El Zar de la corrupción
Con un enorme despliege de publicidad y recursos, el 9 de diciembre del 2008 el Presidente Felipe Calderón presentó su Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparencia y Combate a la Corrupción, el cual se anunció que tenía como propósito principal el consolidar una política de Estado que permitiera fortalecer las buenas prácticas dentro de la función pública. En el marco del Día Internacional contra la Corrupción que se celebra cada 9 de diciembre, Felipe Calderón aseguró: “Estamos empeñados en dotar de un nuevo valor social a la función pública. Actuamos de cara a la sociedad, bajo el escrutinio público, porque sabemos que éste es el único camino para recuperar la confianza ciudadana en las autoridades, y lo hacemos porque este Gobierno es un Gobierno de puertas abiertas y sin secretos, un Gobierno comprometido con la transparencia y en lucha contra la corrupción”. Acompañado por el Secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas, Calderón dijo que el programa era un “hasta aquí” del Gobierno y de la sociedad contra la corrupción y las malas prácticas; un compromiso de cero tolerancia a la corrupción, al soborno, a la extorsión, a las trampas, al influyentismo y al compadrazgo en las compras gubernamentales, así como al mal uso y al despilfarro de los recursos públicos. En un mensaje grabado, que se transmitió en la Convención Regional Latinoamericana: Compromiso y Cooperación en la Lucha Contra la Corrupción y el Cohecho Internacional, Felipe Calderón informó que el programa se daría a conocer próximamente. “Lo haremos con un enfoque de gestión más abierto, honesto, transparente y con una renovada vocación de rendición de cuentas, de modo que este programa también contribuirá al fortalecimiento de una cultura de apego a la legalidad, así como la construcción de una ética pública que sirva para establecer valores y principios que guíen y orienten la actuación de servidores públicos y de la sociedad con las instituciones”, aseveró. Tras afirmar que la corrupción daña la confianza, Calderón refrendó el compromiso de su Gobierno con la cero tolerancia a la corrupción. “Esto es lo que yo exijo a los servidores públicos y es lo que les ofrezco a los mexicanos”, declaró. Destacó que hoy en día las sociedades demandan con mayor fuerza gobiernos más abiertos al escrutinio y a la evaluación e indicó que para llegar a este objetivo es necesario transitar de una cultura de la corrupción a una cultura de legalidad, transparencia y honestidad. “Se necesita que los servidores públicos y los ciudadanos, no sólo asuman la responsabilidad de aplicar y de hacer cumplir la ley, sino también actúen para prevenir y erradicar la corrupción en sus distintas modalidades”, aseguró. Al mismo tiempo, la situación económica de México estaba empezando a entrar en crisis profunda y el desempleo se le disparaba al “Presidente del empleo”, el peso iniciaba su caída hacia la devaluación del 2009, y la inseguridad estaba causando ya estragos en la economía nacional además de que la inflación golpeaba duramente a las clases populares.
De acuerdo con el documento que Felipe Calderón estaba promocionando, el objetivo era generar “una cultura social de apego a la legalidad, de ética y responsabilidad pública, a partir de la transformación y redefinición de las relaciones entre el Estado y la sociedad”, asegurando que el Gobierno Federal (o sea, él) estaba decidido a resolver este problema y que por eso impulsaba una política anticorrupción con visión de Estado. Afirmó que el combate frontal a la corrupción, la rendición de cuentas y la transparencia eran una prioridad de su Gobierno, porque son requisitos de la democracia y de su viabilidad.
Dos días después, la Secretaría de la Función Pública presentó publicado en el Diario Oficial de la Federación el “Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparencia y Combate a la Corrupción 2008-2012” para entrar en vigor al siguiente día 12 de diciembre del 2008, al tiempo que Felipe Calderón pidió que se difundieran los “logros”.
En sus discursos que cada día que transcurre parecen más vacuos, Felipe Calderón ha estado haciendo llamado tras llamado a denunciar la corrupción y a denunciar a los malos servidores públicos.
Pero el 7 de enero del 2009, a menos de un mes de distancia de haber anunciado tan pomposamente su Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparencia y Combate a la Corrupción, el mismo Felipe Calderón se encargó de poner un mal ejemplo, o mejor dicho un pésimo ejemplo, en lo que respecta a la indiferencia oficial ante la corrupción. Y al hablar de la indiferencia oficial ante la corrupción estamos hablando de la indiferencia oficial de su gobierno ante la corrupción, porque quien está gobernando al país no es ni el Partido Revolucionario Institucional ni el Partido de la Revolución Democrática y mucho menos otro partido como el Partido Verde Ecologista de México.
Ese 7 de Enero del 2009 el Presidente Felipe Calderón nombró al Embajador de México ante el gobierno de Canadá, con carácter extraordinario y plenipotenciario, escogiendo para ello no solo a un tipo sin ninguna experiencia diplomática sino a nadie menos que a uno de los hombres más ineptos y corruptos que pudo haber encontrado no sólo dentro de las filas del Partido Acción Nacional sino en todo México.
