2+2=5
¿Qué es un Teco? ¿Cómo podría definirse a un Teco más allá del simple hecho de que fue reclutado y llevado hasta el paroxismo de la locura del fanatismo antisemita dentro de una sociedad secreta creada por un megalómano paranoico llamado Antonio Leaño Alvarez del Castillo -hoy cadáver más no así el engendro sociópata que creó- que quería controlar no sólo todo lo que sucede dentro de la Universidad Autónoma de Guadalajara sino que inclusive ambicionaba con extender todo su siniestro poderío sobre el Estado de Jalisco y sobre el resto de México a través de las legiones de seguidores suyos que estuvo graduando por décadas (algo que, afortunadamente, no le tocó ver materializado en vida aunque sí vivió para constatar los enormes alcances de la conjura nacional que puso en marcha)?
Al igual que los Nazis de la Alemania Hitleriana, al igual que los musulmanes fundamentalistas del Talibán en Afganistán, un Teco es un tipo que ha caído en el fondo de la irracionalidad, y que ya no puede caer más bajo. Sólo cree en lo que quiere creer. Sólo vé lo que quiere ver. Sólo escucha lo que quiere escuchar. De nada sirve presentarle documentos históricos y testimonios contrarios a lo que él supone como cierto, porque no les dará entrada en su desequilibrado cerebro pese a la solidez con la que puedan estar fundamentados. Representa, ni más ni menos, la irracionalidad de los tres changuitos:
que, encerrados en su propio mundo de fantasías locas, se resisten a procesar a través de sus sentidos información alguna que sea contraria a lo que ellos se les ha hecho creer.
El Teco no siempre fue Teco. Ciertamente, no nació siendo un Teco cuando su mente estaba vacía en espera de ser llenada por otros ya sea con información buena o con información mala. Nadie nace siendo Teco. La persona es transformada en Teco mediante un proceso gradual y hasta cierto punto tardado, pero los propagandistas que llevan a cabo el lavado de cerebro son pacientes y se pueden tomar su tiempo, porque el fruto de esa labor paciente de indoctrinación y fanatización a la larga se verá recompensada en la mayoría de los casos con la disponibilidad de gente que estará dispuesta a hacer todo, absolutamente todo por ellos, desde incurrir en crímenes brutales que cualquier cristiano decente en su sano juicio jamás se atrevería a concebir siquiera, hasta dar la vida por ellos. Es, en cierta forma, un esclavo que les dará su libertad y les entregará su conciencia esencialmente a cambio de nada, literalmente hablando.
Cuando a un niño de Primaria se le presenta por vez primera la operación aritmética:
2 + 2 = 4
llevándolo de la mano hacia el dominio de una de las funciones mentales más poderosas del hombre, la abstracción simbólica, el niño ve y constata que esta abstracción representa realidades con las que no se puede discutir, porque la lógica, aplicada correctamente, nos lleva a ver lo que es tal como es, sin distorsiones, sin interpretaciones distintas que estén en desacuerdo con lo que es. Si juntamos dos manzanas con otras dos manzanas, entonces tendremos cuatro manzanas, de eso nunca podrá haber absolutamente duda alguna. Si tenemos dos pesos en un bolsillo y tenemos otros dos pesos en el otro bolsillo, entonces tendremos cuatro pesos en ambos bolsillos, de esto tampoco podrá haber jamás duda alguna. Más adelante, al aprender las tablas de multiplicar, a menos de que el niño no cometa equivocación alguna en sus operaciones aritméticas obtendrá en su manejo de cantidades mayores respuestas que serán diferentes de las respuestas que le dá el maestro y que le impedirán obtener la codiciada calificación de diez. Y eventualmente buscará y buscará hasta encontrar por sí mismo o con la ayuda de otros el punto exacto en sus procedimientos en el cual se equivocó, ya sea un signo aritmético o una operación mal llevada a cabo, o inclusive un error de razonamiento. Y al descubrir su error, y sobre todo, al reconocerlo, el niño dará un gran paso hacia adelante, porque el hombre aprende más de sus errores que de las cosas en las que no comete error alguno. En la aritmética, esto es lo que sucede, porque la primera regla dorada es que un mismo problema aritmético no puede tener dos soluciones distintas. Si dos personas obtienen dos soluciones distintas a un mismo problema, entonces por lo menos una de ellas está equivocada, lo cual no quita que la otra también pueda estarlo y que ambas estén en el error. Por ello es importante la labor del Maestro que con mano firme y segura los puede sacar de su error corrigiéndolos y perfeccionándolos de este modo en su formación intelectual. Estamos hablando, desde luego, de un buen Maestro, de un verdadero Maestro en toda la extensión de la palabra, quien sin esperar obtener a la larga algo del niño y sin buscar lucro o interés propio alguno lo guía y lo endereza con el fin de ayudarlo a ser mejor y superarse día tras día.
