia.

Para el tercer punto, reconstruir el tejido social, expresó que “nunca se había impulsado una estrategia tan completa para fortalecer el tejido social, dañado por la delincuencia”. Habló de valores, oportunidades, educación, esparcimiento, atención y salud para “nuestros jóvenes”.

Tras destacar las estrategias educativas de seguridad, dijo que en política preventiva, se trata de “evitar que las drogas estén en las calles, y evitar que nuestros hijos caigan en el flagelo de las adicciones”. Nada más allá de la demagogia y la propaganda...

“Sabemos, amigos, que los grandes árboles caen de muchos hachazos, el árbol de la corrupción, el árbol de la impunidad, árbol en el cual se anidó la violencia que hoy vivimos, ese árbol tiene raíces muy largas y muy añosas; raíces que crecieron durante décadas, lo sabemos todos, raíces que estamos arrancando con el trabajo de todos los mexicanos”, destacó el Presidente Calderón.

Tras hablar de “resultados” por ejemplo en Ciudad Juárez, Tijuana, Veracruz o en La Laguna, otra vez curado en salud y con mañas de prestidigitador, dijo profecías como la siguiente: “La próxima Presidenta o el próximo Presidente de la República se hubiera encontrado que aunque quisiera enfrentar a los criminales, quizá ya el próximo sexenio hubiera sido demasiado tarde para México”.

Ya de corridito, como uno más de los puntos que estaba enumerando para el tema de la seguridad, el Presidente le siguió con la salud, especialmente el Seguro Popular. Luego habló de “una transformación profunda en la educación del país” como puerta de igualdad y oportunidades; la cobertura universal, en educación primaria, casi 70 por ciento en bachillerato y hacia el 35 por ciento en universidad.

“Eso es una política social de un Gobierno humanista”, advirtió el Presidente Calderón en esta parte de su disertación. Habló luego de la pobreza y el hambre para que éstas no cancelen las posibilidades de progreso de las familias mexicanas, del programa “70 y Más”, y de “universalizar la ayuda para todos los abuelos en nuestro México”.

Dijo también haber saldado la deuda con los ex braceros. Mencionó la diferencia entre los pisos de tierra y los pisos de cemento y la incidencia de enfermedades de todo tipo, que surgen en esas condiciones...

A continuación se refirió a los indígenas, a las mujeres, y al acceso a la vivienda. Habló de la hambruna en otros países y de la peor crisis financiera global que recuerden las generaciones presentes. Esta doble crisis: la de los precios de los alimentos y la crisis financiera, golpeó severamente a México, reconoció finalmente el Presidente Calderón.

Tras destacar que “la proporción de mexicanos en pobreza alimentaria, según el Censo, se redujo en 23 por ciento, entre el año 2000 y el año 2010” tildó de mentirosos a quienes afirman que ha crecido la pobreza en México en este periodo.

A continuación, expuso que México se ha consolidado “como una economía sólida y estable. Una economía que crece, una economía que genera empleos y una economía con baja inflación”. Destacó, además, la inflación, la deuda pública, las reservas internacionales, la industria dinámica, abierta y exportadora, los recursos al campo, el turismo, las pequeñas y medianas empresas, el sector energético, infraestructura, protección al medio ambiente y otros temas.

Al retomar el mensaje político, se refirió al fortalecimiento de la democracia con “la mayor ampliación de derechos y de libertades de los mexicanos en la historia contemporánea de México”.

Dijo enfático: “Es probable que nunca en la historia moderna de México haya habido tanta libertad, no sólo para hablar, para insultar, para calumniar a un Gobierno o a un Presidente; pero creemos más en la libertad, que en la capacidad autoritaria del Estado”.

Mencionó, asimismo, el liderazgo internacional de México y su participación activa y decisiva en la solución de problemas mundiales.

Su mensaje político final se centró en la superación de adversidades y expresó: “Siempre he soñado con un México diferente, y siempre he trabajado intensamente para lograrlo”. Además: “sé que en muchos rubros (...) México es mejor que lo que era hace seis años”.