Se trata de Francisco Barrio Terrazas.
Ya desde mediados del mes de diciembre del 2008 se había anunciado el nombramiento del ese ex-Gobernador del Estado de Chihuahua y ex-Secretario de la SECODAM (Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo), así como fracasado Zar Anticorrupción del pro-Yunquista Vicente Fox:
De acuerdo con el documento que Felipe Calderón estaba promocionando, el objetivo era generar “una cultura social de apego a la legalidad, de ética y responsabilidad pública, a partir de la transformación y redefinición de las relaciones entre el Estado y la sociedad”, asegurando que el Gobierno Federal (o sea, él) estaba decidido a resolver este problema y que por eso impulsaba una política anticorrupción con visión de Estado. Afirmó que el combate frontal a la corrupción, la rendición de cuentas y la transparencia eran una prioridad de su Gobierno, porque son requisitos de la democracia y de su viabilidad.
Dos días después, la Secretaría de la Función Pública presentó publicado en el Diario Oficial de la Federación el “Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparencia y Combate a la Corrupción 2008-2012” para entrar en vigor al siguiente día 12 de diciembre del 2008, al tiempo que Felipe Calderón pidió que se difundieran los “logros”.
En sus discursos que cada día que transcurre parecen más vacuos, Felipe Calderón ha estado haciendo llamado tras llamado a denunciar la corrupción y a denunciar a los malos servidores públicos.
Pero el 7 de enero del 2009, a menos de un mes de distancia de haber anunciado tan pomposamente su Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparencia y Combate a la Corrupción, el mismo Felipe Calderón se encargó de poner un mal ejemplo, o mejor dicho un pésimo ejemplo, en lo que respecta a la indiferencia oficial ante la corrupción. Y al hablar de la indiferencia oficial ante la corrupción estamos hablando de la indiferencia oficial de su gobierno ante la corrupción, porque quien está gobernando al país no es ni el Partido Revolucionario Institucional ni el Partido de la Revolución Democrática y mucho menos otro partido como el Partido Verde Ecologista de México.
Ese 7 de Enero del 2009 el Presidente Felipe Calderón nombró al Embajador de México ante el gobierno de Canadá, con carácter extraordinario y plenipotenciario, escogiendo para ello no solo a un tipo sin ninguna experiencia diplomática sino a nadie menos que a uno de los hombres más ineptos y corruptos que pudo haber encontrado no sólo dentro de las filas del Partido Acción Nacional sino en todo México.
Se trata de Francisco Barrio Terrazas.
Ya desde mediados del mes de diciembre del 2008 se había anunciado el nombramiento del ese ex-Gobernador del Estado de Chihuahua y ex-Secretario de la SECODAM (Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo), así como fracasado Zar Anticorrupción del pro-Yunquista Vicente Fox:
designado personalmente por Felipe Calderón como Embajador de México en Canadá, pese a no contar absolutamente con ningún tipo de experiencia para ejercer puesto diplomático alguno. Se trata del mismo hombre al cual la revista Proceso le dedicó una amplia portada el 16 de marzo del 2003 en ocasión de su lamentable desempeño como “Zar Anticorrupción”:
Este sorpresivo e inesperado nombramiento reveló y confirmó a muchos todo lo que anda mal en la administración de Felipe Calderón. Al decir de varios analistas, Felipe Calderón no pudo haber encontrado un tipo más inepto y presumiblemente más corrupto en todo México que éste para representar a México ante los canadienses.
Spectator ya tuvo algo que decir en su momento acerca de este controvertido personaje en el trabajo Justicia Negra, tanto en la primera parte como en la segunda parte. El negro historial de este hombre habla por sí mismo, y esto es tan solo la parte que está documentada, porque hay un caudal de rumores sobre hechos en los que Francisco Barrio parece haber sido más exitoso en no dejar rastro alguno.
Destaca el hecho de que el nombramiento de Francisco Barrio como Embajador de México en Canadá se dió justo a unas cuantas semanas después de que el Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño Terrazo pereciera trágicamente en un extraño accidente sobre el cual hay circunstancias poco claras para muchos mexicanos. Es muy posible que si Juan Camilo Mouriño Terrazo aún estuviera vivo, el enormemente corrupto Francisco Barrio jamás habría logrado obtener tan jugoso botín. Si así fue, la desaparición “por causas de fuerza mayor” del Secretario de Gobernación Mouriño Terrazo fue un hecho sumamente conveniente no sólo para el mismo Francisco Barrio sino para las fuerzas obscuras que lo catapultaron hacia la gubernatura cuando la derecha en alianza non-sancta con la terrible ultraderecha de México empezó a asestar sus golpes de mano en contra de la larga “dictadura de partido” ejercida por el otrora invencible Partido Revolucionario Institucional.