En contraste, los que indoctrinan y reclutan a los Tecos así como quienes indoctrinan y reclutan a sus militantes Yunques dentro de sus nefastas sociedades jamás llevan a sus “iluminados” por el sendero correcto, y siempre están a la espera de ver retribuído el tiempo que están inviertiendo en fanatizar e indoctrinar a sus “escogidos” para poder sacarles el máximo jugo posible cuando se presente la ocasión. Todas sus enseñanzas siempre llevan un doble propósito, lo cual naturalmente jamás se lo dicen al que está cayendo en la trampa. Toda su propaganda está estructurada no con la verdad, sino con la mentira, o peor aún, con un revuelto magistral de verdades y mentiras para hacerle difícil al aprendiz el poder distinguir lo verdadero de lo falso. Esto es lo que han hecho propagandistas como Salvador Borrego, Traian Romanescu y Joaquín Bochaca. Construír esta propaganda mendaz no es cosa fácil, y se requiere una enorme inversión de tiempo y dinero para elaborarla, aunque por lo general esta clase de propagandistas casi siempre están respaldados por grupos fuertes y poderosos que consideran el financiamiento de toda esta basura como una inversión a largo plazo que les será favorable a sus propios intereses, algo así como el comerciante que primero tiene que hacerse de un buen inventario de mercancía antes de poder ser comerciante, porque para poder ser comerciante primero hay que tener algo que vender. Del mismo modo, los organizadores de estos semilleros de fanatismo desbocado en realidad están viendo por ellos mismos y por sus propios intereses, nunca por el bien de aquellos a los que están desequilibrando mentalmente.
Y una vez que se ha llevado a finalizado el proceso de inducción de un individuo metiéndole en la cabeza ideas y cosas que chocan en contra de la lógica y de la razón, convirtiéndolo en Teco, una vez que el proceso ha sido concluído, en realidad ya no hay nada que se pueda hacer por el infortunado sujeto. Se ha perdido a sí mismo, por abrirle su mente a gente en la que no se debe confiar jamás y por haber permitido que le llenaran el cerebro de información y materia que, en esencia, no es más que basura.