En la parte emotiva de su discurso expresó dos pensamientos: “Servir a México, servir a la Patria, particularmente en momentos de desafío y de prueba, como los que me ha tocado vivir, más que una carga, han sido un privilegio y un honor, que no tendré jamás forma de pagar.” Y también: “A México, la razón de mi ser, le seguiré sirviendo al límite de mis capacidades y limitaciones, no sólo hasta el último día de mi mandato, sino hasta el último de mis días”.

Un discurso cansado, tedioso, denso, a pesar de los intentos o chispazos oratorios. Un discurso en el ocaso de su gobierno. Un “mini informe” como acertadamente se le llamó o un tirar la toalla antes de tiempo, como advirtió Enrique Peña Nieto, candidato presidencial del PRI.

Un discurso para hablar y hacer maldad, un discurso pura hiel. Y después, el Presidente todavía se atrevió a “destapar” a su esposa, Margarita Zavala, para el 2018. Verdaderamente no tiene vergüenza. Ha perdido el juicio, si alguna vez lo tuvo. A él, a ellos, sí vamos a decirles: ¡Adiós A ustedes, queridos lectores, ¡Hasta siempre!

Nunca antes en la Historia de México ningún gobernante se había exaltado a sí mismo de tal manera, ni siquiera Porfirio Díaz. ¡Vaya, ni siquiera Antonio López de Santa Anna! En la mente desequilibrada de este hombrecillo, la Historia se debe dividir de aquí en adelante en dos partes totalmente distintas, en un “antes” y un “después”: el México que había “antes de Felipe Calderón y el PAN”, y el México “después de Felipe Calderón”, elevando a Felipe Calderón a algo así como una especie de “Mesías redentor”, una especie de “salvador” como igualmente se vieron a sí mismos en el espejo otros desequilibrados de la extrema derecha con complejos mesiánicos tales como Hitler, Francisco Franco y Augusto Pinochet.



Título: Ya lo perdimos
Cartonista: Helguera
Fuente: LA JORNADA


Quizá la apoteosis de la locura calderonista haya llegado a su clímax cuando mostrando complejos mesiánicos y delirios de grandeza dignos de un análisis más de carácter médico-psiquiátrico que de un análisis de carácter periodístico editorial, Felipe Calderón en la Sexta Edición de la Cátedra Kissinger impartida en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en Washington aseveró el 24 de abril del 2012 que “la vida y la Providencia deciden colocar a la gente acertada en el momento adecuado” y que a él le correspondió enfrentar al crimen organizado, tarea por la que las futuras generaciones de mexicanos lo recordarían por el resto de la posteridad. En pocas palabras, se consideró a sí mismo como un elegido por la Divina Providencia para ocupar la silla presidencial -esto sin tomar en cuenta el presunto fraude electoral, la guerra sucia y las campañas negras que le fueron diseñadas por el gachupín de ultraderecha Antonio Solá para que pudiera alcanzar al candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador- con la finalidad de dar inicio a una “guerra” que terminó costándole a México decenas de miles de cadáveres a causa de las decisiones unilaterales tomadas por el ungido, un Presidente por la gracia divina, cuya grandeza debe ser ensalzada con un coro celestial de ángeles que proclamen por siempre su triunfo absoluto e incontestable sobre sus enemigos (que a estas alturas no son pocos), algo así como una historia de vaqueros con final feliz. Aunque no se la ha ocurrido (porque posiblemente ya no le queden suficientes neuronas sanas para ello) que en beneficio de sus gobernados un hombre así no debe abandonar el poder, debe resignarse a seguir gobernando por largo tiempo a sus benditos conciudadanos que deben agradecerle los sacrificios que hace desde la silla presidencial por ellos e incluso venerarlo en los altares dada su calidad de ungido.



Título: Modus operandi
Cartonista: Hernández
Fuente: LA JORNADA