Aunque comenzó a mediados de los años setenta como un hombre de clase media, hoy en día Francisco Barrio es un hombre rico gracias a sus andanzas en el poder (y a sus abusos del mismo). Tras la salida de Vicente Fox del poder y al no lograr sus ambiciones de instalarse en la silla presidencial (algo para lo cual no le ayudó el enorme desprestigio que ha acumulado no sólo en México sino inclusive dentro del mismo Partido Acción Nacional), a este hombre muchos ya lo consideraban políticamente muerto. En tiempos ordinarios cualquier hombre al cual se le supusiera alejado de la política dedicado de lleno a sus negocios privados no tendría motivos para andar saliendo fuera de su país excepto el andarse paseando como turista de lujo a expensas de los contribuyentes mexicanos con unos sueldazos generosos dados por Felipe Calderón justo cuando México entraba en un recrudecimiento de la severa crisis económica que está padeciendo ahora. Sin embargo, estos no eran tiempos ordinarios. Además de la severa crisis económica que se tradujo en una severa devaluación del peso mexicano y en la pérdida de millares de empleos bajo el gobierno del Presidente del empleo, lo que más preocupaba a Francisco Barrio era la terrible crisis de inseguridad agravada por las cruentas guerras que están siendo llevadas a cabo por los cárteles mexicanos de las drogas tanto en contra del Estado como entre ellos mismos.
¿Y por qué habría de preocuparle tanto a Francisco Barrio la actual colombianización de México?
La respuesta la encontramos a principios de los años noventa. El problema del narcotráfico a gran escala empezó en México con el nacimiento de lo que en ese entonces se convirtió rápidamente en el más poderoso cártel de drogas del continente americano, el Cártel de Juárez, encabezado por Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos (seguramente hoy señor en los infiernos). Pocos mexicanos dudan ya que una buena parte de la inmensa fortuna de decenas de millones de dólares que le fueron incautados en Suiza al hermano del Presidente de México Carlos Salinas de Gortari era dinero proveniente de sobornos derivados del narcotráfico (se cita aquí como referencia el artículo “Swiss Link Raul Salinas to Mexican Drug Cash; Probers Seeking Source of $100 Million” de John Ward Anderson publicado en The Washington Post el 4 de abril de 1997). Carlos Salinas de Gortari era precisamente el hombre al que se tenía que corromper y sobornar para que ni la Procuraduría General de la República ni el Ejército mexicano estorbaran las multimillonarias operaciones con las cuales Amado Carrillo Fuentes transportaba miles de toneladas de cocaína por territorio mexicano en camino hacia los Estados Unidos de Norteamérica, el mayor consumidor de drogas que hay en el mundo.
Pero no bastaba con sobornar al Presidente Carlos Salinas de Gortari para que el poderoso Cártel de Juárez pudiera mover la droga colombiana por territorio mexicano sin ningún problema hasta almacenarla en el Estado de Chihuahua mientras se arreglaba el cruce seguro de la droga hacia los Estados Unidos. Era necesario también corromper al hombre principal al mando de la Policía Judicial del Estado y al mando de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua. Y ese hombre era el Gobernador de Chihuahua. Y el Gobernador de Chihuahua en los tiempos de auge del Cártel de Juárez era precisamente Francisco Barrio Terrazas. Ese era el hombre con el cual había que ponerse de acuerdo.
Es un hecho histórico del que cualquier habitante de Chihuahua puede dar fé el que Francisco Barrio Terrazas cultivó una relación muy estrecha, muy cercana, con el Presidente Carlos Salinas de Gortari, tanto así que fué acusado por el conocido político Porfirio Muñoz Ledo de ser salinista, más que los del mismo PRI, el más salinista y el más lambiscón de todos. Y nunca se apenó de ser considerado por todos como un lamebotas de Carlos Salinas de Gortari. La relación amistosa entre Francisco Barrio Terrazas y Carlos Salinas de Gortari duró todo el tiempo que Salinas de Gortari fue Presidente de México.
Y mientras Carlos Salinas de Gortari fue Presidente de México y Francisco Barrio Terrazas fue Gobernador de Chihuahua, Amado Carrillo Fuentes operó en el Estado de Chihuahua sin ningún problema. Jamás se le tocó en lo absoluto pese a que se presume que tanto Francisco Barrio como Salinas de Gortari sabían perfectamente en dónde podía ser localizado. Su imperio de narcotráfico creció y creció sin que hubiese decomisos de droga propiedad del Cártel de Juárez que valgan la pena mencionar, al mismo tiempo que Francisco Barrio pasaba de ser un hombre de clase media a ser un hombre de clase alta.