Se le puede señalar a un Teco los lugares exactos dentro de la propaganda en donde se le ha mentido. Pero ello no servirá de nada, porque su cerebro ya no está dispuesto a procesar la información correctora. Se le puede decir: “mira, en la página X del libro Y se afirma tal y cual cosa sobre algo que supuestamente ocurrió en tal fecha; pero en el sitio en donde tal cosa supuestamente ocurrió y en la fecha en la que supuestamente ocurrió no existe constancia histórica alguna de que efectivamente haya sucedido, entonces si el autor no puede comprobar su dicho anexando el material histórico que afirma haber descubierto se debe suponer que ha incurrido en una mentira”. Pero al Teco no le importará que se le haya señalado una mentira que él puede cotejar por sí mismo consultando otras fuentes históricas. De hecho, si en cualquiera de los libros con los que fue fanatizado, se le indican no una sino muchas mentiras con las cuales fue construído mañosamente el libro, tampoco esto hará cambiar de ideas al Teco, porque él ya solo verá lo que su enceguecido cerebro le permite ver. Ha perdido por completo su capacidad de raciocinio. Y en lugar de esa maravillosa capacidad de raciocionio con la que los seres humanos llegan al mundo, lo único que hay es un pozo negro de fundamentalismo, intolerancia, vanidad y soberbia. Si se le dice : “mira, te recomiendo que compres un boleto de avión para que vayas en persona a tal sitio en Europa y para que hables con los habitantes de tal y cual poblado para que ellos mismos te confirmen por sus propias bocas lo que verdaderamente sucedió”, lo más seguro es que el Teco radicalizado jamás hará tal cosa, porque nunca hará nada que lo pueda hacer dudar de la indoctrinación ideológica con la que ha sido moldeado. En cierta forma, como un demonio alojado dentro de su propio cerebro, el gusano insidioso que se le metió por un oído y desafortunadamente no se le salió por el otro se resiste a ser expulsado del individuo. Es como si hubiese un ente extraño alojado en el sub-consciente del individuo que se resiste a ser echado fuera, que se resiste a morir, y en su desesperada lucha por mantener su control sobre el individuo lo primero que le sacrifica es su capacidad de raciocinio. Sacrificada la capacidad de raciocinio dentro del individuo en el curso de esta guerra interna, la guerra más terrible de todas, lo más probable es que ganará el demonio que le fué incrustado en su cerebro por gente mala, lo más seguro es que ganará ese Satán que tiene alojado en lo más recóndito de sus neuronas, porque una vez que un Satán de este calibre ha entrado en la mente de una persona al haberle abierto la misma persona las puertas de su entendimiento y de su intelecto, expulsarlo se convierte en una labor de titanes con muy pocas probabilidades de éxito. Y aún suponiendo que un Teco pueda ser confrontado directamente con ayuda especializada, se corre el riesgo de que el Teco, al darse cuenta del engaño, al darse cuenta de que le tomaron el pelo, al descubrir que quienes lo reclutaron y lo indoctrinaron le vieron la cara de un perfecto idiota, optará por el suicidio antes que resignarse a aceptar en definitiva la pérdida de aquello que se había convertido en la única razón de su existencia, su única razón de ser, su vida entera. Este choque interno en la psique de la persona, aunque terapéutico, irónicamente puede ser la causa de que la persona termine poniendo fin a su propia existencia. Con lo que a fin de cuentas el Satán que tiene alojado dentro en su mente termina ganando la batalla.
¿Qué es, pues, un Teco?
Es una persona a la que, en contraposición directa a la lógica, a la razón, y al buen entendimiento, de alguna manera se ha logrado meterle en la cabeza una ideología tan absurda como la idea de que:
2 + 2 = 5
y, con una ideología tan irracional, tan absurda, tan llena de intolerancia, radicalismo, fundamentalismo y odio visceral, con un modo de pensar que le hace creer a la persona en sus adentros que “todos los demás que no piensan como yo están en el error, están equivocados, porque yo sí tengo la Verdad en mis manos y esa verdad es una verdad absoluta, sin márgenes de error o equivocación”, es imposible tratar de hacer entrar a esa persona en razón alguna, porque en última instancia nadie más podrá sacar a esa persona del atolladero más que ella misma. De nada servirá llegar ante esa persona con los mejores intelectos del planeta para que le puedan rebatir uno a uno sus puntos de contención y sus “verdades”, de nada servirá usar con esa persona la más pura lógica Aristotélica y recurrir a lo más formal que pueda haber en toda la lógica Kantiana, de nada servirá que esa persona pueda tener acceso total a las mejores bibliotecas de la Tierra, y de nada servirá que esa persona pueda tener acceso libre y gratuito a Internet, porque a fin de cuentas, esa persona al igual que los tres changuitos sólo será capaz de poder escuchar y ver lo que quiere escuchar y ver, cerrándose como una concha de tortuga o como un avestruz a cualquier otra cosa que no esté en pleno de acuerdo con su modo de pensar.