Pero un buen día Carlos Salinas de Gortari dejó de ser el Presidente de México, y poco tiempo después Francisco Barrio dejó la gubernatura, con la situación económica de ambos solucionada de por vida. Tras la muerte de Amado Carrillo Fuentes, el Cártel de Juárez vió el surgimiento de poderosos competidores que le comenzaron a disputar el multimillonario mercado de tráfico de drogas ilícitas. Complicando aún más las cosas, al poco tiempo de ascender Felipe Calderón a la Presidencia de la República tras unas elecciones que hasta la fecha siguen siendo muy cuestionadas, Calderón buscando legitimar su Presidencia decidió abrir un frente de guerra en contra de los cárteles, desatando una lucha sangrienta que le ha costado y le sigue costando a México miles de vidas cada año.
En las guerras del narcotráfico que escalaron en México a niveles intolerables en el 2008 y en el 2009, además de los actos de soborno, sabotaje y terrorismo llevados a cabo por los cárteles de las drogas en contra del gobierno de México que se encuentra impotente para detener la violencia, están las guerras entre ellos mismos que decidirán quién se quedará con el control del mercado y el control de las rutas de drogas hacia los Estados Unidos. Y en esta guerra, como en cualquier otra, la información es el arma más poderosa con la que se puede contar para aniquilar a un adversario. La información acerca de sus puntos débiles, la información acerca de sus contactos en Colombia, la información acerca de sus contactos en el gobierno, la información sobre la localización de sus principales aeropuertos clandestinos y sus principales bodegas y narcolaboratorios, la información sobre los métodos utilizados para llevar a cabo el lavado de dinero, la información sobre los bancos que están colaborando en este lavado de dinero, la información acerca de los principales policías y funcionarios cuyas conciencias están vendidas a algún cártel de drogas así como el cártel para el cual está trabajando cada uno de ello. En fin, es mucha la información que existe con la cual, de hecho, la conclusión de la guerra entre varios cárteles podría ser decidida y terminada en cuestión de unas cuantas semanas con el resultado decidido a favor de uno de ellos, a favor del cártel que tenga en sus manos la mayor cantidad de información. La información, por sí sola, puede decidirlo todo. Todas las ametralladoras, todos los fusiles de asalto, toda la brutalidad del mundo no pueden lograr el efecto final que puede lograr una buena base de datos. Conociendo las debilidades del contrario y la cantidad de recursos que posee, se le puede destruír sin dificultad alguna en tiempo récord, y ésto lo sabe cualquier oficial del Ejército.
Y en el Estado de Chihuahua, el hombre que debe tener la mayor y mejor información del mundo acerca de los recursos con los que cuenta y con los que opera el todavía poderoso Cártel de Juárez (dirigido en la actualidad por Vicente Carrillo Fuentes) debe ser sin duda el hombre gracias a cuya presunta protección dada desde el poder creció el Cártel de Juárez hasta convertirse en una de las más poderosas mafias del continente. Y ese hombre no puede ser otro más que el que fuera Gobernador de Chihuahua cuando nació y creció en su Estado el Cártel de Juárez. Francisco Barrio Terrazas.
De ser cierto lo que muchos chihuahuenses dan por hecho, Francisco Barrio Terrazas debe tener en su cabeza una verdadera mina de oro de información sobre cómo operaba y presumiblemente sigue operando el Cártel de Juárez en el Estado de Chihuahua, información crucial como las rutas utilizadas y los contactos semi-oficiales tanto en México como en Estados Unidos así como todo lo demás que ya se ha mencionado. Le bastaría a cualquiera de los líderes de los cárteles contrarios como Joaquín “El Chapo” Guzmán o los hermanos Beltrán Leyva enviar a un comando armado para secuestrar a Francisco Barrio Terrazas con el fin de sacarle esa información de la cabeza por las buenas o por las malas para pivotar las guerras de las drogas actuales en una dirección completamente diferente en tiempo récord. Francisco Barrio, por la información que posee, y sólo por la información que posee, se convierte en objetivo demasiado importante y demasiado jugoso para ser pasado por alto. Y el mismo Francisco Barrio lo sabe.
Largándose comodamente junto con su familia a Canadá a expensas del pueblo de México que está siendo sacrificado por el narco-caos legado por tipos como él, Francisco Barrio no debe temer ya por su seguridad personal ni por andar contratando escoltas en México para impedir un narcosecuestro con el fin de sacarle la mina de oro de información que tiene en la cabeza.
¿Y por qué habría de preocuparle tanto a Francisco Barrio la actual colombianización de México?
La respuesta la encontramos a principios de los años noventa. El problema del narcotráfico a gran escala empezó en México con el nacimiento de lo que en ese entonces se convirtió rápidamente en el más poderoso cártel de drogas del continente americano, el Cártel de Juárez, encabezado por Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos (seguramente hoy señor en los infiernos). Pocos mexicanos dudan ya que una buena parte de la inmensa fortuna de decenas de millones de dólares que le fueron incautados en Suiza al hermano del Presidente de México Carlos Salinas de Gortari era dinero proveniente de sobornos derivados del narcotráfico (se cita aquí como referencia el artículo “Swiss Link Raul Salinas to Mexican Drug Cash; Probers Seeking Source of $100 Million” de John Ward Anderson publicado en The Washington Post el 4 de abril de 1997). Carlos Salinas de Gortari era precisamente el hombre al que se tenía que corromper y sobornar para que ni la Procuraduría General de la República ni el Ejército mexicano estorbaran las multimillonarias operaciones con las cuales Amado Carrillo Fuentes transportaba miles de toneladas de cocaína por territorio mexicano en camino hacia los Estados Unidos de Norteamérica, el mayor consumidor de drogas que hay en el mundo.
Pero no bastaba con sobornar al Presidente Carlos Salinas de Gortari para que el poderoso Cártel de Juárez pudiera mover la droga colombiana por territorio mexicano sin ningún problema hasta almacenarla en el Estado de Chihuahua mientras se arreglaba el cruce seguro de la droga hacia los Estados Unidos. Era necesario también corromper al hombre principal al mando de la Policía Judicial del Estado y al mando de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua. Y ese hombre era el Gobernador de Chihuahua. Y el Gobernador de Chihuahua en los tiempos de auge del Cártel de Juárez era precisamente Francisco Barrio Terrazas. Ese era el hombre con el cual había que ponerse de acuerdo.
Es un hecho histórico del que cualquier habitante de Chihuahua puede dar fé el que Francisco Barrio Terrazas cultivó una relación muy estrecha, muy cercana, con el Presidente Carlos Salinas de Gortari, tanto así que fué acusado por el conocido político Porfirio Muñoz Ledo de ser salinista, más que los del mismo PRI, el más salinista y el más lambiscón de todos. Y nunca se apenó de ser considerado por todos como un lamebotas de Carlos Salinas de Gortari. La relación amistosa entre Francisco Barrio Terrazas y Carlos Salinas de Gortari duró todo el tiempo que Salinas de Gortari fue Presidente de México.
Y mientras Carlos Salinas de Gortari fue Presidente de México y Francisco Barrio Terrazas fue Gobernador de Chihuahua, Amado Carrillo Fuentes operó en el Estado de Chihuahua sin ningún problema. Jamás se le tocó en lo absoluto pese a que se presume que tanto Francisco Barrio como Salinas de Gortari sabían perfectamente en dónde podía ser localizado. Su imperio de narcotráfico creció y creció sin que hubiese decomisos de droga propiedad del Cártel de Juárez que valgan la pena mencionar, al mismo tiempo que Francisco Barrio pasaba de ser un hombre de clase media a ser un hombre de clase alta.
Pero un buen día Carlos Salinas de Gortari dejó de ser el Presidente de México, y poco tiempo después Francisco Barrio dejó la gubernatura, con la situación económica de ambos solucionada de por vida. Tras la muerte de Amado Carrillo Fuentes, el Cártel de Juárez vió el surgimiento de poderosos competidores que le comenzaron a disputar el multimillonario mercado de tráfico de drogas ilícitas. Complicando aún más las cosas, al poco tiempo de ascender Felipe Calderón a la Presidencia de la República tras unas elecciones que hasta la fecha siguen siendo muy cuestionadas, Calderón buscando legitimar su Presidencia decidió abrir un frente de guerra en contra de los cárteles, desatando una lucha sangrienta que le ha costado y le sigue costando a México miles de vidas cada año.
En las guerras del narcotráfico que escalaron en México a niveles intolerables en el 2008 y en el 2009, además de los actos de soborno, sabotaje y terrorismo llevados a cabo por los cárteles de las drogas en contra del gobierno de México que se encuentra impotente para detener la violencia, están las guerras entre ellos mismos que decidirán quién se quedará con el control del mercado y el control de las rutas de drogas hacia los Estados Unidos. Y en esta guerra, como en cualquier otra, la información es el arma más poderosa con la que se puede contar para aniquilar a un adversario. La información acerca de sus puntos débiles, la información acerca de sus contactos en Colombia, la información acerca de sus contactos en el gobierno, la información sobre la localización de sus principales aeropuertos clandestinos y sus principales bodegas y narcolaboratorios, la información sobre los métodos utilizados para llevar a cabo el lavado de dinero, la información sobre los bancos que están colaborando en este lavado de dinero, la información acerca de los principales policías y funcionarios cuyas conciencias están vendidas a algún cártel de drogas así como el cártel para el cual está trabajando cada uno de ello. En fin, es mucha la información que existe con la cual, de hecho, la conclusión de la guerra entre varios cárteles podría ser decidida y terminada en cuestión de unas cuantas semanas con el resultado decidido a favor de uno de ellos, a favor del cártel que tenga en sus manos la mayor cantidad de información. La información, por sí sola, puede decidirlo todo. Todas las ametralladoras, todos los fusiles de asalto, toda la brutalidad del mundo no pueden lograr el efecto final que puede lograr una buena base de datos. Conociendo las debilidades del contrario y la cantidad de recursos que posee, se le puede destruír sin dificultad alguna en tiempo récord, y ésto lo sabe cualquier oficial del Ejército.