A estos tipos no se les puede ganar en nada; es imposible, porque tienen que ganar en todo lo que piensan y en todo lo que dicen al igual que como ocurría con el Nazismo alemán. En relación a esto y en ocasión de la inmensa popularidad de que goza el futbol soccer en México, es menester recordar un célebre partido de futbol que se llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial, del cual tenemos como testimonio gráfico la siguiente fotografía:
El famoso partido vendría siendo conocido en la actualidad como el “Partido de la Muerte”, celebrado en el año 1941, luego de que los nazis tomaron la ciudad de Kiev, en Ucrania. Un equipo alemán se enfrentó contra un equipo ucraniano, llamado F. C. Start (Football Club Start) integrado por panaderos a quiénes se les advirtió que debían perder el encuentro bajo amenaza de muerte. Como tantas cosas inexplicables, estos hombres decidieron jugar haciendo caso omiso a la amenaza. El partido terminó 5 a 3 a favor de los panaderos. La historia terminó con 14 muertos sobre los 16 jugadores del plantel. En la actualidad hay un monumento en la ciudad de Kiev en homenaje a estas víctimas.
El famoso partido vendría siendo conocido en la actualidad como el “Partido de la Muerte”, celebrado en el año 1941, luego de que los nazis tomaron la ciudad de Kiev, en Ucrania. Un equipo alemán se enfrentó contra un equipo ucraniano, llamado F. C. Start (Football Club Start) integrado por panaderos a quiénes se les advirtió que debían perder el encuentro bajo amenaza de muerte. Como tantas cosas inexplicables, estos hombres decidieron jugar haciendo caso omiso a la amenaza. El partido terminó 5 a 3 a favor de los panaderos. La historia terminó con 14 muertos sobre los 16 jugadores del plantel. En la actualidad hay un monumento en la ciudad de Kiev en homenaje a estas víctimas.
El “buen” Teco tiene sus facultades superiores de discernimiento y razonamiento lógico tan atrofiadas que inclusive se aferrará a ideas que puedan ir en contra del más elemental sentido común al igual que como ocurrió con el fascismo español pro-Hitleriano en los tiempos de Francisco Franco. Un ejemplo de esta carencia casi total de juicio lógico legada por el Franquismo a los Tecos a través de sus contactos en Guadalajara es la creencia de que las personas simpatizantes del comunismo son biológicamente inferiores al tener supuestamente ¡un gen que los predispone a ser marxistas! Es así como al Comandante y pseudo-psiquiatra fascista Antonio Vallejo-Nájera (1889-1960), jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de la dictadura franquista y una de las figuras clave de la represión franquista en la postguerra porque la revistió de un manto pseudo-científico:
le fue encargado un estudio que demostrase la inferioridad mental de personas de ideología marxista. Según Eduard Pons Prades en su obra Los niños republicanos (editado en RBA, 2005):
El 23 de agosto de 1938 Franco autorizó la creación del Gabinete de Investigaciones Psicológicas, cuya finalidad era “investigar las raíces biopsíquicas del marxismo”, tal y como le había demandado Vallejo Nájera, tras lo cual Vallejo-Nájera dirigió, en 1938, un estudio sobre los prisioneros de guerra republicanos, para determinar qué malformación llevaba al marxismo. O sea: iba en busca del “gen rojo”. Para llevar a cabo el “estudio”, se utilizaron dos grupos: uno de prisioneros capturados que eran miembros de las Brigadas Internacionales y otro compuesto por 50 presas malagueñas. Algunas de las “conclusiones” del estudio realizado por Vallejo-Nájera son las siguientes:
“La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos. La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible”. (Los alucinados con la literatura antisemita de la ultraderecha son incapaces de verse a sí mismos en un espejo y considerar la posibilidad de que el ultraderechismo ciego pueda producir psicópatas antisociales, como ellos mismos, y por lo tanto según ellos tipos como Hitler, Himmler, Franco, Mengele, y otros del mismo estilo no pueden ser psicópatas antisociales y por el contrario son “seres incomprendidos”.