Y en el Estado de Chihuahua, el hombre que debe tener la mayor y mejor información del mundo acerca de los recursos con los que cuenta y con los que opera el todavía poderoso Cártel de Juárez (dirigido en la actualidad por Vicente Carrillo Fuentes) debe ser sin duda el hombre gracias a cuya presunta protección dada desde el poder creció el Cártel de Juárez hasta convertirse en una de las más poderosas mafias del continente. Y ese hombre no puede ser otro más que el que fuera Gobernador de Chihuahua cuando nació y creció en su Estado el Cártel de Juárez. Francisco Barrio Terrazas.
De ser cierto lo que muchos chihuahuenses dan por hecho, Francisco Barrio Terrazas debe tener en su cabeza una verdadera mina de oro de información sobre cómo operaba y presumiblemente sigue operando el Cártel de Juárez en el Estado de Chihuahua, información crucial como las rutas utilizadas y los contactos semi-oficiales tanto en México como en Estados Unidos así como todo lo demás que ya se ha mencionado. Le bastaría a cualquiera de los líderes de los cárteles contrarios como Joaquín “El Chapo” Guzmán o los hermanos Beltrán Leyva enviar a un comando armado para secuestrar a Francisco Barrio Terrazas con el fin de sacarle esa información de la cabeza por las buenas o por las malas para pivotar las guerras de las drogas actuales en una dirección completamente diferente en tiempo récord. Francisco Barrio, por la información que posee, y sólo por la información que posee, se convierte en objetivo demasiado importante y demasiado jugoso para ser pasado por alto. Y el mismo Francisco Barrio lo sabe.
Largándose comodamente junto con su familia a Canadá a expensas del pueblo de México que está siendo sacrificado por el narco-caos legado por tipos como él, Francisco Barrio no debe temer ya por su seguridad personal ni por andar contratando escoltas en México para impedir un narcosecuestro con el fin de sacarle la mina de oro de información que tiene en la cabeza.
De habérsele permitido al izquierdista Andrés Manuel López Obrador llegar a la Presidencia, es muy probable que el corrupto cuan inepto Francisco Barrio, gran aliado de las ultraderechas de México y apoyado desde sus inicios por bastiones como el DHIAC, jamás habría sido "premiado" con la Embajada de México en Canadá. Se habría visto obligado a afrontar las consecuencias de sus actos en México, las consecuencias del narcolegado de administraciones pasadas incluyendo la suya propia. Pero no se le permitió a López Obrador llegar a la Presidencia, y aquí tenemos una de las razones del por qué.
La sorpresiva maniobra de Francisco Barrio Terrazas para largarse por varios años fuera de México -a costillas del pueblo con todos los gastos pagados como es su costumbre- hacia la seguridad de Canadá llevandose consigo a todos sus familiares cercanos no solo coincidió justo a tiempo con el extraño accidente en el que perdió la vida el Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño Terrazo. Ocurrió también pocas semanas después de que fuera secuestrado (el 27 de octubre del 2008) y ejecutado en Culiacán, Sinaloa, un individuo de nombre Jose Cruz Carrillo Fuentes:
Este individuo no es cualquier persona común y corriente. Se trata del hermano menor de Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, precisamente el fundador de la primera gran mafia de narcotráfico de cocaína colombiana hacia los Estados Unidos que nació y creció precisamente en el Estado de Chihuahua en la mayor de las impunidades justo cuando el corrupto y hoy multimillonario Francisco Barrio era el Gobernador de dicho Estado. Además del otro hermano de Amado Carrillo Fuentes, el feroz y sanguinario Vicente Carrillo Fuentes quien hoy dirige el Cártel de Juárez también conocido hoy como “La Línea” que le ha costado a Chihuahua miles de narcoejecutados tan sólo en el 2008, si alguien podía saber algunos de los detalles más importantes acerca de las operaciones del Cártel de Juárez era precisamente José Cruz Carrillo Fuentes, el cual fue secuestrado no en el Estado de Chihuahua en donde opera “en casa” el Cártel de Juárez sino en territorio enemigo en donde opera el Cártel de Sinaloa. El secuestro de José Cruz Carrillo Fuentes estuvo precedido días antes con el secuestro de 27 jornaleros ocurrido el 10 de noviembre del 2008. Y resulta que José Cruz Carrillo Fuentes era nada menos que el cuñado del representante legal del campo agrícola ‘La Guajira’, donde un comando armado levantó a esos 27 jornaleros el lunes 10 de noviembre del 2008.
Se supo a ciencia cierta que José Cruz Carrillo Fuentes fue ejecutado tras el secuestro por el hecho de que un comando fuertemente armado (presumiblemente enviado por el Cártel de Juárez para rescatar el cadáver) penetró violentamente en las instalaciones del Servicio Médico Forense (SEMEFO) de Culiacán el 26 de noviembre del 2008 para recuperar los restos parcialmente quemados de un cuerpo que había sido encontrado tirado el día anterior. Los exámenes de sangre por dactiloscopía genática (ADN) y el perfil del cadáver permitieron establecer sin lugar a dudas que el cuerpo substraído fue el de José Cruz Carrillo Fuentes.
La pregunta que hoy se hacen muchos es... ¿qué andaba haciendo en el Estado de Sinaloa, principal enclave de operaciones del peligrosísimo Cártel de Sinaloa -que es también una de las organizaciones criminales que están interesadas en la destrucción total del Cártel de Juárez para arrebatarles la principal ruta de introducción de cocaína y heroína a la Unión Americana- el hermano menor de los Carrillo Fuentes? ¿Estaba en una misión de alta prioridad para llevar a cabo la destrucción del Cártel de Sinaloa? Si esa era la intención de su estadía en Sinaloa, le salió el tiro por la culata al Cártel de Juárez y el cazador resultó cazado. Y siendo así, podemos presumir que no sólo fue cazado para ser asesinado, sino que antes de matarlo lo sometieron a los más exquisitos y refinados tormentos que gente criminal de esta ralea pueda concebir para sacarle toda la información posible antes de matarlo (casas de seguridad en las cuales opera el Cártel de Juárez, identidades de los funcionarios públicos aliados al Cártel de Juárez tanto en México como en los Estados Unidos, identidades de los sicarios al servicio del Cártel de Juárez, información sobre principales cuentas bancarias, rutas de embarques de la droga hacia los Estados Unidos, etc.), la información necesaria y suficiente para poder ir planificando la destrucción total del Cártel de Juárez (naturalmente, ante una posibilidad tan terrible como ésta, los integrantes del Cártel de Juárez seguramente no se dejarán matar tan fácilmente ni se dejarán que les arrebaten todo lo que tanto trabajo les costó construír, y la narco-guerra que está ocurriendo ya está resultando ser devastadora no sólo para los cárteles sino para la sociedad mexicana entera). Si lo secuestraron el 27 de octubre del 2008 y su cadáver fue tirado casi un mes después (el 25 de octubre) esto quiere decir que sus captores tuvieron un mes completo para estarlo atormentando con los métodos más crueles e inhumanos que podamos imaginar. Cualquier delito que hayan cometido el Señor de los Cielos Amado Carrillo Fuentes y su hermano Vicente los pagó muy caro y con creces el hermano menor de ellos José Cruz. Es muy posible que tras ese mes de martirio doloroso sus secuestradores hayan decidido matarlo al haberles quedado ya en un estado completamente inútil para seguirle sacando más información, un estado permanente de locura a causa de tanto dolor. Esta perspectiva, desde el momento preciso en que el hermano menor de los Carrillo Fuentes fue secuestrado, debió de haber influído en Francisco Barrio para moverse como endemoniado ante su protector y mecenas Felipe Calderón para convencerlo de salvarle el pescuezo enviándolo fuera de México con protección consular e inmunidad diplomática.
Si alguien insiste en creer en que todos los hechos anteriores no están hilados entre sí, deberá repasar cuidadosamente las fechas y la naturaleza de los acontecimientos para que eventualmente surjan las dudas que inevitablemente surgirán en cualquier mente inquisitiva.
La ratificación de Francisco Barrio Terrazas como Embajador de México ante Canadá no fué unánime. En la toma de protesta para su cargo llevada a cabo el 14 de enero del 2009 ante la Comisión Permanente, la izquierda mexicana representada por medio de los Congresistas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) se abstuvo de votar luego de criticar la designación presidencial como “un exilio pactado”, reprochando el hecho de que el mismo Francisco Barrio con todo el cinismo del mundo le dijera a un medio capitalino que en su búsqueda de la Embajada canadiense lo movió “en parte” la inseguridad que campea en Chihuahua (la inseguridad derivada del narcotráfico que creció en la mayor de las impunidades precisamente cuando él fue Gobernador de dicho Estado), a lo cual el Diputado Gerardo Villanueva recriminó al inepto y corrupto Francisco Barrio con las siguientes palabras: “Si él se va por la inseguridad pública, ¿a dónde nos vamos todos los demás?” A lo que podríamos responderle: “Pues, al infierno panista creado en la tierra por quienes estuvieron advirtiendo durante la guerra sucia mediática del 2006 que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador era todo un peligro para México y que por lo tanto no se debía votar por él”.