Sobre la inferioridad mental de los partidarios de la igualdad social y política o desafectos: “La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los hijos de los más ricos predestinados desde las cunas mejores”. (Se repite y se seguirá repitiendo aquí hasta el cansancio que todos los regímenes emanados de la ultraderecha son y siempre han sido enemigos declarados de la democracia, como en su tiempo lo fueron los dictadores fascistas Adolfo Hitler, Francisco Franco y Augusto Pinochet).
“El imbécil social incluye a esa multitud de seres incultos, torpes, sugestionables, carentes de espontaneidad e iniciativa, que contribuyen a formar parte de la masa gregaria de las gentes anónimas”.
Además de concluír que las opciones políticas de los individuos están asentadas sobre bases biológicas (¿?), los “descubrimientos” de Vallejo-Nájera contribuyeron a fomentar en la España Franquista la idea de la inferioridad de las mujeres:
“A la mujer se le atrofia la inteligencia como las alas a las mariposas de la isla de Kerguelen, ya que su misión en el mundo no es la de luchar en la vida, sino acunar la descendencia de quien tiene que luchar por ella.”
Si los españoles adoradores del Franquismo fascista creyeron y siguen creyendo al igual que Francisco Franco y los miembros de la Falange en la inferioridad de las mujeres, entonces han de haber olvidado que todos ellos tuvieron una madre que los trajo al mundo; inferior, desde luego, al igual que ellos. Otras de las conclusiones de Vallejo-Nájera son:
“La raza es espíritu. España es espíritu. La Hispanidad es espíritu...
Por eso hemos de impregnarnos de Hispanidad... para comprender nuestras esencias raciales y diferenciar nuestra raza de las extrañas.”
Este espíritu lo definía como “militarismo social, que quiere decir orden, disciplina, sacrificio personal, puntualidad en el servicio, porque la redoma militar encierra esencias puras de virtudes sociales, fortaleza corporal y espiritual”. Y para mejorar la raza era necesaria "la militarización de la escuela, de la Universidad, del taller, del café, del teatro, de todos los ámbitos sociales". Su purificación de la raza incluía el resurgimiento de la Santa Inquisición en contra de las personas que consideraba antipatrióticas, anticatólicas y antimilitares que corrompían la raza española. Afirmó además que:
“La parte del problema racial de España era que había demasiados Sanchos Panzas (físico redondeado, ventrudo, sensual y arribista), y pocos Don Quijotes (casto, austero, sobrio e idealista), personajes imbuidos en un militarismo, identificando la cultura militar como la la máxima expresión de raza superior.” (Quien tenga dudas de que en su quintaesencia el Franquismo era idéntico en sus teorías de superioridad racial a las mismas ideas que pregonaban los Nazis alemanes, debería poner atención a esto.)
Toda la bibliografía más de corte más político que científico y todas las pseudo-investigaciones de Antonio Vallejo-Nájera estaban encaminadas a demostrar que “el marxismo es una enfermedad mental” (¿?), que existe un gen rojo que hace enfermar a las personas y que “lo mejor es que los rojos no tengan hijos” o, si los tienen, se les separe de sus padres, según explica la periodista y documentalista catalana Montse Armengou. ¿Y el Nazismo no era una enfermedad mental? ¿Y el fascismo Franquista no era otra enfermedad mental? ¿Y el Ku Klux Klan norteamericano, símbolo emblemático de los mismos grupos supremacistas raciales norteamericanos cuyos antepasados esclavizaron a los negros, tampoco era otra enfermedad mental?
En la actualidad, las torcidas conclusiones pseudo-científicas de Antonio Vallejo-Nájera sólo son capaces de causar risa o lástima en las comunidades académicas de hoy, aunque en su tiempo y en su momento Francisco Franco y sus incondicionales las tenían en alta estima y eran la “verdad oficial” del Estado. Entendiblemente, este psiquiatra fascista español de línea dura nunca fue nominado para recibir el Premio Nóbel de Medicina, algo que posiblemente sí habría sucedido si Hitler hubiese ganado la guerra.