De este modo, para representar a todos los mexicanos ante el gobierno canadiense, Felipe Calderón les mandó a los canadienses lo más corrupto y lo más inepto que se pudiera haber encontrado en todo México, con lo cual todos sus pomposos discursos en los que pide que se denuncie la corrupción y la impunidad así como sus discursos en los que afirma que no habrá tolerancia y se castigará con mano dura a los funcionarios deshonestos (entronizado en su Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparencia y Combate a la Corrupción) suenan más huecos que el cerebro del mismo Francisco Barrio Terrazas.
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POST SCRIPTUM:
Apenas seis meses después de que Felipe Calderón designara a Francisco Barrio Terrazas como Embajador del gobierno de México ante Canadá y que se publicara este documento en Internet, muchos mexicanos despertaron incrédulos ante la noticia de que el gobierno canadiense había decidido imponer el requisito de visas a todo mexicano que tenga intención alguna de viajar a Canadá, requisito efectivo y obligatorio a partir del lunes 13 de julio del 2009, un requerimiento que nunca antes se había aplicado a mexicano alguno.
Aunque la justificación oficial dada por el gobierno canadiense para la imposición de este requerimiento estuvo basada en el argumento de que la falta del requerimiento de visas estaba siendo aprovechada por ciudadanos mexicanos para inmigrar a Canadá pidiendo asilo como refugiados políticos, es muy posible que altos funcionarios del gobierno canadiense, al tanto de las numerosas denuncias en contra de la enorme corrupción y presuntos nexos con el narcotráfico que carga a cuestas el actual Embajador de México en Canadá -como todo lo que fué hecho público en este documento- hayan reaccionado con suma preocupación ante la posibilidad de que alguien como Francisco Barrio, con sus negros antecedentes, pudiese intentar aprovechar su privilegiada posición como Embajador en Canadá para ayudar a colegas suyos relacionados con el narcotráfico ya sea a escapar a Canadá, o peor aún, para ayudarles establecer rutas de control y distribución de drogas en territorio canadiense, algo así como una extensión del poderoso y peligrosísimo Cártel de Juárez estableciendo sucursales en Canadá y extendiendo sus redes criminales de distribución hacia territorio canadiense con ayuda semi-oficial obtenida desde los más altos niveles que se pueda obtener de quienes gozan de inmunidad diplomática. Y en estos momentos, lo que menos necesitan los canadienses es una peligrosísima quinta columna que operando en forma encubierta desde una alta posición oficial termine resultando tan nefasto para Canadá como lo fué en su momento para México y los mexicanos. Es lógico suponer que los funcionarios canadienses, a partir del momento en que Francisco Barrio tomó funciones como Embajador de México en Canadá con el apoyo absoluto e incondicional del mismo Presidente de México, estén sumamente interesados en saber la clase de personas que puedan estar ingresando a territorio canadiense así como las verdaderas razones o intenciones con las que estén ingresando a territorio canadiense. Y al menos en esto los funcionarios canadieneses han sido claros, están decididos a comprobar por sí mismos que los mexicanos que vayan a Canadá no constituyen un riesgo para la seguridad de los canadienses, lo cual será investigado tanto con los cuestionarios que los mexicanos que apliquen para una visa de viaje a territorio canadiense tendrán que llenar de ahora en adelante como con la entrevista consular. Y seguramente estarán muy atentos ante la posibilidad de que cualquiera de los que se quiera “colar entre la bola” ingresando a Canadá pueda ser un miembro del Cártel de Juárez o de alguna de las otras poderosas organizaciones del narcotráfico en México con las cuales el ex-“Zar Anticorrupción” Francisco Barrio Terrazas haya podido tener algo en común en alianza con ellas o como enemigo de ellas a causa de otras alianzas ya forjadas con la dirigencia de otros cárteles establecidos de la delincuencia organizada. Es poco lo que pueden hacer los canadienses para presionar al gobierno de México para que ponga a Francisco Barrio de patitas en la calle removiéndolo de la Embajada de México y poniendo en su lugar a un diplomático de carrera cuya integridad y honestidad nadie ponga en tela de duda, sobre todo cuando tan nefasto individuo está siendo protegido y sostenido en dicho puesto contra viento y marea por el mismo Presidente Felipe Calderón. Pero los funcionarios canadienses sí pueden apretar los tornillos y examinar con lupa a todos aquellos mexicanos que pretendan ingresar a Canadá ahora que Francisco Barrio es el Embajador oficial de México ante dicho país. De ser así, ¡qué caro le está saliendo a un país entero el que Felipe Calderón haya decidido convertir a las Embajadas de México en refugio de políticos como Francisco Barrio Terrazas!
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