En la actualidad, las torcidas conclusiones pseudo-científicas de Antonio Vallejo-Nájera sólo son capaces de causar risa o lástima en las comunidades académicas de hoy, aunque en su tiempo y en su momento Francisco Franco y sus incondicionales las tenían en alta estima y eran la “verdad oficial” del Estado. Entendiblemente, este psiquiatra fascista español de línea dura nunca fue nominado para recibir el Premio Nóbel de Medicina, algo que posiblemente sí habría sucedido si Hitler hubiese ganado la guerra.
El “buen” Teco no tarda mucho en aprender que es muy peligroso que insista en pensar por cuenta propia llegando a sus propias conclusiones y convicciones. Sólo le está permitido pensar lo que desde arriba le digan que piense, cualquier otra cosa es considerada como una traición que puede ameritar el castigo que suelen aplicarle al traidor. Tiene que dejar que otros piensen por él. Otros que, desde luego, viven mucho mejor que él, como lo fue el caso del mismo Gran Capo Antonio Leaño Alvarez del Castillo que seguramente en su intimidad se carcajeaba de que hubieran tantos idiotas dispuestos a creerle todo y dispuestos a morir por él.
Al “buen” Teco si le dicen: “Mira, Cantinflas era un judío. Se casó en 1934 con la judía rusa Valentina Ivanova Rosenberg a la cual Stalin le concedió un permiso especial para emigrar de Moscú con la finalidad de establecer junto con Cantinflas una base de operaciones en México para ganarle simpatizantes y adeptos al marxismo-leninismo en el mundo de habla hispana y poder servir ambos como espías para la Unión Soviética”, lo tiene que creer de inmediato en cuanto se lo dicen si los que se lo dicen son sus superiores. Porque, si se lo aseguran sus superiores, o si lo escribió un “historiador” como Salvador Borrego Escalante o como Traian Romanescu, entonces ha de ser cierto y no hay necesidad de ponerlo en tela de duda e investigarlo más a fondo. ¿Verdad? A él no lo engañarían sus superiores, ¿verdad? Él que ha confiado en ellos comprometiéndose a pelear hasta la muerte dando su vida por ellos, a él no lo engañarían, ¿verdad que no? Y así, les cree todo, absolutamente todo, al igual que muchos alemanes le creyeron a Hitler todo lo que les decía considerándolo casi casi como una encarnación de Salomón (bueno, Salomón no, porque aunque era muy sabio, era un judío; tal vez Aristóteles), como fuente de máxima autoridad a la que no se le cuestiona nada. Y si sus superiores le dicen que se arroje por una ventana desde el último piso de un edificio de veinte pisos, es muy posible que lo haga, porque si ellos se lo ordenan ha de ser por algo que valga la pena, ¿no es así?
Naturalmente, todas las cualidades que forman parte de la personalidad y el carácter del “buen” Teco le han sido pasadas y le están siendo pasadas a todos los alucinados que están afiliados a la ultraderechista Organización Nacional del Yunque, creada a fin de cuentas a semejanza de los mismos Tecos porque ellos mismos fueron los que la crearon. Y si estas organizaciones le piden obediencia total y ciega a superiores y jefes sin rostro, pues hay que hacerlo, y si tienen puesta en marcha una conjura nacional para el establecimiento de un gobierno paralelo secreto en México dominado desde las tinieblas por esos líderes sin rostro, pues hay que ser parte de la maquinaria conspiratoria porque ser uno de los engranajes es un honor. ¿No es así?
Un Teco, en resumidas cuentas, es una persona que le ha vendido su alma al Diablo. Y tal vez, lo peor del caso, es que le ha vendido su alma a cambio de nada, ni siquiera a cambio de los favores que obtuvo el Doctor Fausto de Mefistófeles. Y esa mala transacción tal vez sea la peor de las pifias en el sendero “luminoso” de la conversión de una persona común y corriente hacia lo que se espera de todo aquél que se considere a sí mismo como un “buen” Teco en toda la extensión de la palabra.
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